Jorge Luis Choque M.
aestro
de escuela, como decía Encinas, "El más alto cargo que un ciudadano puede
desempeñar en una democracia". Sin lugar a dudas, es una profesión
hermosa, quizás la más sublime de todas; pues, requiere dedicación, paciencia,
voluntad y una intensa dedicación; además, la enseñanza es sin lugar a dudas
una vocación.
Todos
saben que, aprender no es una tarea fácil, se requiere atención, tener la mente
abierta al aprendizaje y estar dispuestos a salir de nuestra zona de confort
para ingresar a ese nuevo mundo del conocimiento.
Gracias
a la didáctica que emplea el maestro, es posible ingresar a ese nuevo mundo del
saber, haciendo que el aprendizaje no sea una tarea tediosa, sino llena de
alegría y placer; además que nos hace sentir personas de valor, con un futuro
por delante; gracias a él es posible reconocer nuestras potencialidades,
descubrir lo mejor de nosotros mismos; motivándonos día a día a trabajar en
búsqueda de este objetivo.
El
maestro, no circunscribe su labor a la enseñanza por la enseñanza, tiende a ser
un mentor social por su condición formadora. Para el gran maestro José Antonio
Encinas, el maestro debe ejercer la libertad de opinión, en tanto ejerce
ciudadanía. El hecho de servir al Estado no implica para el maestro vender su
conciencia ni hipotecar sus ideas. El pago que recibe es por su labor, no para
guardar silencio.
Encinas
era enemigo acérrimo de los que pretenden que el maestro sea un apático e
indiferente ante los hechos sociales, de ahí que afirmaba: “¡Es inadmisible la
vulgar idea de suponer que un maestro solo requiere unos cuantos principios de
técnica de enseñanza” (…) “El magisterio es ante todo un apostolado que exige
una permanente agitación espiritual! El maestro que ha convertido su misión en
una rutina ha perdido el dinamismo necesario para transformarse en un líder
social”.
Siguiendo
el mismo pensamiento de Encinas, el maestro Ricardo Dolorier, afirmaba: “Ser
maestro en el Perú es una forma muy peligrosa de vivir, ser maestro en el Perú
es una forma muy hermosa de morir”.
A través de este breve mensaje, rindo mi homenaje a todos
los maestros del Perú, activos y cesantes, hombres y mujeres, por la
sacrificada labor que realizan, aún en situaciones difíciles y adversas y de
manera muy especial a quienes laboran en los más recónditos lugares del país.
Gracias por enseñarnos con el corazón.
¡Feliz Día del Maestro!
CUANDO NO HABIAN UNIVERSIDADES
Tú eres el muerto pasado, oh
joven servil. Isidore Poyri
Escribe: Omar Aramayo
El maestro José Portugal Catacora confirma que Gamaliel
Churata no fue a San Carlos, no estudió la secundaria. Su autodidactismo
empieza cuando José Antonio Encinas se va de Puno, hostilizado por los
sectores conservadores de la pequeña pero bullente ciudad; con lo cual se da
por concluido el ciclo de la Escuela 881. Cuánto mérito se mide en las
dificultades, el riego y el rigor propio al que debe someterse incesante el
alumno Churata, del cual sale invicto. Aunque el autodidactismo sea
inconcebible en nuestra época.
Así mismo Churata jamás pierde el nexo con sus condiscípulos
encinianos, por lo contrario, los fortalece con los años, más allá de sus oficios,
de los avatares a los que la vida nos somete a cada instante. De ahí la memoria
vívida, la elegancia singular de Emilio Romero, cuando sagaz anota:
mientras nosotros seguimos la secundaria en el colegio San Carlos.
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La más famosa fotografía de José Antonio Encinas |
Este periodo es marcado por la presencia paradigmática de
José Antonio Encinas, que de acuerdo al estudiante Churata, "llegó a Puno
portando un diploma de normalista, la generación a la que pertenezco estaba
formada por una legión de
llokallos unidos por la analogía de la edad y
el privilegio del cielo". Cierto,
llokallos de clase media baja,
urbana. Privilegio del cielo. Cuatro años dura la experiencia, 1907-1911, que
por un lado tenía encantados a maestros, niños, y padres de familia, con una
novedosa forma de impartir conocimientos, donde se prescinde de la palmeta, los
tirones de cabello, del famoso
quimsacharani, quimsapallca, chicotillo
de tres ramas, llamado también San Martincito, vaya eufemismo, y de otras
formas de tortura usados en la educación de entonces, bajo la norma consagrada por
nadie: la letra entra con sangre.
Existe en Encinas una visión psicológica de la expansión del
individuo. Del cultivo del yo, del respeto a la persona, del niño que empieza a
convertirse en persona, es decir, conciencia y singularidad, persona, lo personal,
el individuo, al cual no se le debe ni puede vulnerar bajo ningún precepto,
menos cuando se encuentra en etapa de formación, menos en nombre de la
educación. Encinas observa la psicología del individuo, la vocación, las
aptitudes, y valores de cada uno de sus estudiantes. Es en aquel espacio
conquistado donde el maestro instala su labor para llevar adelante a sus
alumnos, implementa talleres de producción, dentro del concepto de una
educación para la vida.
Veinte años más tarde, al evaluar su tarea y el destino de
sus estudiantes ya adultos, en retrospectiva, los agrupa por los oficios y
profesiones en los cuales se desempeñan con eficiencia e integridad. Por los
que se han realizado en la vida; y que iniciaron en la escuela. Esta visión de
la pedagogía, en su momento, mientras el maestro Encinas enseña, tiene sus
detractores, vienen del clero, o enviados por los curas, en especial por el
obispo, en una lucha sin reposo, en el afán de copar la educación y la mente de
los niños. El diploma de normalista, conferido por la Escuela Normal de Lima,
bajo la dirección del Isidore Poiry, pedagogo belga, que trajo el postulado de
formar maestros líderes de la comunidad, le permitió implementar un plan de
estudios instrumental, que permitiese a los futuros docentes un concepto
definido del rol que deben cumplir en su misión: paidología, psicología,
historia de la educación, y sociología. Cuatro cursos claves, que en su
desarrollo y en función transversal, permiten un constructo de alta intensidad.
Todos les van a servir en su desempeño, sin embargo, donde el Maestro de
maestros profundiza es en la psicología, aquí se revela al psicólogo natural. A
su regreso de Europa, muchos años después, considera que debe tomarse en cuenta
al psicoanálisis como parte esencial en la empresa educativa, la exploración de
la caja oscura, la cura por la palabra, la asociación de imágenes; aunque en
Higiene Mental, uno de sus libros más interesantes y prácticos, es influenciado
por el conductismo estadounidense. El hábito. No obstante, la psicología sigue
siendo el instrumento primordial para conocer y orientar al estudiante.
Poiry se sobrepone y elude las estrecheces propias de la
realidad política y económica del país y de la escuela. Estamos a inicios del
siglo XX, pobre Perú. Asume el problema y forma a maestros que veinte años más
tarde están en vigencia, de acuerdo al alumno evaluador: Encinas, en la
administración de las escuelas del país. En la Historia de la educación del
Perú, Poiry debe ser considerado como el verdadero creador de una nueva técnica
en la enseñanza. Bajo ese punto de vista, la técnica en la enseñanza, Encinas,
su discípulo, es el primer maestro en la historia de la educación nacional.
Las ideas de Isidoro Poiry definen el pensamiento del joven
Encinas: 1. El concepto de escuela nueva, 2. El maestro líder de la comunidad.
3. La salud del cuerpo como exigencia para cualquier emprendimiento. 4. La
importancia de la educación intelectual y a la vez la espiritualidad. 5. El
racionalismo francés russoniano, cartesiano, comtiano; el laicismo.
El contrato del maestro belga se produce en los días de la
recuperación nacional, después de la infausta guerra del Pacífico, según
observa David Emilio Aguilar Berrospi, editor y traductor de La Reforma de la
Educación, el tratado de Poiry, publicado en francés en varias ediciones, entre
1919 y 1922. Y de la consolidación más o menos efímera del civilismo, que
pronto es aplastada por el populismo liguista; pero para entonces la semilla de
Poiry ha sido diseminada en las honduras del país. El maestro belga tuvo en
Lima una experiencia trascendental en su momento, lo que había hecho en el Perú
era inédito e inaudito a nivel global. Así mismo tuvo gran reconocimiento en su
país. Encinas, supo a partir de estas enseñanzas, plasmar una experiencia
original, creativa, y eficaz, como le exigía su medio, el Altiplano. Y supo
comprender que educar es modelar el espíritu del niño.
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Gamaliel Churata |
Encinas, así mismo, fue influido y conmovido de por vida por
el recuerdo de
Telésforo Catacora, compañero suyo, de la primera
promoción de la Escuela Normal, dotado por el genio de la pedagogía, y de la
enseñanza, ideólogo de la Escuela de la Perfección. Para él la escuela debía
convertirse en un elemento de perfección social, perfección humana, perfección
del artesano, perfección de la familia; y más, en un territorio tan específico
como el Altiplano, donde la situación misérrima del indio, debía considerarse
factor determinante para cualquier cambio social, el cambio que implica la
tarea educativa. En ese trance, Catacora se convierte en facilitador de las
polémicas religiosas y políticas de la época, un maestro de debates culto. Pero
la tuberculosis temprano se lleva al ideólogo y facilitador. Ese vacío,
acrecienta la responsabilidad que asume el maestro en el que habrá de
convertirse Encinas.
Catacora, Encinas, y Francisco Chuquiwanca Ayulo,
este último más tarde jurista y apóstol del indigenismo, le dan sentido a la
tarea educativa, en una realidad social áspera como la de Puno, y
contextualizan la labor educativa, como no se había hecho nunca. Contextualizar
quiere decir mirar alrededor, para saber dónde te encuentras y cómo te ubicas.
Por otra parte, Chuquiwanca y Encinas, constituyen en la práctica, la primera
célula indigenista del siglo XX, aunque no suscriban manifiesto ni recibo
alguno. La preocupación y el sentido de su obra tiene una sola dirección: el
indio. Muchos años más tarde, el niño Arturo Peralta convertido en Gamaliel
Churata, dirá de la obra de su maestro: era una escuela proletaria, inspirada
en el ayllu; pero también en Tolstoi, el mismo que inspiró a Gandhi, en el
inmenso sentido de libertad y la lectura del libro de la naturaleza, y de una
religión panteísta, de un Dios natural.
Encinas, es el más acendrado crítico de la tradición
pedagógica nacional, de la alta dirección, es decir del ministerio de
educación, de la infraestructura, de la bibliografía del maestro y del
estudiante, de los laboratorios, del status quo: el maestro, en el ejercicio de
su profesión, está en plena edad medieval; pero encuentra a un referente local,
insular a nivel nacional: don José María Miranda, el primer maestro después de
la guerra con Chile, maestro de la reconstrucción espiritual en Puno, "yo
pertenezco a esa generación, y por lo tanto, me es dable describir las impresiones
que recibí en la Escuela donde me enseñaron las primeras letras… nuestra
Escuela era un centro de democracia, allí se educaban patrones y sirvientes,
obreros y burgueses, todos pasaron por los claustros de la escuela unidos por
una hermandad que ha permanecido imborrable a través de todo género de
vicisitudes. La Escuela no tenía ni crucifijo, ni imagen alguna…" Lo que
quiere decir, que a Encinas de lejos le viene, de las raíces, esa explosión de
libertad que siembra y cosecha años más tarde entre sus estudiantes, en los
obreros pero también en los intelectuales que luego transformaron las letras
nacionales, ya en los años 20. En esa escuelita fiscal se forman quienes van a
constituirse y reconocerse como la élite intelectual puneña, a la par de los
valores que desde distinto puntos del orbe colaboran en Amauta, de la cual
también son parte, coincidentes en una visión socialista de la nación y en la
defensa irreductible del indio, fundamento de la nación, como se vio entonces.
Encinas implementa los siguientes talleres en la escuela:
carpintería, zapatería, e imprenta, cada uno con tres o más profesores, los
estudiantes aquí se preparan para el trabajo diario, para hacerse adultos. La
escuela que hace no la escuela que mira el libro. Pero el atractivo mayor de la
escuela es el contacto que diseña el maestro para la enseñanza de la ciencia y
la realidad. Escuela activa, escuela positiva, participativa, la comprobación
de los fenómenos naturales, sin pretextos ni complejidades, lectura de la
naturaleza sin intermediarios, el regreso a la observación y la comprobación.
El estudiante durante siglos reducido a espectador, a ser un ánfora donde la
información se deposita sin el consentimiento ni la conciencia del niño, el
verdadero protagonista del proceso educativo, la razón de existir de la
escuela, asume su rol. En este camino deben participar los padres de familia.
Qué difícil entender algo tan sencillo. Sin embargo mucha agua tuvo que pasar
para que el mensaje de Encinas llegara a ser el postulado de los nuevos
maestros del Perú. Gran parte de esta lamentable deficiencia se debe a que la
escuela ha sido considerada como una oficina administrativa, encargada de
enseñar, sometiendo, en consecuencia, a los maestros y a los alumnos a un
conjunto de disposiciones reglamentarias dentro de las cuales es imposible
cualquier experiencia.
Mal endémico que, a la distancia, abate a los alumnos, no
solamente en la escuela primaria sino en todo nivel educativo, incluida la
universidad, cual jamás hubiese existido Encinas ni producido la reforma
universitaria; debido al uso indebido del internet y a una generación extendida
de maestros oportunistas, sin compromiso con el desarrollo de país. No está de
más recordar, para contrastar y/o semejar, que en la colonia el principio
educativo era formar buenos vasallos del rey, ley que hoy se replica en el
mundo neo liberal con la misma intención: formar mano de obra para las
fábricas, el rey se ha convertido en empresario; para ello, no es necesario que
el estudiante lleve cursos de humanidades; ni que piense. No es necesario que
cultive su sensibilidad, por el contrario, eso es un obstáculo.
En esos días vino a Puno de Arequipa, el obispo Valentín
Ampuero, nacido en Moquegua, con antecedentes negativos, hombre soberbio,
intolerante, gruñón, carácter explosivo. Pronto se convierte en una de piedra
en el camino con la que el maestro ha de tropezar en su labor. A los días se
dirige a la escuela 881, dirigida por Encinas, habla con él: mortificado como
estaba, no aguardó mucho para presentarse a la Escuela… "la entrevista con
mi persona fue cortísima… el diálogo violento… se encuentra con un maestro de
22 años de edad, sin fortuna, sin “posición social”, según la jerga burguesa,
sin más respaldo que sus ideas y sin más defensa que su voluntad, un obispo
ataviado de seda y oro, como es la iglesia en roma. Preguntó violentamente si
el Centro era un foco de propaganda protestante y si los niños y maestros
pertenecían a la iglesia evangélica. Me negué a responderle semejantes
preguntas. Aduje que no reconocía en él autoridad alguna para inquirir sobre el
régimen de una Escuela del Estado… Más tarde, visitó cuanto hogar pudo a fin de
que los padres de familia retiraran a sus hijos de la escuela maldita."
Churata niño, conoce por primera vez los reveses del poder y
el abuso, por razón de sus ideas. El inspector Cortez hace una visita oficial a
la Escuela, sin duda, movido por Ampuero. "Gustábale rodearse de la
solemnidad. Reunió “el claustro pleno de la Escuela” maestros y alumnos en una
sola clase. Abrió la sesión en nombre de “Dios Todopoderoso”. Nombró
secretarios, se leyó el acta anterior, etc., etc. Cortez ya estaba en pugna con
el Centro Escolar; es natural que pretendiese atacarlo donde él y muchos
suponían encontrar un delito: la falta de la enseñanza de religión. Quiso
mostrar públicamente esta deficiencia examinando a los alumnos en asunto
relativos al Catecismo. Al primero que llamó y tenía que ser así, fue a
Gamaliel Churata. Sabía Cortez que este niño era hijo de padres protestantes; se
propuso cimbrar la conciencia de este chiquillo, sin saber que Churata era ya
todo un gigante en aquello de resistir cualquier coacción. Cuando Churata
estuvo delante del inspector y cuando éste le exigió que rezara el Credo,
frunció las cejas, contrajo los músculos de la cara y no dijo ni una sola
sílaba. En pie, con el más absoluto dominio, ese niño defendió su
conciencia."
Churata, visto por Encinas, es la más recia personalidad de
la generación que se educó en el centro. Hermano de Alejandro Peralta, difiere
de éste por su carácter, Gamaliel, desde niño, presenta una vida interior más
profunda; es uno de los chicos donde es posible estudiar su conducta en forma
integral. Nada de dobleces tiene su espíritu; ninguna encrucijada guarda su
conciencia. Sus impulsos, sus tendencias, sus rebeldías, surgen a la superficie
espontáneamente. Esta clase de niños son poco comunes en las escuelas; ello
obedece a disposiciones de orden individual y a la disciplina que impera en la
escuela. Este juicio a la luz de la reflexión de los años que median entre
1911, cuando le cupo ser su mentor en Puno, hasta 1930, a pleamar de sus
exilios, al concluir la redacción de La Escuela Nueva en el Perú, es una
acuarela psicológica de síntesis extraordinaria, a través de términos como:
carácter, vida interior, conducta, espíritu, conciencia, espontáneamente,
disciplina, asignados a un niño que se ha hecho adulto, pero que ya en su
simiente se manifestaba como personalidad cuajada, de vida interior profunda,
con valores definidos. Acuarela, digo, por la agilidad de la percepción y el
diagnóstico, por la economía verbal, por la transparencia, por la palabra
sencilla como el agua. Churata, niño precoz, a los 9 años se hace periodista,
con Enrique Encinas funda el periódico El Profeta.
No hay que olvidar que se trata de un hábil tipógrafo,
habilidad que más tarde le permite ser contactado por el padre Zampa para ir a
Potosí, como cajista. Nos falta para contemplar aquella época a través el
diario de un niño, Emilio Romero, escritor precoz, de prosa galana,
desgraciadamente inédito, en poder de sus descendientes.
Aquí el núcleo Orkopata y sus adláteres, su irradiación y
resonancia; aparte de Churata, el más inquietante: Enrique Encinas, más tarde
médico de José Carlos Mariátegui y uno de los fundadores de la Universidad
Cayetano Heredia; Emilio Romero, Emilio Armaza, Mateo Jaika, Luis de
Rodrigo, Emilio Vázquez, Aurelio Martínez; Alberto Mostajo, el poeta
metafísico; y por cierto, Alejandro Peralta. Además de los músicos Alberto
Rivarola, autor de la bellísima ópera Copacabana, Miguel Garcés
maestro de guitarra clásica, el violinista Carlos Rubina, y Víctor
Masías, que definió el concepto musical de la estudiantina. Y uno de los
abuelos de quien escribe esta nota. Y por cierto, Churata. Todos brillantes,
profesores universitarios, poetas laureados, diplomáticos, políticos. A más de
artesanos, escribanos, tipógrafos, maestros, comerciantes, contadores, formados
en solo cuatro años, una generación.
El maestro tropieza con múltiples dificultades desde su
llegada, el prefecto no ha querido entregarle el cargo, aunque tiene el
nombramiento del Estado en las manos; pero su desencuentro mayor es con el
clero, Encinas profesa una escuela laica y defiende a sus alumnos, la
intangibilidad de conciencia, en especial a Churata y Alejandro, hijos del
adventista y gremialista obrero Demetrio Peralta, de la pretensión de
las autoridades educativas, de intervenirlos y “salvar” la corrupción de sus
almas. La escuela laica no es la escuela anticlerical políticamente juzgada, es
la escuela de diagnosis donde toda enseñanza debe ser sometida a una permanente
comprobación y depuración a favor de los intereses del educando… El problema es
pues una cuestión de higiene mental y no un asunto de conveniencia sectaria. Tal
el fundamento pedagógico. Pero la hostilidad no deja de incomodarlo, ese el
motivo principal por el cual decide salir de Puno.
Gamaliel Churata, en el prólogo que escribe para la primera
edición de Ensayo de Escuela Nueva, dice que se trata de un mensaje, un
documento, un programa para la educación peruana. De ser así, los ejes
axiológicos de esta propuesta son 1. La voluntad como fuerza transformadora,
como en Nietzsche; 2. La importancia del lenguaje hablado, el mundo vocabular,
tanto como del lenguaje escrito, creativo; es decir, la producción del
lenguaje, el estudiante debe ser un productor del lenguaje. 3. El reflejo
participativo, no automático, de plena consciencia del estudiante; 4. El cambio
de la educación nacional dentro de un proceso de cambio económico, en ello
antecede a Mariátegui, en cuanto la superestructura de la sociedad habrá de
cambiar en tanto su economía cambie; 5. Y por cierto la idea de una educación
nacional, para lo cual es necesario definir los cimientos de la nacionalidad.
Después de cien años y más, la experiencia de Encinas, su
mensaje, ha sido eludido por el Estado, pero la verdad que lo nutre está viva,
aunque la sociedad se ha modernizado y los índices de pobreza no son tan crudos
como los de aquella época. Recibamos esta edición que se genera desde el
interior del aparato educativo, con alborozo. Saludemos la iniciativa desde la
mente renovado de los maestros de mente joven, con alegría y la esperanza que
en realidad estas enseñanzas se puedan convertir en un instrumento de cambio,
que es el objetivo real de la educación. <:>