Hoy
6 de agosto se realiza la gran festividad de la Virgen Candelaria de Copacabana
en esta ciudad boliviana fronteriza, erigida en el lugar que ocupó un importante
poblado incaico cuyos habitantes venidos de distintos lugares del Tahuantinsuyo,
estaban encargados del mantenimiento de la importantísima huaca de la cercana isla
Titicaca, hoy llamada “Isla del Sol”. Aunque el 2 de febrero es la fecha
reconocida mundialmente para festejar a la virgen de la candelaria, los
bolivianos la variaron para que el día central del culto coincidiera con el día
jubilar de la independencia de ese país. Esos y otros datos históricos se
recogieron hace algunos años en el siguiente artículo.
Acotaciones históricas
COPACABANA,
Ccota kjahuaña
Escribe: Guillermo Vásquez Cuentas
Publicado
en LOS ANDES. Puno, 7 de agosto de 2011
Uno de los paisajes
más hermosos en las orillas del Titicaca, es la localidad de Copacabana, sus
rededores y las pequeñas islas frente a ella, una de las cuales antiguamente
llamada “Titikaka” se la conoce hoy como la “Isla del sol”. Cada seis de agosto
creyentes católicos de Bolivia y de muchos otros países, visitan el santuario
que allí existe en el que se encuentra la efigie de la Virgen de la Candelaria
de Copacabana. Todo estudio que comporte descripción histórica tiene que
reconocer que: Ciudad de Copacabana, su entorno inmediato, e Isla del Sol,
constituyen desde tiempos inmemoriales un conjunto indisoluble con riquísimas
memorias comunes, sobre las que hay un apreciable acervo bibliográfico
entohistórico.
En tiempos antiguos
Los cronistas de la
historia peruana durante los siglos XVI a XVIII dedicaron buena cantidad de
comentarios y descripciones sobre lo mágico religioso de la cultura andina.
Sobre los primeros
tiempos de esa cultura, José Antonio del Busto[1]
relata el mito según el que “en el principio
todo estaba oscuro, la noche era eterna. Huriacocha, el criador de todas las
cosas, no se mostró satisfecho con tanta tiniebla vacía, y para darle formas,
hizo el mundo….formó un género de gigantes a quienes mandó viviesen de acuerdo
a ciertas normas…pero pecaron los tales y el dios incurrió en indignación y…les
envió un diluvio….Pasado éste y seca la tierra, determinó Hiracocha poblarla
por segunda vez. Para ejecutar su pensamiento pasó a la isla llamada Titikaka…y
desde lo alto de ella creó las luminarias del cielo, empezando por el Sol, Luna
y las estrellas”.
“El mundo estaba envuelto en tinieblas y oscuridad,
pero un día salió de la isla Titikaka el sol resplandeciente, por lo cual la
tuvieron por cosa sagrada”,
relata Pedro Cieza de León[2]
al referir un mito sobre dicha isla.
Así, el culto de
tiempo inmemorial a Huiracocha como hacedor del universo, está ligado a la isla
Titikaka (de Titi=gato montés y por
extensión puma y Kkakka=peña, la
sagrada peña del puma desde la que “salió
el sol” después de las tinieblas) en el Lago de Chucuito, llamado después y
hasta ahora como Titikaka por la famosa isla de ese nombre. Cerca de ella está
otra isla más pequeña que los antiguos llamaban Coati y que ahora se le conoce
como Isla de la Luna, con escasa significación religiosa.
En épocas
prehispánicas, la península de Copacabana y la Isla Titikaka sucesivamente
formaron parte del territorio de la cultura Chiripa, de la gran cultura
Tiahuanaco, del señorío kolla de los Omasuyos; y, finalmente del Imperio de los
Incas.
Antes del dominio
incásico, los Kollas (llamados “aimaras” desde la invasión española) poblaron
por siglos la meseta del Collao y algunas regiones adyacentes a ella. Y, dentro
de ese gran ámbito geográfico, dominaron el espacio particular que comprende a la
península de Copacabana y sus islas cercanas. Hay quienes calculan que la
hegemonía kolla se dio entre los años 1.100
a 1.400 d.C[3].
Sin duda, fueron los Kollas los que nombraron
el centro poblado peninsular ligado a la isla, como Ccota kjahuaña[4]
(del jakke aru [hoy aimara] Ccota=lago, laguna y Kjahuaña=observar, otear, vigilar).
Y es que la conformación orográfica del lugar con un alto cerro (hoy llamado
del Calvario) que se yergue a orillas mismas del lago, hace que se constituya
en un gran mirador con vista privilegiada de su inmensidad azul. Los españoles
transpusieron “ccota” por “copa” y “kjahuaña” por “cabana”, tal como lo han
hecho con infinidad de términos quechuas y aimaras.
Hoy hay en América –por motivaciones
religiosas- muchas ciudades con el nombre de Copacabana, incluyendo a la famosa
playa en Rio de Janeiro, Brasil[5].
Visitas y obra de los emperadores incas
Según Rostworowski[6]
Viracocha Inca fue el primer gobernante incaico que tomó contacto con Lupaccas,
Omasuyos y Pacajjes. Con los primeros tuvo un acuerdo secreto de mutua
colaboración a espaldas de los Hatun kollas, lo que provocó una sangrienta
guerra en la que vencieron los
Lupaccas capitaneados por su mallku principal Cari. Viracocha Inca llega junto
con la paz de postguerra y en su viaje hacia el sur se entrevista con Cari en
el lugar conocido hoy como Bebedero. Esta vez no se trató propiamente de una
conquista incaica sino de “una alianza entre confederados”, nos dice la
historiadora de ascendencia puneña. Si bien Viracocha llega a Tiahuanaco, no
hay referencias de que haya visitado Copacabana y la renombrada Isla.
Años más tarde
Pachakutec Inca Yupanqui -según Markham “El más grande hombre que la raza
aborigen de América haya producido”- después de unirse al ejercito de avanzada
que envió a cargo de su general Apo Conde Mayta, libró duras batallas con los
Hatun Kollas asentados en la parte norte del lago Titikaka, venciéndolos en
Ayaviri y Pucará, dando muerte a su jefe Chuchi Capac e iniciando así la
dominación inca en la región. “Al saber
la victoria inca, el curaca de Lupaca que residían en Chucuito y que no era
menos poderoso que Chuchi Capac, pidió la paz” afirma Rostworowski.
Luego Pachacutec pasó
al sur, siempre en son de conquista, terminando de someter así a los señoríos
kollas de la gran meseta y aledaños. Con él
se afirma aún más la misión asignada a la población de Copacabana:
servir a ese “centro religioso y de peregrinaje de altísima importancia para el
Imperio Inka” que fue la Isla Titikaka.
Se calcula que la
dominación inca duró poco menos que un siglo. Los “señoríos o reinos aimaras”,
sea por imposición de la fuerza o sea por pacto en algunos casos, pasaron en
conjunto a constituir –como es muy sabido- el Kollasuyo, una de las cuatro
partes del Tahuantinsuyo. Si bien la dominación incaica como tal se inicia con
Pachacutec, es Tupac Inca Yupanqui quien la consolida con una visita muy
mentada a ese Suyo.
De la visita por
Túpac Inca Yupanqui a “esta isla y templo tan célebres entre los indios
Collas…a los que venían desde Quito, de Pasto, de chile y de los ángulos más
remotos de la monarquía peruana”, da cuenta Ramos Gavilán[7].
Entre las decisiones que tomó este inca para engrandecer el culto en la isla,
fue la instauración de una “Casa de las Vírgenes” o Acllahuasi llegando a dejar allí a una de sus
hijas “como superiora” o Mamacuna. Dictó asimismo varias disposiciones para el
culto, el embellecimiento de los monumentos
y las visitas, convalidando y socializando en todo el imperio muchas de
las creencias religiosas de los kollas que los cusqueños habían asimilado desde
tiempo atrás. En adelante, la isla Titikaka con su famosa peña y un templo que
dicen allí se había construido, fue consagrada como un santuario de la mayor
importancia.
Huayna Capac visitaría
la zona más tarde. El padre Martin de Murúa[8]
dice que este inca impuso a su primo hermano Apo Challco Yupanqui (hijo de tu tío
carnal Apo Inca Sucso) como gobernador del conjunto por cierto tiempo. Este
Challco dejó numerosa descendencia, vigente hasta nuestro tiempo.
Se sabe que Huáscar
en plena guerra civil con Atahualpa, peregrinó raudamente hasta Titikaka, para
demandar a los ídolos y a la peña sagrada, apoyo para su causa.
Los mitmacunas y los servicios al culto
Para
el servicio del culto y peregrinaje, los incas introdujeron en Copacabana
considerables poblaciones de mitmas venidos de distintos lugares del
Tahuantinsuyo, lo cual dio origen a una población multiétnica. Ramos Gavilán
proporciona una relación de hasta 42 etnias diferentes[9]. Murúa refiere que
los incas poblaron Copacabana con mitmas incluyendo Cañaris y Chachas, “para
servir a los sacerdotes y a las huacas de la isla del sol, lugar de continuas y
masivas romerías”. Reginaldo de Lizárraga[10] anota que todos los ayllus o naciones
avecindadas en Copacabana estaban divididas en Hanansayas e Urinsayas. “los
primeros eran lo más principal y los segundos lo menos principal”, aclara.
Las visitas a
Copacabana y la Isla Titikaka, por seguramente muchos miles de peregrinos
aimaras y en general tahuantinsuyanos, se hacían conforme a ciertas
prescripciones que cautelaban no solo las solemnidades sino también el orden.
Esto se desprende de las aseveraciones de Alfonso Ramos Gavilán, el cronista
más especializado en los cultos religiosos de Copacabana. Precisa este
sacerdote que “la más señalada” de las muchas islas existentes en el gran lago
es la de Titikaka, donde se alza el templo del sol y que para acceder a
Copacabana y luego a la isla, los visitantes debían entrar por las puertas de
una larga cerca de piedra que iba de costa a costa en el istmo de Yunguyo, es
decir desde la orilla del lago mayor hasta la orilla del lago menor o Huiñaymarka. Había servicio de “porteros y guardas que examinaban a toda la
gente que iba en romería a los adoratorios”.
Una vez en Copacabana
los peregrinos eran “atendidos, cada uno
agasajado según la calidad de su persona, con alojamiento, comida y hasta
vestido”. Una gran Colcca
almacenaba y proveía los bastimentos que eran ofrecidos obligatoriamente por
los kollas de “Omasuyo, Urcosuyo, Chucuito, Larekaja y Yungas”, informa Ramos
Gavilán.
Según Lizárraga, la colcca se encontraba en el lugar
denominado Locca “a media legua del pueblo de Copacabana”. En ella se
almacenaba chuño, charqui, maíz y coca, principalmente.
Indios uros eran los
encargados de proporcionar transporte en balsas desde Cochachumi, un
embarcadero único entre Copacabana y la Isla, tal como lo hacían en el estrecho
de Tiquina.
Lo que encuentran los primeros invasores hispanos
Pedro Sancho[11],
secretario que fue de Francisco Pizarro, cuenta que estando éste en el Cusco
envió a Diego de Agüero y a Pedro Martín de Moguer a explorar el Kollasuyo. A
su regreso después de cuarenta días, consignaron en su informe que “había
una gran laguna como de cien leguas y que la mayor población se encuentra a su
alrededor, y en medio de ella hay dos islas pequeñas, en una de las cuales
existe una casa del sol que es tenida en gran veneración…están al servicio de
este santuario seiscientos indios y más de mil mujeres…”
Por su parte, Ramos
Gavilán afirma que los primeros españoles en visitar la Isla del Sol fueron
quienes conformaban el grupo dirigido por un Capitán Illescas[12].
Cieza afirma que en
ella “hubo un famoso i riquísimo templo
del sol, en memoria de haber salido de allí su primer inca Manco Capac”; lo
cual parecería respaldar la conocida leyenda de la fundación del Tahuantinsuyo.
Antonio de la
Calancha, refiere que en la isla había un “ídolo
de piedra azul vistosa, sin más figura que un rostro feo y el cuerpo como pez”. Durante el proceso de “extirpación de
idolatrías” ese y otros ídolos “fueron
destrozados y arrojados a la laguna por los cristianos”, dice Ramos. Lo
mismo ocurrió con los “gigantes ídolos esculpidos en piedra” que había en
Copacabana, los cuales “fueron derribados y sustituidos por cruces de piedra y
madera”.
El padre Martín Murúa[13]
señala que los santuarios más famosos del incario fueron Pachacamac cerca a
Lima, Coricancha en el Cusco y la Isla del Sol “…donde hubo antiguamente una frecuentadísima huaca y adoratorio a
donde concurrían los indios como en romería… y era el lugar de mayor idolatría
que hubo en el Perú”. Agrega que “…es famosa la laguna de Titicaca por estar en su
ribera muchos y muy grandes pueblos…”.
En tiempos del coloniaje
Durante
la dominación colonial impuesta por los españoles a los pueblos andinos,
Copacabana pertenecía al Cusco, hasta que se produjo la fundación de Nuestra
Señora de La Paz, en el valle de Chuquiago. Asimismo, después de pertenecer al
virreinato del Perú, Copacabana e islas pasaron a ser parte del virreinato del
Rio de Buenos Aires, luego de la creación de éste por Real Cédula de 8 de
agosto de 1776. Más tarde y básicamente, sobre la Audiencia de Charcas (que
abarcó lo que se conocía como Alto Perú) previamente creada en 1559, se erigió
la actual República de Bolivia en 1825.
“El
Licenciado García de León fue al parecer
el primer encomendero de Copacabana por decisión de Vaca de Castro”, nos
ilustra el historiador Waldemar Espinoza Soriano en uno de sus escritos[14], en el que
transcribe un interesante documento bajo el título “Encomienda de [la] Gasca al
Licenciado León de sus indios de Copacaguana” fechado el 14 de noviembre de
1548, el mismo que contiene valiosos datos para la comprensión la trayectoria
histórica de Copacabana.
Después
de García de León, otro encomendero que le sucedió fue –siempre según Espinoza-
García de Villalón; luego entre 1574 y 1590 doña María de Salazar y, a fines
del Siglo XVI y comienzos del XVII, Alberto de Acuña.
En
el documento de encomienda en mención se consigna que en 1548 el jefe de los
grupos étnicos de Copacabana era “un orejón del Cuzco llamado Condemayta, el
mismo que era asistido por cuatro principales: Chisquicone de la nación Canchi;
Huisa de la nación Cana; Pinco de la nación Kolla [Hatun Kolla] y Pasca, sin
indicarse nación, pero probablemente de Chachapoyas”.
Poco
antes de expedirse el documento de la encomienda, se produjo la visita oficial
a cargo del Capitán Gabriel de Rojas. Este visitador establece que existen 738
indios tributarios que con sus familias llegaban a dos mil quinientos
pobladores, distribuidos en los pueblos o jatunllajjta de Copacabana e Imsayo,
en los “poblezuelos” (sic) de Locca, Carihuaquis, Lupac, Coaquipa, Tonaca y
Timacachi; y, en los “poblezuelos de Uros” Tiquina y Cochachumi.
Después
del documento de La Gasca, con toda la información que contiene y cuyo análisis
y descripción escapan a los límites de la presentes notas, vino el libro
histórico del huamanguino Alonso Ramos Gavilán. Que sepamos, en el intermedio
no se han encontrado más incunables.
Copacabana hoy
Durante casi todo el periodo colonial (1534 a 1825) Copacabana
desarrolla el culto a la Virgen de la Candelaria entronizada el 2 de febrero 1583[15]. “El 1 de agosto de 1925, año del primer
centenario de la Independencia de Bolivia, en ocasión de la celebración del
Primer Congreso Eucarístico Nacional, la Virgen de Copacabana fue coronada como
Reina de la Nación”, disponiéndose que
la festividad coincida con la fecha de celebración de la independencia de ese
país: el 6 de agosto.
Demás está decir que los creyentes católicos del hermano país tienen en
Copacabana un recurrido centro de peregrinaje y todos -nacionales y
extranjeros- tenemos un atrayente y muy visitado destino turístico. <>
Lima agosto de 2011
[1] José Antonio del Busto: PERÚ INCAICO. Ed. El Comercio, Lima 2011, p.
153
[2] Pedro de Cieza de León: CRONICA DEL PERU. PRIMERA PARTE; Capitulo
ciii. Ed. Fondo Editorial PUCP, Lima 1986, p. 281
[4] No nos hacemos problemas aquí -ni en ningún
otro sitio- por la escritura del idioma aimara inventada por los “lingüistas”
trivocalistas, a la que rechazamos. Al respecto puede verse nuestro artículo
“Ah… ¡esos trivocalistas!” publicado en el diario LOS ANDES edición del 15 de
junio 2011.
[5] Sobre Copacabana Aymara y Copacabana carioca se han urdido
varias explicaciones respecto a la similitud entre los nombres de la Copacabana
hoy boliviana y el de la famosa y mundialmente conocida playa y populoso barrio
en Rio de Janeiro. La más probable, difundida por el artista boliviano Gil
Coimbra Ojopi en su libro “Nuestra Señora de Copacabana”, se apoya en el relato
del reiterado visitante al Alto Perú y por tanto a Copacabana junto con
comerciantes y exploradores portugueses, el monje benedictino Antonio de
Desterro Malheiro, quien en uno de sus viajes en que regresaba de la península
ibérica en 1745, fue atrapado en una tempestad marina frente a la costa de Rio
de Janeiro con grave peligro de su vida, circunstancias en que clama la ayuda
de la virgen de Copacabana, atribuyendo después a un milagro de la deidad, su
salvamento. El monje cumplió su promesa de construir una pequeña capilla. En
1749 los anales de Rio de Janeiro la describían como muito frecuentada por romeiros a capella da Sehhora de Copa-Cabana.
La capilla fue demolida para la construcción de un fuerte.
[6] María Rostworowski Tovar: PACHACUTEC. Ed. Instituto de Estudios
Peruanos IEP. Lima 2006. p. 101.
[7] Alonso Ramos Gavilán: HISTORIA DE COPACABANA Y DE LA MILAGROSA IMAGEN
DE SU VIRGEN. Texto compendiado por Rafael Sanz. Lima 1837. Imprenta de J. Enrique del Campo.
[8] Fray Martín de Murúa: HISTORIA GENERAL DEL PERU. Edición de Manuel
Ballesteros Ed. Dastin S.L., Madrid 2001, p. 542
[9] Alonso Ramos Gavilán: Op Cit. P.11
[10] Fray Reginaldo de Lizárraga: DESCRIPCION Y POBLACION DE LAS INDIAS.
Capitulo LXVII. Año 1615. Texto tomado de http://www.archive.org/stream/descripcinypobl01romegoog/descripcinypobl01romegoog_djvu.txt
[11] Pedro Sancho [Pedro Sánchez de la Hoz] LA CONQUISTA DEL PERÚ. Madrid,
1550. Citado por Luis E. Valcárcel en su “Historia del Perú Antiguo”, Ed. Juan
Mejía Baca. Lima 1984. Tomo I, p. 266
[14] Waldemar Espinoza Soriano: Artículo COPACABANA DEL COLLAO. UN
DOCUMENTO PARA LA ETNOHISTORIA ANDINA. Boletín Año I Nº 1; Ed. Instituto
Francés de Estudios Andinos, 1972.
[15] Sobre el tema de la virgen de La Candelaria,
nos permitimos invitar a quien esté interesado a buscar nuestro artículo “La
Candelaria en los pueblos del Perú”, publicado en LOS ANDES el 12 FEB 2006
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