CHRISTIAN REYNOSO:
“COMO ESCRITOR,
TENGO LA NECESIDAD DE INTERPELAR”
Entrevista con
Christian Reynoso, quien ha publicado “La tempestad que te desnuda”, novela en
donde expone la violencia contra la mujer y los avatares sociales, morales y
legales que debe enfrentar.
Pedro
Escribano LA
REPUBLICA 27
10 2019
El
escritor Christian Reynoso es puneño y libro tras libro
está constituyendo una ciudad mítica: Lago Grande, un escenario de
sucesos políticos y sociales como ocurre en Febrero Lujuria, que
recrea toda la convulsión de la festividad de la Virgen de la Candelaria, o El
rumor de las aguas mansas, sobre el linchamiento colectivo de un alcalde.
Ahora, con su nueva novela, La tempestad que te desnuda (Peisa),
aborda el tema de la violencia contra la mujer, pero esta vez, antes que épico,
expone el mundo interior, el carácter psicológico de los personajes.
Silvana Oblitas es
una bailarina con éxito. Se enamora de un rockero, Mariano Santander, y su vida
se parece a la música, una felicidad. Pero todo se quiebra, pues su pareja se
convierte en agresor. Un día la viola después de golpearla. Ella no da más, se
separa y decide abortar. Sus amigas Yuyu,
Carol, Killa y Almudena, su directora, constituyen su fortaleza.
¿Acaso hay una
excesiva intromisión de la coyuntura en tu novela, por ejemplo, el tema la
violencia de género? ¿No es muy ex profeso, cotejable?
No es así. En esta
novela, cuando empecé a escribirla, tenía pensado hacer una novela sobre la violencia
en general, más allá de la violencia, digamos, política
que es el tema que ha marcado la literatura peruana de los
últimos diez o quince años. Entonces, yo quería hacer un tema de la violencia
en general. Eran tres historias, una de ellas tenía que ver con el tema de la
violencia contra la mujer, la violencia de género. Pero, en el mismo
proceso de ir armando las historias, esta tercera historia se fue decantando,
ganó un poco de peso. Decidí dejar de lado las otras y ampliar esta historia.
Pienso que también
como escritor y ciudadano algo tengo que decir a través de mi literatura, mis
libros, en tanto veo lo que pasa en el país. Yo sí siento un compromiso de que
a través de mi arte pueda explorar ciertos temas, tópicos que me tocan e
indignan. La coyuntura también se presta para pensar lo que me dices, pero lo
que interesa es la historia que se cuenta, la ficción. Yo tuve bien claro que
no iba a hacer un panfleto, digamos, no es una defensa férrea de una situación
contra la mujer, más bien es mostrar esa realidad y cuestionarla, explorarla. Es
decir, plantear al lector los dos escenarios, a partir de los personajes.
¿Has querido
decantar o afirmar personajes femeninos? Silvana, Carmen, Yuyu, Carol, Killa.
¿La heroicidad de la novela está de la mano de las mujeres?
Eso sí ha sido
pensado. En la literatura del Perú, los hombres escriben sobre personajes
varones; y las mujeres crean personajes femeninos. Entonces, un poco quise
romper eso. Sí, para mí ha sido un reto construir personajes femeninos, meterme
en la cabeza de una mujer y crear su perfil y todo lo que puede pensar, sentir,
en un contexto de violencia física, pero también psicológica. Además, en un
contexto donde el tema del aborto no es legal, hay una condena moral, social.
Entonces, cómo una mujer, en este caso Silvana Oblitas, el personaje, responde
frente a eso. Eso es lo que he intentado crear, acercarme, construir.
Expones situaciones
legales, morales. Silvana agredida, se separaba y reconciliaba con su abusador.
Los seres humanos
somos contradictorios. Actuamos y decidimos cosas inspirados en la sinrazón. A
veces las pulsiones, las pasiones, los arrebatos, hacen que tomemos decisiones
o para bien o para mal. Eso es atractivo para mostrar un personaje literario.
No quería hacer un personaje plano, llevado por la razón, por lo políticamente
correcto. Prefería que ese personaje tuviera sus contradicciones, sus caídas,
sus levantes y pudiera seguir adelante.
Silvana, cuando
quiere abortar, enfrenta dos situaciones. Primero, ante su amiga, que le
censura su decisión por cuestiones religiosas y morales. Segundo, ante su
abogada, que le cuestiona por razones legales.
Claro, entonces,
ella tiene que tomar una decisión, pero, por supuesto, escucha las diferentes
posiciones. Pero, finalmente ella es la que decide. Creo que esta novela es una
poética de la resistencia a poder tomar decisiones y que se respeten sobre mi
cuerpo, sobre lo que quiero para mi futuro. Entonces, Silvana encarna esa
resistencia. Por eso, el epígrafe de la novela es una frase de Jhon Updike, que
tiene que ver con el tema de la resistencia.
Paradójico. Silvana
dice resistir, pero Mariano, su agresor, prefiere huir, aunque, claro, nunca de
su conciencia.
Exacto. Yo no
quería que Mariano, finalmente, quede preso, que es lo políticamente correcto
que todos esperarían, pero no. He preferido que el castigo que va a tener sea
un castigo interior, como el dolor que siente en los testículos. Es decir, de
manera simbólica, sería una afectación a su virilidad, a su hombría. Es peor,
me parece, que él deba vivir con ese castigo por el resto de sus días y que
además eso le haga pensar en el suicidio, como se sugiere. Son personajes
antagónicos y cada uno tiene una manera de enfrentar esa realidad, marcados por
una situación de violencia y realidad.
¿No cree que el
narrador de repente ha sido muy explícito en algunas cosas? Ha impuesto un
realismo que de alguna manera ha dañado el curso imaginativo de la historia…
Puedes ser, como no
puede ser. Eso ya responde al proceso creativo, al tono de la escritura, a las
imágenes que quieres mostrar.
Ocurre, por
ejemplo, cuando el narrador argumenta explícitamente. Creo que leyendo la
historia uno advierte lo que después explica el narrador. Creo que ha sido muy
enfático.
Es válida esa
lectura. Pero es cuestión de opciones.
Hay un peso
realista, incluso estadístico. Tantas violaciones, abortos, hay en el Perú.
Es parte del
realismo que yo he decidido hacer. En mis anteriores novelas también he hecho
eso. Me siento cómodo en la novela realista, que, como escritor, pueda
cuestionar, informarte, interpelarte en una situación así.
Interesante el rol
de Yuyu, la amiga, sobre todo cuando reprime sus pulsiones eróticas cuando baña
a Silvana cuando está herida. Entre líneas, se plantea el amor diferente.
Hay muchos
escritores que me han dicho que Yuyu les agrada mucho, más que Silvana, como
personaje secundario de la novela. Quería hacer un guiño a ese amor, a esa
situación de amor, pues no hay que tener prejuicios.
A eso iba, me
pareció excelente esa exposición disimulada del amor diferente.
Claro, en ellas de
por medio está la amistad y es como una piedra en el camino que no deja fluir
esas pasiones, esas pulsiones, pero está ahí. Tal vez eso se pueda en alguna
otra historia más adelante ampliar, o insistir con el personaje. Eso es también
lo que plantea la novela, este mundo de ficción, que no son historias acabadas.
Hay guiños para
deducir que Lago Grande es Puno, sin embargo la historia no está anclada a
temas telúricos, por el contrario, es una mirada a los problemas que ha traído
la modernidad a los Andes.
Yo quería hacer una
historia absolutamente contemporánea. No importa si pasa en Lago Grande o en
Lima, porque no quería que el espacio geográfico tuviera más peso que la
historia misma de los personajes y cómo ellos desarrollan sus acciones. El mundo
de afuera, de manera interna, pero también externa. El ambiente está sutilmente
señalado. Pero también Almudena y otros son personajes que ya vienen de mis
anteriores novelas y establecen vasos comunicantes y así crean un universo. Eso
me resulta a mí muy motivador, atractivo. Voy a seguir ampliando ese
microcosmo.