En mi calidad de Director General del Ballet Folclórico
Altiplano, a nombre del sub Director, mi hermano Guillermo "Wilito"
Uribe, de mi hijo Adrián Uribe Carreón,
actual Director Artístico, quiero agradecer sobremanera, los saludos, elogios,
recuerdos, reconocimientos, opiniones de los amigos en Lima, de provincias, del
extranjero, de colegas, docentes, alumnos, integrantes de diferentes
generaciones de la institución, vertidas por diversos medios acerca de mi
persona y sobre el BALLET ALTIPLANO en sus 41 años de trabajo cultural.
Permítanme una breve retrospección en el camino andado, para
justificar las salutaciones. En 1971, recién llegado de Puno, me hice cargo de
la dirección artística de la Asociación Cultural Brisas del Titicaca,
institución que estaba en ciernes, empezando. Después de 10 años Brisas era ya
ampliamente conocida y con una sólida base artística continuó hasta convertirse
en la mejor institución cultural del país en su género.
En esa misma época de inicios, empecé a enseñar danzas puneñas
en diferentes colegios “pitucos” encontrando una Lima eminentemente racista y
discriminante. Sin embargo, la convicción, paciencia y fuerza mental de la que
venía premunido no me hizo fracasar en ninguno de los casos, pues a mi salida de
Brisas en 1980, fundé el BALLET FOLKLORICO ALTIPLANO, con la cual en 1982
actuamos en el Concurso Miss Universo que se realizó en Lima, ocasión en la que
presenté tres danzas puneñas que fueron Carnaval de Arapa, Tucumanos y Diablada,
ante 390 millones de personas en el mundo entero a través de la televisión.
Luego de eso, las puertas de instituciones y eventos se
abrieron inmediatamente, ya que nos presentamos en el Campeonato Mundial de Voley,
Sicla, Concursos anuales de miss Perú, presentaciones en Acho, viajes a todos
los departamentos del Perú; luego a países aledaños como Chile, Ecuador,
Colombia, Argentina, Brasil y el salto a países allende los mares, Europa,
Asia, EE.UU., México, representando y mostrando casi por ocho años, la
maravillosa diversidad de danzas y música de costa, sierra y selva del Perú, sin
dejar de priorizar, por supuesto, el
arte folclórico de Puno.
Más tarde fundé el Consejo Peruano Calificador del Folklore,
COPECAFOLK en el año 2004.
El BALLET ALTIPLANO, tuvo señaladas características en su
formación y vivencia artística. La disciplina, el amor por nuestro país, el
respeto por la tradición de los pueblos, la mística, el respeto recíproco, la
ayuda mutua, el compañerismo, el no al transfuguismo, sudar la casaquilla y la
lealtad a su formación, fueron esencia de la práctica y difusión de nuestro
trabajo cultural. Los danzarines conformaban un grupo de chicas y muchachos que
sin ser de Puno amaban a Puno, tanto o más que yo mismo.
Hoy BALLET ALTIPLANO entra en una nueva etapa bajo la
dirección artística de Adrián, mi hijo, quien por su amor al Perú, sus dotes
creativas, su honestidad, responsabilidad y conocimientos, ha superado
largamente mi trayectoria, lo cual me llena de orgullo y satisfacción. Él prepara
un nuevo espectáculo y convocatoria.
Vaya un agradecimiento especial al programa “Capital Del
Folklore” que se transmite en Arequipa, bajo la amena conducción del periodista
y comunicador social don José Antonio Cuba Jiménez quien hace muy poco ocupó
parte de su programa para expresar un homenaje al BALLET ALTIPLANO.
De otro lado y accediendo al pedido de crear filiales en otras
Regiones, anuncio que la primera filial será en Arequipa.
Reitero el agradecimiento a todos, muchas gracias. <>
La oposición al gobierno de izquierda desarrolla su estrategia de deslegitimarlo de cualquier manera. Una de las vías es asegurar la existencia de una organización criminal en el gobierno regional de Junín para el financiamiento de la campaña política del partido ganador. Logrado esto, la plancha presidencial y su bancada no tendrían validez. Pero también se traman otras opciones de deterioro que conducen al mismo fin, sin encontrar mucha resistencia. Diversas señas, podrían preludiar una situación adversa. Veamos.
La precariedad de un contendor frente al abrumador ataque adversario, lo coloca en una disyuntiva dramática. O muere con honor, combatiendo sin arriar banderas, o de lo contrario, busca un arreglo (diálogo) para sobrevivir y volver en mejores condiciones. Pero ceder en el inicio, podría convertirse en claudicación progresiva, desnaturalizando las banderas primigenias. Le pasó al Partido Aprista, que terminó pasándose al campo contrario. La historia registra muchos de estos casos.
En la entrevista que le hace el diario La República al ministro de Justicia, Aníbal Torres, el 29 agosto último, este afirma lo siguiente: “El gobierno es uno de izquierda, por supuesto que con participación también de la derecha” (…) “Por eso se le ha pedido al presidente del banco central de reserva (Julio Velarde) que se mantenga en el cargo. Por eso se ha nombrado como canciller al doctor (Óscar) Maúrtua. Y estamos trabajando conjunta y muy ordenadamente.”
Y sobre la reunión tensa que tuvo con V. Cerrón, agrega que fue: “por esos desacuerdos entre el partido y el presidente” (… ) “… pero lo cierto es que quien ha ganado la elección es Pedro Castillo. Él es quien toma las decisiones, y el señor Cerrón es el secretario general del partido y ese es su ámbito de actuación.”
Estas afirmaciones del influyente paisano del presidente, que ya antes había cuestionado al canciller Béjar para forzar su renuncia, denota falta de cohesión política en el equipo gobernante. Pero decirlo abiertamente, tiene una intención encubierta. Quizá por ello, el ejecutivo empezó a tirar por la borda a su mejor cañón que estaba en la cancillería y jabona el piso de los cuestionados por la oposición, para liberarse de los ataques.
Pero, ceder posiciones facilitando el avance enemigo podría ser contraproducente. Por ejemplo, si por evitar los ataques se aparta al cuestionado Cerrón, entonces el ejecutivo podría quedarse sin bancada en el Parlamento, quedando indefenso. Por eso, dar muestras al enemigo de que el gobierno no es como lo pintan, que no hay peligro izquierdista, con el fin de que cesen los ataques, por favor, podría ser una mala influencia. No creo que eso detendrá a la oposición.
Si comparamos el texto del discurso inaugural de la gestión del ex canciller Dr. Héctor Béjar, con el discurso inaugural del premier ante el Congreso, el contraste es evidente. El primero, es un discurso ideológico de izquierda neta. El segundo no lo es. Este mantuvo el estilo tradicional de gobiernos pasados sin mostrarse diferente por ser de izquierda. Las promesas electorales, algunas de las cuales fueron omitidas, quedaron apagadas y sin fuerza política, quizá para evitar la desaprobación.
La aprobación ha sido interpretada como un gran triunfo, pero esta apreciación podría ser engañosa. El apoyo popular puede verse afectado si no hay una ofensiva de medidas populares para generar defensa frente a los ataques. ¿Cómo defender a un gobierno al que no le debemos nada todavía? Están próximas las elecciones municipales y todo lo alcanzado podría diluirse por falta de motivación.
Mientras tanto, ya se ha emitido el Marco Macroeconómico Multianual 2022-2025 que debería definir el nuevo rumbo del país al amparo de una administración izquierdista. También la nueva política económica que deje atrás los daños causados por el neoliberalismo. Pero se sigue con el mismo esquema del FMI sin cambios determinantes. No recoge las promesas electorales ni denota un giro hacia la izquierda en el manejo económico.
El borrador del presupuesto para el 2022, ya está en el Congreso y todo lo ofrecido, tiene que estar presupuestado para cumplir compromisos electorales. ¿Será? La paciencia se agota y la desesperanza aumenta.
He aquí un breve resumen de los supuestos económicos sobre los que desarrollará la economía nacional con la nueva administración estatal:
I. MARCO MACROECONÓMICO MULTIANUAL 22- 25
1. Se espera que un crecimiento mundial de 6,0% en el 2021 y de 3,7 % al 2025, nos ayude.
2. Se espera un crecimiento nacional: 10,5% en 2021 (después de haber caído 11% el año pasado), y 4, 1% al 2025
3. En el 2020, el déficit fiscal y la deuda pública ascendieron a 8,9% y 34,7% del PBI, respectivamente. En 2021, se espera reducir a 4,7% del PBI. Se anhela una reducción ordenada y gradual del déficit fiscal: 3,7% del PBI en 2022; 2,7% en 2023; 1,7% en 2024; y 1,0% del PBI en 2025.
4. Se espera un crecimiento de los ingresos fiscales de 19,9% del PBI en 2021. Desde el 2022 a 2025, estos crecerían a un ritmo promedio de 4,9% real, lo que les permitirá expandirse a 20,4% del PBI en 2025. (¿?)
5. La deuda pública será de 35,3% del PBI en 2021, una de las menores en A.L. (37,4% del PBI en 2023, para bajar a 31,7% del PBI en 2030)
6. El gasto público de 2022 a 2025, priorizará servicios públicos intensivos (educación, salud), así como la inversión pública. El gasto público será equivalente a 21,9% del PBI en 2022 y se estabilizará en 20,3% del PBI (pre pandemia) en promedio para el periodo 2023-2025. Actualmente, hay ineficiencia del gasto público equivalente al 10% del gasto total.
7. Se espera un crecimiento de la inversión privada: 20,0% en 2021 y 5,5% en el 2022. La inversión minera crecería 15,9% en 2021 y 7,6% en el 2022.
II. PRINCIPIOS DE POLÍTICA ECONÓMICA
1. Mayores recursos fiscales. Tenemos 20% del PBI, inferior al promedio de América Latina y el Caribe (2019: 27,1% del PBI) y OCDE (39,9% del PBI). El incumplimiento del IGV alcanzó el 38,1% de la recaudación potencial (la tasa más alta de los últimos 10 años), mientras que el incumplimiento del IR en 2019 alcanzó el 49,5% de la recaudación potencial. (Los morosos lucran y capitalizan con nuestro dinero, perjudicando nuestro desarrollo).
OBJETIVOS:
u Incremento de la progresividad del sistema tributario
u Simplificación y armonización del sistema tributario
u Perfeccionamiento de los impuestos al consumo
u Racionalización de los beneficios tributarios
u Reducción del incumplimiento tributario
2. Crecimiento económico:
2.1 Corto plazo: Rápida recuperación económica, impulsando las inversiones, tanto pública como privada y fomentando la generación de empleos de calidad.
2.2 Mediano plazo: Impulso a la competitividad y productividad de la economía. Generación de nuevos motores de crecimiento en sectores con alto potencial productivo. Se continuará impulsando un clima de negocios atractivo para la inversión privada.
III. LINEAMIENTOS DE POLÍTICA ECONÓMICA
3.1 Corto plazo: Entrega de subsidios económicos, programas de empleo temporal y facilidades crediticias a los segmentos más vulnerables. Asimismo, se continuará impulsando la inversión pública y privada.
3.2 Mediano plazo: Cierre de brechas estructurales (Informalidad laboral, inclusión financiera, ampliación digital, diversificación productiva, innovación tecnológica, mejorar plan nacional de competitividad, Impulso a sectores con potencialidad económica: Forestal, acuícola, turismo).
IV. POLÍTICA FISCAL
A. Sostenibilidad fiscal y reducir déficit (en 2020 ascendió a 8,9% del PBI. En el 2021 se espera 4,7% del PBI). El déficit fiscal se reducirá gradualmente: 3,7% del PBI en 2022; 2,7% del PBI en 2023; 1,7% del PBI en 2024; y 1,0% del PBI en 2025.
B. Asegurar recuperación e incremento de ingresos fiscales: Perfeccionar la tributación; racionalizar las exoneraciones poco efectivas y de pocos beneficiarios.
C. Inversión pública de calidad y eficiencia.
D. Calidad y eficiencia en el gasto público para fomentar bienestar.
E. Mejoramiento de la gestión fiscal en gobiernos regionales y municipales.
V. POLÍTICA TRIBUTARIA
– Incrementar la progresividad tributaria. Énfasis en el control y ?scalización, para combatir el incumplimiento, la evasión y elusión. Recaudación en el 2019 fue de 14,4% del PBI, en el 2020, fue de 13,0% del PBI.
– Automatización electrónica de registros y libros contables, declaración y pago de impuestos. Masi?cación de comprobantes de pago electrónicos.
– Optimizar la recaudación de la renta minera, resguardando la competitividad del sector.
– Se continuará con la política de racionalización tributaria preferencial, para evitar la creación de nuevos beneficios, evaluar eliminación, sustitución o prórroga de los ya existentes, de corresponder.
– Ampliar la base tributaria del impuesto a la renta. Lucha contra la evasión y elusión fiscal por parte de las empresas multinacionales y las personas de elevados ingresos.
– Optimizar la recaudación de los principales impuestos municipales (Predial, alcabala y patrimonio Vehicular). Brindar asistencia técnica para mejorar la recaudación municipal. (Cuidado. Esto va contra los bolsillos populares).
-Se evaluarán cambios en el esquema fiscal minero que permitan mayores ingresos al erario nacional a través de una mayor progresividad, pero sin afectar la competitividad del sector.
—ooOoo—–
Como se puede apreciar, bien podría ser el plan de un gobierno de derecha, pues no hay diferencia sustancial con lo que se espera de un gobierno de izquierda. Para el MEF, no pasa nada. todo sigue igual. Hay sobre optimismo en las inversiones extranjeras, la política económica sigue como la de gobiernos anteriores. No hay problema monetario, no hay inflación, ni riesgos de conflictos sociales, ni revisión de contratos y concesiones vende patria. ¿Y el impuesto a la riqueza?
La CEPAL nos dice que las cifras de pobreza en el Perú para el 2021 estarían en torno a una tasa de 28,4%, que representa aumento 13 puntos porcentuales frente al año prepandemia (2019) y la pobreza extrema pasará 3% a 8,6% con una brecha muy amplia entre la zona urbana y rural. Pero en este esquema de gobierno, eso no interesa.
El enfoque revela una política económica pasiva, dependiente de los precios internacionales de materia prima y la depredación de nuestros recursos naturales, incluyendo los forestales que depredan la Amazonía. No se propone por iniciativa propia y ganar mercados internacionales para expandir la economía nacional hacia afuera. Solo se limita a esperar lo que otros hagan. No se busca elevar la capacidad de resiliencia frente las crisis sanitaria y económica ni desarrollar nuestras ventajas por medios propios. Pero por lo pronto, esta sería la base macroeconómica de la política gubernamental actual.
“Lo que mal empieza, mal acaba”. Ojalá que esta sentencia popular no se cumpla en este caso. En la izquierda, hay mucha voluntad de ayudar todavía. Hay personalidades muy capaces dispuestos a poner el hombro sin ningún interés personal. Hay especialistas de izquierda muy calificados que desean colaborar, pero están marginados. ¿Los gobernantes, se dejarán ayudar? O pedirán ayuda a la derecha. Todavía se pueden corregir fallas. Ustedes ¿qué dicen? <>
Se autoriza su descarga para temas de difusión cultural y educativos, citar la fuente y los créditos del autor de la publicación de la siguiente manera:
Vásquez Cuentas, G. (2021). Escritos por la Puneñidad. Universidad Nacional del Altiplano, Puno, Perú. Primera edición – Abril 2021, pp. 620.
UNA
MIRADA A LA FABULOSA FIESTA DE LA CANDELARIA DE PUNO DESDE EL MODELO
CONVERSACIONAL DE LA ZAMPOÑA
Escribe: Augusto Sánchez Torresen JULI ETERNO N°
38, págs. 24 a 31
La disputa en una reunión festiva (especialmente en el marco
andino) se inscribe por una parte en el sentido unívoco de la afirmación
identitaria cultural, con la posición por otra de que ésta debe inscribirse en
el marco inevitable de la apertura a otras culturas y a los tiempos nuevos y
por ende en la polivalencia de sentidos, es antigua y no escasa en argumentos
en el campo de las humanidades. Uno de esos debates se hace presente casi
anualmente en la famosa fiesta de La Candelaria de Puno, acontecimiento festivo
religioso-cultural que logró ser reconocido por la Unesco como patrimonio
inmaterial de la humanidad (Unesco: 27 de noviembre de 2014). El dedicarle
estas líneas a la fabulosa fiesta puneña, nos sirve también para dar una mirada
general a la fiesta celebrativa andina.
Algunas preguntas que nos planteamos son las siguientes:
¿Tiene la festividad de la Candelaria uno o más sentidos? ¿Es la Candelaria
solo una fiesta religiosa, o a la vez es un carnaval, una muestra cultural identitaria,
una festividad religiosa aymara-quechua?; ¿un negocio, una esfera pública para
el status (político, social, económico)? Son cuestiones que requieren un amplio
espacio para tratar de responderlas. Aquí ofrecemos un pequeño aporte inicial.
Y para ello usaré el modelo complementario y recíproco de la zampoña.
Preludio
Este trabajo se enmarca en el encuentro de dos horizontes.
El primero está configurado en nuestra realidad multicultural y dentro de ella
la región aymara y la música de las zampoñas; éste, diríamos, es el lugar desde
donde escribo y que en mayor parte es mi destinatario también. El otro
horizonte es el mundo de la Academia y de la música comúnmente llamada
“clásica”, cuyas voces resuenan mayormente en registro occidental, con el cual
entablo conversación. Y que – a pesar que muchos puedan negarlo –algunas de esas
voces se me hacen muy familiar. Digo esto porque cuando leo a Gadamer (filósofo
alemán), o a Taylor y Kymlicka (filósofos canadienses) y a los filósofos
interculturales (la mayoría de cuño occidental), me parece escucharlos en clave
de zampoña, porque tematizan el diálogo tal cual la estructura de la zampoña.
Este instrumento sui géneris en su estructura se hace posible por su
conversación inacabable entre ira y arka. No conozco que haya algún otro
instrumento musical que requiera de dos ejecutantes. Su estructura es dual y
está dividida en dos hileras de cañas donde cada una tiene las notas musicales
que la otra no tiene, por lo que se requiere de ambas para entonar una melodía.
Intuyo que en el zampoñista (del altiplano peruano o de otro lugar) subyace una
predisposición (natural) para la alteridad, pues, es necesario escuchar al otro
sin el cual no habría música. Es un ejercicio de complementación, reciprocidad
y equidad.
Sostengo que la fiesta, como ambiente celebrativo y como
centro de la acción comunitaria, también se desarrolla en el sentido
conversacional y complementario de la zampoña: tiene un topos primigenio pero
para su vivencia recurre a la alteridad, escucha las voces de ‘otros’ y junto a
ellos se desarrolla en el tiempo en una constante complementación recíproca, en
lo que Gadamer llama “fusión de horizontes”.
Purismo versus
pluralismo
Tal como señale a la entrada de este trabajo indagaré sobre
el conflicto de apreciación que surge por el propósito de otorgarle una
identidad a la fiesta de la Candelaria de Puno. Por un lado, se muestra un
grupo que[1]
llamaré puneñistas puristas, o culturalistas etnocéntricos puneños. Estos se
caracterizan porque anteponen un sentido de primacía de lo local, de lo puneño
(en la danza, en la música, en la identidad, etc.) como punto de partida y
validez de la fiesta. Junto a este grupo aparece la iglesia ‘oficial’ puneña
que actúa en el afán de darle un solo sentido a la fiesta: el religioso católico,
el de la veneración a la Virgen María. Ambos, lo uno en lo cultural y lo otro
en lo religioso, pretenden presentar la fiesta como una univocidad de sentido:
la fiesta es puneña y católica. Estos principistas o puristas actúan bajo el
paradigma del PORTAZO: maximizar el valor de lo propio y subvalorar el
aporte de lo no-puneño y de lo nuevo; cuando no, negarlo o eliminarlo. En sus
manifestaciones desmesuradas suelen argumentar que las danzas que no son de
corte puneño no deberían de ejecutarse, que las bandas de música extranjera
deberían de excluirse (generalmente referidas a las bolivianas), que la ropa de
los danzarines solo debería ser producto del artesano local, por anotar algunas
expresiones.
En el otro extremo hay un frente de aprovechamiento
económico y político, e inclusive social, que saca ventaja de la fiesta para
sus casillas particulares. Interviene en la fiesta porque obtiene beneficios
materiales, pero no se identifica con ella. Lo denominaré el del sin sentido.
Por ahora no me ocuparé de este grupo, sino del anterior y del que presentaré a
continuación.
En efecto, al otro lado de los puristas, hay uno más amplio
que vive la fiesta en una pluralidad de sentidos, pluralidad que reconoce
distintas formas de relación con la fiesta de la Candelaria, y que a pesar de
su multiplicidad no se muestra desparramada sino reunida en torno a un topos
común: el lugar y el tiempo memorable celebrativo, es decir, Puno, la Virgen de
la Candelaria y los primeros días de febrero. Estos, a quienes llamaré los
pluralistas, actúan bajo el paradigma de la ESCLUSA: las expresiones
espirituales, culturales actúan como bisagras, permiten desde su experiencia
original dialogar con otras tradiciones y se abren a nuevas expresiones. A mi
parecer es esta última la que vitaliza la festividad toda. Me inscribo en ella.
Tengo la impresión que desde hace mucho tiempo la fiesta de
la Candelaria carece de una única unidad de sentido; tiene una polivalencia de
sentidos. El asunto que se haya arropado primeramente en la tradición
cristiana-católica no le quita que haya mostrado otros sentidos, o que sea el
medio de expresión de otras sensibilidades culturales y sociales. Me refiero
primero a que además de lo típicamente católico la fiesta ha venido develando
su sentido más auténtico, el del mundo aymara-quechua y su religare con la
pachamama (una muestra es el faustuoso concurso de danzas autóctonas). Aquí la
Virgen de la Candelaria ha tomado otra denominación muy familiar: es la mamita
de la Candelaria. Y dado que su celebración es en febrero, es la imagen que
bendice los nuevos frutos de la tierra y espanta las heladas; es la guardiana
de las familias y de las comunidades; es la madre celestial; es la imagen
sincrética de la pachamama con la madre de Dios.
Otro sentido es el que tiene que ver con que la fiesta de la
Candelaria es vivida en el marco de lo festivo-carnavalesco. Habría que anotar
aquí que, aunque se desborda en su esencia carnavalesca no se aleja de lo que
le congrega: el topos común y el tiempo memorable.
¿Está mal que esta fiesta haya devenido en varios sentidos?
Obviamente que no. La fiesta si bien tiene un momento originario que le da una
identidad primaria fuerte, no podría seguir existiendo sin alimentarse de lo
‘de afuera’ y de lo nuevo. Aquí me parece crucial relievar el modelo dialógico
y bipolar de la zampoña: aquí no hay ‘vida’ sin el otro y sin el diálogo; lo
otro es mi complemento. La fiesta también significa un espacio de diálogo de la
pluralidad de sentidos buscando un lugar sincrético. Restringir, reducir y
subsumir los diferentes sentidos a uno solo (por decir, al religioso católico cristiano;
o dar validez sólo a lo “puneño”) no hace sino entorpecer ese carácter
dialógico de complemento; y al contrario puede empujar hacia algún modo de
dominio violento. Pero tampoco debe extrañarnos que para unos el valor unívoco
originario tiene más sentido, y eso no está mal. Lo negativo radicaría en
enseñorear y canonizar a lo unívoco solamente en perjuicio de la vitalidad
existencial múltiple.
Debo de precisar que cuando hablo de multiplicidad de
sentidos no necesariamente estamos hablando de nuevos sentidos en estricto (no
creo que haya nuevos sentidos en sí), sino de sentidos que van apareciendo
desde la luz del mito fundante (fiesta religiosa católica), pero que recogen
los nuevos tiempos y los aportes de lo foráneo. Estos sentidos fusionados no
necesariamente desconocen su mito fundante, sino que viven transfigurados por
la alteridad y la contemporaneidad que les toca vivir. Es como si un pie
estuviese en el mito fundante pero el otro en las nuevas experiencias
vivenciales. Así, es un encuentro siempre entre el pasado y el presente, o
entre lo propio y lo extraño; es siempre una zampoña dialógica que tiene al
arca y al ira en una conversación sin fin. Por lo que no se pierde el carácter
originario, identitario, sino que esta se muestra en cada tiempo con los rasgos
inclusivos o de la época o de lo extraño.
No está por demás revisar un poco lo referente a la
tradición. Los “puristas” pretenden reivindicar una tradición conservadora. En
verdad, la ciencia social ya nos ha dicho que no hay tradiciones ni culturas
cerradas, todas van abriéndose a nuevos encuentros con otras tradiciones. No
suena bien por eso que algunos ‘puneñistas’, inclusive de raigambre
intelectual, hayan emprendido una batalla verbal con sus pares de Bolivia
respecto de la originalidad y de la correspondencia de algunas danzas, aun
cuando ambos gozamos de una sola vena cultural. Ya sabemos que las expresiones
artísticas, culturales, espirituales, rituales, festivas no son patrimonio sólo
del que los crea sino también del que los vive, o mejor, de la comunidad que le
da vida y vigencia; entonces, el patrimonio viene del lado del que baila, del
que ejecuta (música), del que ritualiza, del que practica.
La fiesta, por ello, no es un portón que pone parámetros,
sino una esclusa que está abierta a nuevas experiencias de sentido; y que en su
vitalidad, además de tener una pertenencia comunitaria originaria, se ve
impulsada a ser inclusiva y exógena. Es inclusiva porque recepciona los aportes
de propios y extraños en cada momento festivo (cada año), y es exógena porque
se abre a otros horizontes, a otras tradiciones; o se vale también de otras
tradiciones. Una fiesta como la Candelaria es típico ejemplo de encuentro de
horizontes, encuentro de tradiciones, de diálogo de horizontes. En la práctica
se cumple este encuentro, esta interculturalidad. No hay que olvidar que el
pueblo danzante y festejante maneja simbológicamente estos encuentros; a veces
no requiere ni verbalizarlos, ni escribirlos, ni conceptualizarlos. Pues, lo
simbológico no siempre se dice, sólo se vive. Por ello, prohibir la
participación de bandas bolivianas, o criticar a los festejantes ‘afuerinos’
suena mal. El arte en general y la música en particular no se pueden canonizar,
ni regionalizar ni cerrar. La fiesta es fiesta porque en ella participan
muchos. Lo festivo si bien tiene una centralidad por el origen, por su
desarrollo posee apertura. La fiesta es origen e incremento. No hay cultura
pura, ni fiesta pura. Una fiesta se vitaliza por el reconocimiento del otro, y
esos otros, en verdad son la vivencia de lo que se pretende propio. En otras
palabras, lo propio tiene una fuerte relación dialéctica con la alteridad, con
lo extraño y lo nuevo.
A pesar de los puristas o de las voces ‘oficiales’ de la
fiesta de la Candelaria, el pueblo que percibe la fiesta como su alma o como
símbolo, seguirá aceptando a los de adentro y a los de afuera, seguirá sacando
lo sagrado de su origen, pero lo irá enriqueciendo con el horizonte de lo nuevo
y de lo extraño.
La zampoña y la
pluralidad de sentidos
La perspectiva analizada líneas arriba también lo podemos
asociar a la práctica de la zampoña. Parto aquí desde mi experiencia como
ejecutor y director de grupo de zampoñistas del Centro Cultural Melodías Ilave,
grupo muy reconocido por las innovaciones al interior de la orquestación
musical zampoñistica. Igual que en la fiesta de la Candelaria, en la ejecución
de la zampoña también se presenta ese debate entre puristas y aperturistas.
En este punto hay la necesidad de reforzar el punto sobre la
tradición. Debo de diferenciar entre “tradicionalismo” y “tradición evolutiva”.
Considero “tradicionalista” a los conservadores de la ejecución de la zampoña.
Para ellos no se debe modificar en nada la manera “originaria” de la zampoña.
Este autoctonismo conservador no tiene asidero conceptual, porque tendríamos
que saber quiénes son los portadores de la “cosa en sí”. Y sabemos que las
manifestaciones culturales no tienen una fijación en el tiempo; cambian. Y como
diría el filósofo Gadamer, la historia tiene efectos, es decir todo crece
recogiendo las afectaciones de los tiempos que van transcurriendo.
Al otro lado está la “tradición evolutiva”, entendida como
la continua experimentación de las manifestaciones culturales en el tiempo de
acuerdo a las influencias de los momentos que nos toca vivir, pero sin olvidar
el mito fundante, aquello que encontramos y dieron los primeros sentidos a
nuestra “existencia musical”. “Tradición evolutiva” es “historia efectual”, es
la fusión de distintos horizontes: del pasado con el presente, de los pasados
con los presentes. Esta diferenciación marca entonces el asidero conceptual
desde donde partimos. Hacemos tradición entendida como tradición evolutiva, no
tradicionalismo; nos ubicamos en la interculturalidad y la fusión de
horizontes; no perdemos lo que somos, pero no nos quedamos como estatuas frías
ni repetimos el pasado; somos hijos de los tiempos, tenemos claro el presente
que vive dialogando con el pasado e intuyendo el futuro. Nos aperturamos a las
expresiones de otras culturas, dialogamos con ellas. De occidente rescatamos su
técnica orquestal, la hacemos nuestra prudencialmente en lo que se puede (no en
todo), así producimos un producto interculturalizado, no cerrado.
Colofón
Podría resumir lo arriba señalado con que la vivencia
festiva o cualquier identidad cultural funciona no cerrándose en lo suyo sino
algo como un salir quedándose, un ir sin irse, una ida regresando, una apertura
desde tu dato originario. En buena cuenta, es una experiencia de entrada y salida
infinita, un ofrecer algo a otro y recibir de este otro algo para tu ‘lugar’,
para ti mismo. Es como en una conversación que nunca termina y siempre queda
algo por decir, pues siempre hay algo nuevo por aprender.
El modelo de la zampoña como metáfora para encauzar este
pequeño análisis sobre la fiesta de la Candelaria, puede servir para analizar
otras fiestas y también para hablar de la esfera pública intercultural (o las
esferas públicas interculturales). Una esfera pública intercultural debería de
permitir el diálogo de la pluralidad de las culturas diferentes, que tienen
sensibilidades y racionalidades diferenciadas. Otra cosa es una esfera pública
monocorde, unívoca y colonizada por una sola cultura (con los medios de
comunicación y con el poder político de cómplices). Esta esfera unívoca es como
una zampoña quebrada y sólo produce la trama rancia y desabrida de la mala
música de la unilateralidad. Este repertorio unilateral nos es muy conocido y
tiene muchos rostros: déspota, excluyente, ciego a la diferencia, etc. etc. La
esfera pública intercultural es lo contrario: inclusiva y dialógica como la
zampoña.
Inevitable apostar, entonces, por la esclusa y no por el
portazo.
_______________________
[1]1
Frase atribuida al filósofo alemán Hans-Georg Gadamer quien sostienen que toda
comprensión humana se ajusta al modelo conversacional. “Somos diálogo”, somos
siempre “fusión de horizontes” sostendrá. Cf. Gadamer, H. (1998). Oír, ver,
leer. En Arte y verdad de la palabra. Barcelona: Paidós.
oquito es un simpático libro para familiarizar a los niños con
el alfabeto y proveerles las primeras nociones de la civilización en la cual
vivimos.
Expectando el kilométrico torneo parlamentario del 26 y
27 de agosto para decidir si le daban el voto de confianza al primer gabinete
ministerial del nuevo Presidente de la República, me vino a la mente la
necesidad de la existencia de un Coquito constitucional para los
congresistas que han hecho el leit motif de su vida entorpecer,
complicar, obstruir y, finalmente, tratar de abatir al Presidente.
Sí, un libro de las primeras letras del Derecho
Constitucional.
Y ¿por qué?
Porque, la elección de los congresistas no imparte un
título habilitante en Derecho Constitucional y porque “Para ser elegido
congresista sólo se requiere ser peruano de nacimiento, haber cumplido
veinticinco años y gozar del derecho de sufragio.” (Constitución, art. 90º; los
artículos que cito a continuación son de esta norma suprema). En la práctica,
si los candidatos a congresistas no tienen un programa de servicio a sus
votantes o, dicho con más propiedad, si lo que quieren es solo ser elegidos,
les basta con prometerles el oro y el moro y manipularlos con las técnicas de
la alienación. No se les exige ningún conocimiento. Y así se conforma el Congreso,
con cierta cantidad de representantes que creen que la recepción de sus
credenciales opera el milagro de convertirlos en los máximos exponentes de la
sabiduría jurídica.
La maratónica sesión de la semana pasada lo confirma.
¿Qué se trataba?
El presidente del Consejo de Ministros y estos debieron
concurrir al Congreso “para exponer y debatir la política general del gobierno
y las principales medidas que requiere su gestión” (artículo 130º). Exponer y
debatir, no aprobar por el Congreso. ¿Por qué? Porque corresponde al
Presidente de la República “Dirigir la política general del Gobierno.” (art.
119º.3) y porque “La dirección y la gestión de los servicios públicos están
confiadas al Consejo de Ministros y a cada ministro en los asuntos que competen
a la cartera a su cargo.” (artículo 119º). Es obvio que si la dirección de la
actividad del Poder Ejecutivo requiriera la aprobación del Congreso de la
República, el Poder Ejecutivo perdería su independencia y la dirección de sus
actividades pasaría a los congresistas. Pero, entonces, ¿por qué la
Constitución ha dispuesto que el Poder Ejecutivo debe exponer su plan de
actividades ante el Congreso? No para aprobarlo, ya que la Constitución no le
confiere al Congreso esta facultad. Lo ha hecho para que ejerza su función de
“Velar por el respeto de la Constitución y de las leyes” (artículo 102º.2). De
modo que si la política general del gobierno pudiera infringir la Constitución
y las leyes, tendría que observarla, indicando los artículos de estas normas
que podrían ser violentados, y no otorgaría, por eso, el voto de confianza.
Los congresistas de derecha, a coro con los opinólogos,
articulistas y propietarios del poder mediático, incluidos los pretendidamente
independientes, le atribuyeron al Congreso la facultad de descalificar el plan
de gobierno del Poder Ejecutivo y negarle el voto de confianza, como les
viniera en gana. Es decir, dejaron la Constitución en el desván de las cosas de
deshecho, y se lanzaron al ataque con la ferocidad de los piratas.
No lograron su propósito, ya que el Consejo de Ministros
obtuvo el voto de confianza por 73 votos contra 50. Otro tema es indagar las
razones por las cuales las bancadas que no son de Perú Libre y Juntos por el
Perú apoyaron ese voto.
Picones, algunos congresistas de la derecha recalcitrante
anunciaron, entonces, que llamarían a varios ministros para hacerlos censurar, sin
duda, porque creen o alguien les ha dicho que poseen la facultad de hacerlo a
su antojo.
Veamos qué dice la Constitución al respecto. El Congreso
puede llamar a los ministros para interpelarlos (artículo 131º). No se alude a
alguna causa en este artículo. Luego, el Congreso puede censurar a los
ministros (artículo 132º). Tampoco se menciona en este artículo una causa. Pero
es evidente que, en ambos casos, se debe invocar alguna, que solo puede ser la
infracción a una norma constitucional o legal o a varias, ya que quienes
ejercen el poder del Estado “lo hacen con las limitaciones y responsabilidades
que la Constitución y las leyes establecen” (artículo 45º). En otros términos,
deben invocar siempre los artículos de la Constitución y de las leyes que
enmarcan sus actos y los que habrían sido infringidos por los funcionarios a
los cuales quieren interpelar, censurar o acusar, ya que una función del
Congreso es “Velar por el respeto de la Constitución y de las leyes, y disponer
lo conveniente para hacer efectiva la responsabilidad de los infractores.”
(artículo 102º.2). En tal sentido, las infracciones imputables a los ministros lo
son por sus actos como tales, puesto que “Los ministros son individualmente
responsables por sus propios actos y por los actos presidenciales que
refrenden.” (artículo 128º), vale decir que responden por los actos
correspondientes a sus funciones como ministros. Y esto es coherente con la
división de roles de los poderes públicos. El Congreso sólo puede considerar u
objetar, de ser el caso, la manera como se cumplen las funciones públicas por
las cuales existe el Estado y no otros aspectos personales de los ministros ni
lo que pudieron haber dicho o hecho antes de ser ministros. En materia
constitucional, la interpretación y aplicación de las normas constitucionales
es restrictiva.
Otra congresista se salió del carril al utilizar el
tiempo de su intervención para tratar de descalificar al ministro del Interior
de quien dijo que seguía ejerciendo el cargo de fiscal ahora que es ministro.
Por supuesto tampoco examinó el artículo 126º de la Constitución que dice: “Los
ministros no pueden ejercer otra función pública, excepto la legislativa.”
(artículo 126º). Ejercer. Se ejerce una función cuando se practica los
actos inherentes a ella, y el ministro del Interior desde que asumió este cargo
no ha ejercido el de fiscal. Esta congresista fue Fiscal de la Nación de 2008 a
2014 y se recuerda que se negó a acusar al Presidente de la República, el tristemente
célebre Alan García, por el negociado de los narcoindultos. Es posible suponer
que haya sabido también de los otros hechos de corrupción de este personaje por
los cuales él prefirió pegarse un balazo cuando la Justicia llegó a su casa
para conducirlo a la cárcel.
MALCRICARMEN
Y sigue la racha. Una congresista de la derecha
recalcitrante ha presentado un proyecto de interpretación de la Constitución
para conferirle al Congreso más poderes de los que esta le asigna. En efecto,
la Constitución dispone que es atribución del Congreso “Dar leyes y
resoluciones legislativas, así como interpretar, modificar o derogar las
existentes.” (artículo 102º.1).Interpretar las leyes y resoluciones legislativas; no interpretar la
Constitución.
Fue, por lo demás, vergonzoso que los congresistas de la
derecha recalcitrante y otros elevaran su airada voz de protesta cuando el
Presidente del Consejo de Ministros empezó su exposición en Quechua, la lengua
del Tahuantinsuyo y de varios millones de compatriotas. Era la Lima virreynal
rediviva, la que, por su boca y actitud, ponía el grito en el cielo contra la
población andina, a la cual la dominación hispánica y la casta blanca que la
heredó en el poder del Estado condenaron a la discriminación absoluta y al
escarnio. Para esos congresistas el Quechua, además de ser una lengua proscrita
es tan extraña, como el Pastun, el Farsi, el Tagalo, el Arameo o el
Sardanapalí. El Primer Ministro les mostró la Constitución y les leyó el
artículo 48º: “Son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas donde
predominen, también lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas
aborígenes, según la ley.” Aludía a que el recinto del Congreso de la República
no es Lima solamente, sino el Perú. La situación es similar a la que se da, por
ejemplo, con el local de las Naciones Unidas en Nueva York o con las numerosas
organizaciones internacionales cuya sede se halla en Ginebra. Están físicamente
allí, pero en su interior los Estados donde se encuentran no imponen sus leyes
y costumbres.
En síntesis, que falta hace un Coquito
constitucional para ciertos congresistas.
El
permanente, continuo proceso dialéctico de tratar de reconocemos cómo somos y,
hada dónde vamos, ha sido y será una tarea ardua para tratar de saber por qué
somos una nación fallida, un Estado escindido y una República, como dijo Jorge
Basadre: Secuestrada. Lamentablemente, la pandemia ha frustrado el gran debate
que debió haberse realizado con ocasión del Bicentenario de la Independencia
del Perú. Los historiadores, científicos sociales y escritores, no han
respondido a tres preguntas básicas: ¿Qué hemos sido?, ¿qué somos?, ¿qué
debemos o podemos ser? En síntesis, qué clase de sociedad debemos construir.
Esta
amarga frustración histórica, marcará a una generación de jóvenes sumidos en
una negativa experiencia que se traducirá en un evidente desencanto social. A
lo que es preciso añadir, el drama de miles de niños huérfanos que ha dejado
la pandemia y ahora están sumidos en un horrendo sufrimiento. El Perú saqueado
por la cacocracia (gobierno de los cacos), no atenderá a quienes llegarán a la
adolescencia sin un oficio para sobrevivir en un mundo adverso.
El
libro publicado por Guillermo Vásquez Cuentas. “Escritos por la puneñidad” es
en realidad una antología muy personal que incide sobre la necesidad de
redefinir una identidad plural, pertenece a un concepto mayor en referencia a
la identidad nacional. Los temas son variados, se refieren a la cultura
popular, Festividad de la Candelaria, Titicaca, Desarrollo, Política, Personas,
Instituciones y Pueblos. Es una antología que recoge textos que datan de varios
años de un trabajo periodístico continuo, así como el ejercido de una acción
cultural destinada a revalorar un proceso continuo de permanencia y cambio.
En
Algunas reflexiones sobre la identidad nacional, Guillermo Vásquez Cuentas
dice: “La Nación aimara tiene un pasado suficientemente esclarecido respecto a
sus orígenes remotos y próximos, tiene una trayectoria histórica suficientemente
conocida y tiene en la actualidad una existencia objetiva y comprobable en la
realidad de los países de Bolivia, Perú y Chile”.
Sin
embargo, no se puede dejar de mencionar a los aymarás de Argentina. Según una
encuesta del 2018, hay un millón de personas con identidad aymara radicadas en
Buenos Aires, Jujuy, Neuquén y Humahuaca. Se trata de una única comunidad con
personería jurídica reconocida por el Estado Argentino. Además, hay otras
comunidades en Rodeo, San Marcos, Luján y La Huerta.
“La
división actual -escribe Vásquez Cuentas- de la Gran Nación Aimara es
históricamente injusta por lo que asiste a los aimaras el derecho fundamental
de forjar su unidad social, cultural y política, por cualquier medio que sea
idóneo para conseguir y mantener el propósito estratégico permanente, cual es
la unificación integral de las tres partes en que se halla dividida. 1 (Es preciso
tener en cuenta a los aymaras de Argentina).
Las
luchas por la integración y liberación de los pueblos originarios en el siglo
XX han sido constantes. “El aymarazo”, texto de análisis desde el Derecho
Consuetudinario de Jaime Ardiles Franco, es una muestra de la capacidad de
movilización y defensa de la Nación aymara como riquezas de sus territorios.
Sobre este tema Vásquez Cuentas hace las siguientes Recomendaciones:
“1-
Erigir el propósito estratégico permanente de la unificación de la Nación
Aymara como finalidad suprema y objetivo máximo de todos los aimaras.
2-
Construir un organismo promotor, unificador y coordinador único en el ámbito
de la Nación Aimara encargado de desplegar, sostener y coordinar la lucha y la
acción política en pos de la forja de la unificación nacional. Tal organismo de
dirección debe crearse mediante un proceso participativo de todas las partes,
colectividades y organizaciones políticas y sociales, identificadas
indubitablemente como aimaras y que actúan en todas y cada una de tres partes
aimaras”. 2.
El
proceso de decolonización social, política, cultural y económica está en
marcha. Es una respuesta a las desacertadas afirmaciones económicas y filosóficas
de Francis Fukuyama, quien aseveró que no habrá razones para que los pueblos
avasallados se rebelen, porque se iba a imponer el sistema democrático y
sobre todo los Derechos Humanos. No ha sido así, el rumbo de la historia actual
ha tomado otra vía. ¿Cuál ha sido la respuesta y reacción del poder económico
dominante? La judicialización, represión y muerte de personas que se expresan
contra toda clase de explotación y abusos del poder.
El
libro de Vásquez Cuentas, “Escritos por la puneñidad”, editado por la U.N.A.,
es un registro de las preocupaciones de un cronista del siglo XX que observa
los acontecimientos para dar un testimonio de su tiempo histórico. Por eso,
los temas son variados. Sin embargo, hay una evidente ausencia de crítica
analítica pedagógica tan necesaria, así como el uso de instrumentos de análisis
desde las ciencias sociales. Ninguna sociedad permanece estática, todo está en
movimiento constante. Así, el émbolo de la historia social es la búsqueda del
bien común.
¿A qué
se debe que los historiadores como investigadores sociales no se hayan
pronunciado a través de ensayos en referencias al Bicentenario de la
Independencia del Perú? Los pocos trabajos que es posible leer no se refieren a
un tema fundamental: ¿Qué clase de República somos? ¿Qué clase de República
deberíamos construir? Habrá que esperar textos de deslinde, de reconstrucción
y esperanza. Todavía hay tiempo, nunca es tarde.
______________
1 - Guillermo Vásquez
Cuentas. Escritos por la puneñidad. Universidad Nacional del Altiplano. Puno.
Pág. 581. Industria Gráfica Altiplano. 2021. Puno.
2- Guillermo Vásquez Cuentas.
Escritos por la puneñidad. Universidad Nacional del Altiplano. Puno. Pág. 582.
Industria Gráfica Altiplano. 2021. Puno