T’ANTAGUAGUAS
Una de las
tradiciones de noviembre en el departamento de Puno es la compra y consumo de
las famosas t’anta guaguas (bebés
de pan) que suelen venderse desde el Día
de Todos Los Santos hasta el último día de este penúltimo mes del año. Los antecedentes históricos de esta costumbre
se remontan a las culturas prehispánicas en las que el culto a los muertos
cobraba una importancia distinta a las prácticas cristianas. Los antiguos peruanos creían que sus muertos
viajaban a otras dimensiones con similares características al mundo de los
vivos. Allá debían manifestar
necesidades como el hambre, la sed, el cansancio y otras que requerían
obviamente de los satisfactores que conocieron en vida: sus alimentos, bebidas
y vestimentas conocidas.
|
Careta de yeso |
Los
cronistas nos relatan cómo, de manera periódica que variaba según los lugares,
los deudos, las comunidades en general, visitaban en los meses de noviembre, a
sus muertos, los volvían a vestir e incluso hasta los sacaban en procesiones,
les dotaban de alimentos, bebidas y otros bienes. Eran especies de reencuentros que
naturalmente fueron trastrocados con la conquista y el coloniaje europeo que
trajo otras prácticas religiosas que a la larga se fundieron en determinados
sincretismos manifiestos hoy por formas peculiares de religiosidad
popular.
Los
muertos eran tan queridos como cualquier miembro vivo de la familia o la
comunidad. El mundo de los muertos a su
vez era el espacio donde germinaba lo nuevo.
Esta connotación seminal se asocia hoy principalmente con las t'anta guaguas
aunque todavía subsisten, en algunos lugares rurales, formas asociadas con los
animales domésticos. Finalmente ha
prevalecido el antropoformismo de estas golosinas.
Aunque
esta manifestación de cultura popular se puede también observar en Cochabamba y
Potosí (Bolivia) únicamente en Puno adquiere una notoriedad —que además del
consumo doméstico de estas exquisitas guaguas,
sui generis, artísticamente elaboradas— se asocia a otros niveles o roles sociales
tales como las estructuras burocráticas y los grupos de poder. En este caso, las t’anta guaguas son
“bautizadas” en ceremonias picarescas o parodias colectivas que se organizan
nombrando padrinos del bautizo (generalmente funcionarios o personas que ocupan
algún espacio en la jerarquía de los grupos de poder en Puno), asisten los
virtuales progenitores de la criatura (en donde se negará rotundamente la
paternidad del vástago), concurren el cura con su acólito y participan todos
los invitados que además aprovecharán la ocasión para expresarse libremente,
aunque en tono de broma, sobre los defectos de los burócratas y hasta de otras
personas.
En ese
sentido, una fiesta de t’anta guagua deviene
en signo estético que refleja, en alguna medida, la problemática de la vida social en Puno y
la fiesta (en la que abunda la comida, la bebida y el baile) sirve para
distensionar, de manera sugerente, conflictos, advertir incoherencias o abusos
y ¿por qué no? desburocratizar el ambiente de un medio social que como Puno, alejado de la industrialización o el gran
comercio, se caracteriza mayormente por ser una ciudad que concentra los
servicios públicos de la administración de los diversos sectores del Estado,
las organizaciones privadas y el comercio local. n
BAUTIZO DE LAS T’ANTA WAWAS
EN PUNO
Escribe: Julio Arenas Pineda
LOS ANDES 4NOV13
El
bautizo de guagua de bizcocho o “t'anta wawas” es una tradición que todavía
perdura en nuestros pueblos del Perú; aunque cada vez esta tradición venida a
menos, se viene perdiendo por la influencia de la modernidad que altera
nuestras costumbres y tradiciones más populares. Es el caso de Puno que fue la
cuna de los bautizos en otros tiempos y cuya declinación de arte y humorismo
se dejan sentir desde hace varios años.
Siendo uno de los tantos artífices de estas celebraciones
que ya no se realizan, salvo en algunas ocasiones cuando las instituciones las
organizan y solicitan mis servicios para oficiar de sacerdote con mi séquito
que todavía queda (Loco Meneses, Iván Cuentas), realizamos el tradicional
bautizo, con el mayor cariño para conservar la tradición tal y conforme lo
hacíamos antes porque ahora estas celebraciones han perdido su esencia.
Hablar de los bautizos de ayer y de la forma como se
realizaban, es recordar a muchas familias y a pintorescos personajes que
hacían de esta parodia una fiesta jocosa y humorística donde los protagonistas:
el cura, los padres, los testigos, los padrinos e invitados honorables,
participaban en una controversia dialogada, cuyo ritual iba entre bromas,
anécdotas, chistes, cuentos, tomadas de pelo de cómo los papás fabricaron la
criatura a la que le ponían un nombre por demás extravagante.
Esta demás recordar que el bautizo de “T'anta wawas” es una
singular tradición que a manera de juego se hizo en la colonia por indios y
mestizos para emular y satirizar el bautizo religioso traído por los españoles
que le imponían el sacramento a las guaguas de carne y hueso; en cambio
nuestros naturales imitaban el acto con la fabricación de guaguas de pan dulce,
bizcocho o masa de torta y le ponían una careta de yeso; y en el mes de
noviembre a manera de recordar a sus muertos ya todos los santos celebraban
estas fiestas de bautizo. Sacando cuentas y no es muy difícil deducir que
contando nueve meses desde los carnavales sea precisamente en noviembre cuando
las guaguas abundan.
El oficio de cura de bautizo de wawas de bizcocho, tiene
una cualidad muy peculiar y caricaturesca, con chispeante humor, sal y
pimienta, para dirigir la palabra a los concurrentes en doble sentido,
tomándoles el pelo a curiosos y preguntones, divulgando sus bondades, virtudes
y defectos, sus chapas o motes; para lo cual el reverendo y su séquito debe de
estar bien “chispeau” y sazonado de
tragos para dar realce, alegría y jocosidad a la ceremonia.
|
Juan Meneses y Julio Arenas, Cura y Sacristán en los "bautizos de tantaguagua" en la ciudad de Puno durante los años 60 a 80 |
Aprendimos el oficio de cura cuando éramos estudiantes
carolinos yo y mi compadre Juan Meneses Díaz, viendo bautizar en vivo y en
directo a don Moisés Morales (Rey de Huajjsapata), personaje ameno, bonachón,
dicharachero; lo seguíamos en estas ceremonias bautismales y de su coloquial
figura cogimos la forma, el estilo y la manera de llegar a la concurrencia con
frases, rimas y consonancias salpicadas con letanías cantadas hábilmente por
este recordado puneño.
De esta forma de bautizar, renovamos el rito ceremonial
consistente en cuatro subdivisiones:
- El introito, que es la apertura de la ceremonia: "Sacratísimos hermanos,
ustedes que son hinchas, amigos y patitas de Dios, bienvenidos a la parroquia
de San Ingerencio, trayendo a esta criatura para bautizarla y darle el primer
sacramento del bautizo y como manda la ley para metérselo adentro". "Ameeen,..
achí sea, achichea... como dijo el Tío Zea”. En el Introito se tocan
aspectos sociales, culturales y hasta políticos relacionados con el ritual
satirizando a los concurrentes, autoridades, alcaldes, congresistas, destacados
personajes de las instituciones del pueblo: “Mamadísimos hermanos, camisaraqui, pantalonaquí, calzonaraqui;
huayquepanaycunas del alma, llactamasís del cuerpo, marcamasis de la gran
pipeta. Ameeem. El cura chupa, el sacristán también...el melo …chupa..”
- Las parábolas, o parabolas, es el momento en que el
cura ofrece como ejemplo una frase, una sentencia, una anécdota, que motivan la
reunión anticipatoria: “La creación del mundo: Hágase la luz y se hizo SEAL,
hágase el agua y se hizo SEDAPAR, hágase los animales y se hicieron los
alemanes, hágase los vegetales y se hicieron los jubilados. El burro y la
biblia, los reyes vagos, la monjita pudorosa etc”.
- El interrogatorio, es el momento cumbre en que se
pregunta a los padres de la guagua, los padrinos y los testigos con ocurrencias
que saltan espontáneamente al calor de la reunión cuando todos están en punto
de caramelo. “Cómo han fabricado esta criatura, qué harina usaste, cómo
estaba el polvo de hornear, con o sin yanahuara, fue contra tu voluntad o
contra la pared, con Condori o sin Condori.. y otras ocurrencias de¡ séquito.
Y los testigos no se quedan atrás, intervienen con mucha
picardía a las preguntas del cura: Con
qué ojo miraste, escuchaste grito, alaridos, gemidos algo así como cuando se
come rocoto, qué poses vieron, pollito asado, la carretilla, el
pan pan, etc. Por su parte, la aceptación de los padrinos también está
comprometida para cuidar a la parvulita por el compromiso de resultar
compadres, porque compadre que no se la t... a la comadre no es buen compadre.
- El bautizo, es el momento del bautizo propiamente
dicho, poniendo a la criatura los nombres más peregrinos que se les ocurre a
los circundantes: Paca Garce de Risa,
Devora Dora, Pujartiago, Susuki para su Siki, Gram Pita y otros. Vista
la conciliación de las partes y mutuo consenso de los mismos, el séquito
ceremonial se despacha en plato hondo con frases y oraciones picantes, cantos
y letanías: qué rica esta la María, yo te bautizo con mi chorizo, Roguemos a
San Clemente para que cambie el Presidente, por San Tobías para se chupe todos
los días, Oremos por Santa Lucía para que se vaya Alan García, por Santa Mónica
para que se vaya la telefónica, por San Gavino el cura chupa vino, orate frates
ya te fregastes, todos digan Amén... chúpensela también.
Mucho más antes que nosotros los
bautizos de wawas de bizcocho eran en forma inopinada, el cura salía de la
misma reunión quien en forma improvisada realizaba el rito. Yo era el cura
Huacatay quien introdujo el libreto para no salirse del ritual del humor,
empleando una bucólica común para no pecar ni sobrepasarse en las bromas. Para
esto el cura y sus sacristanes prepraban el libreto con anticipación
averiguando la vida y milagros de los que iban a participar en esta ceremonia
tradicional.
El apogeo de estos especialistas
en parodiar al clero fueron las décadas del 50 al 80; éramos un grupo de
jóvenes devotos de nuestro Padre Papanicolaou presidido por: Fray Huacatay,
Julio Arenas Pineda, Fray Cala Campana Juan Meneses Díaz, Fray Raqueta Víctor Villar
Bravo, Fray Torongil, Efren Ponce Sáferson Monaguillo Sacristán, Iván Cuentas
Aparicio.
El mes de noviembre era el mes
esperado por toda familia puneña porque el bautizo de Tanta wawas era familiar.
La costumbre consistía en que una persona (generalmente varón) envía de regalo
una wawa de bizcocho a otra persona (generalmente dama) con una tarjeta que en
medio de cumplidos ruega a la destinataria se encargue de hacerla bautizar a
la criatura aún "Mora". Esto se hacía también entre vecinos, entre
parejas de enamorados, de familia a familia para ser compadres. Lo contrario de
esta fiesta tradicional fue que el bautizo se vuelve comercial con el fin de
hacer una actividad y sacar fondos de por medio.
La parroquia de San Ingerencio
que fundamos con el Loco Meneses continúa. Mi oficio de cura ha traspasado las
fronteras y en todo el sur del país. Y aquí en Arequipa, extrañando a mi Puno,
sigo celebrando la t’anta wawas para mantener
la costumbre aunque con mucha pena en la tierra cuna del bautizo puneño esta
tradición ya no cuenta o se ha perdido para siempre... Aleluya, Aleluya para
que esta wawa sea tuya, yo la bautizo en el nombre del Pater, de la Mater y del
Curucutu. Amén..
TODOS LOS SANTOS y TODOS LOS MUERTOS
Por:
Henry J. Flores Villasante
Desde que nacemos nos dirigimos irreparablemente a
la muerte y nos alcanza a todos, no distingue, raza, credo, status económico,
sexo, ni edad. Y cuando más mayores no hacemos más intensamente nos
preguntamos ¿Que ocurrirá después? ¿Qué hay al pasar ese umbral?
El hombre por su complejidad cultural es el único
ser a diferencia de otros seres vivos, es el que tiene conciencia que ha de
morir.
Hoy en día cuando “la ciencia” es el paradigma que
lo revela todo, donde nada es cierto, sin que existan pruebas físicas que lo
avalen. Es decir la muerte, es cuando dejamos de respirar y desaparece la actividad
eléctrica del cerebro.
¿Qué ocurre con aquello que llamamos “alma”?
Si bien lo físico (cuerpo físico) termina su ciclo,
que hay con esa otra parte, que algunas religiones llaman “alma”, “espíritu”,
Ajallu etc. esa parte inmaterial y no se rige a la materia. La muerte
constituye un verdadero enigma que solo sabremos cuando muramos.
De ser verdad las creencias que tenemos en
referencia a la muerte, nuestros cuerpos irán a los cementerios y nuestras
almas o llámese como se quiera no irán. La mayoría de la humanidad lo quiere
creer así, “que existe algo” y también sale la pregunta ¿de qué manera? Y nos
preguntamos en el más allá, ¿seguimos siendo los mismos?, conservamos nuestra
personalidad, ¿los artistas seguirán siendo artistas? ¿Los músicos siguen
siéndolo? ¿Los profesores seguirán enseñando? ¿Los abogados seguirán litigando?
¿Los periodistas seguirán informado?
En el caso de Sudamérica en los Andes, se cuenta con
tradiciones muy antiguas sobre la muerte por ejemplo en Arica se practicó la
momificación artificial de más de dos mil años antes que los egipcios. Los
Chinchorro era ese pueblo sedentario que lo practicaba y vivió hace 5000 años
en el litoral del desierto de Atacama, sus tradiciones son las más antiguas del
mundo. Posteriormente otras poblaciones con mayor complejidad cultural lo
practicaron, como la cultura Moche. Quienes enterraban a sus gobernantes con
implementos y acompañantes para ese “viaje” al más allá.
Los incas entendían la vida como una continuidad.
El Cronista Guamán Poma indica que el mes de noviembre era dedicarlo a los
difuntos y lo denominaban como “Aya Marcay Quilla” en Quechua “Aya” que quiere
decir muerto. Así mismo indica que se acostumbraba sacar a los difuntos
(momias) de sus recintos y le dan de comer y beber, como si estuvieran
“vivos”. Les vestían con finos vestidos, acompañado de cantos y danzas, también
les ponían en unas andas y los llevaban en casa en casa, por las calles y por
la plaza, participando de los ritos y ceremonias. En la misma época los
Chancas, eran liderados en su guerra contra los Incas, “por dos momias”, quienes
ordenaban a los ejércitos su acometida.
En la Colonia, se impone el cambio de las
costumbres, ya no practicaban la momificación y se empieza a enterrar a los
difuntos cerca de las Capillas e Iglesias. Esto por la influencia de la
religión cristiana, porque de esta forma se estaba más cerca a dios.
En la República se construyen los camposantos o
cementerios, con la finalidad de evitar la contaminación ambiental por la descomposición
de los cuerpos y tener mejor salubridad.
Sin embargo, en todas estas épocas es un momento de
dolor y tristeza. El muerto es la ausencia de vida y es mediante el ritual
que se pretende alejar esta sensación de vacío y dolor. Rituales que tienen
mucho que ver con las tradiciones prehispánicas, hispanas y se recrean en la
actualidad.
Porque la muerte implica obligaciones sociales y
morales. El muerto si es familiar o amigo, es parte de nosotros y se le debe
mostrar respeto, por el apoyo que demostró en vida. Hacer lo contrario es una
falta de respeto y podría tener graves consecuencias.
El proceso de despedida del fallecido.
Antes del velatorio se debe de bañar y vestir
generalmente es la tarde la hora adecuada, por personas especializadas, ya que
de hacerlo los familiares próximos podrían quedar dañados.
En el velatorio todos los familiares, amigos y los
vecinos, deben dialogar y despedirse del fallecido (erradicar las malas actitudes)
además se le pide que se acuerde de la familia.
En el día del entierro, se le ponen cosas que le ayuden
en ese viaje, herramientas, bastones, comida y bebida.
También existe la creencia de que al morir se debe
matar a un perro, mejor si es de color negro, porque son los portadores del “conocimiento
al camino al mundo de los espíritus” y ayuda a cruzar ese rio de sangre que se
debe de cruzar. Ritual que en tiempos pasados se practicaba con Llamas del
mismo color.
En casa también se deben de practicar rituales para
limpiar las penas como el de sahumar con plantas las casa y a las personas. En
cuanto a los muebles estos se deben de cambiar de lugar, para que el espíritu
del difunto no vuelva más a la casa.
Sus ropas se deben que quemar en lugares adecuados,
sobre todo lo que más le gustaba. Para que no tenga pena de sus cosas.
Las creencias sobre las almas indican que son los
portadores de las lluvias, que requieren los campos. Por eso hay que tratarles
bien y recordarse de ellas.
El mes de noviembre
En el mes de noviembre el mes de todos los Santos
que es un punto de vista religioso porque “nadie en vida es Santo”, pero una
vez muerto, su espíritu se eleva a la máxima expresión.
En el mundo andino es el viaje (al mundo de los
espíritus) en donde algunos quedan “atrapados” en este mundo por energías
negativas y sufren, los llamados “CONDENADOS”, y para que no suceda esto, se
le debe de ayudar con rituales. Para que el espíritu envíe apoyo a los vivos,
se le invita a la celebración ofreciéndole comida y otros productos que
necesita en la otra dimensión.
Se entiende tradicionalmente que la muerte es la
continuación de la vida y cerca de dos años el alma permanece acompañando a los
vivos.
A partir de los tres años asciende a la montaña
donde se integra en el mundo de los “ACHACHILAS”. Por eso durante tres años se
realizan los “Apxata” ritual realizado durante tres años.
|
Chilindrina |
Los rezadores
Existen comparsas de rezadores lo que visitan de
lugar en lugar, los rezos se realizan en latín, o castellano y rezando o
cantando casa por casa. De los muertos de menos de tres años, también lo
realizan en tumba por tumba. A cambio se les entrega galletas, dulces o maná
(maíz).
Cada noviembre se debe de brindar alimentos a los
difuntos empezando el primer año. En algunos casos también se danza o se les
espera con música.
Mesas tumba
El espíritu llega el primero de noviembre, se comunican
(pero no todos logran entender por qué lo realizan por señas), comen beben y
luego se van.
Se tiene tanta wawas (niños de masa de pan), caballos
o llamas para el trasporte de los bienes. Escalera para subir al cielo, retamas
para auyentar a los malos espíritus.
Febrero y noviembre meses relacionados
El mes de noviembre tiene mucho que ver con las fiestas
carnavalescas de febrero, porque también está asociadas a la fertilidad humana,
el mes de febrero es el mes de la interrelación de solteros y solteras y la permisividad
sexual. Teniendo como fruto de ello en el mes de noviembre “el tiempo de las
wawas”.
Siendo las wawas las más próximas a la muerte y son
los intermediarios entre la vida y la muerte, por eso el mes de noviembre,
empieza con los muertos y después continua con los más próximos los nacimientos
o las wawas.
Por eso existe la tradición del “bautizo de wawa”
en Puno, pero lamentablemente su práctica es cada vez menor.
Finalmente todos nacemos vivimos y morimos, para
todas las creencias la vida es un milagro, un tránsito y la muerte es tan
sobre natural, una continuidad. Al nacer nos esperan con los brazos abiertos
con amor y porque no esperar que cuando al morir suceda lo mismo.
LOS
MUERTOS, LOS VIVOS Y EL
TANTA WAWA
por Guillermo
Huyhua y Rosa Luz Arroyo
1 noviembre 2009
El primero de noviembre de cada año, en todo el territorio
peruano revive una costumbre ancestral: las ofrendas a los muertos. Las
familias van a los cementerios a honrar a unos de sus integrantes fallecidos. Les
llevan música, bebida y comida y pasan un día entero con su finadito tratándolo
como si estuviera vivo. Comen, beben y bailan juntos. Es día de llevar alegría
al fallecido.
Esta vieja costumbre nace en la época prehispánica y
nos lo cuenta el cronista indígena Felipe Guamán Poma de Ayala en su
crónica Nueva Crónica y Buen Gobierno. Él nos dice que cada el mes
de Ayar Marcay Quilla (noviembre) lo dedicaban a los difuntos.
Los cuerpos momificados eran extraidos de sus bóvedas (llamadas pucullo)
para renovar sus vestuarios, darles de comer y beber, y luego de cantar y
danzar junto a ellos, los ponían en andas y los sacaban en recorrido, de casa
en casa, por las calles y plazas para luego retornarlos a sus pucullos,
“dándoles sus comidas y bagilla al principal de plata y de oro y al pobre,
de barro. Y le dan sus carneros y rropa y lo entierra
con ellas y gasta en esta fiesta muy mucho”.
Esta costumbre sobrevivió a la hecatombe demográfica que
trajo consigo la conquista española y sus enfermedades. Antes que Pizarro pise
tierras incas, desde Panamá avanzaba una ola de peste negra: el sarampión, que
los españoles trajeron desde España y contagiaron a los indígenas en Panamá.
Desde allí esta enfermedad empezó su avance de muerte hacia el sur diezmando a
miles de indígenas. El sarampión llegó por tierra antes que Pizarro por mar.
Así, el inca Huayna Cápac fue contagiado y falleció por esta enfermedad. Muerto
el inca lo momificaron y lo pasearon desde Tumpipampa en Ecuador hasta Cuzco, y
en las festividades de Ayar Marcay Quilla continuaron
haciéndolo. Durante todo ese trayecto el sarampión diezmó a la población que al
acudir en masa a las procesiones del Inca se contagiaban masivamente. El
indígena no tenía anticuerpos para esta nueva enfermedad y moría irremediablemente.
Pasado el tiempo, las festividades del mes de noviembre en
honor a los “vivos y los muertos”, llamado también de “todos los santos” por la
iglesia católica, continuaron vigentes y dicha costumbre hasta hoy subsiste en
el pueblo peruano.
|
Tantaguaguas de Cusco |
Dentro de esta tradicional costumbre se destaca
el Tanta Wawa (Niño de
Pan) que es una de las ofrendas más bellas y dulces que se le puede hacer al
difunto, sobre todo si es un niño o una niña. El Tanta Wawa es un pan dulce y
delicioso. Al pan o bizcocho le dan la forma de una muñeca o muñeco, incluso
otra forma como la llama, y le agregan dulces como menudas grageas polícromas,
pasas, etc. Lo hacen en varios tamaños, incluso con caretas de yeso. Cuando un
niño o niña muere, siendo la prenda más querida de una familia, el dolor es
inmenso, muere el futuro, muere las esperanzas de la familia. Y, cuando llega
el mes de noviembre los padres le llevan sus juguetes, su ropita, los potajes
que más le gustaba y entre ellos el tanta wawa que es una delicia para el
paladar. Así surge esta costumbre, aunque no se sabe cuando surgió en su
versión actual. Pero el tantawawa se extendió más allá, porque ya no solo es
una ofrenda al niño o niña fallecida, sino a todo familiar querido que
falleció, incluso es consumido por toda la familia: niños, adultos y
ancianos, y por supuesto, uno de los más ricos está reservado para el
fallecido.
Esta costumbre se extiende en todo el Perú, pero es bastante
arraigada en Ayacucho, Huancavelica, Junín, Arequipa, Apurimac, Cuzco y Cerro
de Pasco. La creatividad popular deja ver en cada zona tantas formas,
texturas y sabores elaborados con mucho primor y detalle en su ornamentación.
Son verdaderas obras de arte para la vista y el sabor.
¿Quién no tiene un familiar querido ya fallecido? ¿Quién no
recuerda los momentos más bellos que pasamos juntos? ¿Quién no tiene miedo a la
muerte? El ser humano siempre ha convivido con la muerte y nunca dejó de honrar
a sus muertos de muy distintas maneras. Pues, al hacerlo no es mas que la
manifestación del respeto que se tiene a la muerte que tarde o temprano nos
arrebata lo más valioso que tenemos: la vida. Para ello, tenemos reservado el
mes de noviembre. Mes de los muertos, mes para honrarlos. Pero, al mismo tiempo
mes para celebrar la vida, nuestra vida. Es cuando agradecemos a Dios, a la
Naturaleza por este gran privilegio. Pues, con ella aún podemos soñar,
trabajar, crecer, amar y disfrutar de todo lo que existe en el mundo. Sentirnos
plenos y felices, no importándonos nuestra condición económica, social o
política. Lo importante es que tenemos vida y una oportunidad para ser felices
superando cualquier obstáculo para sentirnos plenos y satisfechos de una vida
donde uno se siente útil.
En otros lugares, al no poder ir al cementerio, las familias
se reunen en sus casas el primero de noviembre para hacer sus respectivas
ofrendas. Es una ceremonia tan solemne y nostálgica que trasciende los tiempos
y sentimientos.
Al respecto, una anécdota. “Yo vivía, entonces, en
Marcapomacocha, recuerda Rosa, era aún una niña… mi madre había llegado de
Casapalca trayendo varias canastas, dijo que era para poner su mesa, no entendí
a que se refería, -llegarán a las doce- decía, mientras de una canasta sacaba
chirimoyas, plátanos, naranjas y las colocaba sobre la mesa; cada vez que ponía
una, decía para mi papá, para mi hijita, para mi suegra y los mismo pasó
cuando trajo platos servidos con sopa de mote, pachamanca a la olla,
sopa verde y otros deliciosos platillos, siguió llenando la mesa con gaseosa,
agua, y hasta una botella de cerveza puso diciendo –para mi tío Like; yo
pensaba que vendría a visitarnos; llegó el momento de poner el «api», el
olor a leche era lo mejor, puso mazamorra de harina, de sémola, de chancaca
¡que delicia!; yo probaba con el dedo; algo indescriptible sucedió
cuando sacó de la canasta los panes con figuras de llamas, de perros, de
guaguas (niños), las acariciaba a todas, pero cuando sacó una hermosa
muñeca con pelo y todo, vi a mi hermana, la quise tener en brazos, pero mamá
dijo, para «mi gringa», lloraba mientras colocaba la muñeca de pan al centro de
la mesa, me abracé a ella para consolarla, un dulce beso fue la respuesta,
ordenó que saliera, desde afuera vi como esparcía ceniza en el piso desde la
mesa hasta la puerta, salió y cerró con candado. Al día siguiente, a las doce
del mediodía, abrió la puerta, en presencia de varias personas, mi papá también
se hallaba presente, -todos han llegado, dijo- habían huellas, sobre la ceniza,
unas entraban, otras salían y sobre la muñeca bonita, una mariposa que
sobrevoló la mesa y después de posarse en el hombro de mamá, salió
rauda…recuerdo que todos se persignaron, mi madre dijo,-mi hijita ha venido-ese
día comprendí que los muertos llegaban en “Todos los santos”, once meses atrás,
mi hermanita había fallecido…”
|
Tantaguaguas en Bolivia |