viernes, 9 de abril de 2021
ARTISTAS CONFLUIRÁN A ALASITAS
LA QUEMANTE COYUNTURA ELECTORAL PERUANA
LA RULETA RUSA
DE ESTE DOMINGO
César Hildebrandt
Tomado
de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 534, 9ABR21
N |
o importa qué suceda este domingo.
Lo que importa es que la incertidumbre, la
fragilidad, el desgarro seguirán acompañándonos.
Entre ocho y diez “partidos” obtendrán
representación electoral. Por eso el congreso será un archipiélago de demagogos
baratos y, en algunos casos, siniestros.
Habría perdido el paso por esforzarse en aparecer "potable" a los ojos del stableciment |
Será un congreso del mismo nivel que el actual, o
quizá peor. ¿Algo puede ser peor que este congreso?
Sí, el próximo. Es la inexorable ley de un país en
decadencia, que eso es lo que somos.
Con un congreso de esa naturaleza, la gobernabilidad
tendrá las mismas características que las que hemos visto en los últimos
tiempos.
Es decir, será muy difícil establecer las
prioridades, acordar la agenda del gasto y la inversión pública, crear un
consenso “multipartidario” sobre los estímulos a la economía.
Es como si el Perú quisiera proclamar a los cuatro
vientos su fracaso.
Tenemos el segundo peor manejo mundial de la
pandemia, una crisis económica profunda que pasa porque la informalidad
(parasitaria, si hablamos de tributos) es la que más empleos produce, seis
presidentes del pasado inmediato prontuariados, demolición de la partidocracia,
y ahora nos dirigimos a elegir a un gobierno de cartón que habrá de
enfrentarse a un congreso hostil, a un aquelarre de intereses parcelarios.
Y fíjense que no he mencionado el tema de la
inseguridad. Nuestras ciudades han sido tomadas por el hampa y la policía se ha
replegado en una clara señal de desistimiento. Y las pocas veces que la policía
actúa, fiscales o jueces corrompidos hacen de las suyas y liberan a quienes
fueron arrestados en flagrancia. El crimen sí paga en el Perú. Y paga bien.
¿Qué hemos hecho con el país que decimos amar? Lo hemos roto por dentro. Lo
hemos eviscerado. Lo hemos despatriado.
Produjimos la guerrilla maoísta más salvaje de América Latina. Un chiflado que apenas podía escribir dos frases hilvanadas se irguió en líder de unas hordas que tenían en la cabeza tres eslóganes sanguinarios, un lápiz y un cuaderno de notas. El atraso del país, los resentimientos sembrados por las élites, el desprecio permitieron a Sendero Luminoso ser arropado entre aquellos que jamás se sintieron peruanos porque, recíprocamente, el Estado jamás los consideró ciudadanos.
Todo eso nos costó cientos de miles de muertos.
Entonces, llegó la respuesta. La derrota militar de Sendero Luminoso hizo que
las castas encumbradas volvieran a la arrogancia y quien las interpretó en
su papel restaurador fue Alberto Fujimori.
Nos impusieron el modelo neoliberal como un castigo.
Como si todos los peruanos hubiéramos sido responsables por lo que hizo
Sendero. Y como si el remedio a la guerra civil padecida fuera destruir el
Estado y dejar que el mercado decidiera qué educación íbamos a tener, cuál
sería el sistema de salud, cuánta infraestructura dejaríamos de construir.
La respuesta a Sendero Luminoso fue el gobierno de
la CONFIEP y la avaricia. Era como si el Perú se excitase en los extremos y
detestase las texturas, el trabajoso gris del centro.
Con el gobierno de Fujimori y la CONFIEP vino la
constitución que nos detuvo en un modelo que produce desigualdad, injusticia,
nuevas rabias.
La derecha festejó esta fiesta del mercado. No le
importó que, para sometemos, el gobierno del binacional Fujimori tuviera que
hacerse dictadura. Tampoco le importó que las fuerzas armadas tuviesen que
corromperse hasta el tuétano para sostener a un régimen de saqueadores y
maleantes. Y no se preocupó cuando hubo señas suficientes de que la
privatización de casi todo se había producido en un mar de lodo y prebendas.
Menos le importó a la CONFIEP que el gobierno de la
venganza y la “reconstrucción” hiciera de la política un muladar donde las
razones valían menos que las chairas y los congresistas se vendían por diez o
quince mil dólares. Y mucho menos se interesó por la destrucción sistemática
de los fueros sindicales y por la campaña de demolición que la prensa inventada
por el SIN hizo de los llamados “partidos tradicionales”.
Ninguneado al principio ahora causa pánico y zozobra en el campo conservador. Macartismo en un punto alto |
Lo que quedó fue un país en escombros, una
pesadilla del sálvese quien pueda. Lo más espantoso del senderismo fue
demostramos que el asesinato era políticamente rentable. Lo más maligno del
fujimorismo fue hacerles creer a sus víctimas que el darwinismo social era un
buen método de ordenar las cosas. Con el senderismo nos bañamos en sangre. Con
el fujimorismo nos convencimos de que lo social dejaba de existir y que sólo
la codicia y el individualismo feroz nos podían salvar.
Después llegaron las vergüenzas conocidas. De un
país que había permitido lo que Fujimori hizo y Montesinos ejecutó, debíamos
esperar una reacción antibiótica, una pelea patriótica por la recuperación de
la conciencia. Para nuestra desgracia, tuvimos a Toledo, a García, a Humala, a
Kuczynski, a Vizcarra. Todos venían del cementerio de los partidos políticos
inaugurado durante la década fujimorista. Todos procedieron a cavar sus propias
tumbas.
Y ahora, en plena pandemia, hemos hecho tan mal las
cosas que la mayor parte de los votantes tiene ganas de quedarse en casa este
domingo. Los candidatos más exitosos son los que más han gritado y repetido
promesas incumplibles.
Y como para confirmar que nos movemos en círculo,
tanto Sendero Luminoso como el fujimorismo están representados en estos
comicios desangelados. Es la obstinación en el horror de un país que, bebido y
cargado de culpas, juega a la ruleta rusa con un revólver en la sien. El
domingo veremos. ▓▓
jueves, 8 de abril de 2021
LA COYUNTURA ELECTORAL PERUANA
FASCISMO A LA PERUANA
Nicanor
Domínguez
NOTICIAS SER 7ABR21
Ad portas de las elecciones de este domingo 11 de abril, los peruanos hemos vuelto a escuchar el término “fascista” al referirse a las propuestas políticas de algunos de los 18 candidatos que compiten por la presidencia. El caso concreto es el del ingeniero industrial y empresario hotelero Rafael Bernardo López-Aliaga Cazorla. Habiendo entrado a la política como regidor del municipio limeño de la mano del corrupto ex-alcalde Luis Castañeda Lossio en el período 2007-2010, se convirtió en el heredero de “Solidaridad Nacional”, primero como Secretario general por un año (2019-2020) y luego como Presidente de la agrupación por poco más de un mes (29 de agosto a 7 de octubre, 2020). Habiendo anunciado en enero del 2020, durante las elecciones para el actual Congreso, que tenía aspiraciones presidenciales y quería ser, literalmente, “el Bolsonaro peruano”, reinscribió al partido de Castañeda, el 7 de octubre pasado, con el actual nombre de “Renovación Popular”.
como dos gotas de agua: Bolsonaro Lopez |
López-Aliaga
Cazorla, orgulloso miembro del Opus Dei --aunque más conocido ahora por el
apodo publicitario de “Porky”, así como por sus declaraciones públicas
escandalosamente provocadoras e incendiarias--, está efectivamente copiando el
guión electoral del ex-capitán del ejército brasileño, y presidente de su país
desde enero del 2019, Jair Messias Bolsonaro. Este, a su vez, copió la
estrategia electoral populista de derecha del ex-presidente norteamericano
Donald John Trump (2017-2021). Y en estos días López-Aliaga está imitando la
fallida campaña de Trump durante el proceso electoral del 2020, en que
argumentó incansablemente que si no ganaba él los comicios para su reelección
era porque había un fraude en su contra. Dice también el popular “Porky” que si
él no gana las elecciones de este domingo, será por fraude.
Tuvimos
en dos momentos del siglo XX elecciones tan reñidas que los derrotados
denunciaron haber sido víctimas de fraudes, intentando desconocer los
resultados. En 1931 el candidato del Partido Aprista Peruano, Víctor Raúl Haya
de la Torre, rechazó los resultados que dieron la victoria al candidato Luis
Miguel Sánchez Cerro. Para la mitología y propaganda del aprismo, Haya fue
entonces el “presidente moral” del Perú. Sin embargo, la elección de 1931 no
fue anulada. Tres décadas después, en 1962, Haya obtuvo la primera votación,
aunque no fue en porcentaje suficiente como para lograr la presidencia (la
decisión debía tomarla el nuevo Congreso). En ese momento, el candidato de
Acción Popular, el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, fue quien acusó de
fraudulentos los comicios, llamando a las Fuerzas Armadas a intervenir. De este
modo, Belaúnde promovió y justificó el golpe de Estado del 18 de julio de aquel
año.
Más
recientemente, tras la segunda vuelta de las elecciones del 2016, la derrotada
candidata de Fuerza Popular, Keiko Sofía Fujimori Higuchi, tras perder por un
porcentaje ínfimo (0.24%) ante el entonces “candidato de lujo”, Pedro Pablo
Kuczynski Godard, consideró que “le habían robado la elección” (pese a que el
Jurado Nacional de Elecciones había descalificado a los candidatos de
centro-derecha, Guzmán y Acuña, que podían perjudicarla). Aunque no denunciaron
un fraude, los fujimoristas se dedicaron a boicotear al débil gobierno de
Kuczynski, intentando vacarlo en dos oportunidades, hasta conseguir su renuncia
(23 de marzo de 2018). Habrá que estar atentos a cómo reacciona López-Aliaga
este domingo, cuando los resultados de la votación se conozcan y, muy
probablemente, no le alcancen para pasar a la segunda vuelta.
Pero,
¿qué tiene de fascista este señor? Por desgracia, el término es utilizado el
día de hoy más como un insulto político que como una explicación de las ideas y
propuestas de un candidato o de un movimiento electoral. El término, que apenas
tiene poco más de un siglo de existencia, proviene de la agrupación política
ultra-nacionalista, ultra-derechista y ferozmente anti-comunista establecida en
1919 por el veterano de guerra, y antiguo político socialista, Benito
Mussolini. Las bandas armadas con las que, con la tolerancia de la policía
italiana, rompían huelgas obreras y atacaban a los militantes de los sindicatos
anarquistas, socialistas y, desde 1921, comunistas, recibieron el nombre de
“Fasci di combattimento” (de los “fascios”, las varas de madera unidas y atadas
entre sí, que se usaban en la antigua Roma como símbolo de autoridad de los
magistrados).
El Partido Nacional Fascista, fundado en noviembre de 1921, propulsó el liderazgo de Mussolini. Para imponerse sobre la endeble democracia italiana de la época, Mussolini encabezó la famosa “Marcha sobre Roma” (27 de octubre, 1922), medida de presión que llevó al rey Víctor Manuel III a nombrarlo Primer Ministro. El llamado “Duce” fue, por más de 20 años hasta 1943, formalmente el Primer Ministro de la monarquía italiana. En la práctica, Mussolini obtuvo plenos poderes del Parlamento (1923), reprimió a la oposición y obtuvo mayoría en las elecciones parlamentarias (abril 1923), promulgó leyes de excepción (enero 1925), aumentó su poder como jefe de gobierno, a quien únicamente el rey podía deponer (diciembre 1925) y, tras un fallido intento de asesinato (octubre 1926), ordenó la disolución de los partidos de oposición. Así, la dictadura fascista se convirtió en un régimen de partido único. Su caída en 1943 ocurrió en el contexto de la invasión norteamericana a la península Itálica, cuando la II Guerra Mundial había ya cambiado de dirección y los Aliados (Gran Bretaña, Francia, la Unión Soviética, China y los Estados Unidos) empezaban a imponerse sobre las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón).
El
modelo de Estado fascista que se aplicó en Italia estuvo basado en el
encuadramiento de los sindicatos obreros y las asociaciones de empresarios en
organismos tutelados por el partido gobernante. Esta forma de controlar a la
clase obrera organizada y forzar ciertas concesiones de los empleadores recibe
el nombre de “Estado corporativo”. Los sindicatos italianos fueron purgados de
sus líderes de izquierda (anarquistas, socialistas, comunistas) y encuadrados
en una organización dependiente del partido fascista. Los empresarios
capitalistas aceptaron desde 1925 esta supervisión porque el Estado les
garantizaba sus propiedades y reducía los reclamos obreros. En 1934 se crearon
por ley 22 corporaciones, de patronos y de trabajadores, que conformaban un
Consejo de Corporaciones. En 1938 sus representantes se convirtieron en parte
de la “Cámara de los Fascios y las Corporaciones”, que reemplazó a la Cámara de
Diputados (enero 1939). Toda esta aparentemente armónica organización estatal
se vino abajo en tres años, por las presiones derivadas de la entrada de Italia
en la II Guerra Mundial (10 junio, 1940).
La
estabilidad política que la dictadura fascista trajo a Italia, así como el
control sobre la clase obrera y la planificación de la economía por parte del
Estado, permitió al país capear el impacto de la Crisis Mundial de octubre de
1929 y la recesión de la década de 1930. Como modelo de estabilidad social y
económica, el fascismo italiano resultaba sumamente atractivo para las élites
empresariales en todo el mundo. En la propia Europa, Adolfo Hitler, que llegó
al poder en 1933, era un gran admirador de Mussolini. Todo aquel que en esos
años temiera el avance del comunismo desde la Unión Soviética, veía en el
fascismo una solución y un ejemplo a seguir. Las principales democracias
liberales de Occidente (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos), toleraron este
modelo autoritario y anti-democrático por su esencia anti-comunista. Solo
cuando el militarismo expansionista de los países de Eje --alianza establecida
desde 1936 entre Italia y Alemania, a la que se sumará en Japón en 1940--,
afectó directamente el orden internacional establecido en beneficio de las
potencias Occidentales, es que estalló la guerra. Y fue durante la II Guerra
Mundial (1939-1945) que el término “fascismo” se convirtió en una mala palabra.
En
el Perú de la década de 1930, así como en otros países de Latinoamérica, hubo
muchos simpatizantes del fascismo italiano. La crisis económica y política que
siguió al “Oncenio” de Leguía (1919-1930), con la expansión de las nuevas
agrupaciones políticas de izquierda (el Apra y el Partido Comunista), que
desafiaban al antiguo Civilismo de la “República Aristocrática” (1899-1919),
hicieron temer el final del orden oligárquico en el Perú. Al final, fue el
ejército el que protegió a esa oligarquía, especialmente con las dictaduras de
Benavides (1933-1939) y de Odría (1948-1956), hasta que el gobierno militar
iniciado en 1968 por el General Velasco Alvarado le dio fin, especialmente con
la Reforma Agraria.
José Ignacio López Soria, en una antología que debería ser urgentemente reeditada, titulada ‘El pensamiento fascista (1930-1945)’ (Lima: Mosca Azul, 1981), propuso que en el Perú hubo tres tipos de fascismo: (a) aristocrático, (b) mesocrático y (c) popular. El primero, ejemplificado por el acaudalado intelectual José de la Riva-Agüero y Osma [1885-1944], buscaba el restablecimiento del viejo orden aristocrático, de las tradiciones hispanas y la defensa del Catolicismo (al que Riva-Agüero había retornado en 1932, a su regreso al Perú, tras su auto-exilio europeo desde 1919). El segundo, desarrollado por intelectuales de clase media vinculados a organizaciones de la Iglesia católica --la Acción Católica y la entonces pequeña Universidad Católica, que funcionaba en el local del Colegio La Recoleta en la Plaza Francia del Centro de Lima--, proponían con la “ideología del mestizaje” un proyecto de armonía social para el país, como planteaba el entonces joven Raúl Ferrero Rebagliati [1911-1977]. Finalmente, el fascismo popular en el Perú estuvo representado por el partido político Unión Revolucionaria, creado como vehículo electoral para la candidatura de Sánchez Cerro en 1931, pero que continuó tras su asesinato (1933), bajo el comando de Luis A. Flores [1899-1969].
El fascismo, como movimiento político o como doctrina e ideología, no sobrevivió al final de la II Guerra Mundial. En el Perú, la Unión Revolucionaria fue disuelta en 1945. No había lugar en el nuevo orden internacional encabezado por los Estados Unidos para la extrema derecha que había causado la guerra. Sin embargo el anti-comunismo sobrevivió al conflicto, potenciado por la rivalidad con la Unión Soviética durante la “Guerra Fría” (1947-1990). Quizás por eso, cada vez que un autoproclamado demócrata empieza a expresar sus más profundos temores en un lenguaje anti-comunista --“terruqueando” para usar un neo-peruanismo--, el fantasma del fascismo vuelve a aparecer. Vergonzantemente. Por eso, es mejor que a uno le digan que parece un chancho de caricatura, que un cerdo fascista.
domingo, 4 de abril de 2021
JOVENES POETAS PUNEÑOS
WALTER JILAPA SANTANDER
Y SUS 30 AÑOS DE LABOR
LITERARIA
Fernando
Chuquipiunta
C |
omo dijera José Luis Ayala Olazával: “Los pueblos que valoran y honran a sus intelectuales como a sus más destacados ciudadanos en vida, se valoran y honran a sí mismo. Al mismo tiempo, que esa trascendental acción sirve para estimular a las nuevas generaciones, es el resultado de lo que es capaz una sociedad en permanente ejercicio de los valores éticos, morales, cívicos como patrióticos y realización de sus aspiraciones sociales”.
Es por esta razón que
estimamos trascendente la figura emblemática del reconocido escritor Walter
Jilapa Santander, nacido el 11 de junio de 1972 en Juliaca, con una dedicación
de 30 años a la cultura puneña. Entonces afirmamos pues enfáticamente, que es
uno de los exponentes del mundo mágico de las letras, no solo en el campo de la
poesía sino también de la literatura peruana.
Este destacado poeta cursó
sus estudios de Educación en la Especialidad de Lengua y Literatura, también
tiene una maestría y doctorado en Educación. Es miembro activo de la Casa del
Poeta Peruano. En el año 2013, recibió la “Medalla de Oro de la Cultura” en el
Encuentro Internacional de Poesía en la ciudad de Bambamarca, departamento de
Cajamarca.
Después de lo cual representó
al Perú en el IV Encuentro Internacional de Escritores “Sin Fronteras” de
Argentina, siendo declarado visitante ilustre, asimismo brilló con luz propia
en el VI Encuentro Internacional de Escritores “Por la senda de la Palabra” de
Ecuador, recibiendo la llave de la ciudad.
Vale decir, es un hombre
generoso adornado por la sencillez y por su amor a la poesía, la docencia, el
ajedrez, la política, la odontología y, sobre todo, por cultivar, con sutileza
y sinceridad, la difícil amistad en estos tiempos aciagos.
Debo señalar en estas líneas
el esfuerzo e interés mostrado por Walter Jilapa Santander, que se ha
convertido en un orfebre de la palabra, además está preocupado por la cultura
puneña. Tiene en su haber “Versos de guerra y paz”, “Oro”, “El lenguaje del
viento”, Doctor en el Perú” y “Fogata humana”. Está por publicar “Tokoro,
poesía esencial de Juliaca”.
Poemas suyos han sido
publicados en diarios, revistas nacionales e internacionales y al mismo tiempo,
en diversas antologías poéticas, tales como: “30 voces contemporáneas en la
poesía puneña”, “Necesitarse”, “Arquitectos del alba”, “Pitágoras de
ruiseñores” y “Los amantes vienen al puerto”.
Es interesante su poemario
“Fogata humana”. Walter Jilapa Santander dice: Hoy me encontré con mi infancia/
pasos tambaleantes atrapando el equilibrio de Newton/ Hurtando palabras al
idioma de Cervantes/ Oraciones a la filosofía de Sócrates/ desafiando la
hidrogravedad de Arquímedes con aquel barquito de papel/ Escalando las vocales
de la vida/ Cuentos interminables cerraban mis párpados junto a estrellas de
púrpura/ El lápiz de carbón la matemática mis fieles aliados/ Sumaba alegría a
muchedumbre a flor de labios/ Restaba tristeza en ausencia de mi padre/ Multiplicaba
el pan nuestro de cada día/ Dividía optimismo a carrera derrotada/ Hoy me queda
el espejo de memoria/ El mayor deseo de reencarnarme niño.
Por eso con mucha razón
Walter Jilapa Santander sacará a luz la antología “Tokoro, poesía esencial de Juliaca”,
que es un trabajo de recuperación de algunas voces supuestamente postergadas de
la literatura juliaqueña, pertenecientes a diferentes generaciones; sin
embargo, en su gran mayoría a la Generación de Fin de Siglo.
Cabe pues entonces resaltar y
exaltar que esta antología poética se instaura en un panorama estético de la
poesía juliaqueña, familiarizado con todos los aportes de las más recientes
teorías literarias, como en un campo propicio a la rigurosa investigación, en
el que aparecen obras fundamentales de nuestra tradición literaria, que marcan
una orientación para presentar a la poesía que se ha escrito en Juliaca.
Por ello mismo nos llama la
atención que entre los autores reseñados figuren nombres tan importantes, como
son: Luis de Rodrigo, José Parada Manrique, Alberto Valcárcel Acuña, Jesús
Cáceres Velásquez, Vicente Benavente Calla, Roberto Belarmino Mamani Mendoza,
Gaby Arce Muñoz, Héctor Cano Cáceres, Percy Zaga Bustinza, Gloria Mendoza
Borda, Luis Zambrano Rojas, Hernán Jiménez Camacho, Alberto Chambi Pérez, Norma
Melgar López, Samuel Álvarez Enríquez, Fidel Mendoza Paredes, Gabriel Apaza
Mamani, Walter Zea Mamani, Darwin Bedoya Bautista, Rudy Frisancho Gallegos,
León Isaac Quispe Huaranca, entre otros.
Con algunos intelectuales puneños, entre ellos Efraín Quispe Apaza, Faustino Condori Lopez, Jorge Flores Aybar, Lucio Avila Rojas |
Lo que está fuera de
discusión, es el buen gusto con que se ha realizado la selección de los poetas
y de sus poemas. Se ha escogido con criterios muy personales, pero no ambiguos.
¿Faltan otros? por supuesto que faltan muchos, como lo reconoce el propio
Walter Jilapa Santander, cuya antología poética también es una invitación a
revisar el proscenio poético juliaqueño.
Por todas estas razones Walter
Jilapa Santander es un escritor que cincela las palabras desde la otra orilla,
desde la otra condición humana y visión del mundo, desde las sociedades
ancestrales que no tienen necesidad de asimilarse a la globalización ni a
cánones de la cultura oficial. <>