viernes, 11 de junio de 2021

LA COYUNTURA POLITICA SEGUN HILDEBRANDT

 


LA FUJIMORI HA PERDIDO

POR TERCERA VEZ

César Hildebrandt

Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N°543, 11JUN21

E

l hampa fujimorista se juega la vida.

O gana las elecciones que ya perdió, o su lideresa, par­te de su familia y surtidos adjuntos van a la cárcel.

Para ellos está claro: la cárcel o el triunfo.

Por eso es que la jefa de la organiza­ción ha decidido librar la batalla final de su vida.

Por eso ha contratado, con dinero de la derecha siempre bruta y más achora­da que nunca, a decenas de abogados y montado una maquinaria cuyo objetivo es uno solo: borrar del mapa 800 mesas de la sierra sur, donde Castillo obtuvo un triunfo abrumador.

La decisión la tomó después de que Alfredo Torres les dijera a sus allegados que, dado el conteo de la ONPE, ya no había nada que hacer: el fujimorismo había vuelto a perder.

faz de derrota
La heredera entró en desespero y, alentada por sus radicales, tomó, otra vez, el camino abismal de quienes pa­tean el tablero y mandan a la mierda a la democracia si esta ya no les sirve.

La decisión de la hija del reo supo­ne perpetrar un golpe de Estado por la vía de desconocer los resultados de una elección. Si su padre dio uno el 5 de abril de 1992, la hija intenta otro en este mes de junio del 2021. Veintinueve años después, padre e hija vuelven a juntar sus historias, sus afanes y sus lodos. La comparación, sin embargo, favorece al “patriarca”. Su arremetida contra la constitución tuvo respaldo popular y se nutrió de la situación económica y política causada por la crisis del alanismo y la locura homicida de Sendero. Esta vez, a la señora que recibió dinero en maletines de Marcelo Odebrecht o Dionisio Romero sólo la respalda lo más prontuariado de la derecha nacional y lo más vomitivo de la prensa que encabeza “El Comercio”.

No digo que sea poco ese apoyo. Lo que digo es que no les bastará. Ni siquiera les ha bastado para ganar las elecciones que parecían las más fáciles del mundo.

La derrota de Keiko Fujimori es un alivio para el Perú. Cuando estos chillidos de derrotada pasen, empezaremos a des­hacernos de la maldición de los Fujimori. Y terminaremos avergonzándonos por haber vivido durante tres décadas atados, de algún modo, a esta familia política­mente depravada que secuestró al país.

El objetivo de Fuerza Popular es lle­gar a la presidencia asaltando actas y borrando, a la mala, ventajas del rival. Pero su meta mayor, sabiendo que la vía electoral puede serle elusiva si conside­ramos que la ONPE y el Jurado Nacional de Elecciones han demostrado, hasta ahora, independencia, es manchar las elecciones.

Donald Trump, la versión rupestre del conservadorismo racista americano, dijo en las úl­timas eleccio­nes: “Si no gano, es que hay fraude”.

La señora Fujimori, ex­presión car­celaria del trumpismo nacional, dice lo mismo.

No le im­porta el país, la pandemia, la economía, la pobreza.

Su única gran preocupación es que los pro­cesos penales que tienen su nombre vayan a continuar.

Lo del país partido en dos la tiene sin cuidado.

Y por eso es que la recon­ciliación, tan mencionada por la bobería nacional, es imposible.

Uno puede entenderse con un adver­sario encona­do, pero no con una de­lincuente que ha tomado la política como escudo y coar­tada. El futuro de la señora Fujimori tiene barras, pero no son las de la bandera del país donde estudió con el dinero que le proporcionaba Vladimiro Montesinos.

Enlodando el proceso electoral, el si­guiente paso del fujimorismo perdedor aparece claro: no reconocer al gobierno de Castillo. En alianza con las bancadas que podrían serle afines, la señora Fujimori querrá deshacerse de Castillo lo más pronto que se pueda. ¿Repetirá el Perú la experiencia de un Kuczynski devorado por un Congreso hostil? ¿Acción Popular o APP se prestarán a este juego?

Eso depende también de Castillo. Si el presidente electo, según cifras de la ONPE, modera su programa y obtiene con­sensos elementales en el Congreso, la dinamitación de su régimen se hará más di­fícil. Si Casti­llo regresa a la influencia de Vladimir Cerrón, las cosas sé le facilitarán al golpismo par­lamentario. Lo que se vie­ne, por donde se le mire, es la tormen­ta perfecta. Tengo fe en que gente como Verónika Mendoza sabrá dotar a Castillo de un programa de superviven­cia política sin renunciar a sus compromisos electo­rales básicos, incluyendo los cambios a la constitu­ción.

He sido periodista por demasia­dos años. He encontrado a lo largo del camino mu­chas mane­ras de ejercer este oficio antes tan próximo al arte y a la literatura. Lo que veo y escucho aho­ra en la zafiedad de la radio, el puterío de la tele, la orquestación de la prensa fabricada en “El Comercio” dice mucho de la enfermedad moral que padece el Perú. Defender una causa tiene muchos méritos, inventar hechos y atribuírselos al enemigo es de malhechores. Luchar por la prevalencia del mercado puede ser razonable, concertar mientras tanto con otros privados para robarle al Estado imprimiendo textos escolares es digno de Pepe Graña. Decir que la libertad de expresión estaría amenazada si Castillo llega a la presidencia y al mismo tiempo nombrar a Hume como censor de Canal 4 es propio de una casta en decadencia. Los Miró Quesada, la familia Addams de la prensa, han escupido sobre la tumba de Luis Miró Quesada de la Guerra, el hombre que escribía apra con minús­culas pero que libró una batalla inolvi­dable en contra de la dueña de Talara, la International Petroleum Company. ¿Qué es “El Comercio” ahora sino el papel comprado por la mafia?

¡Y después quieren ganar las eleccio­nes! El país que negaron les devolvió un no rotundo. La sierra que tuvieron como coto de caza y territorio de furti­vas excursiones turísticas les acaba de decir: “Váyanse al diablo”.

La respuesta de “El Comercio” y sus secreciones es aliarse a la banda del Chino y desacreditar las elecciones que perdieron. La derecha feral quiere pi­sotear la voluntad popular y abrirle la puerta de palacio de gobierno a la que el Ministerio Público ha llamado jefa de una organización criminal. Manuel Prado Ugarteche se habría avergon­zado. Hasta Eudocio Ravines habría sentido asco.

¡¡ AL FIN, UN CHOLO A LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA DEL PERÚ!!!

Pero si eso quiere la derecha, ha­brá una respuesta legítima en Cusco, Puno, Ayacucho, Apurímac, Amazonas, Áncash, Arequipa, Cajamarca, Huancavelica, Huánuco, Tacna, Pasco, Moquegua y Madre de Dios. Una respuesta que los golpistas almirantes de tina y los generales que ascendió Cosito no podrán reprimir. ¿Eso quiere “El Comercio”? ¿Quiere que el país partido en dos se enfrente en las calles? ¿Cree la estúpida derecha peruana que puede entrar a saco al Jurado Nacional de i Elecciones y obligar a su presidente a tachar lo que ellos quieren? ¿Creen que todos en el Perú se rinden a sus pies, se asustan ante sus amenazas, ceden a sus chantajes y pierden el honor ante sus bravatas?

Pedro Castillo es, según la ONPE, el nuevo presidente. Se confirma así el conteo rápido al 100 % que, hidalgamente, dio IPSOS el domingo último. No importa cuántos abogados digan lo contrario. No interesa que el cadáver de Lourdes Flores anuncie que las nulidades prosperarán. El asunto es que Keiko Fujimori ha perdido por tercera vez. Fin de la historia. ▓▓

miércoles, 9 de junio de 2021

SOBRE ENTIDADES CULTURALES PUNEÑAS: APAFIT

 PANDILLA Y LA APAFIT:

DANZA E HISTORIA

Christian Reynoso

El grueso volumen de “Puno. El nacimiento de una pasión. APAFIT, su influencia y trayectoria con testimonios de actores y protagonistas”, de Hernán Cornejo-Roselló Dianderas (Puno, 1954), de reciente publicación, nos acerca a la danza, la música y la sentimentalidad y pasión que conlleva el arte de la danza de la pandilla puneña, otrora y actual expresión dancística en pareja, en comunión con la elegancia, el galanteo y el colorido de las polleras y los mantones de fieltro. Una forma de baile practicada en Puno que podría tener un equivalente en la marinera norteña.

Pero el libro, entre otros aspectos, relata y contextualiza además el Puno de los años cincuenta y sesenta, su tránsito al Puno de fin de siglo y al Puno actual, considerando un corpus que incluye lo social, económico, político, psicológico y lo geográfico, en medio de la expresión artística. Hay también una mirada crítica y autocrítica a las falencias culturales de ayer y hoy. Estas ponen sobre la mesa y cuestionan, desde la mirada del autor, la tradición artística altiplánica y sus cuitas, relaciones y conflictos de poder y su trascendencia en el ámbito local y nacional.

Otro aspecto del libro reclama el lugar y la influencia de la APAFIT (Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro), fundada en 1961, en el espectro histórico, cultural y dancístico de Puno y del Perú. Un lugar en el presente, a la vista de los años, tras el trabajo que realizó en su época auroral, que involucran sus diez primeros años, en la captación del arte popular, la reconstrucción de la danza indígena y el embellecimiento de la mestiza, con amor y respeto (p. 44). De esta manera, APAFIT llevó a la práctica y trasladó dichas danzas a los escenarios de Puno y sus provincias, de Arequipa, Lima y La Paz, con un concepto de estudio e involucramiento con la composición coreográfica, la vestimenta, el encanto musical, entre otros elementos, bajo la batuta de Carlos Cornejo-Roselló Vizcardo (1919-1979), médico puneño y padre del autor.

Un libro que enseña y llena vacíos y contagia ganas de danza a orillas del Titicaca o en cualquier lugar que se preste si hay voluntad y un par de vasos de “patibamba”. Sospecho que el autor ha estado escribiendo este libro desde hace muchos años, en realidad desde que empezó a bailar en APAFIT. Ahora, el libro impreso es la maduración de esa escritura de baile y de ese sentir que ha adquirido forma y belleza.