martes, 6 de mayo de 2008

Escribiendo la historia puneña


Los Puneños en Lima

Escribe: Bruno I. Medina Enríquez
Publicado en el Diario

Los Andes de Puno (24 de febrero de 2008)

«y dijo a sus discípulos, creced y multiplicaos», «id por el mundo a difundir mi doctrina», parafraseando esos textos bíblicos los puneños donde van, en busca de un mundo mejor, llevan en su equipaje de sueños, sus tradiciones y sus modos de vida, en ese entender, tratamos a continuación en forma muy breve, acerca de la presencia de los puneños en Lima, en lo que respecta a sus más representadas identidades y tradiciones, la música y las danzas, que siempre cargan en la espalda, cual «qhepi» de esperanzas.

Este ensayo es parte de un trabajo mayor, acerca de los Puneños en Lima.


Como toda la cultura andina, en este caso la puneña , desde que el Perú se hizo independiente de España, poco o nada ha tenido presencia alguna en la cosmópoli de Lima, es recién en las primeras décadas del siglo XX en que se dieron ligeros atisbos de alguna presencia particular, en este caso el primero en lograr esa presencia de «nuestra música» fue Theodoro Valcárcel, el más representativo de los músicos puneños, que a pesar de ser un músico académico, incluyó en sus creaciones temas populares captados del archivo oral del sector campesino de Puno. Valcárcel nacido en 1900, a los 14 años viajó a Italia a estudiar en el Conservatorio de Milán, luego se trasladó a España donde continuó sus estudios musicales, realizando conciertos en Barcelona, en París como en otras capitales europeas. De regreso a Lima en 1939 es nombrado jefe del Gabinete de Música del Museo Nacional, pero su prolija obra se ve truncada por que fallece a los 42 años, dejándonos una numerosísima muestra de composiciones entre las que más destacan el ballet «Suray Surita», «Suite Incaica» y «Kachampfa», composiciones para orquesta conocidas especialmente en los medios académicos, teniendo en su haber escasas piezas de carácter popular, aunque es destacable considerar que en 1928 Theodoro Valcárcel, obtuvo un meritorio primer premio en el festival que se realizara en la Pampa de Amancaes, donde cada 24 de junio todo Lima se volcaba al jolgorio de la festividad popular que allí se realizaba con motivo del «Día del Indio».
Un destacado compositor puneño que tuviera «presencia popular» en Lima fue Rosendo Huirse Muñoz de quien es el famoso tema musical «El Picaflor» (quisiera ser picaflor y que tu fueras clavel para chuparte la miel...) popular canción interpretada y grabada por diversos cantantes y conjuntos, y que por muchos todavía es considerada de origen cusqueño; es autor del tema «Paja Brava» con el que ganó un destacado primer lugar, en un concurso nacional de música vernacular, realizado en Lima en 1940, evento auspiciado entonces por el restaurante «La Cabaña».
Otro notable músico puneño fue Alberto Rivarola Miranda quien en 1943 obtuvo un meritorio segundo premio en el Concurso Nacional de Folklore Indígena, también organizado por «La Cabaña», con el huayño «Kitulampi Sarastua», que también tiene el nombre de «Me voy con mi paloma».

Muy destacada , si no es la mejor, es la presencia en Lima, de Jorge Huirse Reyes, hijo de Rosendo, quien desde muy joven trabajó de pianista en Lima, vista su talentosa capacidad musical, en 1940 a gestión de su padre, el gobierno de Manuel Prado le otorga una beca para seguir estudios de música en Buenos Aires, donde luego de graduarse como Director de música ligera, y en orquestación; se queda a trabajar por más de 16 años, allí difunde con mucho ahínco la música peruana y en especial la puneña, su primera grabación la realiza en 1942 en un disco de carbón de 78 RPM del huayño «Los Carnavales» un tema de su padre, que tuvo mucha popularidad en todo América, fue la característica musical de un programa en una radio de Nueva York dedicado a latinoamérica, hecho que motivó a los del sello RCA Víctor de Argentina, a grabar con Huirse, el tema «Paja Brava», cuyo autor fue su padre, a partir de entonces Jorge Huirse se preocupó en demasía en apoyar a músicos y cantantes peruanos, es el primero en llevar para grabar en Argentina, a Jesús Vásquez, Los Morochucos, Los Trovadores y otros cantantes argentinos, con quienes graba muchísimos temas musicales peruanos.

En la discografía de Jorge Huirse hoy hemos registrado hasta 14 discos de larga duración; de los más de 150 temas de música peruana grabados, hemos seleccionado hasta 25 temas puneños y andinos, todos muy populares, ahí cabe el valor de Jorge Huirse, como gran difusor de nuestra música en tiempos que esta música no era muy considerada, aparte de la excelente calidad de la orquestación y la dirección musical de sus grabaciones. Estos temas los puedes escuchar en www.dada.com/aswanqhari/.
Otro destacado músico puneño fue Víctor Echave Cabrera, quien ofreció numerosos conciertos en Lima, y en 1936 junto a su familia de músicos realizara diversos conciertos de música popular y académica en La Paz, Buenos Aires y Santiago de Chile, en 1944 se presenta en Radio Nacional del Perú, interpretando piezas musicales puneñas, de músicos clásicos, así como sus creaciones musicales que las llamó «peruvianas». Víctor Echave es el creador de la «Guitarrófona» o «Echavina», una guitarra que tenía 17 cuerdas.
Con ocasión de celebrarse el Cuarto Centenario de la Fundación de Lima, llegó a la ciudad capital la Sociedad Intelectual Orkopata, para presentar el drama quechua «Tucuipac Munashcan» del dramaturgo puneño Inocencio Mamani, para las presentaciones realizadas vino acompañado del conjunto «Orq’opata» de sikuris del Barrio Mañazo, que interpretara diversa música campesina, en la misma delegación también estuvo el Conjunto Obrero Masías de Arte Vernacular, conjunto musical de cuerdas(1)
En 1939, el Conjunto Qhantati Ururi de Conima, conjunto de instrumentos nativos, viaja a Lima bajo la dirección de Natalio Calderón, se presenta en el Touring Automóvil Club del Perú, es invitado a Palacio de Gobierno y recibe una Medalla de Oro como premio a su calidad.
En ese tiempo a Lima escasamente llegaban agrupaciones puneñas, alguna vez aisladamente llegó una que otra delegación de algún centro educativo o de una comunidad campesina, a invitación del Ministerio de Educación o de la Presidencia de la República, hechos que muy poco le interesaban entonces a los medios de comunicación de la capital.

En los años 50.
En la década del 50 la mayoría de puneños se vinculaban entre sí por medio de actividades laborales, comerciales, artísticas y sociales, muchos de ellos testimonian de estas actividades en diversas publicaciones a las que hemos recurrido, como lo hemos hecho de versiones directas de protagonistas coterráneos de aquellas actividades y que constituyen el testimonio del intenso trabajo que se desarrollaba con el afán de revalorizar la cultura puneña; en especial la música, aunque no lograron plasmarla en testimonios de grabaciones musicales, pero si queda la gran experiencia acumulada en los años, que hoy hace de la presencia puneña una significativa y numerosa colonia que ha impuesto en la capital de la república, sus modos, costumbres, su cultura, en especial relacionada al folklore.
Pero también fue necesaria la presencia de delegaciones artísticas que llegarían a Lima en diversos momentos a difundir nuestra cultura; en ese marco es digno de recordar a la Compañía Folklórica del Altiplano, que fuera presidida por Hugo Saravia Pacoricona, cuya dirección artística estuvo a cargo de Fabian Mamani; esta fue una de las primeras delegaciones muy bien organizadas en llegar a Lima en 1956 para actuar con música y diversas danzas en el Coliseo Nacional donde dominaba la música de Huancayo, Ayacucho, Arequipa (Chuquibamba) o de Ancash, en vista que esta música era intensamente promovida en el programa radial «El Sol de los Andes» de Luis Pizarro Cerrón, poco y nada se conocía de la música y el folklore puneño.
Por eso fue todo un reto para el folklorista puneño Hernán Riveros, quien con ocasión del Día del Indio el 24 de junio de 1956, vestido a la usanza de nuestro pueblo, recorrió las calles de Lima soplando un pututo, hasta llegar al festival de la pampa de Amancaes en el Rímac, donde también actuaría el «Conjunto de Zampoñas del Titicaca», bajo la dirección de Simón Huanca Balli y que en los años 1957 y 1958 tubo una destacada presentación en dicho Festival obteniendo significativos triunfos, haciéndose acreedor a Medallas de Oro y Diplomas de Honor, además de presentarse en esos años, en coliseos y emisoras de radio, hecho que se vio plasmado en una grabación que años después se publicó en un disco de Sono Radio.

De esa década hay que tomar en cuenta, que uno de los más importantes esfuerzos por mostrar la «cultura puneña» en Lima, la asumió el Dr. Enrique Cuentas Ormachea, cuando fue Presidente del Instituto Americano de Arte de Puno, así promueve una depurada y calificada primera Embajada Cultural Puneña que llega a Lima en 1957, integrada por artistas puneños entre músicos, pintores, literatos representativos de la época; a decir de Guillermo Vásquez Cuentas (2) esta primera Embajada «La presidió Carlos Rubina Burgos, el polifacético maestro carolino a la sazón Alcalde de Puno, correspondiendo la Vicepresidencia a Enrique Cuentas Ormachea, Presidente del Instituto Americano de Arte. A ellos acompañaron Carlos Chiriboga Velasco como Secretario y Francisco Deza Galindo como Tesorero. Como «Intelectuales» en la nómina, Víctor Enríquez (Mateo Jaika), Mercedes Bueno Morales y José Paniagua Núñez. Entre los pintores figuran Francisco Montoya Riquelme, Florentino Sosa y Carlos Rubina. Entre los músicos, Virgilio Palacios (Director); Néstor Molina (Director), Carlos Rubina, Francisco Deza Galindo, Eladio Quiroga, Luis Hinojosa, Ricardo García, Cristóbal Lezano, Severo Lezano, Augusto Masías, Víctor Masías, Segundo Salazar, Oscar Dávila, Roberto Valencia, Eladio Núñez». También participó Juan Zea Gonzales.
«La exposición de pintura y varias actuaciones culturales se realizaron en el local de Instituto Cultural Peruano Norte Americano. Otras presentaciones se efectuaron en la Universidad San Marcos y en la Universidad Católica, las que culminaron con un acto demostrativo especial en el Palacio de Gobierno a invitación del Presidente de la República Manuel Prado y del Ministro de Educación Jorge Basadre». En esta embajada participó el Centro Musical Theodoro Valcárcel, que hacía 2 años se había formado.

Al concluir la «Semana Cultural de Puno» que había sido auspiciada por el Ministerio de Educación, los miembros de la «Embajada Cultural Puneña», se hicieron presentes en al Palacio de Gobierno en la noche del viernes 22 de Noviembre, con el objeto de saludar al Presidente Prado y ofrecerle un selecto programa musical; siendo este un acto oficial y protocolar de primer orden el Presidente Prado estuvo acompañado por el Ministro de Educación Jorge Basadre, el Jefe de la Casa Militar, así como sus edecanes, también estuvieron el Senador por Puno, Manuel Peña Prado y los diputados Emilio Frisancho Eduardo de Amat, y Julian Rivera del Mar. Luego de ser presentado el selecto recital musical dirigido por el ingeniero Virgilio Palacios, el Presidente Manuel Prado intervino ofreciendo elogiosas palabras de estímulo a los integrantes de la Embajada, felicitando a quienes dirigieron la Semana Cultural Puneña, revalorando esta significativa presencia en Lima. (3)
A fines de ese año, para la difusión de la cultura del altiplano fue muy significativa la Exposición de la Biblioteca Paul Rivet, realizada a partir del 12 de diciembre en la Biblioteca Nacional. El gobierno por medio del Ministerio de Educación recientemente había adquirido la valiosísima colección mundial de quechua-aymara reunida en mas de 30 años por el antropólogo Francés Paul Rivet, compuesta por más de más de dos mil libros, entre los que destacaron las más raras ediciones, que datan de 1568 hasta libros editados a principio de 1900, tanto en Juli, en Lima, Buenos Aires, como en Europa, los autores que destacan fueron Diego Gonzales Olguin, Ludovico Bertonio, Juan Martinez, Antonio Ricardo, entre los más antiguos, así como diversos libros y manuscritos dedicados a la enseñanza cristiana a los indígenas de habla quechua, aymara inclusive guaraní, publicados en los siglos XVII, XVIII y XIX, por Ernets Middendorf, Diego Tschudi, Gabino Pacheco, Clemente Markhan, como ediciones del siglo XX, completando con una serie de folletos, poemarios, obras de teatro como «Ollantay» y diversos manuales de linguistica y de educación religiosa; convirtiéndose esta biblioteca en la más completa habida y por haber respeto a los idiomas quechua y aymara.
A finales de esa década se muestra con mayor ahínco el interés de la opinión publica de Lima por la cultura puneña, tan es así que en Radio Nacional, con ocasión de diversas efemérides puneñas se realizaba audiciones que duraban al menos 15 minutos, así tenemos registrado en su programación del sábado 20 de setiembre de 1958, a las 7.35 pm. un «Homenaje a Huancané», así como el martes 4 de Noviembre del mismo año en que a las 7 p.m. se realiza un «Homenaje a Puno», audiciones radiales conducidas por el periodista Víctor Dongo Casalino, y organizadas por la Central de Instituciones Puneñas. (3)

La Cultura Puneña en Lima de los años 60.
Luego de la exitosa presencia puneña en Lima, mediante la «Semana Cultural Puneña», nuevamente es el Dr. Enrique Cuentas Ormachea quien en 1961 llega a Lima como promotor cultural, con el afán de estudiar la posibilidad de traer una Embajada Folklórica, objetivo que logra al organizar la Primera Embajada Folklórica Puneña, que estuvo integrada por la Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro, dirigida por Carlos Cornejo Roselló y el Centro Musical Theodoro Valcárcel, dirigido por Virgilio Palacios Ortega, que llega a Lima en agosto de 1962, realiza una actuación promocional para los periodistas en la Casa de la Tradición y hace su debut en el Teatro Principal Manuel Asencio Segura, el sábado 4 de agosto a teatro lleno, repitiendo su actuación el domingo 5 en dos funciones. Es en esa oportunidad que el Centro Musical Theodoro Valcárcel graba para el sello Sono Radio, su primer y famoso disco «Música de los Andes Peruanos».
Para hablar de esta Embajada recurramos nuevamente a lo que dice Guillermo Vásquez en la siguiente nota: «Vencidos al fin tantos imponderables, gracias a una previsora acción de Cuentas Ormachea, que meses antes había dejado un oficio solicitando el uso del teatro, se realizaron actos promocionales como aquél que organizó el empresario Carlos Revoredo en la Casa de la Tradición, en el cual la Diablada y la pandilla puneñas causaron gran impacto entre los periodistas que asistieron al mismo».
«El 4 de agosto de 1962, constituye un gran hito en la historia de ese movimiento social signado por el cultivo y difusión del folklore puneño con acento en la danza y la música. Tan pronto como concluyó la primera danza, Wifala de Asillo y ya apreciados los desplazamientos ágiles y coordinados de sus danzarines, entre ellos las diestras hermanas Santander, el público que abarrotó las instalaciones del Segura, con José María Arguedas en primera fila y grabadora en mano, estalló en aclamaciones y vivas a Puno. Entre bambalinas Cuentas Ormachea, el gestor indiscutido de ese triunfo, no pudo controlar la emoción. Aunque acondicionadas para su demostración en tablas, se habían reivindicado las antiguas manifestaciones musicales y coreográficas de los pueblos quechuas y aymaras y acababa de inaugurarse la marcha ascendente del arte coreográfico puneño.
Estaban previstas sólo dos presentaciones, pero debieron realizarse diez. El Administrador del Teatro ofreció insistentemente cubrir de inmediato una temporada de seis meses; oferta por cierto inviable por las condiciones laborales de los integrantes del elenco musical y el de danzas. Tampoco llegó a concretarse la presentación de la Embajada Folklórica junto al Ballet Ruso Berioska en el Estadio Nacional, promovida por la Asociación de Centros de Estudiantes de la Universidad de Ingeniería, por razones similares»
(4)
Este acontecimiento se repitió el año siguiente, en 1963, en que llega la Segunda Embajada Folklórica de Puno, nuevamente por el esfuerzo del Dr. Cuentas Ormachea. La delegación esta vez estuvo integrada por la Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro dirigida por Carlos Cornejo Roselló y el Conjunto Orquestal Puno dirigido por Castor Vera Solano, en esta ocasión se realizaron diez presentaciones en un colmado Teatro Municipal.
Esta Segunda Embajada llegó a Lima bajo el auspicio de la CORPUNO, realizando sus presentaciones además del Teatro, en Radio Nacional y en la Televisión, en esta oportunidad se grabó 10 bellos temas del disco «Conjunto Orquestal Puno», para la Disquera IEMPSA, que publicó ese reconocido disco bajo su sello Odeon.
En 1964, bajo el auspicio de la Casa de la Cultura dirigida por José María Arguedas y la Corporación de Turismo, viaja a Lima un renovado Centro Musical y de Danzas Theodoro Valcárcel, que ya para entonces, había incorporado un cuerpo coreográfico de danzarines, realizando sus presentaciones en el Teatro Municipal. La APAFIT había ingresado a una etapa de reorganización, en vista que debía rendir cuentas de sus anteriores viajes, como lo tenía exigido, si no, no sería pasible de recibir un subsidio de tres mil soles mensuales que la Casa de la Cultura a cargo de José María Arguedas, les tenía acumulado del año 1963.
En 1965 el Centro Musical y de Danzas Theodoro Valcárcel, realiza tres excelentes presentaciones artísticas en el Teatro Municipal, a partir del 30 de Octubre, actuaciones muy concurridas y que son preparatorias de su viaje a Méjico donde se presentaría en el Palacio de Bellas Artes de la capital mejicana.
En Agosto de 1966, se presenta durante 10 días en el Teatro Municipal de Lima, una nueva delegación artística de Puno integrada esta vez por la Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro APAFIT, bajo la dirección de Carlos Cornejo Roselló y el Conjunto Orquestal Puno, bajo la dirección de Castor Vera Solano; estas presentaciones se realizan bajo el auspicio de la Casa de la Cultura, la Universidad Nacional de Ingeniería y de la Corporación de Turismo, CORTURPERÚ.

Es necesario reconocer que esta etapa de esfuerzos por cultivar y difundir nuestra música y danzas, concluye con la llegada a Lima de estas Embajadas Folklóricas de Puno; que muestran por primera vez en el Teatro Segura primero y luego en el Teatro Municipal de la ciudad capital, como en otros escenarios de radio y televisión, y en diversas oportunidades en esos años, el amplio y calificado bagaje de la música y danzas puneñas.
Además de sus presentaciones en Televisión, estas actuaciones fueron muy bien informadas y comentadas por los medios de prensa más importantes de la época, como La Prensa, El Comercio, Caretas, Expreso, cosa rara entonces, pero finalmente bien reconocida, con muy buenos comentarios de parte de Cesar Miró, Sebastián Salazar Bondy, José María Arguedas, Alfonsina Barrionuevo entre otros periodistas e intelectuales, que supieron apreciar y valorar la calidad y variedad musical y coreográfica que se practica en nuestro departamento.

¿Cuáles fueron los primeros valiosos comentarios de los medios de comunicación de Lima acerca de esta delegación?.

Aquí algunos de ellos:
«....los danzarines apenas han dado unos pasos y el público se alza como si no pudiera soportar el peso de la emoción que la música y la coreografía le transmiten y aplauden en verdadero estado de delirio»
(José María Arguedas en «El Comercio» Lima, 11 de agosto 1962).
«...
han desplegado ante los ojos admirados del público citadino las más hermosas versiones del alma ‘‘qollavina’’ en una verdadera fiesta de color y belleza». (Alfonsina Barrionuevo en «Caretas», Lima 13 agosto 1962).
«...
en la humorística y suntuosa Diablada, donde los caporales, los diablos mayores, tienen algo de príncipes, no solo por el lujoso vestuario, sino por la aristocracia de sus movimientos» (César Miró en «El Comercio» 19 de agosto 1962).
«Cuando los danzarines de Puno soltaron sobre el escenario del Teatro Segura su mundo mestizo de colores, nos dimos exacta cuenta del valor de nuestro folklore». (Augusto Tamayo Várgas, «El Comercio», 3 de setiembre 1962).
«La Otra Capital».
Luego de esa importante presencia, vendrían un sin número de agrupaciones musicales y de danzas a difundir el arte puneño en Lima, con ello se marcaría la diferencia acerca del conocimiento del folklore puneño y los medios de comunicación verían con otros ojos estas «otras» manifestaciones provincianas. Al respecto José María Arguedas, gran estudioso del folklore le tomó muchísimo interés al asunto, comentando que Puno ayudó a descubrir al Perú indígena, para ello él mismo tuvo que viajar a Puno para constatar la belleza y variedad del folklore puneño y calificar a dicha ciudad como «Puno la otra capital del Perú» es decir la capital del folklore, en un artículo muy significativo que publicó a página completa en el diario «El Comercio» el 12 de noviembre de 1967, el que reproducimos en la siguiente página (su transcripción textual esta al final del libro).
De lo dicho definimos lo siguiente, que en la década de los años 60, tres fueron los factores que contribuyeron a que los puneños en Lima se inquietaran para tomar la iniciativa de organizarse por medio de instituciones.
Como primer factor destacamos la presencia de esa primera Embajada Folklórica Puneña, promovida por el Instituto Americano del Arte, bajo la dirección del Dr. Enrique Cuentas Ormachea que trajo a Lima lo mejor del amplio bagaje cultural puneño en presentaciones artísticas que tuvieron gran resonancia, que se repitieron por varios años, por lo que ya entonces Puno fuera calificada como la «Capital Folklórica del Perú», lo que motivó como segundo factor, que los medios de prensa y los difusores de la cultura andina se interesaran en la cultura puneña, entre los que hay que destacar al gran estudioso e intelectual José María Arguedas, quien publicó en el diario «El Comercio» un articulo a página completa, que fue todo un rescate de lo que representaba el otro lado de la cultura andina, reflejando así la valía de una parte importante que esa cultura desconocida, un tercer factor determinante, fue la promoción turística que de parte del Estado se le brindó a la celebración del Tercer Centenario de la fundación española de la ciudad de San Carlos de Puno.
Sin embargo a todo ello hay que agregarle un cuarto factor, que no podemos soslayarlo, como fue la situación política del país a fines de los años 60, en la que un gobierno de orientación nacionalista, acercándose a la cultura andina, empezó a promover el rescate de la identidad nacional, con medidas y cambios estructurales que despertaron el pensamiento hacia lo nacional, dentro de lo que estaba considerada la cultura andina, y que por supuesto Puno con toda su tradición cultural de más de mil años no podría, no podía estar ajena.
Estos hechos resultaron un gran impulso para que los puneños en Lima, se organicen por medio de instituciones que los ayuden a conservar sus tradiciones, costumbres y modos de vida, por eso es que a continuación presentamos un recuento de las instituciones antecesoras de Brisas del Titicaca y de los grupos en torno a los que se agruparon los puneños; no es un estudio completo al respecto, -está en elaboración un trabajo mayor acerca de la migración puneña en Lima- pero sí nos ayuda en gran forma apreciar las circunstancias como grupos de personas asumen la necesidad de mantener nuestras costumbre y tradiciones desde siempre, en la gran urbe invadida de provincianos en que se ha convertido Lima.
Instituciones Puneñas en Lima.
En la década del 50 existía una importante institución popular denominada: «Central de Instituciones Puneñas» que congregaba a puneños de diferentes provincias y distritos de los sectores populares, especialmente del sector aymara y quechua del norte de Puno. Realizaban diversas actividades donde participaban tropas de sikuris, tarqas, bandas de músicos especialmente en las competencias deportivas que organizaban, como en la celebración de los carnavales o en el aniversario de Puno, la «Central de Instituciones» cotidianamente realizaba grandes presentaciones especialmente los días sábados, en el Jr. Sebastián Barranca. De entonces también hay que tomar en cuenta que una de las primeras «fiestas patronales» de los puneños en Lima, fue la Fiesta de San Francisco de Borja, «Tata Pancho» de Yunguyo.
Con el tiempo la Central de Instituciones Puneñas dejó de realizar actividades por el surgimiento del sectarismo en el pensamiento de personas que decían representar a espurias «clases sociales» y la permanente rivalidad entre quechuas y aymaras. Algunos de sus integrantes acordaron organizar después la actual «Asociación Central Folklórica Puno», fundada formalmente años después.
De esa época predecesora data la creación de la mayoría de instituciones que actualmente forman la «Central Folklórica»: La Asociación Cultural Toquepani, fundada en 1957; el Centro Social Pusi, en 1959; el Club Atlético Pajana San Isidro, en 1961; los trabajadores de la pesca del Club Deportivo Cultural Unicachi de Yunguyo, en 1961 en el Callao, en la fundación de la Central también estuvieron el Centro Social Cahuaya Rosaspata, Huancané (1965), la Asociación Tirapunku (1964), San Salvador de Cotos de Huancané (1969), Conjunto Folklórico Sankayos de Moho, la Asociación Juvenil Puno (1970), y que junto a otras 22 instituciones fundaron la «Central Folklórica» el 25 de marzo de 1979. Paralelamente existían, clubes familiares, deportivos, asociaciones de comerciantes, trabajadores de municipios, emigrantes del sector aymara y quechua, como otros grupos humanos sin mayor organización, tanto en Lima como en el Callao. (4)
Otras instituciones formadas por esa época: el Centro Social Yunguyo (1954), Centro Social y Cultural Juli (1956), Centro Social Azángaro, como otras muchísimas más que no registramos.
El Instituto Puneño de Cultura fue una institución muy importante, fundada el 4 de noviembre de 1955, por los escritores e intelectuales puneños: Ricardo Arbulú, Gamaliel Churata, Alberto del Castillo, Pablo Iturri, Ernesto More, Dante Nava, Alejandro Peralta, Luis de Rodrigo y Emilio Vásquez y que en el tiempo realizaron una intensa actividad de proyección cultural, institución que tiene algún nivel de vigencia hasta el día de hoy.
Existían otros grupos, no necesariamente musicales, que se reunían en actividades sociales. Entre ellos estaba el «Centro Carolino», integrado por ex alumnos del Colegio San Carlos; el Club Juvenil Puno, bajo la Presidencia de Antonio Zirena se reunían en su oficina del Jr. Moquegua, bajo el auspicio del diputado Teófilo Monroy.
Existía el Centro de Estudiantes Puneños que funcionara durante muchos años en la Universidad de Ingeniería promoviendo la actividad política, gremial y cultural de los estudiantes puneños en Lima, durante muchos años. Estos grupos «representaban» a las capas económicamente medias y altas de puneños en Lima; aunque un sector de orientación popular del Centro de Estudiantes puneños, con la participación de estudiantes de las universidades San Marcos, Agraria, Cayetano Heredia, forman en 1970 la Asociación Juvenil Puno, institución que luego crearía su conjunto de sikuris «27 de junio», y que en los años siguientes se convirtió en el principal promotor del Sikuri en Lima, por medio del encuentro anual de sikuris «Tupak Katari» que hoy ya lleva muchos años de realizarse cada año en Lima.
También estaban el Centro Social Femenino Puno, el Club Departamental Puno, así como otras instituciones que existían entonces, que reunían con preferencia a los puneños con apellido «reconocido» o que tuvieran una posición socio económica «respetable». Por supuesto, quedaba marginado quien pertenecía a las «clases populares,» llamados «Poblanos», sus actividades las realizaban en el ámbito de la clase media alta: en el Club de la Unión, en el Club Arequipa, el Hotel Bolívar, entre otros ambientes seleccionados. Era característico que el «Club Departamental Puno» no abriera sus puertas al puneño en general. En ese entonces seleccionaba rigurosamente a sus invitados, hoy ha cambiado mucho esa política, para beneplácito de muchos puneños en Lima.
El Centro Social Femenino Puno fue fundado el 26 de octubre de 1955. En 1959 las damas del Centro Social Femenino Puno, junto con sus esposos, acuerdan formar una agrupación más amplia que incluyera a los varones y así se formó «La Casa Puno», con el principal objetivo de adquirir el local del Jr. Cervantes 163 en Lima. El 11 de diciembre de 1959, ambos grupos fundan el Club Departamental Puno. El mayor aporte para la adquisición del local lo suscriben las señoras, por lo que en su local se reunían habitualmente, el Centro Social Femenino y el Club Departamental. Es recién en 1987, siendo Presidenta del C.S.F.P., la Sra. Rosa Bacigalupo, y Presidente del C.D.P., el Sr. Alberto Paniagua Daniels, es que se fusionan ambas instituciones. El Centro Femenino se convierte en el Comité de Damas del Club Departamental, cuya Presidenta es elegida a partir de entonces junto con la Junta Directiva del Club.
Hoy, respecto a la cantidad de agrupaciones de residentes puneños en Lima, Jesualdo Portugal(4) en un registro y catalogación que realiza, contabiliza más de 300 agrupaciones y clubes, de la más diversa índole, sociales, culturales, musicales, dancísticas, deportivas, comerciales, familiares, comunales, distritales, provinciales, etc. Están en la Asociación Central Folklórica que cuenta con un coliseo en la Av. Las Torres de Ate, están en el Callao, integrados en una Asociación Departamental de Instituciones Puneñas, están en el cono norte, Independencia, Comas; en el Cono Sur, Villa María del Triunfo, Villa el Salvador, San Juan de Miraflores; están en San Juan de Lurigancho, y muy pocos en el Cono Este de la Gran Lima.

La Música Puneña en Lima.

Años después de la segunda Guerra Mundial, el mundo europeo se reconstruía, Estados Unidos ingresaba a una etapa de desarrollo y dominación del mundo, los paises del primer mundo requerían materias primas para su industria, uno de los paises abastecedores de ese mundo siempre ha sido Perú, grandes empresas instaladas en Lima, requerían mano de obra, mientras que el ande y el campo controlado por el gamonalismo se empobrecía más; así empezaron a llegar a Lima una de las primeras olas de migración, el poblador andino venia con su música, y los cantantes y grupos musicales «vernaculares» ya se presentaban en locales públicos; las «barridas» empezaron a proliferar, en los años 50 además del distrito de La Victoria, una de las más populares era la barrida llamada «27 de Octubre», surgida a fines de los años 40, y nombrada así porque en esa fecha de 1948, Manuel Odría dio un Golpe de Estado en Arequipa, y que después del gobierno de Odría cambiaría de nombre y se convertiría en el Distrito San Martín de Porres, también consideramos a los barrios Ciudad de Dios, Villa María, que aparte de los barrios Piñonate, Conde de la Vega, San Cosme, el Agustino y otros a donde llegaron los migrantes provincianos. Epoca de bonanza económica en que se crearon y construyeron diversas unidades vecinales como barrios obreros y populares.
Ya entonces, la música folklórica por ser nacional y autóctona era protegida por el Gobierno, mediante la Ley Orgánica de Educación, además que la promovía, inclusive subvencionando su difusión y cultivo; ante la proliferación de grupos y artistas que reclamaban ser calificados como folkloristas y en afán de organizar y ordenar esa música, el Ministerio de Educación emitió una Resolución Ministerial (Nº 11033) del 12 de noviembre de 1954, mediante la cual se resolvió, que la música Folklórica debería ser calificada como tal, por la Dirección de Educación Artística y Extensión Cultural de dicho ministerio, para que pueda ser difundida en las radioemisoras y otros escenarios del país.
En aquel tiempo la música puneña no se escuchaba en las emisoras, salvo algunos temas grabados por Huirse. Es necesario tomar en cuenta que la música puneña hasta entonces solo había sido grabada en Buenos Aires, en discos de carbón de 78 rpm, por el destacado maestro Jorge Huirse Reyes, luego reproducidas en nuestro país en discos de Larga Duración de acetato, pionera labor del calificado músico Huirse; hemos detectado hasta 25 temas de música puneña orquestada en la amplia discografía de Jorge Huirse.
Es bueno recordar que el gobierno de Manuel Prado promulgó, recién el 17 de marzo de 1958, la Ley 12980, (publicada en El Peruano el 01/04/58) que liberaba la importación de discos de carácter cultural y disponía se imponga un impuesto selectivo a los discos de música comercial, téngase en cuenta que solo a partir de ello se podían importar con mayor libertad, discos de 33 rpm, que entonces importaban RCA Víctor, Sono Radio y Virrey, subsidiarias de empresas internacionales en el Perú. A fines de la década de 1950, la primera empresa manufacturera nacional de discos de acetato fue Discos MAG, luego aparecería IEMPSA y posteriormente FTA, que le dedicarían su producción no solo a la música «comercial» nacional e internacional, sino también a la música criolla y «vernacular», por eso una de las primeras opciones fue el adquirir los derechos de RCA Víctor de Argentina, para reproducir en el Perú, no solo en discos de carbón, sino ya entonces en discos de acetato; las grabaciones de música criolla y andina que realizara Jorge Huirse.
Esta dicho que en aquel tiempo las primeras grabaciones de música puneña las hizo Huirse con las voces de Jesús Vasquez, Los Troveros del Perú, como otros artistas argentinos
En el Perú la música puneña fue grabada por conocidos músicos y cantantes «vernaculares», como el Picaflor de los Andes, el Jilguero del Huascarán, el Embajador de Quiquijana, entre otros; por ejemplo, obra en nuestro poder algunos discos de 45 rpm «Caballito de Chocchiporque» grabado por el Conjunto Kori-Marka de Tinta o «Frutera Serrana» grabado por el Embajador de Quiquijana.

En cuanto a grabaciones de músicos puneños, tenemos información que la primera grabación en Lima de música puneña por un conjunto, la realiza el Centro Musical Ayaviri, en discos de carbón de 78 rpm, en el sello RCA Víctor y que luego son editados en un LP junto las grabaciones del Centro Musical Yunguyo, es necesario mencionar este ultimo llegó a Lima entre fines de 1959 y 1960, a grabar en el antiguo sello MAG, en mérito de haber obtenido durante tres años consecutivos 1957, 1958, 1959, el primer lugar en el Concurso de Estudiantinas que organizaba el Instituto Americano de Arte con motivo del aniversario de la ciudad de Puno en el mes de noviembre, estas grabaciones son publicadas tiempo después en un LP del Sello MAG, con el nombre de «Aires del Altiplano», junto con el Conjunto Musical Ayaviri, en el disco se registra como «Conjunto» y no como Centro Musical ya que la disquera (MAG) no tenía los derechos de edición de este último (RCA Víctor). Hay que tener presente que el Centro Musical Theodoro Valcarcel, los años 1955 y 1956 había obtenido el primer lugar en el Concurso de Estudiantinas que organizara el Instituto Americano de Arte, realizando luego sus primeras grabaciones en discos de 45 RPM de Sono Radio.

Otra de las primeras grabaciones en 78 rpm las realizaron «Las Hermanas Madrid» con la Estudiantina Lampa y que se convirtieron en discos de 45 rpm en el sello Odeón de IEMPSA que luego derivó en un disco de Larga Duración, aquí también hay que tener en cuenta que quien en realidad graba es el Centro Musical Lampa, pero por no tener los derechos de grabación, (pertenecían a Sono Radio) en el lado B de ese disco se toma el nombre de «Estudiantina Lampa»; tenemos en la mano un antiguo disco de 45 rpm grabado en enero de 1963 por los Aravicus, con los temas Bella Tierra Mía y Alalau Chirihuayrita, la particularidad de esta grabación es muy singular, el ritmo al que están grabados los dos temas es al estilo cusqueño/abanquino, muy rápido, distintamente diferente del estilo de «huayño pandillero» que se impuso fuertemente en todo el departamento de Puno desde fines de los años 50 y quien desee confirmar esta grabación, hoy pueden visitar en esta dirección de internet: www.dada.com/aswanqhari/.
Posteriormente vendrían las grabaciones ya con características de huayños «pandilleros», las primeras grabaciones de música puneña en discos de larga duración, que publica Sono Radio en sistema monaural son «Música de los Andes Peruanos» del Centro Musical Theodoro Valcarcel (LPL-2016), «Paisaje Andino» del Centro Musical Lampa (LPL-2052), luego «Brisas Puneñas» Centro Musical Yunguyo (LPL-2230).
La disquera nacional IEMPSA más interesada en la música Folklórica publicó «Brisas del Titicaca» de Los Intimos de Juliaca, (Odeon, LD-1360) «Cantares del Altiplano» del Centro Musical Ayaviri (Odeon LD-1355), «Conjunto Orquestal Puno» (Odeon LD-1406), «Qhantati Ururi» (Odeon LD-1419), «Puno Pandillero» (Odeon LD-1508)
Ya en el sistema estereofónico, se publica el disco «Linda Puneñita» de los Intimos de Puno en 1966, (Líder IEMPSA LD-1569)
Debemos distinguir muy claramente los distintos «estilos» de los conjuntos musicales de las provincias de Puno, plasmados en sus diversas grabaciones.
Es necesario destacar la grabación «Lucero del Amanecer» del Conjunto Qhantati Ururi, por ser el primero de música autóctona interpretada en instrumentos de viento y percusión en el sello Odeón de IEMPSA; el conjunto viajó a Lima en marzo de 1965 trayendo 30 danzas, en aquel tiempo, la inquietud por ver o conocer la música y danzas autóctonas de Puno, ya se manifestaba muy intensamente en los medios populares y sectores «cultos» de Lima; ante esa actitud ya conocida con anticipación Qantati Ururi se presentó en el Coliseo Nacional, en las ruinas de Puruchuco, en el Parque El Olivar de San Isidro, en el Ministerio de Educación (Canal 7TV) y Radio Nacional, presentándose también en el Palacio de Gobierno, interpretando el Himno Nacional con instrumentos andinos, ante la presencia del Presidente Fernando Belaunde, para finalmente realizar la grabación mencionada.
Al año siguiente en 1966 llega el conjunto de música y danzas autóctonas «Los Mensajeros del Ande de Cojata», presentándose en diversos escenarios, incluido el penal del Frontón, con el auspicio de los directivos de Brisas del Titikaka, llegando a grabar su disco «Zampoñas y Sikuris» en Sono Radio, con el nombre de Embajada Folklórica de Cojata, bajo la dirección de Guillermo Paco Cama (LPL 2109).
En 1956 se creo en Lima la «Compañia Zampoñas del Titicaca», conjunto musical con instrumentos autóctonos de zampoñas, tarkas, y pinquillos, integrada en su mayoría por huancaneños realizando sus presentaciones en el festival folklórico de la Pampa de Amancaes donde, como está dicho, los años 1957 y 1958 se hicieron acreedores a medallas de oro y diplomas de honor, este conjunto años después en 1966, grabaría para Sono Radio su disco LP «Zampoñas del Titicaca» bajo la dirección de Simón Huanca Pallo (Sono Radio LPL 2190)
Entre los grupos musicales y de danzas que existían entonces en Lima están la Embajada Folklórica Usicayos de Carabaya dirigida por Leonardo Gonzales (1957), la Embajada Folklórica Balseros del Titicaca de la misma época, dirigida por Máximo Pari Galindo, que también se presentaban en el Coliseo Nacional en La Victoria o del Puente del Ejército, ambos grupos vigentes hasta hoy.
Existía el Conjunto Alma Kollavina dirigido por Joaquín Vélez, cuyo cantante era Julio Sancho, agrupación musical que contó con gente del sector quechua; integrada fundamentalmente, por juliaqueños; de ahí que eran llamados los «Juliaquences». Posteriormente Julio Sancho, actuaría como solista en diversos grupos musicales, en 1963 grabó por primera vez esa anónima y tradicional «Serenata Puneña» con el título de «Por tu Natal», dedicada a Adriana Condori, como dice el interprete; grabado con el acompañamiento del Conjunto Alma Kollavina, aunque en la grabación en 45 rpm se registra a «Los Huayruros» dirigidos por el propio Julio Sancho, que también grabó los temas Kaluyo, Pomateñita, Ojos Negros, en el sello Virrey.
A finales de los años 50 existía el «Centro Musical Puno», que era dirigido por Luis Naldos Paniagua, esta agrupación desarrollaba su actividad en el restaurante Jardín Yolanda, en Jesús María, donde concurrían puneños de diferentes provincias. Esta agrupación musical existió antes que el grupo de Brisas, en tal condición poco tenía que hacer con Brisas del Titicaca, sin embargo reunía entonces a muchísimos puneños a través de las concurridas reuniones que realizaba en el mencionado restaurante.
Paralelamente existía la «Estudiantina Puno», que en el año 1961, ganó el primer lugar en un concurso de Estudiantinas organizado en Radio Nacional. La mayoría de sus integrantes eran pomateños entre los que podemos mencionar a Vicente y Fernando Catacora Miraval, Augusto Portugal Vidangos, Theodoro Iturry, Adrian Arce Iturry, Alberto Faggioni, Manuel Achata, Walter Díaz, Angeles Figueroa, (5) por ello los llamaban los «Pomavitas».
Es necesario tomar en cuenta que parte de este sector de puneños provenientes del sur de departamento, siempre mantuvieron una relación constante de amistades, principalmente al rededor de la música, este grupo en algún momento forma el Centro Musical Aymara y luego la Estudiantina Pomata, de la cual tenemos una antigua grabación artesanal, y posteriormente en la Estudiantina Cuerdas del Lago.
Años después algunos personas de este grupo formaron la Estudiantina Cuerdas del Lago, convertida en Club Cultural, el 28 de julio de 1967, mientras que otros se incorporaron a Brisas del Titicaca o compartieron ambas instituciones. Este grupo de puneños desarrollaba su actividad paralelamente al grupo que estaba en torno a Brisas, así lo evidencian los documentos originales (*) en los que figuran los nombres de quienes integraban el Centro Musical Brisas del Titicaca hasta julio–agosto de 1967. Tiempo después: «Brisas» y «Cuerdas» generarían una competencia rayana en la rivalidad; a veces insalvable, aunque fraternal, tanto en el aspecto artístico (danzas y música), como en el deportivo, hasta que hoy este club ha dejado de realizar actividad alguna y como alternativa la gran mayoría de sus integrantes, desde 1996 se han incorporado masivamente a Brisas del Titicaca, cuando esta institución inicia su despegue de crecimiento y desarrollo, y abre sus puertas a «todos los puneños».
La Estudiantina del Club Cultural Cuerdas del Lago, plasmó su trabajo musical en un excelente disco de Larga Duración grabado en el año 1975 en el sello Sono Radio, bajo la dirección Alberto Faggioni Mallea, mientras que la Estudiantina de Brisas del Titicaca, ese mismo año realizó su primera grabación, en un disco de 45 RPM, bajo la dirección musical de Justo Obando, con la voz de la destacada y conocida artista puneña Asunción Garnica Gamero, gracias a una actuación realizada en el Teatro Municipal, cuando concluía su periodo presidencial Víctor Naldos. Es recién en el año 2000, luego de 38 años, bajo la presidencia de Luis Arenas Lozada, con la dirección musical de Javier Salas Avila, realiza su primera grabación en un disco compacto que ha sido reeditado en miles de miles de copias, que incluye temas de todas las provincias de Puno, de ahí su gran popularidad y en el año 2005 realiza una segunda grabación con temas de danzas, bajo la dirección de Percy Bueno Ramirez.
Sin embargo debería tratar al final de esta parte, la presencia muy destacada del folklorista Gerardo Barbosa Idiaquez, que desde los años 50, no cesa de seguir bregando en defensa de la música puneña, así como la presencia desde entonces y antes, del talentoso y hoy muy reconocido músico Puneño Edgar Valcárcel Arze, quienes, guardando las distancias, merecen un tratamiento muy especial sobre su participación en esa lucha por difundir la «música puneña». Tendremos la ocasión de hacerlo.

Los Provincianos en la Capital.
E
n resumen, los puneños en Lima actuaban según los conceptos heredados de Puno, donde hasta 1956 en la capital de Puno los «indios» no podían entrar a dicha ciudad con su trajes típicos, sin antes haber pedido permiso; o conforme a «lo establecido» desde tiempos de la colonia y el gamonalismo muy determinante en mucho tiempo en Puno, cuando se creía en la diferencia de las clases sociales; con razón o sin ella, cada quien se ubicaba en la más alta o en la más baja y cada uno según su estilo, trató de establecer en Lima esa anacrónica diferenciación que el tiempo aun muy poco ha borrado.
Un material muy importante acerca de la migración de los provincianos a Lima y en general a otras ciudades fuera de su tierra, la han escrito Jüngen Golte y Norma Adams,(6) ellos realizan en su libro una investigación muy interesante acerca de la presencia de un grupo de puneños en Lima, y se refieren en especial a migrantes del distrito de Asillo de la Provincia de Azángaro, hablan de cómo se van integrando en la gran ciudad, con todos sus modos y tradiciones.
El ejemplo que se hace de los asileños que se dedicaron a las confecciones es muy emblemático, de ahí que en este tiempo podemos concluir contundentemente cómo los puneños nos hemos asentado en Lima; con el uso común del apoyo mutuo y la solidaridad recíproca, es decir el ayni, la apjata, tradiciones ancestrales andinas, que en nuestro pueblo, siempre han sido la base para imponer nuestra presencia, la unión y la ayuda mutua han sido el sosten para salir juntos en busca del progreso, la unión grupal entre los coterráneos nos ha servido para alcanzar nuestros objetivos positivos. Por eso es que ahora podemos ver cómo el grupo de yunguyeños que primero se han dedicado a la pesca, luego a las especerías, ahora lo hacen en los mercados con mucho éxito, o ver cómo los juliaqueños se han dedicado primero al comercio ambulatorio, a la artesanía, a los tejidos, y hoy a los grandes mercados artesanales dedicados al turismo, como otros tantos puneños que han orientado su actividad en lo que hoy es el gran emporio comercial de «Gamarra»; y así fue el comportamiento de la gran mayoría de los puneños en Lima, no necesariamente «pudientes» que mantuvieron latente su identidad y sus costumbres tradicionales, comportamiento muy distinto por cierto, al de algunos profesionales o empleados públicos que también llegaron a Lima en busca de un mejor futuro, pero que no necesariamente mantuvieron en pleno sus identidades, muchísimos de este sector fueron «absorbidos» por la «cultura» de la ciudad, criolla, aristocrática, limeña, etc. aunque otro sector de profesionales y empleados públicos si mantuvo su identidad y apego a las tradiciones puneñas, gracias en gran parte a Brisas del Titicaca, que en el caso, es el resumen de todas las identidades puneñas, donde su objetivo/fin ha sido y es la música y las danzas.
Transcribimos un párrafo del libro de Golte y Adams, allí se dice: «La experiencia histórica de migración por otro lado ha dado la oportunidad a los asileños, y con ellos a la gente del altiplano en general, de desarrollar una cultura, que permite la identificación con el lugar y sus habitantes a pesar de largas ausencias».... «El individuo se identifica por medio de la música y las fiestas patronales con paisanos y parientes. La ayuda entre ellos y el mantenimiento de las referencias de origen resultan una obligación».
Tan cierto que hoy, no hay institución de puneños en diferentes lugares del país, que se precie como tal, que no celebre su «Fiesta Patronal», como buen motivo para reunir a sus coterráneos e integrarlos en afán de las ideas, modos y costumbres comunes que comparten aunque sea una vez al año, actividad donde nos hemos visto muy involucrados en los últimos años, por ser sus promotores.
Para mejor análisis acerca de la migración puneña en Lima recomendamos la lectura del libro de Golte y Adams.
Concluimos que la gente puneña reunida en torno a Brisas del Titikaka, pretendió unir no solamente a los coterráneos de las comunidades, sino también de las ciudades, de ahí el buscar una alternativa de contar con una institución de carácter popular y sin discriminaciones que en el tiempo y los años se ha logrado, aunque se mantenga aun presente la incomprensión innecesaria entre los puneños, no solo allí sino donde estén, que al decir de don Samuel Frisancho Pineda, «Que porqué los puneños son así, por qué viven todavía como andaluces y vizcaínos, peleándose y odiandose»(9).
Del mismo modo podemos concluir, -para este caso del grupo en torno a Brisas del Titicaca- que desde siempre, la clase media puneña afincada en Lima, ha buscado un espacio para reunirse y desarrollar su principal inquietud que la lleva impregnada en la sangre: la música y la danza. En el lugar donde se reunían puneños no faltaban instrumentistas que evocaran la música y danzarines que bailaran entusiasmados y fue lo que aprovechó muy oportunamente la gente de Brisas del Titicaca desde sus inicios hasta hoy, y que le ha servido de mucho para convertirse en una gran institución, a donde «muchos» desean pertenecer.
Esta inquietud principal «llevada en la sangre», fue la base fundamental para la formación de muchas asociaciones de puneños y por supuesto el éxito que ha alcanzado durante estos años Brisas del Titicaca, luego de su formación como «Conjunto Musical» en 1961, así es, en 1961, para convertirse formalmente en «Centro Musical» en diciembre de 1965, elegir su primera directiva en febrero de 1966, convertirse en «Asociación Cultural» en noviembre de 1968, consolidarse legalmente en 1970, cuando es inscrita en Registros Públicos, y finalmente promover su crecimiento y desarrollo desde 1994.
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NOTAS:
(1) Cristiam Reynoso Torres. «LATIGO DEL ALTIPLANO. Biografía de Samuel Frisancho». Lago Sagrado Editores. Puno. 2002, pág. 35.
(2) Ver: Guillermo Vásquez Cuentas. «LA OBRA DE UN EDUCADOR CULTURAL» Publicado en el diario LOS ANDES, Puno, marzo 2002. Discurso pronunciado por el autor con ocasión de conferirse al Dr. Enrique Cuentas Ormachea, la distinción CONDOR DE ORO DE LA CULTURA PUNEÑA por La Asociación Cultural Brisas del Titicaca.
(3) Diario EL PERUANO, 23 de noviembre de 1957.
(4) Ver diarios El Peruano de la fecha.
(5) Los datos se toman de las revistas: Altipampa, AswanQhari, Ecos de la ACFP, Wiñaymarka, Boletín del CDP, Yatiri, AJP, entre otros diversos voceros de instituciones de residentes puneños en Lima, publicadas en diferentes fechas. Ver Bibliografía.
(6) Jesualdo Portugal Castello. «Instituciones de Puneños». en Revista ALTIPAMPA Nº 4. Lima . Febrero 1999.
(7) Julio Monje Herrera. BRISAS DEL TITICACA. APUNTES PARA SU HISTORIA. Edic. ACBT. 1999. pág 115.
(8) Jüngen Golte y Norma Adams. LOS CABALLOS DE TROYA DE LOS INVASORES.Estrategias campesinas en la conquista de la Gran Lima. IEP. Lima 1987 pág. 179-187, «Asillo, Indios sin mistis»
(9) Cristiam Reynoso Torres. «LATIGO DEL ALTIPLANO. Biografía de Samuel Frisancho». Lago Sagrado Editores. Puno. 2002, pág. 94.