¿AYLLUS REALISTAS EN LOS PARTIDOS DE AZÁNGARO Y LAMPA EN EL OCASO DEL PERIODO VIRREINAL? : “LAS TROPAS DEL REY”
por Roberto Ramos Castillo
28 de mayo, 2022
En
los últimos años, la historiografía en torno a la Independencia reclama
considerar otro tipo de actores sociales, más allá de los héroes y elites del
ejército patriota y el ejército realista. La historia que narramos es un
estudio de carácter local y corre en sentido contrario a la de los patriotas,
pues describe las contribuciones de los ayllus, de los españoles,
de los hacendados y las elites del poder imperante a las tropas realistas.
Precisamente, registramos las contribuciones de cerca de cuarenta ayllus del
partido de Azángaro en el contexto del paso de las «tropas del rey» por la
sección norte del altiplano del Titicaca en septiembre de 1824. El ensayo
pronto a publicarse, titulado “¿Ayllus realistas? Las tropas del
rey en el partido de Azángaro y Lampa en el ocaso del periodo virreinal, 1824”,
pretende además dar una mirada más descentrada, regional o tal vez local de
aquel momento de la historia desde otras «ontologías».
La
investigación es fruto de la revisión del archivo personal (inédito) de Juan
Antonio Larrauri, “teniente coronel del Ejército, juez real, gobernador
subdelegado, comandante militar” y, por tanto, autoridad de mayor jerarquía en
el pueblo de Azángaro entre 1820 y 1824. Los manuscritos de la guerra
independista que el subdelegado custodió permiten identificar a las comunidades
andinas. Las extensas nóminas de contribución a los ejércitos regulares y
milicias defensoras de la monarquía, denominadas «razón y cuentas de los ayllus»,
sugieren la existencia de una forma de articulación entre las autoridades pro
españolas, encabezadas por la autoridad real, y los indígenas azangarinos.
¿Cómo entender las contribuciones de los ayllus a las banderas
realistas? ¿Cómo procesaban los campesinos el desprenderse de sus bienes y
capitales? Es probable que los ayllus estuviesen «entre la
espada y la pared», entre el bando realista y el patriota. Las exacciones, de
hecho, fueron deliberadas; tal vez unos pocos donativos de los comuneros fueron
de talante voluntario.
El
subdelegado impartió órdenes a los alcaldes y recaudadores y estos a los
caciques, segundas e hilacatas para la colecta de todo tipo de
suministros, principalmente alimenticios, en grandes reuniones de acopio en el
corazón de los ayllus puneños. Miembros de los ayllus,
desconcertados en una coyuntura de conflagración, recordaron que, por estos
mismos lugares cuatro décadas atrás, durante la rebelión de Túpac Amaru, o más
de tres décadas después, durante la insurrección del Cuzco, estuvieron en las
mismas circunstancias (Jacobsen 2013; Sala 2018; Ramos 2012; Walker, 2015). Es
difícil saber si los comuneros entregaban corderos, papas, forraje o frazadas
convencidos de la causa realista o, por el contrario, sentían que los
expoliaban. Habría que ponerse en sus pies descalzos, en su lugar, en su
otredad.(1)
El
archivo de Larrauri contiene más de mil nombres de indígenas con la
contribución detallada por cada uno de ellos. Estos padrones ofrecen valiosa
información etnohistórica. Destacan dos categorías importantes en el
sistema de organización socio-política de los ayllus. El «segunda»
era la autoridad de mayor jerarquía en cada ayllu; los hilacatas eran
algunos miembros de apoyo al segunda.(2)
Desde
la perspectiva de género, se anota que en todos los ayllusse
contabilizaron aportes de las mujeres en menor proporción que de los varones.
Tomando solo una muestra de algunos ayllus de Asillo, están
inscritas en las “cuentas y razones” las siguientes mujeres: Jacinta
Chicchiapaza, Polonia Quiñones y Sebastiana Pillco del ayllo Collana.
De igual modo, de veintiséis haciendas en las que se pudo identificar a los
«dueños», en siete de ellas aparecen como titulares mujeres en calidad de
contribuyentes: Margarita Pinto (Ichocollo), Susana Perlacio (Sorani), Doña
Antonia Ortiz (Puruñamarca), Doña Juana Noriega (Payamarca), Doña Petrona
Riquelme (Cantería) y Doña María Costas (Campanani).
En
agosto de 1824, se realizó un censo minucioso de las haciendas del partido de
Azángaro. En él se incluyó un inventario numerado de las cabezas de ganado
denominado «Plan que manifiesta el número de ganado que tienen las haciendas
del partido de Azángaro a su mayor y menor».La inspección rural de cada uno de
los latifundios arrojó un total de 95 haciendas que, en conjunto, albergaban
322 vacas y 9,472 ovejas. La suma total de los animales a todas luces no es
correcta; este recuento debemos entenderlo como la expresión del ocultamiento
de información del número real de cabezas de ganado por parte de los hacendados
en un contexto de guerra civil.
Tintiri antiguo |
A
modo de conclusión, los víveres proporcionados a las tropas de las armas
españolas por los ayllusy los pueblos del partido de Azángaro
fueron producidos en el entorno geográfico. Es recurrente la provisión de
papas, chuño, ovejas, cebada en grano y cebada como forraje para el
ganado caballar. Sin el subsidio de alimentos para los oficiales y soldados,
impuestos a favor de la Corona, y el concurso de soldados indígenas en las
tropas realistas, no hubiera existido la estructura de confrontación pro causa
española. Los datos presentados nos permiten afirmar que el sostén material del
ejército realista cuando pasó por el norte del altiplano recayó en el poblador
común, en nuestro caso, en los ayllus puneños.
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Bibliografía
Bertonio,
L. (2006[1612]) Vocabulario de la lengua aymara. Arequipa: El
Lector.
Calsín,
R. (2018) La proclamación de la independencia en Puno.
Juliaca: Ediciones Andino.
Jacobsen,
N. (2013) Ilusiones de la transición. El altiplano peruano, 1780-1930.
Lima: Banco Central de Reserva del Perú; Instituto de Estudios Peruanos.
Ramos,
A. (2009) Tupamarrus, Vilcapazas, Cataris, Ingariconas.Arequipa: Graphic
Center.
Romero,
E. (1928) Monografía del departamento de Puno. Lima: Imp. Torres
Aguirre.
Sala,
N. (1989) Revueltas indígenas en el Perú tardocolonial. Barcelona:
Universidad de Barcelona.
Torres,
A. (1968) Puno histórico. Lima: Talleres gráficos del Colegio Unión
Ñaña.
Walker,
C. (2015) La rebelión de Tupac Amaru. Lima: Instituto de Estudios
Peruanos.
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Notas
1. Hasta
la década de 1940, la mayoría de los campesinos puneños se desplazaba descalza:
«q´ala chaki» en quechua.
2.
Hilacata, término
de origen aimara, alude a las principales autoridades de alta jerarquía.
Bertonio (2006:540) define hilacata: principal del ayllo. En
la provincia de San Pedro de Moho, en la ribera sureste del Titicaca aimara,
la categoría Jilacata o Jiliri hace
referencia a la máxima autoridad del aylluprehispánico, colonial y
temprano republicano. Actualmente señala al teniente gobernador de las
comunidades campesinas.
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NOTA SOBRE EL AUTOR
Roberto
Ramos Castillo.- Profesor principal de la Escuela Profesional de
Antropología en la Universidad Nacional del Altiplano. Es licenciado en
Arqueología por la Universidad Católica de Santa María de Arequipa y tiene un
doctorado por la Universidad Nacional del Altiplano. Ha publicado, junto a
Moisés Apaza, el libro "Arte rupestre en Puno. Registro y
catalogación" (2013).
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