Liliana Quinto Laguna
En
una sociedad "intoxicada" de vehículos, fábricas, claxons, parlantes,
smog, gritos, violencia verbal y física, renace un lugar donde el viento danza,
y los ríos con peces, paisajes pintorescos donde se pasean vicuñas de ojos
dormilones, cielo azul y paz se reconcilian con el hombre, el campo y su naturaleza
pródiga. Con surcos profundos enmarcados con sudor y esfuerzo, con lluvia que
baña esperanzas e ilusiones, vientos gélidos acarician el rostro. Donde frutos
nutritivos alegran hoy mesas peruanas e internacionales. Los campesinos,
hombres y mujeres sabios, que dialogan con las plantas, la lluvia y el
sol, se cubren con la luna y las estrellas, su descanso apenas se oculta el
astro rey y el despertar en el alba. Esfuerzo consciente que ha permitido que
Perú exporte productos de los que nos sentimos orgullosos. Sierra valiente y
vigorosa, importante despensa familiar, con gran aporte social, que ha dejado
de supeditarse a una remuneración privada o estatal, porque ellos generan su
pan diario, con sus manos, con su entrega, con lo que siembran y cosechan.
Labor encomiable, plausible desarrollada también en Costa y Selva. ¡Nuestro
abrazo solidario y Homenaje! A varones y mujeres del campo. ¡¡Orgullo peruano!!
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