A LOS 239 AÑOS DE LA INMOLACIÓN DE
PEDRO VILCAPAZA ALARCÓN
Bruno Medina Enríquez
A |
l referirme sobre el inmortal Pedro Vilcapaza Alarcón, en
ocasión de recordar el 239 Aniversario de su cruel inmolación y muerte cometida
por los españoles, aquel infausto 8 de abril de 1782, y recordar la importancia
de que su nombre y el conocimiento de su persona por nuestros compatriotas,
sean un ejemplo de comportamiento humano, en la lucha por la reivindicación
social, en la búsqueda de una sociedad al Bicentenario de la Emancipación
En la historiografía peruana se ha considerado el nombre de
Túpac Amaru, como parte de la lucha por la independencia peruana de la corona
española, como si ese gran acontecimiento solo fuera un simple movimiento o
revuelta campesina, que quería restituir el orden incaico y destruir la
sociedad colonial imperante en la época, mientras que el nombre de Pedro
Vilcapaza era totalmente desconocido, salvo con alguna referencia ocasional de
su nombre, sin considerar la importancia que tuvo en la segunda etapa de la
Revolución.
José Domingo Choquehuanca en su “Estadística de la Provincia
de Azángaro” de 1832, ya lo había tomado en cuenta, describiendo en breves
textos la importancia del papel de Vilcapaza en la revolución de Túpac Amaru, como
lo hiciera Modesto Basadre en su “Riquezas Peruanas”, en 1883, en especial al
referirse a la laguna Butijlaca, donde manifiesta estarían escondidos los
tesoros que Vilcapaza habría rescatado de los españoles, y describe a Azángaro
como que ha sido entonces, “la Capital del Imperio de los Incas” y sobre
Vilcapaza a quien lo califica como un indio bien educado, pero radical, un
rebelde que arrasó con todas las propiedades, minas y obrajes de los españoles
a lo largo de todo el norte del Altiplano, primero combatiendo con Andrés y
luego con Diego Cristóbal Tupac Amaru, aunque no hace mayor descripción de sus
acciones, Basadre se informó de ello, cuando en 1849 es nombrado Subprefecto de
Azángaro, pero lo cierto es que sus textos se publican en un tiempo en que poco
se sabía de ello en la historia peruana, y simplemente quedo como un
anecdotario.
La primera persona que reivindicara el nombre de Pedro
Vilcapaza en nuestra provincia y en los medios intelectuales y académicos, fue
Lizandro Luna, por medio de su libro publicado en 1944 “El Puma Indomable”,
apelativo que luego quedó como mejor identificación del prócer, en una época en
la que mencionar su nombre era casi un sacrilegio, era visto como una expresión
de incitar a la rebeldía de la “indiada”, de ahí el importante valor
que le imprime Lizandro Luna en su obra, que más que en un relato histórico, en
una prosa valiosísima que lo enaltece como escritor.
No hay que dejar de recordar que el obelisco que se
construye en aquella época en la Plaza San Bernardo dedicada y realizada
“oficialmente” en homenaje a José Domingo Choquehuanca, a iniciativa y
persistencia de Benjamín Jiménez Camacho, empedernido choquehuanquista, y
autoridad en la época, no está dedicado a Vilcapaza, a despecho de las demás
autoridades y personas notables de aquel tiempo, que jamás permitirían la
reivindicación de aquel indio rebelde, menos aún en algún monumento.
Y de este tema conversamos varias veces hace algunos años
con su autor el Arquitecto Leonel Velarde, allá en su acogedora casa de
Barranco, y en amplios diálogos con su esposa, su hija Etna y el escritor José
Luis Ayala Olazával, con quienes compartimos largas noches de tertulia, el gran
Leonel que había emigrado del Cusco hacia Azángaro, en razón de sus ideas
políticas, y no verse afectado por la represión en su contra, al llegar a esta
tierra y asumir el encargo de la construcción del obelisco, “A Choquehuanca”,
tuvo que nutrirse de mayor información para realizar su creación, razón por la
que se vinculó amicalmente con Lisandro Luna quien ya había publicado una obra
sobre el Amauta, y para él era necesario conocer más sobre José Domingo
Choquehuanca, siendo Leonel un artista e intelectual cusqueño conocía en
amplitud a Túpac Amaru II, pero solo sabía que Vilpacaza era uno de sus
seguidores por lo que de paso se nutrió de conocimiento de las acciones de
Vilcapaza, cuyo importante y heroico protagonismo durante la revolución y luego
de la muerte de Túpac Amaru lo impresionó de sobremanera, y sugirió que también
sea reivindicado en el monumento, pero como el encargo era realizar
el obelisco a Choquehuanca, en la iconografía que se exhibe en el obelisco está
sólidamente presente el Puma Indomable, a lo que Leonel dice: “para mí eso fue
una verdadera reivindicación al indio rebelde”.
En esa misma década de los 50s, en que se crea el Colegio Nacional que luego tomaría el nombre de Pedro Vilcapaza, a solicitud de la población, el Colegio desde su creación se convirtió en una ventana de difusión del nombre vilcapasino, más aún su primer Director, Don Gabino Sumarriva, escribió una obra teatral “El Puma Indomable”, que fue presentado por su alumnado.
Se han escrito varios textos sobre la Revolución
Tupacamarista, pero escasamente sobre la trascendencia de la segunda parte de
dicha revolución, es decir después del descuartizamiento de conductor, casi
nadie hablaba de Diego Cristóbal o de Pedro Vilcapaza, Boleslao Lewin, publica
en Buenos Aires una temprana obra “Túpac Amaru, el rebelde. Su época, sus
luchas y su influencia en el continente” cuya primera edición lanzó Editorial
Claridad de Buenos Aires en 1943. Importante obra sobre el Rebelde para la
época, allí se refiere a la Segunda etapa de la revolución tupacamarista, y
como protagonistas a Diego Cristóbal y a Andrés, sin hacer referencia a Pedro
Vilcapaza, en cambio ensalza el protagonismo de Julián Apaza (Tupac Catari),
resulta de Lewin para desarrollar su libro realizó intensa investigación en
Bolivia, especialmente en Chuquisaca.
El conocimiento de la Revolución Emancipadora de Túpac Amaru
II, recién es promovida y revalorada con mayor ahínco durante el gobierno
militar de Juan Velazco Alvarado, en tanto que aparte de reivindicar algunos
reclamos y demandas que invocara José Gabriel Condorcanqui en beneficio de los
pueblos originarios a la corona Española, como la propiedad de la tierra;
Velazco toma su imagen como ícono para promover e impulsar la Reforma Agraria,
dictada por dicho gobierno, y que se convirtiera en una de sus más importantes
medidas, en tanto que cambió profundamente el régimen de la propiedad de la
tierra, que se mantenía por siglos hasta 1969, propiedad incrementada por los
hacendados luego de la independencia colonial de España, a fuerza de
explotación y esclavización de las masas campesinas, situación que en
Azángaro desde hacía 150 años se había consolidado con mayor fuerza,
no debemos olvidar que en esta provincia de Puno, fue el lugar donde mayores
propiedades tenían los gamonales, inclusive con haciendas que abarcaban no solo
la provincia, sino otras provincias vecinas, y la acumulación de la propiedad
agraria se convirtió en un derecho consuetudinario, para quienes heredaron o
adquirieron de diversos modos, la propiedad de la tierra, tema que amerita
referirse en otra ocasión.
Aunque el nombre de Túpac Amaru II, y su
obra, fue promovida recién en ese periodo con mayor interés, el
nombre de Pedro Vilcapaza y el papel que cumplió en este movimiento no fue
considerado con algún interés, menos con preocupación especial, más aún en
nuestra provincia como en nuestro departamento, salvo el nombre del más
importante colegio secundario, de organizaciones gremiales
campesinas, que a todo derecho tomaron su nombre, además del monumento frente
al templo y la tradicional calle que desde siempre tomara ese nombre.
En la década del 70 gracias a la difusión de la Revolución
de Túpac Amaru, y su reivindicación, una comisión nacional encargada de la
celebración del sesquicentenario de 1971, tuvo la oportunidad de publicar mucho
material referido a los aportes que hubieron para la Emancipación, entre ellos
muchos referidos a Tupac Amaru II, allí vemos de algún modo, el nombre de Pedro
Vilcapasa en su mejor expresión, en los partes de guerra de los generales
españoles que combatieron a Diego Cristóbal y a Vilcapaza en el Altiplano,
informes que desnudan la valentía del ínclito rebelde campesino, así
como permite que nuevos autores se refieran a él, como Atilio Siviriche, o Juan
José Vega, tomándole mayor interés a esta segunda etapa de la Revolución y el
papel que jugaron los líderes revolucionarios, entre ellos un temprano texto de
Fortunato Turpo Choquehuana en 1971.
Luego sucede la Celebración del Bicentenario de la
Revolución en 1980, ocasión que más intelectuales difundieran con mayor interés
su conocimiento. En 1982, hubo una importante presencia de la comisión
celebratoria de dicho bicentenario en la ciudad de Azángaro, valorando con ello
al héroe azangarino, se publicó una estampilla conmemorativa, por disposición
de la ley 23579, en homenaje al Bicentenario de la gloriosa muerte del Prócer
de la Emancipación Peruana Pedro Vilcapaza, recién entonces se le considera a
Vilcapaza como PRÓCER de la independencia.
Aunque ya el 18 de abril de 1828 el Congreso Nacional de la
República a iniciativa de José Domingo Choquehuanca, le había conferido a
Azángaro el honroso título de "BENEMERITO y HEROICO PUEBLO DE
VILCAPAZA" por su participación en la gesta libertaría, tuvieron que pasar
muchos años después en que el gobierno Central el 20 de junio de 1989 expide la
Ley N° 25065, otorgándole el título "AZÁNGARO TIERRA PRÓCER, CUNA DE LA
REVOLUCION EMANCIPADORA DE PEDRO VILCAPAZA.
No debíamos olvidar que el profesor Odón Cárdenas Mayta,
tuvo un importante papel en la decisión de que el Ministerio de Educación
incluyera en algún momento en la curricular escolar de efemérides a celebrar,
la fecha del 8 de abril, recordando la inmolación de Pedro Vilcapaza, hecho que
ha contribuido en gran medida el conocimiento de presencia inmortal en las
nuevas generaciones.
Gracias a todo ello, ya en este tiempo se puede conocer más
sobre Pedro Vilcapaza, muchos autores azangarinos, puneños y otros de dimensión
nacional, que no referimos en afán de no olvidar a alguno, le han
dedicado versos y textos sobre su importante papel en la Revolución
Tupacmarista y su gran contribución, en el proceso de emancipación de la
colonia española, cuyo bicentenario se recuerda este año, y en el papel y
ejemplo moral que continua cumpliendo en el largo proceso de alcanzar la
segunda independencia, no del imperio español sino del imperio del capitalismo,
que seguramente nosotros no la veamos llegar, sino las nuevas generaciones que
siguen su legado, podrán alcanzarla para el bienestar de nuestros pueblos en
una nueva y mejor sociedad.
Aun todos estos hechos, el nombre de Pedro Vilcapaza sigue
siendo considerado con menor importancia en la historiografía del Perú, es
papel nuestro difundir su trascendencia en mérito a su permanente
reivindicación, frente al bicentenario de la independencia nacional, bien por
los diversos homenajes, monumentos, obeliscos que en su nombre se construyen,
de manera oficial, bien por las nuevas generaciones que escriben, y publican
sobre Pedro Vilcapaza, sin embargo nos queda aún seguir repitiendo a manera de
revalorar su valentía, aquellas palabras que retumbaron en la plaza azangarina
aquella soleada mañana del infausto 8 de abril, “ “Llaqtamasiykuna, kay inti
rayku, ñoqa hina wañuyta yachaychis”.
Para terminar con un texto que hube escrito hace ya varios
años, en el diario Los Andes y que es reproducido por Bonifacio Mamani, en su
importante trabajo referido a Pedro Vilcapaza.
“Su pueblo fue redimido con su muerte, la cabeza del rebelde al día siguiente desaparece, rescatada por su hermanos; dice la tradición que fue llevada a ser enterrada en el mismo lugar donde se enterraron los tesoros de los rescates, en la laguna de Putislaka, muy cerca de su Moro Orcco querido, donde viera la luz de la vida, donde ahora podía ver entre las tinieblas de la muerte, la luminosidad que brinda la libertad; la gloria de su heroísmo y la satisfacción del deber cumplido en honor a su pueblo. Sigamos su ejemplo: ¡Nunca estar sometido al poder ignominioso!
Para continuar la hermosa prosa de Lizandro Luna en 1944.
“Con su muerte heroica honra a su raza esclavizada. La
redime del oprobio. Su martirio es una glorificación porque ha muerto de la
muerte de cuatro siglos con el dolor que consumió el indio en su cruenta
esclavitud. Se hunde sereno y firme en su gran noche iluminada, encendiendo llamaradas
de admiración. El gran rebelde cayó inmolado. Pero su recuerdo siguió ardiendo
como una tea. Siguió ardiendo alimentada por su rebeldía inmortal. Pasó a la
historia. La tierra guardó su voz sanguinolenta, el eco de sus cóleras
quemantes, el palpitar de ese motor poderoso que fue su corazón de bronce: el
temple magnífico de su voluntad indomeñable. Entró a la mansión serena de la
Historia…”
Y concluyo, “En vano pues esos días de abril, Joseph Del
Valle se había esforzado por sacar de los labios de Vilcapaza el destino de los
tesoros, menos un suspiro siquiera para pedir clemencia esperando el perdón,
sus palabras se las llevó a la tumba; en la hora postrera sus labios solo
esputaron un grito rojo de coraje, empapado en sangre rebelde que estremeció a
la tiranía y el oprobio, más pudo su coraje de Puma Indomable que la traición,
que no es un valor que los incas cultivaran. Más pudo el derecho a la libertar,
la muerte gloriosa acabó primero con él, antes que verse sometido a un gobierno
que tanto los oprimió. Ese fue su sino. <>
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