DINA EN LA ONU
Por Gustavo Espinoza M.
Q |
uizá
la tapa de la bombonera en este cúmulo de desaciertos ridículos consumado por
Dina en la ONU, fue el “comunicado” de la Oficina de Prensa de Palacio de
Gobierno, dando cuenta de una reunión inexistente: La inventada “con el
Presidente de los Estados en la que se trataron temas relacionados con ambos
países y el apoyo que el Perú recibe de esa Nación.”.
Como
decía Talleyrand, en el final se perfila el detalle. Ahí asoma la
intención: “La Mandataria invitó a su homólogo a visitar el Perú próximamente”,
aseguro el texto conocido aquí.
El
caso, coloca al país ante un dilema: ¿Quién mintió? Porque aquí, hay dos
respuestas. O Dina “informó” a Palacio de una cita que no se produjo, o la cita
asomó en la febril imaginación de Lima.
Es
importante saberlo. Para que eso ocurra, acaso sería útil pedir que el Congreso
nombre una “Comisión Investigadora”. Allí les encanta esa práctica: crear
Comisiones e investigar temas. Quizá esta modesta sugerencia les caiga “en la
yema del gusto”.
Lo
previsible, sin embargo, es que la verdad, esté al medio. Dina les envió la
foto, y aquí urdieron la trama. Ambos mintieron un poco. Se les podría recordar
entonces el viejo aforismo que se repite a los niños: “Dijiste media
verdad; dirán que mientes dos veces, si dices la otra mitad”.
Más
allá de los chascarros puntuales que se derivan de este penoso incidente, cabe
hacer un balance de la visita de la señora Boluarte al Foro Mundial celebrado
en Nueva York. Veamos.
solo tres funcionarios |
A
partir de allí, ningún peruano que no fuera funcionario del servicio
diplomático, le dio la mano. Todos los que asomaron en las inmediaciones de la
“Mandataria”, portaban pancartas y lanzaban denuestos. Y eso, a cada instante,
en todas partes.
Lo
más ostentoso, ocurrió ante la sede diplomática peruana en Nueva York, la
residencia del titular del ramo, el Palacio de las Artes, el edificio central
de la ONU y hasta en los ambientes secundarios en los que se programaran
eventos puntuales.
Cuando habló ante el Comité de Desarrollo Sostenido, le apagaron el micro, y le
dijeron “representante”, y no Presidenta. Y cuando se dirigió ante un
auditorio vacío en la Asamblea, en un discurso aldeano y doméstico; sólo la
aplaudieron los 30 peruanos acreditados allá: 10 ante la ONU, y los otros 20
ante la OEA y la embajada en Washington.
Mucho
mejor estuvo Esmeralda, la niña peruana de 16 años que habló allí del cambio
climático. Y Xiomara Castro, la hondureña, ni se diga.
Al
partir de Lima, Dina aseguró que se reuniría “con los más s altos líderes
mundiales”. El más alto de ellos -y el único- fue el Presidente de
Paraguay.
Y
en el último día, se encontró con su vecino del sur, que le entrego la
Presidencia de la Alianza del Pacífico, con cargo a que se la devuelva en
enero. Ningún otro “líder mundial” le prestó la más mínima atención.
Desde el primer instante, la “Mandataria” buscó vincularse a los empresarios, Como si estuviese en una Feria, les ofreció todo; “Vengan a mí –pareció decirles- que aquí tengo para ustedes las minas, el mar, los cultivos, el petróleo, la mano de obra barata, la legislación favorable, las garantías de inversión, la Constitución del 93, todo lo que ustedes puedan necesitar”.
Y
eso lo repitió como pregonera de barrio en todos los ambientes, incluso en la
cita con los inversores del área del ¨Pacífico, sólo que allí tuvo que
interrumpir su plática por “disturbios pagados por Castillo”, dijo, pero
generados por manifestantes.
El
acceso a esa reunión fue restringido. Cada asistente, debía pagar 150 dólares
para entrar. Por eso, la mayoría esperó afuera. Y Dina debió huir custodiada, y
en medio de un creciente repudio. ¿Sirvió para algo el viaje? Sí, claro, para
confirmar el aislamiento internacional que concita el gobierno de la Boluarte y
el rechazo absoluto que genera en la Comunidad Peruana en el exterior. No hubo
un solo Colectivo que la saludara.
Ni
el más pequeño grupo de peruanos le extendió la mano. Y eso que ocurrió
en Nueva York podría ocurrir en Kalimantan del Norte, Palao o Islas Vírgenes
igual. Ella podrá sufrir de amnesia y no acordarse de los 70 muertos, pero
ellos habrán de devolverle la memoria.
Una vez más, ni las mentiras, salvaron a Dina. <>
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