LA IZQUIERDA DETERIORADA
Escribe:
Milciades Ruiz
Están
próximas las elecciones municipales y regionales, pero las expectativas son
deprimentes. En el tiempo transcurrido, los resultados han sido negativos para
sus fines. Los gobiernos sub nacionales en su mayoría, han devenido en antros
de traficantes políticos que, lucran con la fe popular. Una mirada a este
proceso degenerativo, podría ayudarnos a entender al gobierno actual.
La
coyuntura política, es un tanto desconcertante para la izquierda y gran parte
de la población, pero es resultado de un proceso histórico social. Lejos
estuvimos de pensar que esta administración estatal pudiera tener categoría de
lumpen político, en el que prima las conductas indebidas sobre las banderas
ideológicas. Buscamos una explicación y vemos a las personas nocivas, pero no,
el proceso que los encumbró.
Cual
bandada de aves de rapiña toman las dependencias del estado, como si fuese un
botín electoral. No lo hacen por motivos ideológicos sino por sacar provecho
personal a costa del erario nacional. Malos elementos magisteriales y buitres
de obras públicas picotean las entrañas del estado. Pero son los del entorno
presidencial, los que se han reservado lo más apetecible, para el
enriquecimiento ilícito.
También
he visto trabajar honesta y unitariamente a militantes comunistas, socialistas,
miristas, trotskistas, demócratas cristianos, acciopopulistas, y ex
guerrilleros, aplicando las reformas del gobierno revolucionario del general
Juan Velasco. A nadie se le ocurría sacar provecho personal, ni mal utilizar
los cargos públicos.
Eran
tiempos en que la derecha fue anulada completamente, lo que favoreció el
florecimiento de la izquierda. Los medios de prensa fueron expropiados y
asignados a los sectores populares. El diario “El Comercio” pasó al
campesinado, y los suplementos periodísticos eran manuales de capacitación
popular. El pueblo apoyaba masivamente.
Truncado
este proceso, la derecha recuperó su predominancia y, los diferentes partidos
de izquierda, incluyendo velasquistas (PSR), buscaron agruparse con miras a
participar en las elecciones para la asamblea constituyente de 1978. Los grupos
de izquierda lograron el 32% de representantes, tras el Partido Aprista que
obtuvo 37%.
El
contexto cambió y en las elecciones presidenciales de 1980, ganó el candidato
que había sido depuesto por Velasco. La izquierda participó con 5 candidatos
presidenciales y esto, fue una mala señal de las ambiciones políticas y
divisionismo. Solo se obtuvo 14.4% de la votación. Los afanes electoreros se
justificaban solo por “táctica”, sin renunciar al radicalismo.
Las
discrepancias, generaron dos corrientes. El extremismo fanático tomó la ruta
del terrorismo, en tanto que, desde otra perspectiva se formó izquierda unida
(IU) que postuló a Alfonso Barrantes al gobierno municipal de Lima
Metropolitana en 1984. Accedió al gobierno municipal con el 28.3% de la
votación, mientras las candidaturas del interior lograron el 23,3% de la
votación nacional.
En
la capital, la izquierda entraba por primera vez a gobernar y manejar fondos
públicos, con participación minoritaria de partidos de derecha. La gestión de
índole popular, hizo la diferencia comparada con los gobiernos tradicionales,
lo que le valió a Barrantes para postular a la presidencia de la república en
1985, pasando a segunda vuelta que desistió competir.
Hasta
la gestión de Barrantes, no se advertían actos de malos manejos de los fondos
públicos. Pero a partir del gobierno de Alan García empezó a expandirse la
corrupción en la administración pública, y con el gobierno de Fujimori tomó
forma gansteril. Los procedimientos y normas cambiaron en todos los poderes del
estado, para facilitar el control mafioso.
En
el ámbito internacional de la década de 1990, sucedió un punto de quiebre
determinante para nuestro país y la izquierda mundial. El abandono del
socialismo por parte de la Unión soviética y países del bloque socialista
europeo, generó desaliento en nuestras filas. El vacío, fue cubierto por el
neoliberalismo, que se impuso sin contratiempos. Luego vendría el viraje
ideológico de China que acabó con el maoísmo. El contexto internacional y
nacional cambió negativamente.
Con la “marcha de los cuatro suyos”, se logró la extirpación de la mafia y luego vendría el gobierno de Toledo, con participación de ministros de izquierda. No se cambió la estructura constitucional dejada por el fujimorismo, ni el modelo neoliberal. Los malos manejos de los fondos públicos persistieron, con Toledo a la cabeza. El uso de las obras públicas para el enriquecimiento ilícito se hizo endémico.
En
este contexto, los partidos de izquierda se subdividieron hasta perder
protagonismo, teniendo que sumarse a la corriente de Ollanta Humala. El
fenómeno Lava Jato de la corruptela internacional penetró gobiernos sucesivos,
financiando campañas electorales de partidos políticos, para festinar las obras
públicas.
Si
revisamos la trayectoria, vamos a encontrar al partido nacionalista de Humala,
financiado por Lava Jato, en los tiempos en que Verónica Mendoza y Vladimir
Cerrón, eran militantes nacionalistas. No se conocía aun, los alcances de la
corrupción inducida. La corrupción se generalizó y alcanzó a la izquierda.
Fue Yehude Simons quien, como presidente regional de Lambayeque firmó el contrato con ODEBRECHT para que esta empresa corruptora se posesionara del proyecto Olmos, sobornando autoridades, cuyos seudónimos (codinomes) y montos obran en la fiscalía. En las elecciones regionales del 2006, la izquierda obtuvo la presidencia regional de Pasco, Huánuco y reelección en Lambayeque.
El electoralismo fue ganando terreno y la mística se fue diluyendo. Ya para las elecciones generales del 2011, ODEBRECHT se había posesionado del partido nacionalista y sus sobornos anticipados permitieron el triunfo electoral de Humala. También resultó favorecida Verónica Mendoza, al ser elegida congresista y otros personajes de izquierda que, luego fueron descartados por Humala.
Al propio tiempo, Susana Villarán obtuvo la alcaldía de Lima con la alianza Fuerza Social, Nueva Izquierda y, Tierra y Libertad. Por su parte, el maestro rural, rondero y miembro del SUTEP, Gregorio Santos, usando sombrero campesino alcanzó la presidencia del gobierno regional de Cajamarca, con una organización paralela a su partido Patria Roja. Pedro Castillo era por entonces, militante de Perú Posible, el partido de Toledo.
En esas mismas elecciones, Vladimir Cerrón alcanzó la presidencia regional de Junín, con su movimiento Perú Libre. También Jorge Acurio fue presidente del gobierno regional del Cusco, por el partido de Humala. En todos estos cuatro casos aparecieron indicios de malos manejos y argollas. Se hablaba como izquierda, pero se gobernaba de otra manera. Lo que primaba no era la ideología, sino el usufructo de los cargos públicos.Coincidentemente,
estos cuatro gobernantes, fueron a parar a la cárcel, por corrupción en la
concesión de obras públicas. Pero el lumpen organizado siguió funcionando sin
ser afectado. En estas circunstancias se incorporó Pedro Castillo a Perú Libre
que, obtuvo por segunda vez el manejo del gobierno regional de Junín, en el que
operaban los “Dinámicos del Centro”, entre otros malos elementos.
Al
ganar Perú Libre las elecciones presidenciales del 2021, ese foco infeccioso se
posesionó de la nueva administración nacional, con los resultados ya conocidos.
Esta podría ser la explicación al proceso degenerativo que envuelve a la
gestión administrativa y política de Castillo. El enfoque parcial descrito a la
ligera, por la cortedad de la nota, quizá no tenga mucho sustento, pero con las
disculpas del caso, es solo un punto de vista, como ustedes tienen el suyo.
Si
de algo puede servir, para recapacitar y mejorar nuestro desempeño político,
queda a vuestra disposición. Pero no cabe duda que, se necesita revisar lo
actuado y cambiar lo que está mal. Solo así, podríamos tomar un nuevo impulso,
renovando organización y métodos de trabajo político. Tenemos que recobrar los
valores ideológicos y la mística de trabajo honesto. De nosotros depende. Salvo
mejor parecer.
Junio
12 del 2022
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