La muerte de doña María Rostworowski, una de las más
destacadas y rigurosas investigadoras del Perú prehispánico, no se lleva su
obra ni su ejemplo de vida.
Tomado
de: José Ragas. SOMOS, El Comercio, año XXIX. N° 1527
Entre los años 1960 y 1980 se produjo una
revolución en la forma en que entendemos
la historia andina. Decenas de investigadores, nacionales e internacionales, se
sumergieron en archivos y bibliotecas para buscar nuevas evidencias -o releer
las ya existentes- sobre la sociedad previa a la Conquista española, así como a
la transición hacia las primeras décadas de la nueva sociedad colonial.
Ninguna fuente podía descartarse en dicho
propósito: juicios, mitos, litigios por tierra, tradiciones orales, crónicas,
keros, pinturas e incluso los indescifrables quipus fueron escudriñados
tratando de que arrojaran nueva información sobre un periodo que había sido
reducido a un evento militar y donde la población andina permanecía invisible
hasta las rebeliones del siglo XVIII.
Entre los responsables de la nueva visión sobre
aquel momento fundacional del país se encontraba, por supuesto, Maria
Rostworowski (1915-2016). Desde la publicación de su primer libro sobre el Inca
Pachacútec, hace 60 años, hasta su fallecimiento unos días atrás, ella se
convirtió en una de las académicas más prolíficas del país. Una trayectoria
como la suya, tan rica y pionera, es una invitación a repensar su vida dentro
de las grandes transformaciones que ha atravesado el país en el siglo XX y los
retos que aún tenemos pendientes con miras al Bi-centenario este 2021.
Hay tres aspectos que hicieron de Rostworowski
una de nuestras investigadoras más apreciadas y singulares. En primer lugar, su
formación autodidacta. Ante la imposibilidad de demostrar sus estudios previos
-Europa se encontraba en guerra-, tuvo que conformarse con ser una "alumna
marginal" en la Universidad de San Marcos (El Dominical, 03/08/15). No
obstante, pudo escuchar clases y, gracias a Raúl Porras, acceder a la
biblioteca y aprender la metodología necesaria para escribir el que sería su
primer libro. ¿Habría sido posible fomentar su curiosidad de autodidacta sin la
universidad pública? Difícilmente hoy en día.
Ella fue, además, una de las primeras mujeres en
la academia peruana. Debió de haber sido muy difícil abrirse campo con voz
propia en un medio dominado por hombres; por ejemplo, cuando ella comenzó a
publicar, no existía aún el sufragio universal para las mujeres en Perú. Hoy el
panorama ha mejorado en las ciencias sociales, pero la brecha de género se
mantiene en las ciencias exactas (solo uno de cada tres profesionales dedicados
a la actividad científica es mujer, según Concytec).
Finalmente, su obra tuvo un alcance que
trascendió el campus de las universidades. Su HISTORIA DEL TAHUANTISUYO es un
bestseller de las ciencias sociales, con múltiples reimpresiones, incluyendo
esa curiosa forma de homenaje criollo que es la edición 'pirata'. Escrita en un
lenguaje sencillo, su obra se aleja de la jerga académica, que en no pocas
ocasiones obstaculiza nuestro acercamiento como investigadores a un público más
amplio.
Todo ello hizo de Rostworowski una persona e
investigadora excepcional. Las muestras y testimonios de aprecio y gratitud
hacia ella y su obra con motivo de su partida reflejan la enorme influencia que
ha ejercido entre nosotros en los últimos años. Y que seguirá ejerciendo en el
futuro. •
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