LA
“LEYENDA ROSA” DE LA GUERRA POR LA INDEPENDENCIA
¿HUBO
UN PUEBLO PERUANO QUE LUCHÓ CONTRA EL IMPERIO COLONIAL?
por Iván Arenas*
En : 12 de junio de
2024: https://elmontonero.pe/columnas/la-leyenda-rosa-de-la-guerra-por-la-independencia
A
propósito del denominado “proceso de la independencia”, un sector de
historiadores o divulgadores de la historia “nacional” ha tomado como axioma
que lo que hubo aquí fue una “guerra de liberación patriótica”; de un “pueblo”
contra un “imperio colonial”.
Vendido
así el relato, desde los albores de 1821 hacia adelante, no sería sino durante
la celebración del primer centenario de la independencia (1921) que nuestros
intelectuales pudieron implantar algunos de los “mitos fundacionales”. En todo
caso allí está la historia narrada por Valdelomar y enseñada en los colegios sobre
el origen de la bandera peruana. En “el sueño de San Martín” se crea una
historia romántica, no obstante la bandera que hoy se iza refiere a los colores
de los tercios que fueron el terror en Flandes y Nápoles. De hecho, Francisco
Pizarro, un “porquero” como despectivamente se le trata y que estuvo al
servicio del “Gran Capitán”, fue un tercio al fin y al cabo.
Toda
historia nacional, si se precia de serlo, nace siempre con mitos fundacionales,
algunos de ellos “iluminadores” y otros absolutamente oscuros y falsos.
Acuérdense lo que le dice Lord Varys a Meñique sobre la mentira fundacional del
Trono en el reino de Poniente, en la serie Games of Thrones.
El
imperio de la monarquía católica hispánica (reconocida así) siempre reprodujo,
como Roma, sus instituciones y alentó el mestizaje (salvo en los territorios
conquistados al sur de España, que son harina de otro costal) como legitimación
del buen gobierno. Allí está en todo caso el testamento de Isabel con respecto
a las “indias”, acaso una de las primeras evidencias de la forma como operaba
la monarquía en suelo conquistado.
El
hecho de que existiera en la legislación indiana la llamada República de
indios, durante el Virreinato, no fue para “separar” en partes la unidad del
imperio, sino todo lo contrario: el objetivo era conservar los fueros, derechos
e instituciones indianas. Eso no implicaba que el sistema de “repúblicas” (en
el sentido escolástico) no haya sido laxo, sino todo lo contrario. Allí está
Dionisio Túpac Yupanqui, hombre gris y diputado en las Cortes de Cádiz, que
conocía poco la realidad de estos lugares y del que se inspiró el mismo Marx.
Para cerrar este párrafo: hay imperios generadores e imperios depredadores,
como dice Gustavo Bueno, acaso uno de los más grandes filósofos de nuestro
tiempo. Imperios que desarrollan instituciones (como Roma) e imperios que
instalan factorías.
A
propósito, la tesis de Robinson y Acemoglu en ¿Por qué fracasan las
Naciones?, peca de esa misma vieja pretensión weberiana de
considerar que el protestantismo tiene un “talento institucional” para crear
riqueza (cosa que refutaremos en otra ocasión).
Se
ha dicho también, más como mea culpa que como exposición de razones,
que en el Virreinato del Perú el grueso del bando realista durante el proceso
de “independencia” estuvo integrado por indígenas y criollos, y no deja de ser
verdad. Pero eso no evidencia una actitud sumisa del indio o del criollo hacia
los españoles del hemisferio europeo; más bien demuestra que una mayoría no
estaba dispuesta a la secesión o a dejar sus fueros y beneficios, que tenían
300 años de vigencia y tradición. El mismo movimiento liderado por Túpac Amaru
se alzó no en contra de la monarquía y menos contra el catolicismo, sino contra
el “mal gobierno”.
Para
redondear la idea, podemos decir que sin los pueblos indígenas (que odiaron a
las panacas incas) no habría sido posible la conquista de los “peruleros” en
tan poco tiempo; y sin los criollos (herederos españoles) no habría secesión o
eso llamado independencia. Dicho sea también que fue el liberalismo y el
republicanismo de los primeros días, que hoy algunas derechas defienden, el
corpus teórico que hizo posible la secesión.
Se
ha intentado romantizar el proceso de independencia en una especie de épica,
según la cual supuestamente hubo un pueblo contra un imperio colonial, cuando
en realidad fue, sobre todo en el Virreinato del Perú, una novela con grises y
matices, donde hubo provincias y no colonias. Solo otro dato: ni Bolívar ni San
Martín, a pesar de su traición a la monarquía hispánica, pretendieron volver al
antepasado inca, sino regentar ellos mismos el poder.
En
el colmo del asunto, la historiografía de izquierda ha logrado ideologizar todo
este asunto. Y hoy quienes defienden los hechos objetivos del Virreinato son de
derechas, y quienes defienden el gesto de liberación son de izquierdas. Menuda
ignorancia. <>
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* ADVERTENCIA: el autor es peruano, se presenta como "analista político", y no debiera confundírsele con el homónimo actor y humorista chileno Sergio Iván Arenas Maturana, famoso en su país como "el profesor Rossa", por el programa infantil de TV de ese nombre, emitido entre 1981-2002 y 2011-2012.
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