NUESTRA BRÚJULA IDEOLÓGICA
Escribe: Milciades Ruiz
L |
ejanos están los días en que solíamos escuchar en el
Congreso de la República, partidos políticos, universidades y eventos públicos,
fundamentar ideas sobre bases doctrinarias. Los movimientos políticos tienen
ahora, una ideología de mercado. Se invierte con fines de lucro y venden más,
los que ofrecen sus mercancías políticas con mercadotecnia. ¿Nos adecuamos a
estas condiciones?
Es
la dominación la que impone condiciones a los dominados. Todo sistema de
dominación se justifica mediante una ideología en nombre de la cual, construye
la estructura jurídica que condiciona la conducta social con ataduras fijas.
Todos los valores ideológicos están orientados a fortalecer el sistema vigente,
reprimiendo lo contrario.
Se
construye así, una ideología de la dominación, generando al mismo tiempo la
ideología de los dominados como su contraparte. Es que acción y reacción son
parte de una misma paridad indisoluble. No puede haber ricos, sin que haya
pobres. Esta dualidad automática de contrarios no desparecerá hasta que no
desaparezca la causa que la originó.
Pero
la ideología capitalista nos dice tramposamente que todos podemos ser ricos.
Una falacia que oculta un imposible, como concebir luz sin oscuridad. No hay
otra manera de ser ricos sin empobrecer a los demás. Tampoco pude haber países
ricos sin que haya países pobres porque son contrapartes de la misma unidad
inseparable. Solo se acumula riqueza, quitándola a otros países.
La
ideología neoliberal en boga, nos dice que la competitividad debe primar en el
mercado para que los consumidores elijan libremente. Propugna eliminar toda
regulación que permita proteger a los más débiles y así, tener el campo libre
para los más fuertes. Esto mismo se aplica en el mercado político. No es
cuestión de justicia sino, de competitividad. El acceso al poder está bajo las
reglas neoliberales.
Esto,
nos plantea el dilema de someternos al sistema, o luchar por su eliminación. La
sumisión puede ser absoluta y relativa según el grado de identificación con los
valores imperantes. De igual modo, la lucha contra el sistema puede ser
absoluta o relativa según el grado de rechazo. Todo depende de la convicción a
la que lleguemos al analizar el problema en todas sus dimensiones.
Si
encontramos que el capitalismo es un sistema de dominación que condiciona
nuestras vidas en todo aspecto, tendremos que buscar explicaciones y eso, nos
llevará a tener conocimiento de cómo es que surgió, si antes no había. Veremos
que antes, había otros sistemas de dominación social cuyo ciclo terminó con el surgimiento
de uno nuevo y que el ciclo del capitalismo llegará a su fin cuando surja otro
que lo superará.
Esto,
nos da la convicción de que tarde o temprano el sistema vigente se acabará y,
lógicamente, toda lucha en esta dirección es acertada. Si desde diversos
ángulos científicos llegamos a la misma conclusión, nuestras convicciones se
reforzarán, dándonos mayor consistencia ideológica y seguridad conceptual. Esta
es nuestra base doctrinaria.
Analizando
la evolución del capitalismo hasta nuestros días, estaremos en capacidad de
sustentar nuestros fundamentos políticos con toda certeza. Si el eje del
desarrollo capitalista es la primacía de los intereses particulares sobre el
interés social, la reacción opuesta es la primacía del interés social, sobre
los intereses particulares.
Tenemos
entonces. un rumbo político, un horizonte ideológico para enfocar nuestra lucha
contra el capitalismo. Es así como, se van cimentando los ideales de nuestra
doctrina política con la que, sustentamos nuestra posición ideológica,
organicidad y estrategia de lucha. La claridad ideológica nos ayudará a superar
la incertidumbre política que generen nuestros contrarios.
Pero,
algunos movimientos políticos que fueron doctrinarios, han perdido la brújula
ideológica. Otros nacen si ella, porque lo que importa es mostrar la mercadería
política vendible en la coyuntura. Los que la tienen no la usan, no saben
aplicarla o, la interpretan equivocadamente. Entonces, la desorientación
desalienta nuestra lucha. Nos dejamos llevar por la coyuntura sin ver la salida
del túnel del sistema.
Ante
el vacío, suele recurrirse a los referentes de la antigüedad y usan sus nombres
como los católicos a los profetas bíblicos. A Mariátegui lo jalonean de todos
lados para justificar lo que no pueden sostener por sus propios fundamentos. De
igual modo se hace con otros referentes cuyo actuar corresponde a otra época y
otra realidad, pero los usan indebidamente colocándolos por encima de la
doctrina.
Por
eso es importante encausar a las nuevas generaciones en los términos de la
realidad actual. Si el momento histórico nos plantea nuevas condiciones de
enfrentamiento social, tendremos que estar preparados para desempeñarnos con
éxito. La tecnología es un derivado de la ciencia. Esta prevalece porque es la
matriz, como la doctrina lo es para la política.
Desmitificar nuestra doctrina nos ayudará a ver la realidad con mayor certeza, sin desviarnos del rumbo ideológico. No se trata pues de adecuarnos al sistema sino, a las condiciones de lucha. Podemos avanzar como los sindicatos que logran mejores condiciones laborales y salariales mediante medidas de lucha. Así, lograríamos empoderar nuestras filas elevando nuestra capacidad de negociación.
En
el plano electoral, se precisa conseguir mejores condiciones de participación
para contrarrestar las inequidades del sistema. Las elecciones locales bajo
régimen electoral propio para lograr una auténtica representatividad de las
autoridades electas, podría ser un importante paso para lograr avanzar hacia
una representatividad mayor en el ámbito regional y nacional.
Se
quebraría así, el régimen actual de acceso al poder, en el que la
representatividad es capturada por los grupos de poder económico, a través de
sus testaferros políticos. Si queremos un Congreso de la república que represente
los intereses del pueblo, hay que luchar para cambiar el régimen fraudulento en
el que los oprimidos votan a favor de sus opresores. Salvo mejor parecer.
20
junio-2024
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