LA REFORMA AGRARIA DE VELASCO
Y LA AGENDA PENDIENTE EN AMERICA LATINA
Por Róger Rumrrill
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n día de octubre de 1975, sólo dos meses después que
el General EP Francisco Morales Bermúdez
desalojó de la presidencia del Perú al General Juan Velasco Alvarado, estábamos
en el despacho del Ministro de Agricultura, el General EP Enrique Gallegos
Venero, una delegación de campesinos costeños y el suscrito, Director General
de Comunicaciones y Relaciones Públicas del Ministerio de Agricultura, cuando
timbró el teléfono del despacho ministerial.
El Ministro Gallegos personalmente contestó el
teléfono y empezó a hablar en monosílabos. En el curso de la reunión, el
teléfono timbró tres veces. A la tercera vez el Ministro Gallegos me pidió con
señas que suspendiera el encuentro y despidiera a los campesinos con el
argumento de que él estaba despachando con el nuevo presidente del Perú, el
General Morales Bermúdez. En un momento de la secreta conversación, me hizo un
gesto con la mano derecha de que le estaban cortando el cuello. Cuando terminó
el diálogo, estaba sudando y su cara encendida y roja parecía que iba a
estallar. Me dijo con un lenguaje nervioso y entrecortado: “El presidente
Morales Bermúdez me acaba de ordenar que la reforma agraria ha terminado”.
La revolución liderada por el General Velasco finalizó
el 29 de agosto de 1975, mediante el operativo golpista denominado el “Tacnazo”,
bajo el ucase de EE.UU y con la complicidad de los sectores de la derecha política
y económica nacional e internacional. El argumento, la causa y el motivo del
golde de estado contra Velasco fue, tal como me relató tres meses después el Embajador
de EE.UU en el Perú, Jack Loveridge, el plan velasquista de declarar la guerra
a Chile programado precisamente para el 29 de agosto de 1975.
“Nosotros ordenamos al ejército peruano sacar a
Velasco para evitar la invasión a Chile, porque esa invasión amenazaba nuestros
intereses y, además, hubiera provocado un estado de caos geopolítico en América
Latina que nos hubiera costado muchos años arreglar y resolver”, me dijo el
diplomático sin ambages ni medias tintas.
Además, EE.UU
la potencia unipolar y hegemónica en ese período, había decidido barrer con
todos los gobiernos adversos, críticos o simplemente con una postura independiente a sus intereses
geopolíticos y geoeconómicos. La primera víctima de la formación de la guardia pretoriana
del imperio en América del Sur había sido precisamente Salvador Allende, derrocado
por Augusto Pinochet el 11 de setiembre del 1973 y, el segundo, Juan Velasco
Alvarado, traicionado por el “felón” Francisco Morales Bermúdez, como lo
calificó el gran historiador de la república Jorge Basadre.
LA REVOLUCIÓN DE VELASCO Y SUS REFORMAS
La revolución de Velasco y sus reformas, la mayoría
inconclusas-principalmente la Reforma Agraria-marcó una época, un antes y un
después en la historia del Perú. Nunca más, después de la revolución de
Velasco, el Perú ha sido y será el mismo, sobre todo por la Reforma Agraria que
modificó radicalmente la estructura feudal, atrasada e injusta de la propiedad
de la tierra, liberando a millones de hombres y mujeres del campo de la
opresión, la servidumbre y la semiesclavitud.
El destacado analista y científico social, Sinesio
López Jiménez, afirma que uno de los mayores logros de la aplicación de la Ley 17716 de Reforma Agraria promulgada el 24 de
junio de 1969, fue “la liquidación del poder gamonal”.
Tenía toda la razón del mundo el Amauta José Carlos
Mariátegui cuando en los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana,
escribe: “El problema agrario se presenta, ante todo, como el problema de
la liquidación de la feudalidad en el Perú” ( 7 ensayos de interpretación de la
realidad peruana, segunda edición, Editorial Minerva, Lima, 1934).
“Creo que en el siglo XX peruano el parteaguas es la
reforma agraria y no la guerra sucia ni el cinco de abril”, ha escrito el
analista y estudioso Nicolás Lynch quién, además, señala que la reforma agraria
contribuyó a la “democratización social” en una sociedad, como la peruana, injusta,
asimétrica, desigual.
EL AGRO Y LA REFORMA AGRARIA, UNA AGENDA PENDIENTE
El agro y la reforma agraria todavía siguen siendo una
agenda pendiente en América Latina. Incluso en el Perú, donde a partir de 1979
se inició la restauración oligárquica con la Constituyente de 1979 y luego los
períodos de contra reforma agraria en 1980, en el segundo gobierno de Belaúnde
y el gobierno de Alan García (1985-1990).
Hoy mismo asistimos a un proceso de concentración de
la tierra, a una suerte de neolatifundización. Si antes de la Reforma Agraria
de Velasco, el mayor latifundista en la Costa tenía 10 mil hectáreas, hoy día,
los mayores propietarios,los hermanos
Rodríguez Banda, poseen un total de 100 mil hectáreas (la misma superficie de
tierra que tiene Bill Gates en EE.UU.)en gran parte gracias a las tierras irrigadas
y subsidiadas por el Estado en la Costa peruana.
Los gobiernos en el Perú han puesto todos los huevos
en la canasta de la agricultura de exportación, mientras que la agricultura
familiar, que suman más de 2 millones de agricultores y que producen el 70 por
ciento de la alimentación nacional, carecen de suficientes créditos,
tecnología, organización asociativa, fertilizantes y otros requerimientos
urgentes. El gobierno de Pedro Castillo Terrones ofreció “una segunda reforma
agraria”. Pero como casi todas sus ofertas y promesas, quedó en el papel.
En América Latina, como en el Perú, reinan los grandes
neolatifundistas productores de soya,
palma aceitera y otros monocultivos de exportación, mientras que los pequeños
propietarios que producen para la alimentación, son víctimas no sólo de la indiferencia de los
estados y gobiernos, sino también de los estragos que está ocasionando el
cambio climático, con las sequías, inundaciones, tormentas y la todopoderosa
competencia de la agricultura industrial y las megacorporaciones que ahora
concentran la tierra, la producción, la comercialización y controlan los
mercados.
Brasil la potencia mundial agroexportadora, que
prioriza la producción para la exportación en vez de alimentos, tiene 8.7 millones de ciudadanos en situación de
hambre, de acuerdo al Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
“El gobierno no está haciendo nada en materia de Reforma Agraria. Es una vergüenza”, declaró hace poco en una entrevista Joao Pedro Stédile, el célebre dirigente agraria brasileño, fundador del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).
De acuerdo a Stédile, nunca ha habido una reforma
agraria en Brasil. Por esa razón, de acuerdo al dirigente, en Brasil hay tres
modelos que operan en la agricultura: dos para el gran capital y uno para los agricultores.
En el primer caso, está el latifundio depredador de los grandes terratenientes
que se apoderan la naturaleza en la Amazonía y el resto del país.
Luego está el agronegocio, una alianza entre los
bancos y las transnacionales. El tercer modelo es la agricultura familiar que
prioriza la producción de 367 alimentos, mientras que el agronegocio sólo
producen 5 commodities: soya, maíz, algodón, caña de azúcar y ganadería
extensiva. Todo para la exportación.
De acuerdo a los datos proporcionados por el fundador
del MST, en Brasil hay 30 mil agricultores con más de mil hectáreas y 300 mil agricultores que
poseen entre 100 a 1000 hectáreas, todos dedicados al agronegocio y
especializados en un solo producto, con uso intensivo de pesticidas, siembra de
semillas transgénicas y mecanización intensiva. Sólo producen para el mercado
externo, tienen un gran poder político y no pagan ningún impuesto.
Los grandes latifundistas por su lado, no producen
nada, tampoco generan ocupación y sólo especulan con la tierra.
Los agronegocios emplean 4 millones de obreros. De
ellos, 2 millones son temporales. Por su lado, la agricultura familiar genera
empleo a 16 millones de trabajadores, producen para el mercado interno,
utilizan su propia semilla, respetan la naturaleza, el bioma, las fuentes
de agua y buscan un equilibrio con la
naturaleza.
Son los modelos del gran latifundio y del agronegocio
que están provocando la mayor devastación de la naturaleza en Brasil,
deforestando millones de hectáreas de bosques, que ha ocasionado sequías, con
una disminución de más de 40 por ciento de lluvias, lo que ha puesto a la
Amazonía, de acuerdo al notable científico brasileño Carlos Nobre, en “un punto
de no retorno”. La tragedia reciente de Río Grande do Sul es el resultado de
este modelo.
La agenda agraria
es, pues, una agenda pendiente y urgente en América Latina y para quienes en el
Perú, con una obcecada ceguera, quieren
convertir a nuestra Amazonía en
megalatifundios de soya y palma aceitera y otros commodities para la
exportación, el caso brasileño es un llamado de atención y reflexión. Porque
guerra avisada no mata gente.
Lima, 23 de Junio de 2024.
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Róger Rumrrill es poeta, novelista,
ensayista y periodista, especializado en Amazonía y Pueblos Indígenas. Ha
publicado 31 libros sobre la Amazonía, donde nació. En el año 2023 fue
reconocido por el Ministerio de Cultura como “Personalidad Meritoria de la
Cultura” y la Casa de la Literatura del Perú le otorgó el “Premio Casa de la
Literatura 2023”. Ha sido consultor de las Naciones Unidas en Amazonía y
Pueblos Indígenas.
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