viernes, 12 de enero de 2024

OPINION: ECUADOR Y PERU EN LA COYUNTURA LATINOAMERICANA

 POBRE ECUADOR

César Hildebrandt

Tomado de HILDEBRANDDT EN SUS TRECE Nº 668, 12ENE24

P

obre Ecuador, qué mala suerte tiene.

Las mafias toman los canales de TV en ese país cualitativamente tan distante.

En nuestro país, en cambio, tenemos a Willax y al canal de alias “el fantasma González” y a los pútridos herederos de la venta de opiniones de los años 90 dando lecciones de objetividad y de­cencia a cada hora y todas las sema­nas de todos estos años de lobotomía en mancha.

La violencia sin control y las muer­tes a destajo sacu­den al pobre vecino vagamente amazó­nico.

Qué diferencia: aquí la presidenta del Perú y su primer ministro dieron la orden de enfrentar a los manifestan­tes de diciembre y enero como si fue­ran “delincuentes terroristas” y au­torizaron el fuego a discreción. De­cenas de peruanos cayeron a manos de la policía y el ejército. No fue necesario declarar ninguna “guerra interna” para ejecutar a quienes protestaban en Huamanga o Juliaca. Eso es proceder con eficacia y sin papeleo.

Hay corrupción en el sistema judicial ecuatoriano, cómo no.

En el Perú la que fue Fiscal de la Nación -miren qué diferencia- protegió a su hermana jueza, acusada por dos testigos de liberar narcazos a cambio de miles de dólares. Y luego se descubrió que lideraba una organización ligada al Apra y al fujimorismo más viscoso cuyo único objetivo era cantar en dueto con el hampa congresal. La Fiscal ofrecía impunidad. Los delincuentes con curul daban votos para nombramientos, leyes y venganzas en papel sellado. Cuando la Fiscal se vio acorralada, sacó de la manga el expediente en contra de la presidenta Boluarte por los asesinatos de enero y diciembre. “Me atacan ahora porque acuso al gobier­no”, dijo la Fiscal mañosa. Pero ya era tarde. ¿No ven el abismo que nos separa? Aquí no eran fiscalillos de segunda los comprometidos en la corrupción: era la jefatura misma la infectada.

El narcotráfico ha pene­trado la política en Ecuador.

En el Perú tenemos la mayor extensión de cocales de las últimas décadas y la mayor producción de pasta básica y clorhidrato de cocaí­na se cocina en el VRAEM, una república separatista que tiene 40 años de existencia y cuya bandera tiene como símbolo una avioneta boliviana en pleno aterrizaje. Y nuestros puertos, sometidos al emprendimiento más imaginativo, preñan contenedores con toneladas de droga.

El secuestro, la extorsión, la trata de mujeres, la usu­ra criminal azotan al Ecuador. Como todos los patriotas peruanos saben, en el país de los Quispe Palomino esos flagelos no existen. Del mismo modo que aquí no operan El Tren de Aragua o Los Hijos de Dios, bandas que Pedro Pablo Kuczynski no dejó entrar.

NOBOA. SOLO LE QUEDA REPRIMIR A LO BUKELE

Ecuador respi­ra inseguridad.

Aquí, en cam­bio, la gente ca­mina a sus anchas y disfruta de una dulce libertad. ¿Hay comar­ca más segura, mundialmente hablando, que el cercado de Lima? ¿Hamburgo pue­de reclamar ser más confiable que San Juan de Lurigancho? ¿Lisboa es acaso más tranquila que Comas?

Las institucio­nes se han degra­dado en Ecuador, qué barbaridad.

En el Perú, qué contraste, todos confiamos en el Defensor del Pueblo, en el Tribunal Constitucional, en el Congreso, en los Gobiernos Regionales, en el Poder Ju­dicial, en los medios de comunicación hegemónicos. ¿O acaso alguien puede dudar de Josué Gutiérrez, de Francisco Morales, de Alejandro Soto Reyes, de Martha Moyano, de Vladimir Cerrón o de Milagros Leiva?

Ecuador padece de una crisis terminal.

El Perú -lo dicen Hugo Guerra y Femando Rospigliosi- ha enfrentado con decisión las provocaciones del violentismo salido de Puebla. Pobre Ecuador. ▓▓

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