lunes, 2 de octubre de 2023

ESCRITORES PUNEÑOS

TESTIMONIO DE AMISTAD CON 

WALTER PAZ QUISPE SANTOS

José Luis Velásquez Garambel

¡Me quedé ciego por leer literatura de poca calidad, por eso les recomiendo que lean verdadera literatura y no esa porquería que escriben estos arribistas!:

Walter Paz, un lector impenitente.

 

N

o existe metáfora significativa para escribir sobre lo que representa y simboliza la partida de un amigo, y al decir “amigo” desde un principio deseo mostrar que estas líneas no serán objetivas, nadie que se precie de ser amigo de alguien puede ser objetivo, por el contrario, nos gana la emoción y el apego, el cariño y la memoria.

Recuerdo que a inicios del 2000 Juan Rivas Apaza me llevó a la Dirección Regional de Educación para presentarme a su compadre, a Walter Paz Quispe Santos, con quien mantuve una amistad de 22 años, con altibajos, con momentos emotivos, de algarabía, tristeza, de risas, de jolgorio y también otra vez de penas. Creo que nada en la vida tiene la estabilidad o el equilibrio perfecto, como dice el dicho: “no hay dolor que dure cien años”, tampoco hay alegría que dure tanto y nuestra amistad fue precisamente así, un velero que soportó días de hermoso sol y brisa; pero también de lejanías.

Walter Paz Quispe Santos
A diciembre del 2022 quedé profundamente adolorido nuevamente por la partida de Walter, sus últimos años fueron tristes, pero pesó en él la valentía de afrontar esos momentos dolorosos a los que lo había aorillado la diabetes, la perdida de la visión y una dolorosa hemodiálisis que su esposa e hija sobrellevaron estoicamente, nadie más que ellas para guardar en el corazón esos tristes momentos por los que atravesó Walter.

Yo no hablaré de esos momentos, sino de los tiempos en que nos tocó pasar. Antes del 2000 había oído hablar de él en el magisterio regional, yo era un joven que había elegido un azaroso camino, el de la investigación social y con toda sinceridad Walter tenía la fama de egocéntrico, la de una persona que no suele mirar hacia sus congéneres como iguales y creo que en cierta forma era así, para esos años sus lecturas le habían hecho creer que era más que el resto y a mi me caía pesado, no suelo cruzarme por el camino de gente así, por lo que rehuí siempre al cruce de palabras con ese tipo de personas; sin embargo Juan Rivas me atormentaba y no me dejaba en paz, deseaba que Walter y quien escribe estas líneas nos reuniéramos, sin desearlo acepté.

Creo que Walter tampoco tenía una idea adecuada sobre mí, creo que también aceptó a regañadientes, de hecho, almorzamos los tres, realmente tenía un ego desmesurado y también el mío era terrible, no fue un encuentro que digamos amistoso, por el contrario, creo que ambos no deseamos volver a vernos o a encontrarnos. Poco después Walter ganó una beca a España donde estudió un master en lingüística aplicada, se hizo alumno de Teun Van Dijk (uno de los padres de la lingüística del texto), supe que en Barcelona pasaba por momentos realmente dramáticos, que estuvo hospitalizado, que la nostalgia se apoderó de él al punto que le obligó en algunos casos hasta escribir a quienes estando en Puno jamás habría escrito u hablado.

En una de esas noches me escribió, en esa época se estaba poniendo de moda el Messenger, y solíamos tener conversaciones largas, entre chismes y chismes nos hicimos amigos, al volver de Barcelona había dejado por esos lares varios kilos y el humor que lo caracterizaba, era más humano y quizá fui testigo de esos cambios, paso a paso, a su regreso nos ayudamos ambos, él a ponerme al día con las lecturas europeas, los giros lingüísticos y filosóficos que se estaban dando, la nueva literatura y por supuesto la música, por mi parte yo lo ayudé a readaptarse, a reacomodarse en nuestra pequeña aldea.

Había dejado atrás el ego y regresó con una generosidad poco usual, durante esos años mi condición laboral había mejorado un poco, me había hecho amigo de Julio Tumi, de Percy Yabar, ellos me habían ayudado a establecerme como profesor del Post Grado en Lingüística Andina y en el Post Grado en Educación, respectivamente, convencí a ambos en incorporar a Walter como profesor de los dos post grados, así fue, ambos asintieron y durante unos años creo que ambos postgrados disfrutaron de uno de los mejores docentes de los últimos años, pese a las propuestas no pudimos incorporarlo al pregrado, no imagino los aportes que habría hecho en este ámbito, los estudiantes habrían ganado; sin embargo y sin hacer malas ausencias fueron algunos “amigos” quienes se opusieron, no debería sorprendernos que Bourdieu dijera que cada quien “defiende su espacio de poder”, pues las aulas universitarias también representan un espacio de poder, quizá vieron en Walter una amenaza, ya que tenía una formación más sólida, actualizada y obviamente más dinámica.

Entablamos varios proyectos, por esos años yo me desempeñaba como editor del diario Los Andes, ese espacio nos permitió brindar apertura a las inquietudes intelectuales, con Walter codirigimos un semanario que se llamaba “totoria” (cuyo nombre fuera acuñado por Hernán Cornejo Rossello-Dianderas), participó activamente en nuestras ediciones dominicales, su colaboración fue cada vez mayor puesto que Los Andes recuperaba el sitial que tuvo en décadas pasadas, yo pasé a ser accionista, junto a nuestro amigo Waldo Gomez y años después asumí la dirección, proyecto en el que perdimos nuestro poco capital.

Jamás olvidaré que Walter solía brindar la más selecta bibliografía a sus estudiantes del postgrado de la UNAP tan generosamente, así fue formando una comunidad de lectores actualizados, críticos; sin embargo también el mal iba en aumento.

Una de las etapas más ricas para el magisterio puneño se dio cuando Walter asumió el puesto de Especialista en Comunicación de la DREP, creo que fue el momento más nostálgico, solía, desde ese espacio organizar cursos de actualización para docentes del área de comunicación provincia por provincia, creo que todas las Unidades de Gestión Educativa y sus especialistas tuvieron en él al más dinámico organizador, creo que fueron años maravillosos en que Puno volvía a tener la vanguardia pedagógica.

Entre el 2007 al 2011 trabajamos el Proyecto Educativo Regional y la propuesta de Currículo Regional (que no era el folclorizado que se difundió después), al punto que el Ministerio de Educación hizo propia la inserción del enfoque por competencias, la transversalidad y el dominio de especialidad debían ser el pilar de esta mirada, el modelo de la Comunidad Europea se acomodaba para tener una perspectiva adecuada sobre aspectos neurálgicos sobre la educación. Walter tuvo la acertada perspicacia de invitar a especialistas de la UNAP para que se unieran al equipo e hicimos talleres en toda la región, en todo este proceso CARE, Marina Figueroa y Edmundo Cordero jugaron un papel importante, creo que no se habría concretado sin los fondos brindados por CARE, también gracias al apoyo de Saul Bermejo, una experiencia de esa magnitud no se ha vuelto a repetir en la región Puno.

Mientras mi actividad docente se conjugaba con la de director del Fondo Editorial de la UNA por encargo de Lucio Ávila, fui formando parte de un movimiento político a invitación del entonces rector de la primera casa de estudios, fueron muchos amigos los que unimos esfuerzos para desarrollar un proyecto político pensando en Puno. Recuerdo que entre Alberto Rodríguez y yo propusimos a Walter Paz para representarnos como Consejero Regional, así empezaba una etapa política, no estaba en planes de Walter, nos costó convencerlo, Juan Vilca es testigo. Perdimos las elecciones regionales; pero logramos que Walter sea elegido Consejero, fue el más inquisitivo, el Consejero que con argumentos sólidos defendió los intereses de la región, y en toda esta etapa jamás se quejó de su mal que también iba avanzando a pasos agigantados.

Jose Luis Velásquez Garambel
La década que pasó fue muy agitada, organizamos muchos eventos culturales, la primera feria del libro y las cinco siguientes, las enormes colecciones de libros editados, la vida política encarnizada, creo que esa agitación política desgastó mucho a Walter. Sus viajes al extranjero fueron escapes fructíferos, a pesar de tener muy poca producción poética fue traducido al Chino mandarín, yo edité la segunda edición de “Obituario del búho”, también pude editar un libro realmente buenísimo sobre “El discurso Argumentado”, quedó en proyecto un texto sobre “Socio Lingüística”, sé que gracias a la agencia de Pio Mamani, Walter llegó a publicar un panorama de la pintura puneña y que gracias a Juan Vilca publicó otro libro sobre la pintura y las artes plásticas en San Román, acto heroico y realmente osado ya que Walter había perdido la vista y se encontraba con hemodiálisis.

La condición de su salud le impidió tener el dinamismo que lo caracterizaba y eso empezó a quebrar su moral. Walter solía llamarme en las noches o en las madrugadas, llegábamos a tener largas conversaciones telefónicas, del modo más doloroso recuerdo que así empezó nuestra amistad, hablando casi toda la noche, todas las noches, antes por chat y veinte dos años después por teléfono.

Sin mezquindades Walter era uno de los intelectuales más dotados de las últimas generaciones, hay días en que se me vienen a la cabeza frases y extractos de conversaciones, de anécdotas que se irán conmigo, de vaivenes que nos tocó vivir, he vivido la perdida de amigos verdaderos, de esos que solo se avistan y se conocen en las adversidades.

Antes de partir, tres o cuatro días antes recibí la última llamada y sus palabras me estremecieron: “estoy mal, me operan el martes, la válvula para la hemodiálisis está fallando, al gobierno no le conviene que siga viviendo, hay mucha gente que me odia, deben estar rezando para que me muera, solo te pido que cargues mi ataúd, así como amigo, solo te pido que cargues mi cajón”, tres días luego, un martes, mi amigo Walter Paz falleció pocos minutos antes de las seis de la mañana y yo tuve que cargar su ataúd.

Mis condolencias a su esposa, hija, madre y hermana, creo que solo las dos ultimas me guardaban un poco de estima, las dos primeras debieron detestarme porque les quité un tiempo irrecuperable al lado de su ser querido, no hay excusas, pero ambos, mi amigo y yo gozábamos hablar y chismorrear de literatura, de arte, de música, nos divertía arrancarle ira a la gente que no sintonizaba con nosotros y Walter solía soltar una carcajada cuando eso ocurría, hay noches en que aun oigo esa risa burlona.

Nuestras vidas han sido un torrente de exageraciones, hasta pronto querido amigo, me toca seguir envejeciendo, ir quedándome cada vez con menos amigos, ya solo hay rostros y rastros de gente conocida, hacen tanta falta Rafael Vallenas y Walter Paz, amigos que entregaron todo por la lectura. La expresión del título la dijo en una de sus últimas presentaciones en un congreso internacional sobre Gamaliel Churata. <>

 

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