viernes, 6 de agosto de 2021

¿HILDEBRANDT SE PASA A LA DERECHA?

 


¿POR QUIÉN VOTÓ LA MAYORÍA?

César Hildebrandt

E

Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 551 6AGO21

l señor presidente del Consejo de Ministros dice que Perú Libre ganó las elecciones.

No es cierto. Es mentira. Es demago­gia de la peor especie.

La gente votó por un profesor de provincias que se enfrentaba a alias La Chica, la señora que la derecha apoyó con des­caro y de modo abrumador a ver si esta vez tenía suerte.

Se diría que la señora derrotada perdió las elec­ciones porque no pudo convencer a suficientes votantes de que había cambiado y que esta vez no era la hija rencoro­sa del padre condenado.

Era imposible que en pleno sufrimiento de la pandemia y la crisis económica por ella desatada los peruanos no advirtie­ran que la señora Fujimo­ri estaba fingiendo y que sus bonos, sus regalías, sus loncheras eran parte de esa actuación.

Perdió alias La Chica. Ganó Castillo por 44,000 votos. Fue una llegada de nariz saliente, de belfos estirados. Fue el derby de Kentucky corrido por los caballos menos atractivos del reparto.

Que el señor Bellido salga a la calle y le pregunte a la gente que votó por Castillo si es cierto que, en la cabina electoral, pensó en Cerrón y se emocionó. Que le pre­gunte a la gente que votó por Cas­tillo si es cierto que a la hora de ponerle un aspa al lapicito pensó en Perú Libre y en su líder.

Perú Libre, es decir, el señor Cerrón, se presenta ahora como el titular de la patente. Y pretende que el señor Castillo, presiden­te constitucional de la repúbli­ca, cumpla las metas del partido marxista-leninista que le sirvió de vientre de alquiler.

El problema es que las metas comunistas de Perú Libre y del señor Cerrón sólo pueden cum­plirse después de una revolución popular triunfante.

Si el señor Cerrón hubiese to­mado La Bastilla, si el señor Belli­do fuese Robespierre, si el señor Bermejo encarnase a Danton, la historia sería otra cosa.

Esa epopeya de revancha y jus­ticia, de decapitaciones y refun­daciones, no se ha dado aquí.

Eres de este tamaño

Aquí lo que ha pasado es que el señor Castillo le ha ganado la batalla electoral a la señora que ya no podrá postu­lar otra vez. Nada menos y nada más. Aquí lo que está en discusión es cómo se hará el cambio constitu­cional que el señor Castillo prometió a sus votantes. Y el señor Castillo ya anunció que se someterá al Congreso para lo­grar esa meta. Lo dijo claramente en el discurso del 28 de julio.

Nada de lo dicho significa que re el nuevo gobierno esté impedido ni de plantear cambios severos en varios campos: el régimen tributario, el papel del Estado, la reivindicación de los postergados, la lucha contra la desigualdad.     

Porque así como decimos que el señor Cerrón no ganó las elec­ciones y que Perú Libre no puede pasarnos la factura de un triunfo expectaticio, del mismo modo po­demos decir que la derecha no puede exigir la castra­ción programática del nuevo gobier­no.

La derecha no puede confundir las válidas críticas que se le hacen a Castillo con la exigencia inacep­table de que nada debe cambiar. ¡Claro que hay muchas cosas que cambiar! Una cosa es que Castillo sume errores precoces y se dispa­re a los pies con algunos de sus nombramientos y otra muy dis­tinta es pedirle que se olvide de los millones de preteridos que le dieron su confianza.

La derecha cree que Castillo debe acatar los miedos que sus periódicos y televisiones desatan. Cerrón y Perú Li­bre están seguros de que Castillo es el hombre que pusieron en palacio para que fuera obediente y reconociera su papel de ac­tor secundario.

El señor Castillo tie­ne que gobernar un país complicado en un mo­mento especialmente de­licado. Su deber es durar. No debe ser peón de Ce­rrón ni Cosito de la prensa concentrada. Encontrar ese balance requiere consejeros sabios y no gente dispuesta a patear el ta­blero como “gesto viril”.

El señor Cerrón cree que se ha encontrado con la fortuna de una revolución castrista sin necesi­dad de irse a pegar tiros a la Sierra Maestra. Los que apoyaron la candidatura de Castillo con su voto apostaron por el cambio. Pero el cambio no puede darse en la anarquía ni puede ser el resultado de una gue­rra civil instigada desde el poder.

Vladimir Cerrón quiere cerrar el congreso después de dos censu­ras de gabinete y aspira a que una nueva elección legislativa le dé una nueva y aplastante mayoría a Perú Libre. Sueña, divaga, de­lira el señor Cerrón. Nuevas elec­ciones quizá signifiquen menos curules y una derrota enorme. El exgobernador de Junín cree en una nueva versión de los Estados Generales. Quiere guillotinar Ca­petas que no existen.

Lo que necesitamos es un ca­pitán que sepa de tormentas. Lo que menos requerimos es un chi­flado que enfile la proa hacia don­de suenan los truenos. Es la hora de ponerse serios. ■

 

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