PESIMISMO ELECTORAL
Escribe:
Milcíades Ruiz
Febrero 13.2021
El
estado de ánimo nacional es muy triste. No solo entre quienes han perdido sus
seres queridos por la pandemia sino también, en toda la población afectada por
las crisis en cadena. La crisis económica provoca otras crisis secundarias en
lo personal, familiar y social. Los conflictos internos se agudizan y los
entornos también entran en crisis, generando crisis sectoriales, políticas,
culturales, psicológicas y hasta de moral o, ética. Pero todo problema genera
su propia solución.
PREOCUPANTES PERSPECTIVAS
Esa es
la situación que afrontamos. Lo peor de todo, es que no hay confianza en los
conductores del país, que se muestran ineptos para resolver los problemas que
nos aquejan. El deterioro generalizado requiere de un liderazgo alentador que
nos haga abrigar esperanzas de solución, pero eso, no lo tenemos. El cambio de
gobierno se presentaba como una ventana de escape, pero las opciones políticas
que nos dan a elegir, son desalentadoras. El deterioro es profundo y tenemos
que afrontarlo con inteligencia y coraje.
Es
preciso luchar contra la opresión bicentenaria, armándonos de valor para vencer
nuestra timidez inducida. El estado de derecho no es sagrado. Durante dos
siglos nos han marginado de las decisiones de gobierno, y eso continuará sino
nos decidimos a acabar el “apartheid” andino. Si queremos ser libres, tendremos
que lucharla. La libertad no llega por sí, sola. No basta reclamar al gobierno
de los opresores. También, tenemos que reclamarnos por nuestra inacción. Túpac
Amaru II se cansó de reclamar. Tenemos que honrar su legado histórico.
PARTIDOS
Y SEUDODEMOCRACIA
Se ha
perdido la fe en los partidos políticos, por muchas razones válidas, pero estos
son los pilares de nuestra seudo democracia. Si los insumos son de pésima
calidad, no podemos esperar un producto final de buena calidad. Hay que mejorar
o, cambiar los insumos para obtener una democracia de calidad auténtica. Los
partidos políticos se han convertido en instrumentos del sistema, son
exclusivos y excluyentes. Han monopolizado el acceso al gobierno del país,
cerrando el paso a otras formas de representación.
Nos
quejamos de todos los gobiernos, a todos les reclamamos lo mismo de siempre, y
seguimos pidiendo que el próximo gobierno corrija los mismos problemas
consuetudinarios. Pero seis presidentes elegidos a través de los partidos políticos
tienen comprobadas acusaciones de corrupción y malos manejos. No obstante,
seguimos insistiendo con el mismo sistema político, los mismos métodos
fraudulentos y vicios antidemocráticos.
Si esta
es la tendencia predominante, no podemos esperar de la próxima administración
un viraje de esta tendencia. De allí, la desconfianza popular en los candidatos
y los resultados electorales. En estas condiciones, existe mucho temor de que
el próximo gobierno no tenga la solvencia requerida para afrontar la difícil situación
que se avecina. No hay consciencia de la gravedad de la caída. Los candidatos
hablan de corregir la situación pre pandemia, sin percatarse del precipicio
post pandemia.
Las
vacunas ayudan, pero no son las que determinarán la recuperación de la economía
nacional, del empleo, nivel de vida de la población, equidad en la
reactivación. Tener gobiernos ineptos es una maldición histórica. Salir del
problema como sea, siempre ha sido lo más importante, sin visionar lo que
vendría después. Eso podría suceder ahora.
VENDEPATRISMO
LATENTE
La
forma más fácil de salir de las crisis ha sido siempre el entreguismo,
concesionando nuestras riquezas naturales para saldar apremios. Pasó con el
salitre y, guano. A la Peruvian Corporation se le dio la concesión de
ferrocarriles por 66 años. Lo hizo el fujimorismo con el neoliberalismo, para
salir de la catástrofe en que nos dejó el primer gobierno aprista. Echó mano
del patrimonio empresarial del estado para financiar déficit, dando origen a la
Constitución vigente, que castra al estado, condenándolo a ser subsidiario de
la inversión privada.
Entre
1990 y 2000, se ejecutaron 228 condenas de venta, concesión o liquidación de
empresas públicas, algunas de alta rentabilidad. Se privatizó el 90% del
patrimonio empresarial minero, el 85.5% de manufactura estatal, 68% en
hidrocarburos, 68% en electricidad y 35% en agricultura. Se entregó al sector
privado, a precio regalado, la Compañía Peruana de Vapores, Petrolera
Transoceánica, Minero Perú, Centromin Perú, Entel Perú, Tintaya, Sider Perú,
ENAFER, Electro Perú, AeroPerú, banca estatal y otras empresas
estratégicas. (Fuente: Congreso de la República)
Si este
hábito vende patria se usa ahora para salir de la crisis, no sería raro que se
recurra a la privatización de las cuencas hidrográficas, pasando a ser
administradas por inversionistas extranjeros en colusión con los nacionales,
por 30, 50, o más años. De ser así, quedarán de lado las Juntas de Usuarios de
Riego y Comisiones de Regantes de los campesinos peruanos. La puntería está
puesta en el agua de nuestros valles para que se coticen en bolsa extranjera
con contratos a futuro favoreciendo a los de mayor poder económico.
Ya casi
todo el Perú está concesionado actualmente, incluyendo servicios básicos y
rubros cuya infraestructura se levantó con nuestros impuestos. Peajes de
autopistas, centros arqueológicos, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, minas,
telefonía, electricidad, territorios petroleros y de gas, bosques amazónicos, y
muchos otros rubros estratégicos. Desmontar lo que ha concesionado el
neoliberalismo es una tarea patriótica pendiente.
Será
difícil revertir esta invasión extranjera. ¿Lo hará el próximo gobierno? ¿Una
nueva constitución recuperará la soberanía nacional? “Para muestra, un botón”:
The
Carlyle Group es la más grande corporación multinacional en el mundo, con
más de 180 empresas integradas. Al amparo del neoliberalismo, creó en el
gobierno de Humala (2013), Carlyle Peru Fund, con un fondo de $ 308 millones
administrado con Credicorp, el banco más grande de Perú. Sus inversiones
incluyen salud, comercio minorista y consumo, servicios mineros, construcción,
y educación. Es dueña de Liderman, la compañía de seguridad más grande de Perú,
Hermes, para la movilización de caudales y muchos otros negocios.
Esta
corporación, tiene la concesión del tren Cusco- Machu Picchu, a través de Inca
Rail, empresa que está controlada por otra de sus dependencias, constituida en
el paraíso fiscal Isla Caimán. El 20% de las acciones de Inca Rail pertenece a
los anteriores concesionarios Juan A. Felipe Forsyth y su hijo. A fines
del año pasado la población del Valle Sagrado de los Incas, se levantó contra
esta empresa reclamando un precio justo por el boletaje abusivo.
Este
poderoso grupo Carlyle, como es normal en EE UU, financia campañas electorales
de parlamentarios que defienden sus intereses. Allá, los lobbies son legales.
Entonces, un gobierno popular que intente recuperar la concesión ferroviaria
señalada, tendrá que vérselas con las represalias norteamericanas y de sus
aliados. Pero hay muchos otros negocios concesionados que nos exponen a la
presión extranjera.
QUE HACER FRENTE AL PASIVO NEOLIBERAL
Muchos
no entienden que esta es, la “madre del cordero” de las represalias y sabotajes
contra Cuba y Venezuela. Los despistados se suman al ataque, favoreciendo a
nuestros depredadores. El mayor concesionario en minería y petróleo es China,
que también aplica represalias. Entonces, si llegáramos a gobernar y cambiar la
constitución para recuperar lo nuestro, habrá que tomar en cuenta el terreno
que pisamos.
Lo señalado
nos da una idea del pasivo neoliberal que dejaremos como herencia a nuestra
descendencia, si no cambiamos la tendencia gubernativa peruana. La mentalidad
de los gobernantes es muy distinta y la mentalidad popular. Lo que quiere el
pueblo no es lo que quiere el gobierno. Lo hemos visto en los últimos
conflictos sociales. En el manejo de la pandemia, la Caja Fiscal se ha
dispuesto según el enfoque de los gobernantes, con resultados deficientes en
Reactiva Perú, Arranca Perú, FAE agrario, vacunas, etc.
Todo
esto, nos hace ver que no habrá cambio si la población no se moviliza. Pero “no
hay mal que por bien no venga”. Un nuevo gobierno inepto, no podrá manejar la
situación post pandemia, en que todo se agravará: conflictos sociales,
desempleo, delincuencia, recuperación económica, déficit presupuestal,
alimentación, pobreza extrema, etc. Habrá entonces un campo propicio para el
protagonismo de las fuerzas populares. La rebeldía crecerá. Si el gobierno no
satisface, el pueblo tendrá que asumir su rol histórico.
Tenemos
que levantarnos de los escombros. Actuar en conjunto como lo hacemos
ancestralmente, será la mejor estrategia en la lucha social. La minca política, la mita y el ayni en la
lucha social, serán nuestras armas para salir de la desgracia, rompiendo las
cadenas de un estado de derecho adverso. No esperar con los brazos cruzados a
que el gobierno lo resuelva todo. Nuestra mística ancestral será la clave del
resurgimiento que soñamos.
Hay que
actuar responsablemente en masa con o sin apoyo del gobierno, con o sin
solidaridad de los partidos políticos. Salir por nuestros propios medios,
aunque tengamos sufrir la criminalización de la protesta. No se precisa de la
violencia para hacer prevalecer nuestros derechos actuando en defensa propia.
No perdamos la oportunidad histórica. Nuestra redención solo será obra de
nosotros mismos. ¿O no? ▒▒
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