LECTURAS INTERESANTES Nº 982
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LIMA - PUNO, PERÚ 18 SEPTIEMBRE 2020
NO SE LO CREA,
SEÑOR PRESIDENTE
César Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 507M 18SET20
M |
e place que Manuel Merino de Lama haya tenido la torpeza de llamar a los milicos para ver cómo
andaba el viento entre quienes manejan los fierros decisivos. De ese modo quedó al descubierto que la meta era,
tal como se dijo en este semanario el 7 de agosto, vacar al presidente más allá
de razones y hechos comprobados. Y por eso es que el operativo instrumentado
por Edgar Alarcón se vino abajo. El golpismo terminó aporreado, tal como podrá
confirmarse en la sesión congresal de hoy.
Nada de lo dicho significa, sin embargo, como
pretenden decir algunos sectores, que tengamos un presidente ileso, resurrecto
y empoderado. La publicidad estatal puede obrar milagros en las mentes de
algunos interesados pero lo que no puede es ocultar la verdad.
Y la verdad es que tenemos un presidente embarrado,
alguien que va a cumplir a duras penas su recortado mandato. Vizcarra se ha
salvado porque es el zombi menos muerto de esta comedia negra y goyesca.
Bueno, ha pasado esta prueba. Pero eso no quiere
decir que en el parlamento de los Lima y los Acuña no lo vayan a intentar otra
vez. Hay grabaciones hechas por “Miss Chuchupe” que insinúan vetas de
excremento y que Alarcón está dispuesto a explotar a cualquier costo. Y aunque
no se descubrieran nuevos yacimientos de oscuridad presidencial, lo escuchado
hasta hoy permite perfectamente la acusación de conspiración para delinquir y
obstrucción de la justicia.
Nos deshicimos de PPK porque resultó un mafioso de
la Pequeña Habana mayamera. Cerramos el Congreso porque fue en la práctica una
banda canalla sostenida con fondos del Estado.
Y ahora comprobamos que el sustituto de PPK es un
hombre taimado capaz de casi todo y que el Congreso de emergencia es tan
horrible como el anterior.
¿Qué nos pasa? ¿Por qué caminamos en círculo? ¿Por qué la crisis es el guion del quehacer público?
Bueno, nos pasa que tenemos una democracia que pende
de un hilo de baba porque ya no tenemos partidos políticos. De la política
huyeron la inteligencia y la meritocracia (lo mismo ha sucedido con buena parte
de la prensa, dicho sea de paso) y en sus arenas se instaló el lobismo
mercenario, el figuretismo lorna, la idiotez campante. Cuando los partidos
dejaron de ser fábricas de liderazgo y usinas de ideas, vinieron los
emprendedores. ¿Por qué no un partido que los catapultase al poder, donde se
roba a gusto y en medio de discursos solemnes? ¿No es eso mejor que un centro
comercial, que un terminal trucho, que una ciudad paralela a punta de invasiones?
En todo caso, estamos donde estamos exclusivamente
porque así lo hemos querido.
A mí lo que también me fascina es la hipocresía.
Hay quienes fingen horrorizarse porque Merino intentó
sondear a los uniformados y recuerdan al inmaculado Femando Belaunde Terry, tan
lejos de los tanques y las proclamas de cuartel.
¿Cómo? ¿Es que no recuerdan que Belaunde Terry
promovió abiertamente el golpe militar de 1962 que desconoció el triunfo
electoral de Haya de la Torre aduciendo un fraude que jamás se probó?
Belaunde Terry fue golpista y su servicio al veto
militar en contra de Haya originó la venganza aprista de la coalición Apra-UNO,
un capítulo que terminó con el Apra y desnaturalizó la política parlamentaria.
La moderna polarización del país empezó en esos enredos.
¿Ya no recuerdan eso, sublimes demócratas?
Muchos de los inocentes imaginarios de hoy son los
herederos directos de quienes empujaron a los militares a intervenir en
política cada vez que sus intereses se vieron amenazados.
Cuando el cándido de Billinghurst creyó que podía
darle la espalda a la oligarquía, el Congreso, en nombre de esos intereses, lo
vacó con el apoyo militante de los cuarteles. Un mariscal de papel como
Benavides comenzó así su carrera de “veedor de la democracia”. El asesinato de
Sánchez Cerro, a manos de un aprista, lo volvería a encumbrar.
Y cuando el Apra incendiaria amenazó al más que
cándido gobierno de José Luis Bustamante y Rivero, los milicos acudieron “en
defensa de la patria” y se quedaron ocho años de Sexto y Frontón.
¿O hablamos, mejor, del golpe de Fujimori, respaldado, según Apoyo, por más del 80% de los peruanos y sostenido por las Fuerzas Armadas en modo de putrefacción? ¿No fue de ese zarpazo anticonstitucional que surgieron el neoliberalismo, la pax romana que acalló a los sindicatos, la concentración de poder que alentó la corrupción y consagró los privilegios de los más ricos, la dictadura que compró a la prensa y a la televisión? ¿No vienen los lodazales de hoy de aquella siembra de pantanos? Claro que sí. Lo que pasa es que es mejor no recordar esa historia ahora que todos somos demócratas a carta cabal y constitucionalistas al ciento por ciento.
Que Vizcarra no se confunda. Quienes lo apoyan no
ven en él a un estadista que el Congreso truhán quiere tumbarse. Lo que ven es
a un hombre débil más chantajeable que nunca y más susceptible que nunca a
cualquier periodicazo. Lo defienden porque les es útil para venderle a la gente
la mentira más difícil de vender en la actualidad: que tras la pandemia todo
debe seguir igual, que el neoliberalismo se presentó después de que ardiera una
zarza, que el modelo es intocable y que hay que ser un comunista de mierda
para imaginar siquiera que aquí hay desigualdad, inequidad y monopolios
repulsivos. De eso se trata, señor presidente. Usted sigue estando en palacio
porque se ha comprometido con los que cortan el jamón. Y los que cortan el
jamón dicen que usted es un demócrata porque quieren seguir al mando de la
cuchipanda. Si así no fuera, el cuchillo especializado que saben usar ya
estaría en su espalda acribillada. No se la crea.
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