ALICIA MAGUIÑA
Una serie de charlas telefónicas para coordinar el día
y la hora en que iríamos a entrevistarla es todo lo que nos queda de la gran cantautora
limeña que nos ha dejado a los 81 años. La última llamada es de julio de este año, en plena pandemia. Ella cuidándose mucho. En doce
minutos nos habló de sus padres, de sus maestros en la música y de su propio legado.
Aquí está ella.
Escribe:
RAFAELLA LEÓN
Ilustración:
Nadia Santos
Revista SOMOS N° 1763 p.24 19SET20
L |
a última vez que hablamos con Alicia Maguiña (Lima, 1938-2020) reuníamos historias de grandes maestros del Perú. Ella nos recordó que había enseñado el baile de la marinera limeña, pero renglón seguido, con la firmeza y elegancia que la caracterizaban, confirmó que fue muchísimo más que eso, y que el valor de su vida estaba íntimamente ligado a la música peruana. “Para inspirarme no establecí fronteras geográficas: yo le canté al Perú total”. Escribía la segunda parte de sus memorias. Decía no tener miedo a envejecer, aunque exigía que le avisara con anticipación la fecha en que iría el fotógrafo a retratarla para Somos: debía sacar previamente una cita en la peluquería (¿para embellecer qué más?, le preguntábamos, y se reía renegando un poco). La cita no se concretó: un mal de sus rodillas (polimialgia reumatoidea, nos explicó) la tenía demasiado adolorida. Se nos quedaron muchas preguntas, pero en julio último, con la pandemia cambiándonos la vida en un abrir y cerrar de ojos, hablamos por última vez.
A
cierta edad, con una trayectoria, ¿uno ve la vida de otra manera?
Antes,
si estábamos frente a personas que se llamaban cantantes era porque cantaban.
En cambio, ahora da lo mismo si tienes voz o no tienes voz; no destacas por
eso. Ha habido gente muy creativa, que imponía estilos, ahora no: todo el mundo
canta igual. Este año, el 20 de diciembre, Jesús Vásquez cumpliría 100 años de
vida. Ella es la máxima cantante de música criolla que hemos tenido, una voz
privilegiada. Fraseaba muy bonito y dividía el vals de una manera muy de ella.
Y, sin embargo, este año nadie habla de ella. La gente está en otra, viendo qué
cosas mezclar. No es que sea malo, pero todo el mundo cree que puede aportar.
Hablar de aportes ya son cosas mayores. Hay elegidos, no todo el mundo puede.
¿Qué
es para ti la vigencia o estar vigente?
Tener
una línea, eso te da la vigencia. Cuando haces algo que no se parece a nada.
Cuando marcas una época.
¿Quiénes
fueron tus maestros? ¿Qué recuerdas de ellos?
El maestro que me marcó en la vida fue Óscar Avilés.
Estoy escribiendo ahora un libro sobre la música criolla y andina. He estado
escarbando en todo lo de Avilés, y él es quien le dio -aparte de Pinglo- un
carácter a la música criolla, un orden, una armonía. Él sí aportó. Mis
referentes han sido Felipe Pinglo, Jesús Vásquez y Óscar Avilés.
Avilés
fue tu profesor de guitarra.
Sí, y me hacía cantar de determinada manera. Yo iba
chiquilla a sus clases, tendría 13 años. He vivido muchos años en lea, yo
prácticamente abrí los ojos allá. Cuando llegamos a Lima, les pedí a mis padres
que me pongan a aprender guitarra, pero no les pedí un profesor, sino que me
llevaran donde Avilés.
¿Y
qué te dijeron tus papás?
No estaban de acuerdo con que yo cantara. “Una mujer de tablas, de ninguna manera”, decía mi papá. Así era en esa época. Mi mamá cantaba, pero dentro de la casa; ella era muy entusiasta, muy alegre. De alguna manera me impulsó un montón de cosas.
¿Y
eso lo estás poniendo en tu segundo libro de memorias?
Sí. Pero sobre todo estoy poniendo la riqueza
artística que ha habido siempre en nuestro país, no solo en la música, sino en
la cerámica, los tejidos. Este segundo libro se llamará Más que una pasión [el
anterior es Mi vida entre cantos (Universidad San Martín de Porres, Ministerio
de Cultura, 2019)].
Uno
escribe sus memorias para ser recordado. ¿Por qué quieres ser recordada?
Como artista, yo siempre integré la música del
Perú. Desde mi primer long play [La dueña del santo, 1957]. La música
que llaman ahora negra, la música andina de la costa... Yo canté en quechua,
en aimara, me llamaban la artista de la integración. Rodrigo Montoya escribió:
“Es la artista puente entre dos culturas que el Perú necesitaba”. Eso es como
abrazar al Perú, ¿no crees? ▒▒
LA OPINIÓN
Alicia
Maguiña fue una exégeta del Perú
C |
on Alicia Maguiña se van
rasgos de vida que el Perú tuvo y que ya no tiene más. Rigor en el trabajo,
entereza, valentía, una visión de nuestro país, integradora, nada paternalista,
exigente y llena de amor y comprensión.
Se van la decencia, la
sobriedad, el poner por delante la calidad de la creación antes que a la
persona. Alicia Maguiña fue desde lo suyo una exégeta del Perú quizá más
próxima que la academia a la mágica realidad que nos toca por naturaleza, por
historia, por cultura viva. Prueba de ello podría ser su composición Wiñaytan
Kausanki José María, dedicada a Arguedas cuando él muere, pero que aborda
la ruptura y el dolor de los desencuentros que nos apalean y que solo se palian
mediante la música, el canto, los cantos de todas nuestras latitudes ☺
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