LECTURAS INTERESANTES N° 854
LIMA PERU 16NOV18
MAGO DE LAS
FINANZAS
César Hildebrandt
Tomando
de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 421 16NOV18
D
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ice García que a él lo
contratan como conferenciante pagado en cientos de miles de dólares porque sabe
mucho de economía.
Por supuesto que sí.
Sabe mucho.
Basta recordar lo que
hizo en el quinquenio 1985-1990 para admitir que, en efecto, García es un mago
de la economía.
En su segundo gobierno,
como se sabe, aprendió la lección y dirigió el país como si de un gerente
general se tratara. La empresa era el Perú. Y los socios fueron su amigazo José
Grafía, su cumpa Marcelo Odebrecht, su causa Jorge Barata (que jamás hizo
honor a su apellido). De vez en cuando venía a ver la marcha de esta APP
peruano-brasileña el CEO global de la cosa, o sea el sacrosanto Luis Ignacio
Lula da Silva, al que le hacían mejoras en su casa sin que él diera permiso.
Sabe de economía el doctor García. Cuando yo lo conocí, era un diputado que
vivía de su sueldo. En ese tiempo, digamos, no había aplicado todavía su
ingenio para la acumulación. Cuando García ganó las elecciones, Héctor
Delgado Parker, su amigo y asesor, hizo una colecta para ayudarle a comprar un
depa elegante en Miraflores y sacarlo de la casita de general Varela donde
habitaba con la modesta cordobesa con la que se había, felizmente, casado.
García se hizo rico
mientras gobernaba. ¿De dónde obtuvo el tiempo y la energía para hacer horas
extras en consultorías, asesorías, tutorías? ¿Cómo se las ingenió para robarle
horas a su función de estadista y trabajar en exitosas aventuras empresariales
que pudo mantener en reserva? ¿Cómo es que un hombre sin un centavo, que había
cantado rancheras en París para poder comer, que dictó clases por horas en la
menesterosa universidad Federico Villarreal, terminó con una casa esquinera de
Chacarilla, un tremendo departamento en Bogotá, un piso de un millón de dólares
en la parisina rue De la Faisanderie, una casa de playa en Naplo y una fortuna
difícil de cuantificar que le permitió vivir ostentosamente una década y sin
trabajo conocido? ¿Cómo hizo este hombre asombroso para ser presidente
mientras ideaba aeronegocios con su amigo Alfredo Zanatti? ¿Cómo es que pudo,
entre los consejos de ministros y sus preocupaciones domésticas, tener una
ardua agenda con ejecutivos como Sergio Siragusa?
GEISHA KEIKISTA en Hildebrandt en sus Trece |
Yo no tengo dudas:
García es un mago de las finanzas. A él la plata le llega sola o, a veces,
acompañada de amigos. Ese es el caso de la casa de la calle Donatello, en San Borja,
comprada gracias a un préstamo de su hincha Antonio Biondi. O la casa soleada
de Los Pulpos, comprada después de vender la de Naplo y revendida a 130,000
dólares a su amigo José Antonio Chang, que fue su primer ministro y que es
rector de la universidad donde García tiene actualmente un sueldo mensual
superior a los 40,000 soles.
El genial García es
también magistral a la hora de declarar el valor de algunas de sus
propiedades. Por ejemplo, siempre dijo que la casa de general Valera, en
Miraflores, le costó apenas 10,869 dólares. ¿Se imaginan la ganga? ¿Y cuánto
creen que, según él, costó el inmueble de la cai lie Donatello, en San Borja?
¡Veinte mil dólares! ¿No les da envidia? La casota de Chacarilla se valoró apenas
en 110,000 dólares, dice García, y el solar veraniego de Naplo “costó” 30,000
dólares. ¡A sol el chapuzón!
En materia inmobiliaria,
García es como Donald Trump. No conoce la saciedad. Ha comprado y vendido y
comprado sin vender no menos de 13 propiedades en un lapso de 10 años. La
última es la casa de 830,000 dólares en El Rosedal, de Miradores. Fue pagada
con 530,000 dólares al contado
rabiosísimo y 300,000 de un préstamo bancario. Esta vez, dado que los vendedores eran unos severos descendientes
jordanos, el precio sí se parece a la tasación comercial.
¿Cómo amasó García toda
esta fortuna? Con su enorme talento para multiplicar peces y panes, sin duda.
Nada tuvo que ver en su destino de magnate cuasi inexplicable lo de los dólares
MUC, lo del tren eléctrico y los italianos enviados por Craxi, los aviones
Mirage negociados en
Egipto, el monopolio estatal de las importaciones, el tío
que recibió una coima de 1’8oo,ooo dólares, Agustín Mantilla y su indescifrable
cuenta de seis millones de dólares. Esas son calumnias. Y, como es notorio, a
más calumnias, más aprismo.
Este portento de las finanzas
demanda hoy a los “imbéciles” que le prueben algo.
Lo que no sabe es que
los imbéciles están a punto de armar el rompecabezas que en 1992, tras las
conclusiones de la Comisión congresal que determinó su responsabilidad penal en
la comisión de diversos delitos, quedó inconcluso cuando llegó el golpe de Estado
de su amado Fujimori. Ese golpe de Estado trajo consigo la extradición fallida,
el paso de los años y el regocijo de la prescripción. Esta vez quizá no tenga
tanta suerte. ▒
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