LECTURAS INTERESANTES Nº 831
LIMA
PERU 29 JUNIO
2018
A MI QUE NO ME VENGAN
César Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT
EN SUS TRECE” N° 403, 29JUN18
Q
|
ue
no me vengan a decir que la “ley mordaza” callará a la prensa libre.
¿Qué
tiene que ver la libertad con la mamadera estatal?
Sé
que el proyecto de Mulder tiene un oscuro origen. Sé que viene de la venganza
de la señora dos veces derrotada y del lodo alanista.
La
madame Mao del fujimorismo está convencida de que la prensa fue un factor de
que la elección del 2016 le fuera esquiva en las últimas 72 horas. Y tiene
razón: ¡la prensa decente hizo su trabajo y sus hipocresías quedaron al
descubierto! Ahora, ante la exhibición de su Congreso y sus actitudes de
matona de barrio, todos se han dado cuenta del favor que al Perú le hizo la
prensa no contaminada. ¿Se imaginan una Chiang Ching criolla con el Congreso
en sus faldas y el Ejecutivo en el bolsillo? ¿Se imaginan?
Con todos estos, pobre Perú |
El
señor García también está convencido de que la prensa ha hecho mucho en
construir su imagen de corrupto sin tregua. Y tiene razón. Los periodistas que
supieron de sus primeras andanzas con la plata de la campaña de 1985, las
recaudaciones del primer gobierno, los negocios del dólar MUC, su alianza
aérea con Zanatti, las exigencias a los italianos del tren eléctrico, las
triangulaciones de los Mirage, la vastedad de su riqueza inexplicable, los
periodistas que biografiaron su ascenso social y que más tarde fueron testigos
de sus prescripciones y ardides legales han (hemos) contribuido decisivamente
en arrebatarle la máscara de político y obtener su verdadero rostro de
tramposo.
Pero
el origen de ese proyecto no invalida su contenido. Digamos que nuestra madame
Mao y nuestro Berlusconi han encontrado el pretexto perfecto para consumar una
revancha que imaginaron desde hace mucho tiempo.
A
mí que no me vengan a decir que la propaganda inútil del gobierno, desplegada
gracias a miles de millones de soles aportados por los contribuyentes, es
“imprescindible” para la marcha de la comunicación con la población y hasta
para el funcionamiento de la democracia.
El
señor Humala, que ya sabemos que sumó a su papel de advenedizo de la derecha
el de títere financiero de Odebrecht, gastó 881 millones de soles en publicidad
estatal durante sus cinco grises años de gobierno.
Eso
significa que el señor Humala necesitó 14’683,333 soles mensuales para enterar
a la población de sus “logros”. Eso supone 489,000 soles cada 24 horas en
gastos propagandísticos. ¿Qué necesidad tenía el señor Humala de invertir
tanto dinero público en dar cuenta de su gestión? Ninguna. Bueno, ninguna
excepto una: congraciarse con ciertos medios “importantes” para obtener el
trato benévolo y aceitado que buscaba. Y lo logró.
La
prensa concentrada del grupo “El Comercio” obtuvo sus últimas utilidades, como
lo demostró una nota de Eloy Marchán en este semanario, por los ingresos
publicitarios del gobierno. Y el señor Kuczynski, que estuvo en la presidencia
durante un año, siete meses y 21 días, se dio el lujo de fabricar avisaje estatal
para sus medios preferidos por un valor de 350 millones de soles. O sea,
583,000 soles diarios. ¿Para comunicar qué? ¿Para decirnos cuánto? ¿Acaso para
decir la verdad sobre sus enjuagues personales?
Es
una farsa grotesca decir que la publicidad estatal tiene que ver con la
libertad de prensa. ¿Se imaginan a Émile Zola pidiéndola para “L’Aurore”, en
cuyas páginas formuló su inmortal “J’ accuse” en defensa del judío Dreyfus?
¿Podemos concebir que Ben Bradlee la solicitara para “The Washington Post”?
¿Necesitó “El País” de la primera época, antes de que fuera botín de banqueros
y memoria de silencios, de la plata del gobierno central o de las autonomías
españolas?
A
mí que no me vengan.
Dicen
que unas radios provincianas y heroicas se van a morir sin publicidad del
Estado. No deben ser muy heroicas si su sobrevivencia depende de la vía láctea
gubernamental. Y en todo caso, la pregunta es muy sencilla: ¿cuánto de
independiente puede ser un medio que respira y sobrevive gracias al Estado?
Muchos
medios han olvidado a los lectores. Y viven o de la CONFIEP o de la teta romana
del gobierno de turno. O de las dos. Ya no importa cuánto circulan, qué influencia
ejercen, qué rol cumplen. El asunto es asegurar el balance con la plata de la
publicidad. Sus textos son intervalos entre anuncios explícitos y publis apenas
encubiertos.
Antes,
cuando el periodismo valía la pena, la meta de este oficio era enterarse de la
verdad y contársela al público. Y el público respondía escogiendo ese medio y
financiándolo indirectamente.
Ese
es el caso de este modesto semanario, al que ni la CONFIEP ni el Estado han
querido apuntalar con sus frondosos avisajes. No nos interesa. Existimos por
nuestros lectores. El día que ellos se cansen de nosotros -espero que eso no
ocurra- cerraremos. Prefiero mil veces desaparecer una vez más y no andar por
allí mendigando partidas del presupuesto o sobras del “gran empresariado”.
A mí que no me vengan. ▒
No hay comentarios:
Publicar un comentario