domingo, 9 de octubre de 2011

UN PROYECTO CAUDILLO PARA PUNO

Por: Juan José Vera del Carpio*

Una singularidad que se le reconoce al difunto Presidente Fernando Belaúnde, es haber expresado “frases felices” en la política. Una de ellas fue la de hablar sobre que desapareciendo los caudillos políticos (en donde ciertamente se inscriben Mariátegui, Haya, el propio Belaúnde y en el caso de Puno los hermanos Cáceres) lo que los pueblos hacen ahora es crear “proyectos caudillo”, es decir ideas o propuestas alrededor de las cuales la comunidades regionales apoyan o acuden presurosas en su defensa, pues se establece sin discusión que parte a la solución de sus problemas está en ejecutar esas obras o proyectos. Explicaba Belaúnde que ese era el caso de Majes para Arequipa, Olmos para Chiclayo, Chavimochic para La Libertad, y así por el estilo).

Y no dejaba de tener razón. Hay algunos proyectos que convocan y mueven a la mayoría de ciudadanos de una región. Algo de eso fue lo ocurrido en las décadas del 80 y 90 del siglo XX, en el caso de la región de Puno con la hidroeléctrica de San Gabán y las carreteras al Inambari y San Juan del Oro (sin embargo la lucha por esta última ha perdido fuerza y consenso)

Estamos en la segunda década del Siglo XXI y de alguna manera el imaginario popular del país ha renovado expectativas. El norte busca Puyango Tumbes, la conclusión de Olmos y Chavimochic, la ejecución de Chinecas; Ica batalla por la regulación de sus cuencas, Arequipa por concluir Majes incorporando 20 mil hectáreas en Siguas, mientras que Tacna y Moquegua bregan infatigables tras sus proyectos hídricos y mineros.

Entonces la pregunta cae de madura ¿y Puno? ¿detrás de qué van sus sueños? ¿cuál es el proyecto productivo, caudillo, de Puno? ¿cuál es la actividad nueva que más ilusiones concentra entre la población regional?.

Si la respuesta fuese inmediata y casi unánime, estaríamos en condición de identificar un proyecto caudillo. Como no lo es así, bien vale la pena indagar sobre el particular..

Empecemos señalando que tener “proyectos caudillo” es importante. Primero porque visibiliza las aspiraciones más sentidas de la población. Segundo por nos hace pensar en propuestas positivas, en aspiraciones de crecimiento, en deseos de expansión y no nos enfrasca en el lamento del diagnóstico constante de nuestras frustraciones, o en la oposición permanente a lo que existe o ya es conocido. Total, en este segundo caso, lo más fácil es decir no a todo lo que otros construyen. En tercer lugar, estos proyectos, dan sentido a nuestras reinvidicaciones, pues cada proyecto que nos “acaudilla”, marca un punto de llegada, una meta, un hito que alcanzar, para luego reiniciar el camino de una nueva lucha. Finalmente, un proyecto guía nos permite aspirar e instalar en nuestro medio nuevos conocimientos, nuevas tecnologías y por lo tanto a revalorar nuestro pensamiento, a vincular nuestro progreso a nuevos conocimientos.

En fin, podríamos abundar en nuevas disquisiciones. No es el caso. En cambio ensayemos cuáles podrán ser uno o dos proyectos que le den salida al tema regional.

En mi entender, para Puno yo priorizaría el proyecto “Nuevas pasturas” o de “cambio tecnológico”, el mismo que tiene dos escenarios:

El primero está localizado en el altiplano. Se trata de incorporar no menos de 150 mil hectáreas a la moderna producción agropecuaria, sustituyendo el pasto de nuestras duras praderas por verdes alfalfas dormantes. Esto implica al mismo tiempo instalar áreas de bosques alrededor de estos predios y sustituir a la actual ganadería de bajo nivel, por animales mayores de alta rentabilidad.

Cada hectárea así trabajada vale tres veces menos que habilitar una similar en Majes u Olmos. Actualmente y con un gran esfuerzo hay poco más de veinte mil hectáreas ya instaladas, a manera de pequeños bolsones diseminados a lo largo y ancho de las poco más millón de hectáreas arables que tiene la región de Puno.

Obviamente que se trata de una labor que debe desarrollarse técnicamente, pues se puede caer en generar algunos desequilibrios medio ambientales, como la desertificación o el mal uso del agua, en caso no se apliquen los conocimientos que se requiere.

El segundo escenario de este proyecto es el área circunlacustre. Allí, en las inmediaciones del Lago Titicaca, en donde medio millón de puneños viven apretujados pugnando por un palmo de tierra. Ellos están obligados a sobrevivir en la pobreza, con una agricultura que muchas veces les resulta esquiva, en microparcelas que tienen más de testimonio patrimonial y ancestral, que de recurso económico productivo. Por ello que muchos hacen de la pesquería artesanal un complemento o en otros casos del comercio y el contrabando la opción real de su empleo y captación de ingresos.

En esos lugares la producción ganadera podría ser estabulada y apoyada en la explotación hidropónica de pastos; paralelamente y de manera complementaria se capitalizarían las explotaciones pesqueras. De esta manera, el área circunlacustre se convertiría en un espacio para desarrollar centenares de pequeñas empresas modernas, que saquen de la pobreza a cientos de miles de campesinos.

Ambos sub proyectos requieren de una inversión de no menos de 750 millones de dólares (casi la tercera parte de Majes – Siguas y la mitad de Olmos con Chavimochic). Pero su ejecución permitiría sacar de la pobreza a cientos de miles de puneños.

Yo diría que cualquier batalla que el pueblo de Puno libre por conseguir estos proyectos justificará cualquier esfuerzo. Hay que sumar energías para conseguirlos.

Existe otro proyecto que debería ser elevado a “caudillo” y que también significa la solución financiera de Puno, sobre el cual hablaremos en una próxima oportunidad.

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*Ingeniero economista, Director ejecutivo de la asociación Kausa. verajuanjose@hotmail.com

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