GARECA NOS HA HECHO UN FAVOR
César Hildebrandt
En HILDEBRANDT
EN SUS TRECE Nº 670, 26ENE24
R |
icardo
Gareca, el tigre, entrenará a los futbolistas chilenos que compiten por una plaza
para el próximo Mundial.
¿Cómo?
¿No era
que el Perú era su segunda patria, su bandera alternativa, su cuna por adopción?
No,
hombre. Gareca es un hombre práctico, el fútbol es un negocio y Chile sigue
siendo, de mil maneras, el perro obstinado que va oliendo nuestras huellas. Nos
odia pero sigue el rastro del amo varias veces mordido.
¿Traidor
Gareca?
Nada de
eso. Firmó por Chile porque le ofrecieron lo que quería mientras que aquí el
triste Agustín Lozano apostó por un uruguayo que sacó el primer puesto en la
liga de porquería que padecemos.
Si
habláramos de traiciones, tendríamos que citar a Carlos Saúl Menem, el
presidente que, violando leyes internacionales, le fio armas largas y
artillería al Ecuador en plena guerra del Cenepa. Esa sí que fue plena
ingratitud si recordamos lo que el Perú hizo por Argentina en el conflicto de
Las Malvinas. Menem fue el compadrito de una casa rosada donde el peronismo se
depravó y salió a hacer la calle disfrazado de neoliberalismo venéreo.
Chi-chi-chi !!! le-le -le !!!!
Menem fue, mirado en perspectiva, el padre putativo de Milei.
No es el
caso de Gareca. Gareca no puede traicionar porque para eso se necesita un
compromiso auténtico, un yugo voluntario, una lealtad surgida de ciertos valores.
Los entrenadores, como las canchas, se alquilan. Nadie le pide al césped que
sea fiel a alguna bandería.
Tengo una
relación complicada con el fútbol. Me cautiva como entretenimiento, amo su
ciencia, celebro sus misterios, me emocionan sus velocidades y su aspecto de
ajedrez sudado. Y, al mismo tiempo, sé que es, cada día más, un negocio turbio,
una cochinada chauvinista, una devoción comarcal, un modo neroniano de evitar
maldades mayores. Para no matarse otra vez, los europeos gritan y cantan himnos
en las tribunas de los estadios. El clásico Madrid-Barcelona es la batalla del
Ebro en camiseta.
Gareca nos
na hecho un favor. Al aceptar dirigir a la selección de Chile nos está
recordando lo idiotas que podemos ser. Y es bueno que de vez en cuando alguien
como él, con el tamaño de icono de su sombra, nos refriegue en la carota la
ingenuidad siempre infantil que nos hace ridículos y vulnerables.
Gareca va
a Chile con un conocimiento que debe haber encarecido su contrato: sabe de
nuestros pies de barro, es un biógrafo de las virtudes y miserias de todos los
Orejas y los Cuevas de este reino, tiene el GPS del ánimo en el camarín,
investigó al monstruito desde dentro. Y Chile es un rival directo en las
eliminatorias mundialistas y el primer escollo en la Copa América de junio
próximo.
Gareca se ha vendido en el momento exacto y al precio que vale su experiencia con el once peruano. Chile ha comprado un know how con buzo puesto y su propósito tiene historia: asegurarse, esta vez, de no quedar por debajo del Perú. La mirada siniestra de Arturo Vidal y su emoticón festejando nuestra derrota ante Australia eran piezas sueltas. Ahora el rompecabezas está completo. Tiene la cara de un survecino siempre rencoroso que a la chirimoya le dice chilemoya y que asegura que el pisco no es de estos lares, que la papa ancestral es de Chiloé, que la quinua nadó de sus entrañas, que la causa criolla fue creada en Santiago y que hasta el suspiro limeño es por lo menos binacional.
¿Traición
de Gareca? Nada de eso. Negocio, money, faltriquera, hacienda, transacción,
cálculo, tintineo, ventanilla, billete, arruga, efectivo, divisas, guita,
pasta, bolsa, peculio, caudal, morlacos, cash, perras, numerario, patrimonio.
En resumen, Scotiabank. Hablemos en serio. <>
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