PUNO: PASADO Y PRESENTE
Víctor Andrés García Belaunde
Dominical
de EXPRESO 19MAR23
El
departamento de Puno ha sido cuna de personajes ilustres de nuestro país: José
Antonio Encinas, Emilio Romero Padilla, Carlos Oquendo De Amat, Federico More,
Enrique Masías, Enrique Torres Betón, José Domingo Choquehuanca, más
contemporáneos Martín Chambi, Víctor Humareda y tantos otros más; y dos de sus
hijos llegaron a ser presidentes de la república elegidos democráticamente, los
generales José Rufino Echenique y Miguel de San Román.
Durante
el virreinato la intendencia de Puno es agregada al Perú, en 1796, y es uno de
los departamentos que envió diputados al Congreso Constituyente de 1822, y
figuran en la firma de nuestra Constitución como sus representantes: el general
José de La Mar, Hipólito Unanue, Ignacio Antonio de Alcázar, Francisco Salazar,
José María Galdeano y Domingo de Orue, lo que nos dice que el patriotismo de
esa parte del Perú estaba arraigada a su independencia con personajes de primer
nivel a quienes la ciudadanía puneña los eligió para ser parte del nuevo estado
peruano que se estaba fundando.
Así como se tiene luces y patricios, Puno también sufría en su interior y en sus pobladores más desprotegidos los abusos de algunos terratenientes que con modalidades de extorsión, coacción y rapiña se apropiaban de las tierras de las comunidades indígenas, así lo escribí en mi reciente investigación basada en un epistolario en el cual se aprecia la forma de gobierno del Perú por parte de Mariano Ignacio Prado y el manejo de la prefectura de Puno por José Luis Quiñones. Esta investigación me acercó al Azángaro del siglo XlX y comprender su realidad.
Al
regresar a Puno Lizares Quiñones hace su gran negocio, este consistía en dejar
en libertad a los conscriptos, y a cambio de esa libertad pedía la cesión de
sus derechos de las tierras que ancestralmente les correspondían. Así amplió su
hacienda de Muñani Chico y Tintiri con las enormes extensiones de Añaypampa,
Jilahata, Choquechambi y Cayacallani. Justamente Tintiri fue prueba de uno de
los actos más vergonzosos del clan Quiñones; edificaron un templo con una bula
papal falsa con el propósito que los indígenas dejen diezmos, y se cobre por
enterrar a sus muertos.
Su
hermano José Luis cuando fue prefecto de Puno y jefe político y militar del
departamento mandó flagelar en mayo de 1878 a varios de los soldados que
prestaban servicio, y el diario El Comercio denunciaba el hecho. Antes que
destituirlo, el presidente general Prado pensaba ponerlo como prefecto del
Callao, pero finalmente resolvió premiarlo como ministro plenipotenciario del
Perú en Bolivia.
La tragedia de Puno no es de hoy, viene
cargándose año tras año y en el pasado reciente no ha tenido representantes que
hayan sabido encumbrar la importancia de un territorio tan entrañable, para la historia del Perú.
Desgraciadamente la guerra contra Chile, así como otros acontecimientos, hacen
que la memoria histórica de todo un pueblo no se tome en cuenta tan solo para
ocultar intereses particulares.
Una vez
restablecida la tranquilidad pública espero estar en Puno y entregarle una
parte de su historia, realizada en mi texto Cartas de Guerra y Gobierno, en la cual Puno y Azángaro son el
centro de la historia, historia que no debe olvidarse para no volverse a
repetir. ■
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