BALANCE OPTIMISTA DE ENERO
Carlos León Moya
(Publicado
en HILDEBRANDT EN SUS TRECE)
Q |
ue el Perú
lleve ya dos meses de crisis y manifestaciones y represión violenta no es algo
que alegre a nadie. Un lado lamenta y teme más pérdidas de vidas a manos de la
policía, y el otro lamenta los costos económicos y daños que las protestas han
venido ocasionando.
Pero si uno
está del lado de las protestas, como yo, puede ver las cosas desde un lado más
positivo, aun dentro del túnel sin salida que atravesamos.
Por
ejemplo, la cantidad de tiempo que han sostenido la protesta es sorprendente.
Casi dos meses. Aluvional, desordenada, inconexa, pero dos meses de protestas
ininterrumpidas a nivel nacional no ocurría hacía mucho tiempo. Peor con la
complicación de las fiestas de navidad y año nuevo, donde estas tuvieron que
parar.
La derecha
y la policía no entiende -o no quiere entender- cómo se puede sostener una
protesta tanto tiempo. Buscan financistas, manos oscuras, lazos ocultos. En
realidad, su accionar sangriento y su obstinación ciega han sido los
principales motores de la movilización.
En estos
días, muchas personas me han comentado con desazón que llevamos dos meses de
protestas y Dina Boluarte aún no renuncia. Y es cierto. Pero mi primera
reacción es juzgar mi usual pesimismo y preguntar en voz alta cosas que me
pregunto yo también: ¿a inicios de enero, esperabas que las protestas se
mantuviesen fuertes todo el mes? Cuando la Toma de Lima terminó con Dina
Boluarte hablando victoriosa y con la policía lanzando gases lacrimógenos hasta
medianoche, cuando intervinieron San Marcos dos días después de forma
arbitraria, ¿sospechabas que las siguientes marchas iban a ser gigantes, que la
solidaridad se iba a organizar y volverse mucho mayor, que dos semanas después
iban a estar aún más acorralados, como las ratas que enfrentan la muerte con las
patas hacia arriba?
La
solidaridad también ha ido aumentando de manera sostenida. Al inicio, la
protesta -que llegaba a Lima en buses, que llegaba a Lima a pie- recibió ayuda
y apoyo, sí, pero este ha ido creciendo con el pasar de los días. Alimentos,
bebidas, médicos, abogados, frazadas, medicamentos.
¿La posible
razón? No solo la obstinación de Boluarte, sino también la respuesta brutal y
abusiva de la policía. El abuso intimida, pero también puede movilizar.
Defender al prójimo aun sin conocerlo. Sacar la cara por él. Sostenerlo. No
porque te pague una organización extranjera, sino porque es injusto lo que le
hacen. Es injusto que la policía te mate con una bomba lacrimógena lanzada a la
cabeza, como ocurrió el 28 de enero en la avenida Abancay, en Lima. Es injusto
que te lancen 36 perdigonazos por la espalda a 5 metros de distancia y te dejen
al borde de la muerte, como ocurrió el 11 de enero en la avenida 28 de julio,
en Cusco. Es injusto que te detengan 48 horas sin ninguna acusación y te dejen
la pierna verde a punta de varazos o que te hagan arrodillarte desnuda para ver
“si hay droga”, como ocurrió en las sedes de la DIRCOTE y la DIRINCRI el 21 de
enero.
Y es
injusto que las únicas respuestas de los responsables políticos, Dina Boluarte
y Alberto Otárola, sea el blindaje, el elogio, el aplauso a los que cometen el
abuso. Y es injusto que la gran prensa impresa y televisiva prefiera hacer caso
a sus miedos y escoger, en lugar de informar de manera imparcial, tomar parte
por el más fuerte y sesgar cada que puede toda noticia que le venga.
Aimaras llegan a Lima para unirse a protesta nacional
Y toda esa injusticia hace que te duela un poco la cabeza, que te hierva un poco la sangre. Te moviliza de varias formas. Y eso también hace que la protesta se sostenga.
Aún no
sabemos el resultado final de todo esto. ¿Renunciará finalmente Dina Boluarte?
¿El Congreso adelantará elecciones para este año? ¿Habrá un referéndum para una
Asamblea Constituyente? No oculto mis intenciones: ojalá se den, al menos, dos
de estas tres demandas. Pero una idea me viene rondando hace días y es que, a
pesar de todo, uno ha aprendido a la fuerza el valor de la organización. Al
menos de un mínimo de ella. Todo en el Perú es desorganizado, por pequeño y por
costoso, pero de a poco -y con tiempo- alguna organización se ha ido formando.
Se ha ido conociendo gente, creando lazos, descubriendo intereses comunes. En
suma, ganando fuerza y experiencia. Y esa experiencia no debe perderse.
Al final de la Cantata de Santa María de Iquique, que relata la historia de una matanza de más de dos mil obreros en 1907, el grupo chileno Quilapayún canta que quizás mañana o pasado, o bien en un tiempo más, “la historia que han escuchado de nuevo sucederá”. El abuso volverá. Dina Boluarte no es nueva en nuestra historia: es un Merino mejor hecho, una Odría con internet, una Sánchez Cerro sin galones. Es un remedo de males anteriores. La única manera de evitarlo, o enfrentarlo, es estar preparado. Que lo aprendido y logrado hasta ahora no se esfume. Y si quieren esclavizarnos, jamás lo podrán lograr. ♦
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