AÑO NUEVO
VIEJA LUCHA
Escribe:
Milcíades Ruiz
Finalizaremos
el año en medio de festejos religiosos y astronómicos. En enero, nuestra vida
cotidiana iniciará un nuevo ciclo anual al ritmo del clima. Quizá pensemos en
los resultados de nuestro desempeño personal, institucional y nacional en el
año vencido, proponiéndonos nuevos planes y metas. Pero, serán las condiciones
que afrontaremos y nuestra actitud frente a ellas, las que determinarán el
curso de nuestras vidas en común y en particular. Sobre este asunto va la
siguiente nota.
LA POBREZA Guayasamin |
Estar
inmersos en un sistema contra natura, condiciona nuestra conducta desde que
nacemos. La formación generacional que se nos inculca, predispone a conceptuar
como normal, lo que es su reverso. Ver a mendigos durmiendo a la intemperie no
nos conmueve porque la desigualdad extrema es lo normal. Esto no sucedía en los
pueblos prehispánicos de vida comunitaria compartida. La situación antípoda a
nuestros orígenes, ha trastocado el sentido de la vida humana y hablar de
“comunismo” resulta insólito para quienes tienen la mentalidad revertida. Hasta
lo hemos suprimido de nuestro lenguaje, pues ser político “progresista” es
menos repudiable.
Al
igual que los alienados psicóticos que ignoran su deterioro mental; también la
población en conjunto, tiene alteración mental en diverso grado. La alienación
social es un estado psíquico zombi que nos hace actuar por reflejo
condicionado. Los fanáticos religiosos, políticos, deportivos, raciales, suelen
tener una alta dosis de alienación condicionada, pero ningún cerebro está libre
de recibir impactos alienantes en cada momento emitidos por la maquinaria de la
dominación vigente. Así, la sociedad deja de regirse por los valores humanos,
sustituidos los del marketing.
Aunque
no lo percibamos, la manipulación mediática maneja nuestra conducta. Ella nos
hace emocionar, indignar, simpatizar, y rechazar, según los propósitos.
Condiciona nuestra apreciación política, religiosa, filosófica, etc. Con este
adoctrinamiento subliminal, las personas perciben al actual sistema de
dominación, como lo mejor para la humanidad. La convicción puede ser total o,
parcial, según estemos poseídos por el adoctrinamiento. Suele ocurrir entonces,
la paradoja en que los oprimidos alienados, defienden el sistema que los
oprime, y empoderan políticamente a los opresores por la vía electoral.
Pero, esto que vemos entre las personas, sucede también entre los países oprimidos que empoderan a los países opresores que los depredan. El país víctima, es inducido a sentirse feliz de ser posesionado por el país victimario. Es el caso de nuestro país que toma como bendición lo que es una maldición, permitiendo a la inversión extranjera, despojarnos de nuestras riquezas mineras a cambio de dejarnos solo la carroña, aún a costa de muerte y desolación ecológica. Ellos se enriquecen con lo que nos despojan, dejándonos sin base de desarrollo. A quienes reclaman contra este abuso, se le pone la etiqueta de anti minero para defenestrarlos como opuestos al progreso nacional.
De este modo, se adultera el reclamo popular presentándolo como irracional. Nadie en su sano juicio puede estar contra la minería ni la inversión extranjera, siempre que el costo-beneficio social sea favorable, y no a la inversa. Este es el quid del asunto. La carroña no compensa el costo económico, social y ecológico. En esta condición, nuestro desarrollo no es sostenible. Esto es lo que no se tiene en cuenta. Los gobernantes solo ven el presente, más no, el futuro, lo que significa pan para hoy, hambre para el mañana.
Pero
la protesta social en las zonas mineras no es contra la actividad en sí misma,
sino contra las agresiones derivadas de las condiciones contractuales en que se
otorgan las concesiones. Si los daños son mayores que los beneficios,
lógicamente hay derecho a reclamar. Cajamarca y Apurímac son los departamentos
geográficos de mayor inversión minera y extranjera (50%) y son los más pobres.
Del Perú. Sucede esto por las condiciones antipatriotas en que se otorgan las
concesiones y las sufren directamente los afectados más indefensos.
La
competitividad y rentabilidad de los concesionarios no deberían establecerse en
perjuicio del país depredado. Los incentivos a la inversión no deberían atentar
contra el futuro de las nuevas generaciones desheredadas de la riqueza mal
administrada. Nos ha pasado con el salitre, guano, caucho y seguimos actuando
como un mendigo sentado en un banco de oro del que queda ya muy poco. Es
necesario pues, establecer un marco básico estratégico en la política de estado
con relación a la inversión extranjera, más allá del cual no se puede conceder.
Si
no se cambia el fundamento de los términos contractuales para la inversión
extranjera, el latrocinio continuará con la consiguiente protesta social. Las
nuevas condiciones contractuales deberían renegociarse descartando las que
tengan un coste /beneficio social negativo. No se trata de pedir un poco más de
carroña, sino de cambiar la concepción del negocio en términos equitativos de
desarrollo compartido. El entreguismo muestra como beneficios, lo que son costos
de producción (Impuestos y mano de obra) pero, el enfoque tiene que ser
diferente.
Si
los depredadores mineros amenazan con irse debido a los reclamos sociales, en
buena hora. Antes de que ellas aparecieran en nuestros andes, la población
vivía apaciblemente, tomando agua pura, aire puro, hábitat limpio y sin perder
riqueza. Tan luego empezaron a escarbar a tajo abierto, la vida empezó a ser un
martirio para las comunidades afectadas. Ni el canon, ni las regalías compensan
lo que se ha perdido en términos sociales, económicos y ecológicos. Después de
todo, si sumamos el monto total que la corrupción ha robado al estado,
tendríamos más que suficiente para financiar los proyectos concesionados
asumiéndolos por nuestra cuenta y sin daños.
Vivir
de la carroña que nos dejan los depredadores, sin capitalizar para generar
desarrollo propio, es suicida. Nos condena a depender de los países que nos
depredan, no solo en minería, sino también, en hidrocarburos, tecnología,
servicios financieros y otras formas de saqueo moderno. La succión de riqueza a
nuestro país, lleva cerca de medio milenio. Solo se ha cambiado de métodos.
Nos
encandilan con anuncios de crecimiento económico y superávit comercial
fraudulento, después haber caído 11%. En el papel, somos un país cuya economía
crece, pero los que crecen son los países que se llevan las riquezas. Gran
parte del PBI es ajeno y se va fuera del país para no volver. Solo del 2011 al
2020 la riqueza sacada fuera del país, suma US$ 513,264 millones (MEM: Anuario
minero 2020). Ver cuadro.
La
concepción dialéctica de los procesos de toda índole nos ayudará a entender y
mejorar nuestro desempeño. Podríamos ser excelentes activistas pero pésimos
dirigentes, si no estamos preparados para ello. Podríamos ser excelentes
pedagogos a nivel escolar, pero carentes de visión estructural en políticas
educativas. Podríamos ser buenos agitadores políticos, pero malos gobernantes,
si no estamos capacitados.
Dada
la situación internacional y nacional, agravada por la pandemia, corresponde
centrarse en la reconstrucción del país, en todos los aspectos. El plan general
y los planes específicos deberían tener esa orientación correctiva. De lo bueno
y lo malo de la experiencia gubernativa de “Perú Libre” y sus aliados,
podríamos extraer muchas enseñanzas. Solo hay que se equitativos al juzgar y
así, mejorar nuestro desempeño. Salvo mejor parecer. <>
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