LA RULETA RUSA
DE ESTE DOMINGO
César Hildebrandt
Tomado
de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 534, 9ABR21
N |
o importa qué suceda este domingo.
Lo que importa es que la incertidumbre, la
fragilidad, el desgarro seguirán acompañándonos.
Entre ocho y diez “partidos” obtendrán
representación electoral. Por eso el congreso será un archipiélago de demagogos
baratos y, en algunos casos, siniestros.
Habría perdido el paso por esforzarse en aparecer "potable" a los ojos del stableciment |
Será un congreso del mismo nivel que el actual, o
quizá peor. ¿Algo puede ser peor que este congreso?
Sí, el próximo. Es la inexorable ley de un país en
decadencia, que eso es lo que somos.
Con un congreso de esa naturaleza, la gobernabilidad
tendrá las mismas características que las que hemos visto en los últimos
tiempos.
Es decir, será muy difícil establecer las
prioridades, acordar la agenda del gasto y la inversión pública, crear un
consenso “multipartidario” sobre los estímulos a la economía.
Es como si el Perú quisiera proclamar a los cuatro
vientos su fracaso.
Tenemos el segundo peor manejo mundial de la
pandemia, una crisis económica profunda que pasa porque la informalidad
(parasitaria, si hablamos de tributos) es la que más empleos produce, seis
presidentes del pasado inmediato prontuariados, demolición de la partidocracia,
y ahora nos dirigimos a elegir a un gobierno de cartón que habrá de
enfrentarse a un congreso hostil, a un aquelarre de intereses parcelarios.
Y fíjense que no he mencionado el tema de la
inseguridad. Nuestras ciudades han sido tomadas por el hampa y la policía se ha
replegado en una clara señal de desistimiento. Y las pocas veces que la policía
actúa, fiscales o jueces corrompidos hacen de las suyas y liberan a quienes
fueron arrestados en flagrancia. El crimen sí paga en el Perú. Y paga bien.
¿Qué hemos hecho con el país que decimos amar? Lo hemos roto por dentro. Lo
hemos eviscerado. Lo hemos despatriado.
Produjimos la guerrilla maoísta más salvaje de América Latina. Un chiflado que apenas podía escribir dos frases hilvanadas se irguió en líder de unas hordas que tenían en la cabeza tres eslóganes sanguinarios, un lápiz y un cuaderno de notas. El atraso del país, los resentimientos sembrados por las élites, el desprecio permitieron a Sendero Luminoso ser arropado entre aquellos que jamás se sintieron peruanos porque, recíprocamente, el Estado jamás los consideró ciudadanos.
Todo eso nos costó cientos de miles de muertos.
Entonces, llegó la respuesta. La derrota militar de Sendero Luminoso hizo que
las castas encumbradas volvieran a la arrogancia y quien las interpretó en
su papel restaurador fue Alberto Fujimori.
Nos impusieron el modelo neoliberal como un castigo.
Como si todos los peruanos hubiéramos sido responsables por lo que hizo
Sendero. Y como si el remedio a la guerra civil padecida fuera destruir el
Estado y dejar que el mercado decidiera qué educación íbamos a tener, cuál
sería el sistema de salud, cuánta infraestructura dejaríamos de construir.
La respuesta a Sendero Luminoso fue el gobierno de
la CONFIEP y la avaricia. Era como si el Perú se excitase en los extremos y
detestase las texturas, el trabajoso gris del centro.
Con el gobierno de Fujimori y la CONFIEP vino la
constitución que nos detuvo en un modelo que produce desigualdad, injusticia,
nuevas rabias.
La derecha festejó esta fiesta del mercado. No le
importó que, para sometemos, el gobierno del binacional Fujimori tuviera que
hacerse dictadura. Tampoco le importó que las fuerzas armadas tuviesen que
corromperse hasta el tuétano para sostener a un régimen de saqueadores y
maleantes. Y no se preocupó cuando hubo señas suficientes de que la
privatización de casi todo se había producido en un mar de lodo y prebendas.
Menos le importó a la CONFIEP que el gobierno de la
venganza y la “reconstrucción” hiciera de la política un muladar donde las
razones valían menos que las chairas y los congresistas se vendían por diez o
quince mil dólares. Y mucho menos se interesó por la destrucción sistemática
de los fueros sindicales y por la campaña de demolición que la prensa inventada
por el SIN hizo de los llamados “partidos tradicionales”.
Ninguneado al principio ahora causa pánico y zozobra en el campo conservador. Macartismo en un punto alto |
Lo que quedó fue un país en escombros, una
pesadilla del sálvese quien pueda. Lo más espantoso del senderismo fue
demostramos que el asesinato era políticamente rentable. Lo más maligno del
fujimorismo fue hacerles creer a sus víctimas que el darwinismo social era un
buen método de ordenar las cosas. Con el senderismo nos bañamos en sangre. Con
el fujimorismo nos convencimos de que lo social dejaba de existir y que sólo
la codicia y el individualismo feroz nos podían salvar.
Después llegaron las vergüenzas conocidas. De un
país que había permitido lo que Fujimori hizo y Montesinos ejecutó, debíamos
esperar una reacción antibiótica, una pelea patriótica por la recuperación de
la conciencia. Para nuestra desgracia, tuvimos a Toledo, a García, a Humala, a
Kuczynski, a Vizcarra. Todos venían del cementerio de los partidos políticos
inaugurado durante la década fujimorista. Todos procedieron a cavar sus propias
tumbas.
Y ahora, en plena pandemia, hemos hecho tan mal las
cosas que la mayor parte de los votantes tiene ganas de quedarse en casa este
domingo. Los candidatos más exitosos son los que más han gritado y repetido
promesas incumplibles.
Y como para confirmar que nos movemos en círculo,
tanto Sendero Luminoso como el fujimorismo están representados en estos
comicios desangelados. Es la obstinación en el horror de un país que, bebido y
cargado de culpas, juega a la ruleta rusa con un revólver en la sien. El
domingo veremos. ▓▓
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