ESTADO FALLIDO
César Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 519, 11DIC20
D |
ice la
señora Palacios que una segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Verónika Mendoza
“es muy posible”.
¡Ya
quisiera! En esa hipótesis ultrafeminista, Fuerza Popular se impondría después
de la campaña de terror mediático desatada por la gran prensa y la puta tele:
que Venezuela está aquí, que el infierno nos achicharra, que los pistacos
vuelven y que el fantasma de Pedro Beltrán te jalará las patas mientras
duermes. De ese modo, con Keiko en el palacio que su padre ensució, volverían
las oscuras golondrinas y la Confiep mandaría directamente y los grandes
capitanes de la empresa se irían de vacaciones eternas a Bali. Sería el
gobierno de Chlimper con el garrote, made in USA, de Rospigliosi, el ninja
americano. La única alternativa para los oprimidos, o sea todos, sería otra
intifada.ROSPI nueva geisha por Chillico
¿Se dan
cuenta de que los opinólogos, o sea los especialistas en nada, estamos
condenados a mencionar al mismo elenco cada vez que tocamos la política
peruana?
Aburre
este país, el nuestro. Cansa. Rima con grima.
Parecemos
la gallinita ciega, la república maldita, la sinfonía inconclusa.
He
llegado al convencimiento de que el primer problema que tenemos es sinóptico,
que es un modo eufemístico y acobardado de decir que cada día somos más brutos
e ignorantes.
¿Han
leído la prensa, han escuchado la radio, han visto la tele?
Desfila
por allí una lista interminable de palideces entrevistadas por lívidos y
lívidas que bien podrían, por consideración al prójimo, aprender a preguntar,
aprender a pensar, aprender a callarse.
La
prensa que critica a la política no está, en general, por encima de nadie. Y la
política está encamada por la sobra social, los que no tuvieron éxito en
ninguna actividad legalmente admitida.
De modo
que si a un prospectólogo le dieran los datos fríos que arroja el Perú, su
diagnóstico sobre nuestra viabilidad sería sombrío.
Digámoslo
de una vez: tal como fuimos, tal como hemos sido, tal como somos, no somos un
país viable. No sé si moriremos de anarquía, de crisis hídrica, de odio
cainita, de estupidez en mancha, de incapacidad para encontramos o reconocemos,
de pobreza que acorrala, de injusticia que asfixia, de conos alzados o
esperanza tranca. No sé por qué estricta razón nos dispersaremos como Estado fallido,
pero sí sé que no somos una entidad nacional vertebrada y sé también que el
caos nos llama para complacernos.
Hay
gente de buena fe que ve a los colectiveros informales bloquear la Panamericana
Sur y dice que allí está el germen de nuestra revolución francesa. Es como
comparar los Estados Generales convocados ; por Luis XVI, que fueron el primer
impulso (involuntario) de esa gesta, con el Congreso Constituyente Democrático
(CCD) de Alberto Fujimori.
No nos
confundamos: el país de los sin ley reclama su generalización, la informalidad
aspira a reclutamos, la anomia no se resigna a ser islote, la nada lo quiere
todo. Los traficantes de aquellos terrenos que vagamente pertenecen al Estado
esperan, por supuesto, la hora de su redención. Los mineros informales que
intoxican cuencas enteras, ¿por qué no habrían de resistir? Y los que no pagan
impuestos prediales, ¿por qué tendrían que hacerlo si los agroexportadores
pagaban la mitad del impuesto a la renta que les correspondía?
La lucha
por la justicia salarial es una cosa. Las expresiones de disgusto y rabia en
contra de un sistema oligárquico son una necesidad, casi una prueba de vida.
Pero no olvidemos que hay fuerzas que, a lo largo de nuestra historia, nos han
empujado al mismo abismo, el de la ingobernabilidad. Y la informalidad
extendida significará, al final, la extinción del Estado.
En este
panorama lo que hubiéramos necesitado era un gobierno inspirado y con vocación
de lidiar con los problemas que nos persiguen. Lo que tenemos, sin embargo, es
esta horchata que nos deja sedientos. Salimos de Merino y su parque jurásico
para llegar a esta réplica de Disneylandia montada en el surcano “parque de la
amistad”.
Mechain en Peru21 |
Pero en
el lado del Congreso lo que hay es el tren fantasma y sus horrores. Hay que
impedir a cualquier costo que Acción Popular, atacada de demencia senil y
prurito prontuarial, trame con sus compinches un nuevo Tribunal Constitucional
a su medida. Hay que cerrarles el paso a disposiciones que, como aquella de la
ONP, postulan la mutilación del futuro en nombre de una limosna de emergencia.
Hay que parar a esa banda de canallas que se deshacen de la inmunidad
adquirida mientras siguen protegiendo a Édgar Alarcón y acunando al hijo de
Pepe Luna. Yo lo que propongo, desde el escepticismo más entusiasta, es que en
las próximas elecciones se vote por aquellos que conviertan sus promesas en un
papel de notaría firmado y hecho público. En esa acta de compromiso deberá
constar que, en caso de incumplimiento, la ciudadanía engañada tendrá el pleno
derecho de entrar al palacio de la higuera y sacar en vilo al farsante. Sería
una manera edificante (y escarmentadora) de entender la informalidad como
doctrina nacional. ▒▒
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