LECTURAS
INTERESANTES Nº 889
LIMA PERU
2 MAYO 2019
MARTIROLOGIO Y
SUICIDIO
Sinesio Lopez Jimenez LA REUBLICA 2 May 2019
El
contraste entre el martirologio del Apra auroral por sus
ideales y el suicidio de García, acusado de corrupción, está
cargado de simbolismo. Las primeras generaciones del Apra apelaban
con orgullo al martirologio para recordar las persecuciones, los
encarcelamientos, los asesinatos de sus líderes en defensa de sus ideales. Eran
las épocas heroicas de lucha contra las dictaduras oligárquicas. El Apra
cultivaba entonces una ideología cerrada, apasionadamente vivida.
La alianza con la oligarquía
en 1956 transformó al Apra y cambió el escenario político. La
volvió pragmática y acomodaticia. Renunció a las reformas en nombre de la
democracia. Abrió las puertas a nuevas fuerzas reformistas (DC, AP, SP),
favoreció el tránsito de las FFAA del campo oligárquico al de las reformas y
permitió una mayor influencia de la izquierda en los movimientos sociales. Es
la época de la convivencia (alianza entre el Apra y la oligarquía) y de la
súper convivencia (alianza de todas las fuerzas reformistas con la
oligarquía).
La incapacidad de las fuerzas
reformistas para realizar los cambios postulados desde los 30 en adelante llevó
a las FFAA a asumirlos con radicalidad. Las profundas reformas del velasquismo,
especialmente la reforma agraria, redefinió otra vez el escenario político:
el Apra se limitó a reivindicarlas en democracia, AP y el PPC
asumieron un liberalismo conservador y la izquierda se dividió (algunos
apoyaron las reformas y otras se opusieron).
En 1982 una nueva generación
de jóvenes audaces, encabezados por AG, asumió la dirección del Apra y
la llevó al gobierno con sueños populistas que acabaron en la pesadilla de una
hiperinflación galopante y de una escandalosa corrupción. Pese al desastre del
primer gobierno, el temor de los ricos y de las clases medias acomodadas
a Humala lo colocó otra vez en el gobierno. El boom exportador
le permitió manejar el gobierno en piloto automático sin mayores contratiempos,
pero con una enorme corrupción. Es la época de oro de los decretos de urgencia
y de las adendas para sobrevalorar la obra pública.
AG aprendió, no a ser honrado, sino a ocultar su
propia corrupción hasta que, gracias a las confesiones de Barata y
de testigos protegidos, ya no tuvo escapatoria. Su ego colosal lo llevó al suicidio.
No aceptó el juicio de los hombres sino el suyo propio. Entre la cárcel y la
muerte, optó por esta con mano propia, que es la negación del martirologio
aprista de la primera hora.
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