AGUA Y ENERGÍA
Escribe:
Guillermo Vásquez Cuentas
Gota a gota, hilo a hilo, el
agua que baja desde las nieves eternas del imponente “Allenkapac”, coloso de la
cordillera de Carabaya, da nacimiento a múltiples riachuelos que pasan a formar el río Macusani que se
lanza culebreando hacia los bajíos de la selva de Puno.
A pocos kilómetros de ese
gigante, en la misma cordillera, los deshielos del nevado Quellma tributan sus
aguas al río Corani, que en su trayecto cada vez más abrupto, rompiendo
millones de veces contra cantos rodados de todo tamaño depositados desde
siempre en su lecho y contra rocas y peñones de toda forma y dimensión que lo flanquean, junta sus
aguas con las del Macusani formando el río San Gabán. Esa unión se da en una
encrucijada donde la densa floresta ofrece el verdor predominante de su
colorido, roto de tramo en tramo por largas, delgadas y blanquísimas caídas de
agua que se precipitan desde las cumbres de los cerros que forman el Cañón del
mismo nombre.
Al llegar al Tabinapampa, una
parte del alborotado torrente del San Gabán -que en época de lluvias cobra
magnitud respetable-, es desviado por grandes ataguías para ser depositado en
una gran laguna artificial, hasta completar ciento cuarenta mil de metros
cúbicos. De ese embalse, el agua -ya bajo control humano-, es llevada a través
de un conducto cubierto hasta la boca de un soberbio túnel que ha invadido las
entrañas de un altísimo cerro de granito. Desde aquí, el líquido -ahora manso-,
recorre entre silente y rumoroso algo más de los siete mil metros de ese
inmenso tubo rectilíneo, ocupando por poco sus tres metros y medio de diámetro
y desplazándose en la oscuridad de una mínima gradiente. Deja en el camino
otros dos túneles o “ventanas” (las de Uruhuasi y Casahuasi) que van a su
encuentro desde cielo abierto y que permitirán acceder a él y mantener el
óptimo cumplimiento de su función encausadora.
Al final del largo acueducto, a la altura
de Tunquiri, el agua se precipita violentamente por otro conducto de
seiscientos cincuenta metros de largo inclinado a sesenta grados. La caída, es
facilitada por dispositivos hidráulicos que resuelven los efectos físicos que
ella comporta.
Al término del salto, un corto recorrido
horizontal divide el veloz caudal en dos ramas a través de sendos tubos de
acero. El agua se vuelve a dividir en cinco potentes chorros en cada caso, los
que al impactar en las cucharas de las ruedas “pelton”, hacen girar las dos
turbinas a quinientas veinte revoluciones por minuto. La fricción que se opera
en los generadores, dispuestos encima de las turbinas, hace que aparezca y se
manifieste esa maravilla natural que es la energía eléctrica.
El agua, cumplida su noble función cinética
productora de energía, es devuelta al río San Gabán, después de recorrer casi
un kilómetro a través de un túnel de descarga.
Turbinas, generadores, y muchas otras
máquinas y equipos se encuentran en una gran caverna horadada en el corazón de
la montaña. Desde allí, la fuerza invisible más rápida que el rayo, se desplaza
envolviendo gruesos cables que recorren medio kilómetro de galería, hasta el
“patio de llaves”. En este lugar la electricidad es potenciada, transformada,
manejada y tratada a través de tantos artefactos que finalmente lanzan la magia
energética a través de los cables de una Línea de Transmisión que conduce 138
kilovoltios hasta la subestación de Azángaro, después de remontar la cordillera
y recorrer 160 kilómetros.
Desde Azángaro la energía
eléctrica se inserta en el veloz torrente del Sistema Interconectado del Sur
del Perú y llevada por los distribuidores hasta los hogares, los comercios, las
fábricas, las calles y plazas de la Gran Meseta, para ser empleada en cada vez
más numerosas aplicaciones.
El agua, productora de energía, contribuye
así a las posibilidades actuales y futuras del mejoramiento constante de las
condiciones existenciales del poblador altiplánico. El agua es una vez más,
fuente que alimenta la vida, esta vez mediante la energía que su movimiento
hace posible. j
El periodista
Alejandro Guerrero hizo un documental sobre la famosa e histórica “Marcha de la
Mechachuas” en Puno, cuyo mensaje ea resaltaar la importancia de la pronta construcción
de la Central Hidroeléctrica San Gabán para Puno y el Perú. Este documental, a pocos
días de emitido, fue solicitado por Palacio de Gobierno.
Durante
el desarrollo de un forum sobre la necesidad de construir la Central
Hidroeléctrica San Gabán, el entonces Presidente del Club Departamental Puno en
la ciudad de Lima, Coronel Ejercito Peruano (r) Miguel Angel Valdivia Talavera,
encarnando el sentir del pueblo de Puno, llegó a decir –metafóricamente, por
supuesto- "¡¡ a quién hay que matar
para que se haga realidad San Gabán? ...Yo me ofrezco de voluntario!!".
El
organismo regional de desarrollo de Puno, creó una oficina especial para la promoción
y ejecución del Proyecto San Gabán II, que estuvo a cargo del Ing. Gustavo
Flores Flores, desde donde se impulsó exitosamente esa aspiración colectiva de
los puneños. El primer estudio de factibilidad de la Central Hidroeléctrica de
San Gabán tuvo 58 observaciones, pero salvadas ellas y las que se formularon en
sucesivos estudios, se encaminó el propósito desarrollista, salvando muchas dificultades
y obstàculos.
La
construcción de la Central Hidroeléctrica San Gabán II tuvo tres licitaciones
públicas internacionales truncas. En la
cuarta fue la vencida, después de obtenido el financiamiento y satisfechas las
necesidades y condicionamientos que un megaproyecto exige. Así se abrieron las
puertas para su realización. La construcción terminó en 1999 y la inversión alcanzó
los 155 millones de dólares USA.
La
actual demanda de energía eléctrica de Puno es de 40 MW, aproximadamente, y el
potencial estudiado del río San Gabán es de 455 MW considerando cuatro
centrales previsibles en distintos lugares del curso del río carabayino.
Para
iniciar el aprovechamiento del potencial hidroenergètico del rio San Gabán, se optó
por La Central Hidroeléctrica San Gabán II, la misma que tiene como Potencia
instalada 110 MW aunque su Potencia Efectiva llegue a los 115,7
MW.
En su origen el agua es captada del rio San Gabán y conducida por un túnel de 7 Km de longitud hasta el punto de salto al que llega con un caudal de algo más de 19 m3 por segundo. El salto es de 650 m. de altura aproximadamente. Es con la fuerza de la caída que se mueven dos turbinas Pelton de eje vertical, cada una de las cuales produce 55 MW, energía que se ofrece al consumo doméstico e industrial a través de la red eléctrica del Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN).
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