SIEMPRE PRESENTE
Escribe: Milciades Ruiz,
mayo 16-2022
Los
que construyeron Machu Picchu, están entre nosotros. La calidad genética
perdura en su descendencia indígena. Esta obra monumental, recauda inmensa
riqueza con solo visitarla, pero los herederos siguen como indígenas
indigentes. José Gabriel Condorcanqui- Túpac Amaru II, lideró la más grande
rebelión nativa de nuestra historia, pero la descendencia de los combatientes
sigue segregada.
Por
eso, aunque han pasado más de dos siglos de su ocurrencia, la rebeldía no se
extingue y perdura como herencia genética de los pueblos indígenas en todo el
territorio ancestral: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile. En
todos estos ámbitos la lucha indígena continúa.
La
sublevación de Túpac Amaru II contra el régimen virreinal fue en legítima
defensa social, ante una larga cadena de abusos impunes que hacían preferir la
muerte antes que seguir soportándolos. Esto sucede cuando el régimen impuesto
por los dominadores excede los límites de soporte de los dominados. Hasta los
animales se rebelan ante la crueldad de sus amos.
Así
como, los fenómenos físicos desbordan cuando no hay desfogue, también la
sociedad se desborda cuando las condiciones de opresión ya no encajan en el
momento histórico. Entonces, la explosión social es inevitable y las viejas
ataduras colapsan. Algo de esto sucedió con el movimiento de Túpac Amaru y
podría pasar en nuestros días, si no se corrigen las arbitrariedades que sufre
la población nativa supérstite.
La
resistencia indígena se mantiene en la lucha por su autonomía territorial, contra
la segregación política, contra la contaminación minera y, en defensa de sus
bosques. Pese a que el pueblo pide un cambio de sistema, a un orden más
equitativo, el régimen se mantiene inalterable. Sus reclamos son contenidos por
la fuerza represiva, pero hay mucha rabia contenida. La democracia oficial es
ya, insoportable.
Se
detesta el poder judicial, poder legislativo, poder ejecutivo, partidos
políticos, régimen electoral tramposo, corrupción de autoridades, depredación
de nuestros recursos naturales y muchos otros abusos, pero este embalse puede
rebasar de manera incontenible arrasando todo a su paso, si no hay cambios
oportunos.
Para
la población incásica el héroe era Túpac Amaru II. Para los colonialistas, los
héroes eran los que lo capturaron. En la actualidad, esta ambivalencia se
mantiene porque, la historia oficial está parcializada con el poder dominante.
Quienes se rebelan contra el sistema son vilipendiados con toda la odiosidad
posible y se repite la historia de ensañamiento contra los insurgentes de toda
época que amenazan cambiar el régimen vigente.
La
sola protesta es criminalizada por el “Estado de derecho” establecido por la
dominación. En abril del 2011, el Frente de Defensa de los Recursos Naturales
de la Zona Sur de Puno, liderado por el aimara Walter Aduviri, inició protestas
contra el proyecto minero de una empresa canadiense. El 26 de mayo, Puno fue
tomado y sitiado por población aimara. Hubo bloqueo vial y otras medidas de
lucha.
La
protesta terminó, pero Aduviri, fue condenado a seis años de prisión por el
delito contra la tranquilidad pública en agravio del estado. Lo mismo sucedió
en el paro agrario del Valle de Tambo, Arequipa, contra el proyecto minero “Tía
María”, en el 2015. Fueron 15 los dirigentes llevados a juicio acusados por
presunta asociación ilícita para delinquir, disturbios y extorsión en agravio
del Estado y de la minera Southern.
El
pasado 23 de marzo, 18 comunidades campesinas de Juli, (Puno), hicieron paro de
protesta contra el fallo del Tribunal Constitucional que, desestimó una acción
de amparo pidiendo la nulidad de dos concesiones mineras que fueron otorgadas
sin cumplir con el proceso de consulta previa, como manda la ley. La aplanadora
del “estado de derecho” sepultó esta justa demanda.
Es el propio régimen, el que genera en la población nativa, un gran resentimiento social por tantas injusticias. Los indígenas nunca tienen la razón. Y aunque la tengan, se impone la razón de la arbitrariedad sistémica. Sería largo enumerar las frecuentes atrocidades del “estado de derecho” contra la población nativa de sierra y selva. Tarde o temprano la ira reventará inconteniblemente, si no hay corrección.
Así
fue en 1780, cuando los oriundos cansados de tanto abuso colonialista
decidieron luchar a muerte, bajo el liderazgo de José Gabriel Condorcanqui,
descendiente de inca Huayna Cápac. Este, asumió la responsabilidad como Túpac
Amaru II, emulando la gesta de su familiar antecesor Felipe Túpac Amaru,
hermano y sucesor de la lucha de Manco Inca por la recuperación del Tahuantinsuyo.
El
4 de noviembre Túpac Amaru, inició la lucha obteniendo la victoria en la
batalla de Sangarará, al derrotar a una fuerza de 604 efectivos realistas. El
corregidor Arriaga fue ajusticiado públicamente. La proclama de lucha
enarbolaba la abolición de las "mitas" (cuota familiar obligatoria
para trabajo gratuito en minas y obrajes), eliminación de los repartimientos
abusivos de mercadería no deseada y la supresión de los corregidores como
autoridad. Marcha sobre el Cusco destruyendo talleres de obrajes y liberando
nativos esclavizados.
Tras
cinco meses de rebelión combatiendo en desigualdad de condiciones, Túpac Amaru
fue capturado. El 18 de mayo de 1781, luego de hacerle presenciar el suplicio y
muerte de su esposa Micaela Bastidas, parientes y allegados, se le cortó la
lengua y, amarraron sus extremidades a cuatro caballos que jalonaron en
direcciones opuestas sin lograr descuartizarlo y tuvieron que hacerlo los
verdugos.
No
obstante, la lucha prosiguió bajo la dirección de su primo Diego Túpac Amaru.
La rebelión se extendió a la zona aimara en el Alto Perú. Hubo un sangriento
combate en Huancané donde los sublevados dirigidos por Pedro Vilcapaza derrotan
a las tropas virreinales. Las fuerzas Tupamaristas al mando del aimara Julián
Apaza- “Túpac Catari” cercaron la cuidad de La Paz.
Aunque
la rebelión fue abatida, se logró la abolición de los repartimientos, la mita
fue reducida y los corregidores fueron sustituidos por los alcaldes de vara.
Pero, los terratenientes siguieron abusando bajo la protección del gobierno
virreinal y continuaron haciéndolo en la república. Por ello, lejos de
extinguirse este sentimiento tupacamarista, se mantiene latente como
resentimiento de justicia, no solo en Perú, sino también en Uruguay y otros
países.
El
legado de Túpac Amaru, se enciende cada vez que hay injusticia contra la
población nativa. El 14 de agosto de 1985, el ejército al no poder encontrar a
los terroristas de “Sendero Luminoso”, culpó a la población indígena de
Accomarca (Vilcashuamán- Ayacucho). Fueron exterminados 69 pobladores
inocentes, la mayoría mujeres, ancianos y niños. Algunos fueron quemados. Han
pasado 37 años de este horrible crimen impune y, recién en estos días, se están
entregando los restos de las víctimas a sus familiares. ¿Cómo no indignarse y
pensar en Túpac Amaru?
Por
eso, para los peruanos ancestrales, para los indígenas de los países andinos
despojados de su territorio, de su patria originaria, y desplazados a los
lugares más inhóspitos, la gesta de Túpac Amaru, es una llama viviente en el
corazón. No les podemos impedir que canten:
¡Ay, vamos a ver!
Vengan hermanos a ver
¡Ay, vamos a ver!
En nuestras tierras oriundas,
Amarillito flor de retama,
Amarillito, amarillando
Flor de retama.
Por
todos lados están,
Policías entrando están.
En nuestra comunidad
Policías rodeando están.
Van a matar comuneros
Nativos de su nación,
Amarillito, amarillando
Flor de retama;
Van a matar campesinos
En paro por rebelión,
Amarillito, amarillando
Flor de retama.
Martina Portocarrero: su mas grande interprete |
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