LECTURAS INTERESANTES Nº 720
LIMA PERU 7
OCTUBRE 2016
VALS DE LA MUERTE
César Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N°
318 7OCT16 p. 12
En Colombia graznaron los cuervos.
En el país de Gabo,
las mariposas amarillas se fueron a otros lares y Mauricio Babilonia murió de
tripuda incontinencia.
Las gordas de Botero se animaron a aplaudir.
Y el uribismo hizo sus necesidades sobre el
contrato de la paz.
La derecha latinoamericana está feliz,
incluyendo la sucursal maleva del Perú, epicentro de la estupidez andina.
Están felices los paramilitares, los militares y
los narcotraficantes que, años atrás, exterminaron a la Unión Patriótica, el
partido que había nacido guerrillero y que, en el marco del esfuerzo pacifista
del presidente Belisario Betancur, decidió dejar las armas y entrar a la
política. ¿Saben qué pasó con esos Cándidos? Pues murieron: la derecha
uniformada y la de paisano nomás mataron a 3,500 de sus miembros, incluyendo a
dos candidatos presidenciales
-Bernardo Jaramillo y Jaime Pardo Leal-, 8
congresistas, 13 diputados, 70 concejales y 11 alcaldes. La masacre fue
aplaudida por los de siempre. Uno de los que más "rojos" mató, con la
anuencia de la clase política conservadora de Colombia, fue el narcotraficante
Gonzalo Rodríguez Gacha, gran enemigo de las FARC. Y luego vinieron las llamadas
Autodefensas Unidas de Colombia, con el psicópata Carlos Castaño a la cabeza,
para seguir con la cacería. Para eso estaban también los asesores
estadounidenses que tan notorios se harían en el Plan Colombia.
Colombianos por el NO, se manifiestan |
Por eso es que el acuerdo de la paz firmado en
Cuba y consagrado en Cartagena puso tantas garantías para los guerrilleros de
las FARC: la espantosa masacre de la que fue víctima la Unión Patriótica fue el
telón de fondo de esas negociaciones y las precauciones acordadas hay que
entenderlas en ese contexto.
¿Fue un error someter a plebiscito una decisión
de Estado de esa naturaleza? No lo sé. Lo cierto es que el 50% del 37% de
votantes hábiles le dijo no a la paz y ahora todo el proceso está comprometido.
El uribismo querrá introducir cambios tan
cualitativos en el texto que dudo mucho que las FARC vayan a aceptarlos. Y el
31 de octubre vence el plazo para la tregua bilateral.
Los que votaron no, en su gran mayoría, no
quieren la paz. Quieren venganza y la venganza sólo sirve para fraguar nuevas
guerras.
¿Qué vendrá después? La derecha colombiana -con
el canto gregoriano de sus homologas en Latinoamérica- quisiera que las FARC
regresaran a sus selvas y volvieran a sus viejos hábitos del secuestro y el
asesinato. Sería el escenario perfecto para el gobierno que suceda a Santos, el
que será, casi sin dudas, hijo del uribismo más ardiente. Entonces vendrá el
napalm.
Colombia no se merecía esto. La razón no merecía
tanto desprecio. La paz siempre demanda más inteligencia que la del tumulto
adoctrinado por el miedo.
El fracaso de Santos tiene un tinte de gloria.
Cuando las pasiones se calmen y el uribismo sea una anécdota pintoresca en la
historia colombiana, los justos recordarán a Santos como un visionario que supo
mirar por encima de la neblina metanosa que exhalan los cadáveres.
Tánatos ha vuelto a ganar. Es la gran crisis
mundial de la política, los partidos, los principios. El peso del conservadorismo,
la hegemonía de sus medios, el carácter desvergonzado de la codicia, el
espejismo del progreso que confunde tecnología con felicidad han traído como
consecuencia este infierno pragmático que aúpa a Trump a candidatear por el
partido en el que militó Lincoln y que ha llevado a Duterte, un asesino serial,
a la presidencia filipina. Con la guerra siria de por medio y el medio oriente
siempre dispuesto a darnos lecciones de sangre, decirle no a la paz suena
coherente. Es la filarmónica mundial del horror la que sigue tocando. Es el
vals de la muerte. ■
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EL TIEMPO.
Bogotá 7OCT16
Presidente
Santos obtiene premio Nobel de Paz 2016. "Por sus decididos esfuerzos para
llevar a su fin más de 50 años de guerra civil en el país (Colombia)", el
comité Nobel de Noruega concedió al presidente Juan Manuel Santos el galardón
de Paz 2016.
La
organización en Noruega citó que la guerra en el país "ha costado la vida
de por lo menos 220.000 colombianos y desplazado a cerca de seis millones de
personas" y que este premio "debe ser visto como un tributo a los
colombianos que, a pesar de grandes dificultades y abusos, no han perdido la
esperanza de una paz justa, y para todas las partes que han contribuido al
proceso de paz".
"Este
tributo es también, en no menos medida, a los representantes de las
innumerables víctimas de la guerra civil", mencionó el comité al entregar
el histórico premio Nobel al mandatario, de quien dijo además "ha tratado
sistemáticamente de hacer avanzar el proceso" con las Farc.
El
Comité Nobel de Noruega también se refirió al resultado del plebiscito, en el
que se impuso el 'No' a los acuerdos el pasado 2 de octubre.
"Sabiendo
bien que el acuerdo era controversial, jugó un papel decisivo en asegurar que
los votantes colombianos fueran capaces de expresar su opinión en relación con
el acuerdo de paz en un plebiscito", indicó.
Y
continuó: "El resultado de la votación no fue lo que quería el presidente
Santos. Una estrecha mayoría de los más de 13 millones de colombianos que
emitieron su voto dijo no al acuerdo. Este resultado ha creado una gran
incertidumbre en cuanto al futuro de Colombia. Hay un peligro real de que el
proceso de paz llegue a su fin y que la guerra civil estalle de nuevo".
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