LECTURAS INTERESANTES Nº 701
LIMA PERU
3 JUNIO 2016
SUICIDIOS
César Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 302 3JUN16
p. 9
La
niña sube hasta lo alto, siente el cielo próximo, próximo el infierno, y salta.
¿Cree que se hará el milagro y que podrá
volar? ¿Cree que podrá mirar a la gente y a las cosas desde la altura, desde
aquella altura de la que la extrajeron unos padres desatentos, una vida dura,
unas tristezas que parecían caer como cenizas?
¿O no cree que va a volar y salta para caer,
para hacerse pedazos contra el cemento de la ciudad?
Preguntas idiotas. Está claro que la niña
salta para desaparecer, para borrarse, para matar lo que la daña, para
deshacerse de la memoria que la lacera.
Tiene 17 años y ha decidido despreciar el
futuro. ¿Qué tiene que haberle pasado a los 17, la edad de la canción de
Violeta Parra, el tiempo en que todo parece prometer y darnos la bienvenida,
qué tiene que haberle pasado a esta niña para que renuncie a la aventura y a
los descubrimientos? ¿Qué oscuridad la ha detenido en el puerto antes de
partir?
Tiene que habérsele roto el mundo, tiene que
habérsele caído el sol, tienen que haberse callado los pájaros de todos los
vecindarios para que ella decida, a los 17, que esta vida es tan absurda que
no vale la pena recorrerla.
La imagino y me espanto. Más que su muerte
atroz, me espantan los prolegómenos. Su decisión forjada en la ira, templada en
la congoja, la elección del lugar, los detalles de su ceremonia, las escaleras
últimas, el muro de la contemplación final, aquello que parecía recitar pero
que nadie oía, la poderosa tentación de desistir, el miedo, la decisión, el
salto, los brevísimos segundos entre el salto y la caída.
Una niña de 17 años se ha suicidado.
¿Debería sorprendernos tanto? ¿No es cierto acaso que hemos creado un mundo
donde todo lo sucio parece imperar? ¿Por qué, entonces, no irse a los 17? ¿Por
qué tener que esperar a cumplir, uno por uno, todos los ciclos del
aburrimiento?
En todo caso, si nos sorprende que una niña
de 17 decida matarse, cuánto más debería sorprendernos que un país quiera hacer
lo mismo.
El Perú republicano tiene 195 años y está
cerca, muy cerca, de cometer suicidio. No será uno físico, con azoteas de por
medio, sino uno simbólico y moral. Porque reivindicar al régimen que más daño
nos hizo y elegir a uno, filial y testamentario, que hará lo mismo y que tiene
a Joaquín Ramírez y a José Chlimper como nuevas expresiones de su ADN
irreductible, ¿qué significa? No significa, desde luego, apostar por la vida.
Hay países que se suicidan. Elegir el crimen
organizado como alternativa de gobierno es una manera de dinamitar lo poco de
institucionalidad que nos queda. Es huir de la
normalidad jurídica, de la paz, de los fueros democráticos, de algunos
preceptos básicos de la convivencia. Es, otra vez, la tribu y sus crueldades.
Lo de este domingo no son sólo elecciones
presidenciales. Es la pelea contra el abismo que, a lo largo de la historia,
nos ha seducido tantas veces. Lo de este domingo es vencer a Tánatos, es
decirle NO a todos los atajos mentirosos que la hija del reo nos ofrece. Y sí,
votar por PPK es un deber. Un deber que, felizmente y para evitar confusiones
promiscuas, no habrán de cumplir ni Carlos Tapia ni Hugo Neira. <>
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