EL MIEDO DE LA POBLACIÓN PREVIO A LA PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
El
arribo del general José de San Martín y el Ejército Libertador causó
miedo para algunos vecinos de Lima, sobre todo para
comerciantes, funcionarios y la nobleza, ahora la guerra tocaba sus puertas.
¿Cómo esos temores influenciaron en la Independencia del Perú?
El historiador Arnaldo Lenin Mera Ávalos señaló que el miedo de los vecinos de Lima de un eventual levantamiento de la plebe desaparecerá cuando el general San Martín ingresó a la ciudad pacíficamente y garantizó a un sector de la sociedad realista la seguridad y que no habría una “ruptura completa” con el establecimiento de una República.
Diego Ayma Ayma, RPP NOTICIAS, 27 de julio,
2024
A |
cechaba
de día y de noche. Merodeaba en los extramuros de la antigua ciudad. La
desesperación se percibía en las calles ante su arribo inminente. El hambre y
la enfermedad invadían las casas. Rumores de saqueos y violencia se esparcían
por doquier en Lima. La desconfianza al otro imperaba. Algunos
acudían a los conventos para resguardarse, mientras otros huían entre gritos y
confusión hacia la fortaleza del Real Felipe, en el Callao. Sin
embargo, aquello que pensaban asediaba a la capital del Virreinato del
Perú en 1821 hace tiempo que ya estaba entre ellos: el miedo.
En septiembre
de 1820, el Ejército Libertador del Sur desembarcó en Paracas, con la misión de
contribuir con los patriotas en la emancipación del Perú. Su arribo era una
preocupación para algunos vecinos de Lima, sobre todo para
comerciantes, funcionarios y la nobleza, ya que las guerras de la independencia
parecían lejanas. Pero, ahora, surgían viejos y nuevos temores que iban en
aumento.
Miedos
justificados
El
historiador Arnaldo Mera Ávalos (PUCP) señaló en su
investigación Cuando la patria llegó a la capital: el miedo ante
el advenimiento de la Independencia, 1820-1821, que ese temor se
expresaba en una desesperación generalizada ante una eventual alteración del
orden público y la subversión ante la autoridad.
Precisó
que para la mayoría de los vecinos de Lima “no solo existía
un miedo a aspectos doctrinarios de una ideología, que
conllevaría el formar parte del ejército de la patria o simpatizar con esta”,
sino que también “existía un miedo a la hipotética situación
de un levantamiento de la plebe, que se podía volver real”. Es
decir, las propiedades e intereses de cierto sector estaban en riesgo.
"Hay
un miedo por parte de los habitantes (que tenía algún recurso)
de que la plebe tomase la ciudad. La plebe estaba conformada por diferentes
sectores populares y se incluían ahí a los libertos, tal vez a los esclavos que
podían andar en las calles. Era gente con poca capacidad económica que
saquearon pulperías. Sí, pasaron desmanes entre el 6 y el 9 de
julio (de 1821). Sí hubo desmanes en la ciudad", dijo el historiador en
conversación telefónica con RPP.
Arnaldo
Mera aseguró
que la población de Lima vivía en la incertidumbre de qué
podía pasar con su seguridad cuando llegara el Ejército Libertador. Enfatizó
que muchos de sus miedos estaban justificados por noticias de
las rebeliones en Río de la Plata, en el Alto Perú, en Chile y la "ruptura
exabrupta" que sucedió en la Revolución Francesa años
en 1789.
"Se
sabía que habían hechos de violencia, hechos bélicos y de represalia de los
realistas. Los miedos no es que sean inventados, sino que es a
raíz de la lectura de las gacetas, de tanto de la Gaceta de Madrid como
de la Gaceta de Gobierno de Lima o de otras que
llegaban a la capital (...) la población letrada se va enterando de lo que está
pasando tanto por la Revolución Francesa, por la por la Revolución de mayo de
1810 de Buenos Aires y por todas las rebeliones indígenas del Alto Perú (...)
la gente tiene miedo porque obviamente sabe que Lima es un
reducto del realismo", indicó.
Hechos
convulsos
El 2
de diciembre el batallón español Numancia desertó y pasó a las
filas del Ejército patriota, mientras que el 6 de diciembre el general Juan
Álvarez de Arenales venció a las tropas realistas en Cerro de
Pasco y el 29 de diciembre la Intendencia de Trujillo proclamó
su independencia. Finalmente, como la cúspide de un panorama desolador para los
españoles el 9 de enero de 1821 se produciría el motín de Aznapuquio contra
el virrey Joaquín de la Pezuela.
En
medio de esta crisis política, una escasez de alimentos, una epidemia sobre la
capital y el accionar de las montoneras, el nuevo virrey José de la
Serna decidió abandonar Lima el 6 de julio rumbo al Cusco junto
a todo el ejército realista. En ese momento, el pánico invadió a una población
que fue abandonada a su suerte. Los vecinos de Lima empezaron
a desconfiar del otro, oír rumores de saqueos, presenciar casos de violencia y
esperar lo peor con la llegada de tropas extranjeras conformadas por la
plebe y esclavos.
Según
el historiador Gustavo Montoya en el libro El
pueblo de Lima durante el proceso independentista [Munilibros,
2022], una epidemia azotó la capital del Virreinato del Perú cuando se
registraban altas temperaturas a causa de un Fenómeno El Niño. Refiere que la
insalubridad era tal que los hospitales de la ciudad estaban llenos de enfermos
y algunos con casos terminales.
Además,
destacó que en los valles alrededor de Lima grupos de montoneras
patriotas, “compuestas por esclavos y grupos subalternos de mestizos y
castas”, atacaban a partidas del ejército español y hacían suyas “la propaganda
e intensa retórica patriota”.
Un
ejemplo del terror que vivieron en esos días los vecinos de Lima lo
da el marino y viajero inglés, Basil Hall, quien en su relato El
Perú en 1821 señaló que el retiro del virrey La Serna
de Lima provocó la “fuga inmediata” hacia la Fortaleza Real Felipe en
el Callao por “miedo” y “puro pánico”.
“Grupos
de gente a pie, en carros, a caballo, pasaban presurosos; hombres, mujeres y
niños, con caballos y mulas y numerosos esclavos cargados con equipaje y otros
valores, transitaban confundidos, y todo era gritería y confusión En la ciudad
misma la consternación era excesiva; los hombres vacilaban en la terrible duda
de lo que habría que hacer; las mujeres se veían por todas partes correr hacia
los conventos; y las callejuelas estaban literalmente atestadas con carros y
mulas cargadas y con jinetes. Toda la noche continuó la confusión y, al venir
el día, el virrey salió con sus tropas, no dejando ni un solo centinela en el
polvorín (…) un terror vago de alguna terrible catástrofe era la causa de este
pánico universal”, escribió en su diario recogido en la Colección
documental de la Independencia del Perú, tomo XXVII, volumen 1.
Rugendas: Lima en esos tiempos |
"Es
un miedo frente a la ruptura de lo que de lo que se estaba
viviendo. No se sabía qué podía pasar. Entonces, esa tranquilidad se la va a
dar San Martín cuando ocupa pacíficamente la ciudad. Cuando el
marqués de Montemira, a quien el virrey La Serna deja como gobernador de la
ciudad -un anciano aristócrata de casi 80 años-, invita a San Martín y
éste acepta su invitación, se va a perder el miedo a la
plebe", explicó el historiador.
Miedo
fuera de Lima, el caso Trujillo
El miedo que
se sentía en Lima con el desembarco del general José
de San Martín también existía en otras ciudades. El historiador de la
Universidad Nacional de Trujillo, Juan Castañeda Murga autor
(con Isaac Trujillo Coronado) de la investigación “Un acercamiento a la
experiencia del miedo: la independencia en la ciudad de Trujillo,
Perú”, analiza el temor de una eventual incursión armada en el norte del
Virreinato del Perú “que permitió a la élite criolla comenzar a cuestionar su
lealtad al rey y buscar otras alternativas de gobierno”.
En
conversación con RPP, Juan Castañeda sostuvo que
“hay varios niveles de miedo” de la población de Trujillo que
inician con los procesos independentistas en Río de la Plata y Chile. Indicó,
por ejemplo, que hay un temor a convertirse en súbditos de la monarquía inglesa
y caer en el anglicanismo y dejar de pertenecer al reino de España.
Precisó
que son tres las etapas de cómo el miedo se acentúa en la
población de la Intendencia de Trujillo a través de expediciones navales: En
1816, con la expedición de Brown al virreinato, el asalto del puerto de Santa
en 1819 por parte de Cochrane y, finalmente, con la presencia del general
San Martín al norte de Lima en 1820.
“Estos
insurgentes son vistos como piratas, porque también atacaron Paita, Santa y el
mismo Huanchaco (…) y claro estas noticias llegan a Trujillo y la gente pues
siente miedo”, afirmó.
Juan
Castañeda señaló
que los temores tienen su culmen con la presencia del general San
Martín en el Perú y la élite trujillana comienza a pensar que es hora
de optar mejor por la independencia “en salvaguarda de los intereses”.
“San
Martín llega al país en septiembre de 1820 y el cabildo dejó de
sesionar. Claramente se nota que están pensando en optar por la independencia
(…) optar por la independencia porque quieren proteger sus negocios. Además,
porque la independencia de Chile significó la pérdida de un mercado”, aclaró.
"Plebe" |
La
historiadora de la PUCP y editora del libro El miedo en el Perú
Siglos XVI al XX, Claudia Rosas Lauro, explicó en
conversación con RPP que el miedo a la plebe,
que así se llamaba en el siglo XVIII a los sectores populares, era
un "temor estructural" que venía de años atrás. Afirmó que era un
grupo al que “siempre se veía como algo potencialmente amenazante” sobre todo
en coyunturas de crisis.
"Lo
que pasa es que en el siglo XVIII las ciudades, no solo en el Perú, sino en
América; tenían un componente multiétnico muy grande que era superior a los
criollos y españoles. Y estos sectores populares están constituidos por
población indígena que vivía en las ciudades. Castas, que eran las llamadas
mezclas étnicas donde estaban mestizos, libertos, afrodescendientes; y todo
este conjunto era un conjunto numeroso de personas, según el censo 1790",
precisó.
Claudia
Rosas,
integrante de la Academia Nacional de la Historia, aseguró que en ese entonces
existía un temor a estos grupos porque "había una visión negativa",
ya que se pensaba que eran "proclives al hurto, no tenían temor de la
autoridad, que les gustaban los juegos de azar, el alcoholismo, y eran poco
dados al trabajo".
"Esta
visión desde la Ilustración se afirmó en el siglo XVIII. Y a estos sectores que
habían ganado en presencia en la ciudad se buscaba controlarlos. Si nosotros
pensamos desde 1780 con la rebelión de Túpac Amaru II, luego
el impacto de la Revolución Francesa en la década de 1790 sobre todo, y los
posteriores sucesos de la independencia, hay muchas coyunturas de un temor muy
grande a desmanes, a las conspiraciones, a la movilización social de estos
grupos que pudieran amenazar a los grupos de poder, a las clases altas en la
ciudad", dijo.
"Los miedos no
vienen solos"
Ante
la consulta de qué temor imperaba más durante el proceso emancipador, Claudia
Rosas aclaró que, al analizar la historia de la independencia del Perú
y la del continente, que trata en el libro Los miedos sin
patria. Temores revolucionarios en las independencias iberoamericanas [Madrid,
2019], observa que “los miedos no vienen solos” citando
al historiador francés, Jean Delumeau, quien trató el estudio
sistemático del miedo en Occidente en la época moderna.
“Es
lo que él llama el tren de miedos. Entonces,
el miedo a la violencia, al atentado frente a la vida, pero
también a las propiedades venía de la mano con el temor a las nuevas ideas, a
la inversión del orden social, político y religioso, incluso económico,
del statu quo. Esos temores vienen juntos y en determinadas
coyunturas se mezclan. A veces cobra más importancia alguna, pero
un temor también está vinculado a otros temores”, expresó.
Negros en independencia |
Es
así, que Claudia Rosas remarca que se debe entender que la
independencia es “un periodo diverso, complejo, con coyunturas
diferenciadas” donde no podemos decir que un miedo específico
primó más que otro en todo el proceso emancipador.
"Una
cosa es la década de 1810 y otra cosa va a ser, por ejemplo,
la década de 1820. Mientras en una hay movimientos con
reivindicaciones sociales a nivel regional y grandes movimientos como el del
Cusco de 1814 y 1815; en la década de 1820 es un contexto de guerra, de
revolución más fuerte, con los ejércitos libertadores que vienen con San
Martín primero y después con Bolívar. Y es un momento
donde la contingencia de la guerra y de la política está pesando. Entonces, ahí
los temores funcionan de manera diferente; pero además hay un temor
diferenciado, porque una cosa es lo que temen los sectores populares, los
indígenas, y otras otros temores son aquellos de las
élites sobre una inversión del orden. En cambio, para
estos otros sectores, no todos claro, era una posibilidad de poner en el tapete
sus reivindicaciones”, finalizó.
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COMENTARIO.- El miedo es un sentimiento
de inseguridad producido por una causa identificada. En el contexto de las
independencias, dicha causa la protagonizó un tren de miedos como el impacto de
los movimientos sociales y políticos con las nuevas ideas que los inspiraron,
caso de las revoluciones francesa y haitiana; la amenaza de la movilización de
la población indígena, esclava o de castas o, simplemente, los rumores, con o
sin fundamento, producto de la instrumentalización de los miedos por parte de
los poderes constituidos.
Las revoluciones de independencia iberoamericana
fueron el proceso revolucionario de mayor envergadura en la primera mitad del
siglo xix y constituyeron un proceso histórico dinámico, continental e
interconectado de los miedos a la Revolución.
Se hace necesario analizar ese complejo
y apasionante proceso desde una nueva perspectiva, la de los temores colectivos,
enfocando el origen, la naturaleza y las dinámicas de esos temores en un
contexto de crisis, guerra y revolución.
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