SALIR DE LA TRAMPA
César Hildebrandt
Tomado de HILDEBRANDDT EN SUS TRECE N° 679, 29MAR24
L |
a señora Boluarte huye de la fiscalía y cierra las
puertas que debió abrir. Dice que está muy ocupada, pero su agenda está en
blanco. Miente como respira y en su cabeza hay un tic tac que suena a bomba de
relojería.
No quiere que se sepa la verdad la expresidenta del Club Apurímac.
Está embarrada. No tiene cómo explicar el origen de su
colección de relojes ni las sumas de dinero que no declaró cuando pudo hacerlo.
La señora Boluarte está aterrada, que es su condición
habitual. Por eso es que el congreso del hampa la usa, cuando quiere, como
trapeador.
Por eso es que tenemos el gobierno fantasma que nada
decide.
Dina Boluarte tiene las manos ensangrentadas por los
muertos y heridos de los que ella es autora mediata.
Pero ahora añade mugre en las uñas, lodo en las palmas,
tizne entre los dedos. No importa el reloj que lleve en la muñeca.
El código penal acabará de reformarse para favorecer toda
felonía imaginable, la reforma política terminará de destruirse, la impunidad
surtida vendrá en nuevos proyectos surgidos del basurero de las siglas
reinantes: FP, RP, PL.
Este es el Perú que hemos permitido. Esta es la vergüenza
que ya ni siquiera nos ruboriza.
Hemos normalizado los peores rasgos de nuestro carácter
nacional, ese que viene de tantas derrotas de la decencia.
Releo lo que acabo de escribir y el hartazgo me dice que
me repito y la moderación me susurra que debo calmarme.
Además, es semana santa y los obispos de la iglesia
oficial demandan la paz entre los peruanos.
La santa madre iglesia apostólica y romana recuerda la muerte del hombre que dijo que era dios e hijo de
dios al mismo tiempo y aprovecha para sumarse al pedido de quietud de los
ministros que han salido a pedir una tregua.
Además, ¿no es el cumpleaños 88 de Mario Vargas
Llosa?
Dudo, me aquieto, reflexiono.
Y entonces estallo otra vez.
¿La iglesia de las hogueras y Juan Pablo II, que
coordinaba con la CIA, me pide colaborar con el sosiego?
¿No fue Vargas Llosa, el genial novelista, quien
pidió votar por Fujimori en el 2021?
Tregua es nuestra palabra favorita. La rompieron los
chilenos el 15 de enero de 1881 en Miraflores y la invocó Miguel Iglesias para
firmar el Tratado de Ancón.
No necesitamos una tregua. Que la pidan los que han
robado y tienen a los fiscales en la puerta (cerrada).
Lo que nos urge es librarnos de este gobierno que
nació deforme y fue el fruto procaz de un golpista enredado en los bajos fondos
y de la traición de una vicepresidenta de izquierda que se vendió a la derecha
por un puñado de dólares.
Tenemos 30% de pobres, una economía que no despega, una banda de ministros parásitos dedicados a la extenuante tarea de mostrarse para la foto, un congreso dedicado al crimen, un poder ejecutivo en malas manos.
El problema -piensan muchos- es que podríamos estar
peor. El problema -piensa el resto- es que vamos a estar peor si las elecciones
del 2026 se dan con el elenco
político que hoy padecemos.
Es cierto. Pero una cosa es presentir un futuro sombrío y otra muy distinta es vivir este presente infame.
¿No vale la pena intentarlo?
El otro día, entrevistando a Pedro Francke, pensé
que quizá tengan razón los que están convencidos de que el país hallará una
salida, inventará un personaje, fabricará un consenso cuyo objetivo sea, sencillamente,
la limpieza. Esa sería la gran revolución: un aseo general del estado y la
política. Pero para aspirar a esa esperanza tenemos que salir de la trampa en
la que hemos caído. ■
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