UNA ÉPOCA EMOCIONAL
Christian Reynoso
LA
MULA 1AGO232
“Vivimos
una época emocional”, dice Mauricio García Villegas, profesor y analista
político colombiano. Y debe ser cierto. La emocionalidad del mundo hoy en día
está determinada, en gran medida, por los efectos de los medios y las redes
sociales, y cómo la avalancha emocional en la que se sustentan, influye en la
ciudadanía, en la política, en la opinión pública, en cómo nos comunicamos y
nos interrelacionamos; en suma, en el modo de entender y enfrentar la vida. El
individualismo, la desconfianza, el miedo, la venganza, el odio, están más
latentes que nunca, aunque a menudo no nos demos cuenta o nos parezcan
políticamente incorrectos. Pues no es trabajo sencillo aceptar nuestra
emotividad.
Pienso
entonces en la emoción que han sentido los miles de ciudadanos que han visto el
reciente desfile militar. Los aplausos y vivas a las Fuerzas Armadas, a sus
armas y a sus materiales de guerra, que solo sirven para ser exhibidos en el
desfile, porque luego no tienen utilidad. Pienso también en el temor de los
peruanos, muchos de ellos quienes han asistido al mismo desfile, ante las
hordas delincuenciales que asaltan a diario a los peruanos, sin contar con los
asesinatos, violaciones, feminicidios. Pienso en la emoción de los delincuentes
peruanos al saber que los delincuentes venezolanos los han desplazado de los
titulares.
Pienso en las emociones de las personas que han viajado de Juliaca a Lima para pedir justicia por sus familiares asesinados, mientras la policía les echa gas para arredrarlos; el odio que deben sentir, ante la injusticia y la impunidad, debe ser muy fuerte, mientras escuchan a la presidenta peruana decir mentiras. ¿Y cómo estarán siendo manejadas las emociones, seguro aún latentes, de todos quienes tienen familiares muertos o desaparecidos en manos del terrorismo y las Fuerzas Armadas? O en la sensación de angustia y dolor si eres familiar de alguna mujer asesinada o ultrajada. Las emociones de esos hechos te marcan y te cambian la vida para siempre.
Las
emociones nos desbordan a cada instante, con cada noticia, video, fotografía,
post, link, mensaje de Twitter o cosa por el estilo al que accedemos por el
celular, la computadora, la televisión, la radio, los periódicos, el WhatsApp,
de los que somos dependientes. Pero también nos desbordamos emocionalmente por
las preocupaciones, los problemas personales y familiares, las
insatisfacciones, las posibilidades negadas de ser felices por causa de nuestros
propios errores, la culpa, lo que hicimos y lo que dejamos de hacer, la pasión,
las drogas, el alcoholismo, la sexualidad, la política, el dinero, la
sobrevivencia, la muerte. Emociones viciosas, autoritarias, que van y vienen
como la mar.
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