Esta
cultura tuvo su centro en la localidad homónima situada en el departamento
peruano de Puno, a 61 km al norte de la ciudad de Juliaca, aunque ejerció una
influencia que por el noroeste alcanzó el valle del Cuzco y hacia el sudeste,
el valle del Loa en torno a Iquique. Caracterizada por varios centros pequeños
y aldeas dispersas en la cuenca del Lago Titicaca, inició su andadura en torno
al 500 a.C. (se extendería hasta el 300) y tuvo como antecedentes a las
culturas Chiripa y Qaluyo. Se cree que la lengua empleada era el pukina,
actualmente extinta, pero ampliamente estudiada desde el siglo XIX.
Como la mayor parte de entidades del mundo andino prehispánico, su organización social era de índole teocrática, con los sacerdotes en la cúspide de la pirámide social. La base de su economía fue la ganadería, domesticando alpacas para obtener la lana; no obstante, se dedicaron también al cultivo de papa, oca y olluco, al tiempo que fueron numerosos sus conocimientos sobre hidráulica y construcción.
En
ese sentido, destaca la pirámide de Kalassaya en el mismo centro ceremonial
principal, de 300 m de largo, 150 m de ancho y 30 m de altura. Por otro lado,
los centros secundarios presentaban una arquitectura bastante compleja pero
refinada, y es probable que tuvieran funciones administrativas. En cuanto a la
cerámica, son cuencos altos con bases anulares, siendo frecuentemente de color
rojo y con diseños incisados o pintados de negro y amarillo. En cuanto al
diseño, por lo general, se pintaban animales felinos, camélidos y personajes;
muchas de estas vasijas fueron modeladas. También se han hallado algunos
instrumentos musicales, prueba de un mayor avance con relación a las culturas
precedentes.
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