TODOS LOS SANTOS
en
JULI de ANTAÑO
Escribe: Rufino Calderón Bedregal
Tomado
de JULI ETERNO Nº 51
Llevamos en
la sangre el conocimiento de la cosmovisión y el culto a los muertos, por lo
que el 1º y el 2 de noviembre adquieren gran significación religiosa, de tal
manera que la fiesta de Todos los Santos durante la segunda mitad del siglo
pasado lo celebraban tanto ricos como pobres, pues todo el pueblo en su
conjunto celebraba a lo grande, siempre de acuerdo a su economía y a sus
posibilidades.
Los siempre deliciosos Bizcochuelos |
Yo tenía 4
años de edad cuando mi madre, ante la proximidad de la fiesta de Todos los
Santos, preparaba todo lo necesario para “hacer rezar” en recuerdo de mi padre en
el primer año de su fallecimiento.
Con meses
de anticipación, mi mamá y mis hermanas iban a las ferias del campo, “kjatos”
en aymara, y juntaban huevos y queso y días antes del 1º de noviembre visitaban
el horno de propiedad del popular “maestro Paucar” llevando los ingredientes
necesarios para preparar los ricos bizcochuelos. Estos se elaboraban con solo
huevos bien batidos con azúcar y algo de maicena. La mezcla había que batir y
batir, hasta que, llegado el punto, el maestro Paúcar decía “ya está listo” y con
un cucharon procedía a repartir el batido a las cajas de bizcochuelo previamente
preparadas y dispuestas en “formación militar”. Al rato salía del horno el delicioso
manjar. En seguida desfilaban los maicillos, los bollos, las sarnitas, las
empanadas, las guaguas, las escaleras, las palomas, en fin, diversidad de
delicias de las manos de mi madre, de mis hermanas de los maestros panaderos y
sus ayudantes, a quienes tengo presente en mis pupilas y mi corazón. El local
donde se ubicaba el horno era un loquerío, porque también había otras familias
con los mismos propósitos, era casi una contienda silenciosa, una lucha interna
para lograr horneados que significaran un mejor recibimiento de sus
difuntos.
Y llegada la
fiesta de Todos los Santos, en la víspera las familias preparaban un altar con
mantos color negro y en la mesa que era presidida por el retrato del difunto y
un crucifijo, habían candelabros con cirios, estaban los potajes que eran de
preferencia del difunto: el Chayrito, el chicharrón, el estofado, el pheske
etc.. En la cabecera el cigarro, la botella de pisco o el cogñac y todas las
delicias salidas del horno.
Un "altar" para recordar al difunto |
Así desde
las 7 de la noche empezaban a ingresar los “reciris” y visitantes a las casas
donde había un difunto, era costumbre hacer rezar a sus difuntos incluso hasta
los 10 años.
Al día
siguiente se iba al cementerio y junto al nicho del difunto se atendía a los
amigos con chocolate caliente café o mate desde las 6 hasta las 8 o 9 de la
mañana Y a partir del mediodía, se atendía a las amistades que se acercaban al
nicho de nuestro difunto, con las ofrendas o con platos de comida para lo cual
toda la familia tenía que prodigar atenciones a los visitantes que oraban por
nuestro difunto.
Mientras
tanto para los niños era una ocasión especial porque, en sus cometas los
despedían a los difuntos. Era la época de las cometas. El kara gallo rey de las
cometas, la estrella, el barril, la cholita; todos nos preparábamos por cuanto había
concursos. Y no faltaban palomillas que en la cola de la cometa prendían una
hoja de afeitar para cortar a la cometa que mejor volaba.
Y las niñas
ocupadas en hacer arreglar sus envoltorios bordados y de calidad, para poner su
wawa de bizcocho o pan, para hacerlas bautizar, lo que generaba risas hasta
chistes, por las preguntas que los padrinos les hacían a las chicas que hacían
bautizar.
Al final
del día había “reciris” (rezadores) hombres que visitan a los deudos allí donde
había atención y se ofrecían rezar y recoger la mesa. Con el consentimiento de
la familia decían una oración especial y larga con canticos acompañados por la
familia. Al final se recogía la mesa y todo lo que quedaba de “ofrendas” (panes
alegóricos) eran para el “reciri”.
Como
corolario de este relato les cuento que mi mamá en una oportunidad me encargó
que cuide las ofrendas que dejaron los “reciris”. “Tenemos que retornar, para
traer más”, dijeron y me quedé en casa cuidando los paquetes, pero empecé a
probar los maicillos y como estaban tan ricos y calentitos, comí y comí y
cuando llegaron mi mama y mis hermanas me encontraron con un dolor estomacal
que me duró varios días, y no comí más maicillos. <:>
ALGO PARA RECORDAR SOBRE LA
FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
¡UKA URACIUNA
KATUQASPANA!
Escribe:
Efraín Iturry Gandarillas.
En
el calendario cristiano o gregoriano los días 1 y 2 de noviembre se celebra el
día de todos los santos a nivel mundial, gracias a la influencia católica en
Juli, provincia de Chucuito,, esta fecha tiene características especiales, que
aún persisten.
Desde
meses, días y horas antes al 1 y 2 de noviembre de todos los años, como
obligación de las familias que han tenido la desdicha de perder a uno o más
seres queridos durante los tres últimos años; van presurosas comprando y
preparando los materiales e ingredientes necesarios para alistar los altares de
recepción a las almas de los difuntos, quienes visitaran la tierra por última
vez antes del descanso eterno y a los “resiris” y músicos, quienes con sus
rezos y canciones ayudaran a la redención de sus pecados.
Estos
altares se improvisaran con una mesa adecuada, la que estará ubicada en un
espacio céntrico de la sala pegada a la pared donde se instalaran unas
escalinatas de madera o cartón, las que se cubrirán con tapetes y manteles de color oscuro (negro de
preferencia) que abarcarán la mesa y la pared en forma escalonada, en cuya
parte céntrica superior colocaran la fotografía del difunto(a), candelabros con
cirios o velas, jarrones con flores de diversos colores le darán solemnidad y
adornaran este altar, así como la diversidad de bocadillos, comidas y bebidas
servidas y dispuestas en la mesa y escalinatas; como: panecillos, “sarnitas”,
panecillos en forma de ángeles, escaleritas, caballos, palomas, etc., galletas,
”t’ant’awawas”, “turcowawas”, “maicillos”, bizcochuelos, “pasankallas”,
caramelos, golosinas y frutas etc., también comidas,
Cementerio puneño |
Familias,
cuyos difuntos ya descansan eternamente al lado del creador (después del tercer
año) preparan altares simples recordando a sus seres queridos, sin obligación
de recepcionar “resiris” ni músicos; además, encargan o elaboran sus
bocadillos, para compartir con los familiares presentes o enviar en encomiendas
a los parientes o amistades esparcidas por el mundo.
Los
hijos menores entusiasmados, afanando a sus padres la compra de los materiales
para elaborar sus cometas, papeles de color, carrizos o pajitas para la
armazón, gomas o pegamentos e hilos para hacerla volar, en la creencia de traer
a las almitas de los difuntos a la tierra, las niñas emocionadas, ante la
proximidad de la fecha buscando una muñeca o una “guagua” de pan; para que, con
algún “padrino” ocasional hacerlas “bautizar” el día 2 en el cementerio
general.
Los adolescentes y jóvenes en sus reuniones
convenciendo al “padre” y “madre” simulados para bautizar la “guagua”, la que
será una torta en forma de bebé, convenciendo a los “padrinos” también
simulados, así como designando al “cura” y “acolito” quienes oficiaran esta
ceremonia de bautizo satírico, que culminara en una fiesta; pretexto de
diversión por casi todos los fines de semana del mes de noviembre.
Los
“resiris” y músicos, seguramente alistando sus bolsas, mochilas y similares,
para “pallapar” o juntar los panes, “sarnitas”, galletas, “maicillos”,
bizcochuelos, caramelos, “pasancallas”, etc. que les obsequiarán por sus rezos
y/o canciones; así como afinando sus instrumentos y/o practicando los rezos y
canciones que ofrecerán a los difuntos en este año.
Llegado
el 1 de noviembre, en la casa elegida todo está listo desde las 7.00 pm. hasta
las 12.00 pm. para recibir a los “resiris” y músicos por separado; quienes en
parejas o grupos van ingresando a la sala o lugar donde se encuentre el altar,
ubicándose delante , preguntan el nombre del difunto de su alma a salvar, rezan
en voz baja o en voz alta, o entonan alguna canción adecuada, luego de
culminado el rezo o canción y después de rociar con el agua bendita al altar, y
como indicando la finalización de su participación, dirán “Uka uraciuna
katuqaspana” en aimara, o que se reciba la oración en castellano; luego los
familiares invitan a que tomen asiento, y en agradecimiento obsequian con todas
las bizcotelas preparadas y bebidas como ponches, chicha, gaseosas algunas
veces vinos, cervezas, piscos y/o
whiskys; después de cuya degustación y guardando algunos bocadillos en las
bolsas que se van llenando conforme van visitando domicilios de dolientes; abandonan presurosos la sala para dar paso a
otro grupo, enrumbando en búsqueda de
otro domicilio y así sucesivamente hasta la media noche.
T'ATAGUAGUAS |
Una
vez instalados los lugares de recepción, las familias dolientes invitan a los
“resiris” y músicos, a que pasen a rezar o entonar una o más canciones en el
nicho correspondiente y pedir por el alma del difunto quien se encuentra en el
purgatorio en la redención de sus pecados, actividad que se realiza durante
todo el día; donde se repite la misma escena de la noche anterior realizada en
el domicilio y de igual manera son agasajados con bocadillos y bebidas ya
mencionados. algunos invitados especiales se quedarán a compartir de las
bebidas y degustar de los platos
especialmente preparadas para la ocasión.
Las
familias cuyo difunto ya cumplió tres años, invitarán a algunos vecinos a sus
domicilios para proseguir con despedir a la almita o “botar el luto”, y
desearle el descanso eterno al lado del Creador, con una fiesta donde se
participa de un ritual, que consiste en que los deudos intercalando cada pieza
musical y alternadamente, irán obsequiando los panes, “sarnitas”, galletas,
bizcochuelos, caramelos, “p’asankallas”, etc. que exhibían en el altar o mesa,
hasta quedar sin ofrendas; mientras entre baile y baile se comparten las
bebidas y comidas.
Retomando
las actividades del cementerio, las niñas en el transcurso del día cargando o
en brazos con sus “wawas”, buscando “padrinos” para bautizarlas, para lo cual
eligen un nombre con el cual bautiza el “padrino “a la “wawa” quien obsequia
algunas monedas u otro regalo. Los
niños, emocionados volando sus cometas de diversos colores y formas, como los
“barriles”, las “estrellas”, los “barcos”, la “cholita”, “cintura e’ mono”,
“q’aragallos”, etc.; instituciones como la Municipalidad o educativas, en el
ánimo de despertar la creatividad y habilidades de los niños, organizan
concursos de la cometa más bonita o la que vuela más alto, premiando con
obsequios a los ganadores.
Llega
el atardecer después de tanto trajinar, los “resiris” y músicos con sus bolsas
llenas de obsequios que paliaran sus desayunos por unos días, los niños y niñas
contentos con sus regalos o juegos realizados; y las familias satisfechas por
el deber cumplido, algunas despidiendo deseando el descanso eterno de sus
difuntos, y otras pensando en los dos o un año venidero que falta cumplir, se
retiran; oscureciendo ya, se cierran las puertas del cementerio y mañana
volverá todo a la normalidad.
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RESIRIS:
Personas que rezan oraciones católicas.
SARNITAS: Panecillos cubiertos de un preparado de huevos y queso. T’’ANT’AWAWA O TURKUWAWA: Panes grandes en
forma de bebés. PALLAPAR: Juntar o
acumular. P’ASANKALLA: El mana
azucarado. MAICILLOS: Bocaditos
especiales de maíz. YATIRI: Sabio, el
que sabe.
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