SOBRE NOVELA HISTORICA
DE OMAR ARAMAYO
Ricardo Gonzáles
Vigil.
Revista CARETAS.
L |
a
novela cobró forma diferenciándose del poema épico (la epopeya, en la
Antigüedad; el cantar de gesta, en la Edad Media): el acontecimiento histórico
(la gesta) reelaborado por la memoria colectiva, con su dimensión mítica y su
estatuto arquetípico (el héroe, paradigma a imitar) se vio reemplazado por el
suceso ficticio (sin base histórica), extraordinario. Es decir, de la gesta
colectiva se pasó a la aventura, protagonizada por personajes ficticios, con
rasgos heroicos al comienzo (aunque los pierden pronto, hasta llegar a ser
antihéroes: el Satiricón, siglo I; la novela picaresca, siglo XVI), pero con
carácter problemático, en conflicto con la moral reinante o en búsqueda de una
“vida nueva” o utopía.
No
conocemos una novela histórica hispanoamericana que, como Los Túpac Amaru de
Omar Aramayo (Puno, 1947), reconstruya tan minuciosamente los sucesos
históricos (no hay personajes ficticios, como sí los hay en los grandes frescos
de Carpentier, Mujica Láinez, Roa Bastos y Del Paso, y en las dos mayores
novelas históricas peruanas: La guerra del fin del mundo y El espía del Inca) y
posea los rasgos de la poesía épica: una gesta decisiva para el nacimiento de
la nación (el proceso emancipador y el anhelo de Túpac Amaru de una nación de
indios, negros, mestizos y criollos); la heroicidad de los protagonistas y
felonía de los antagonistas; la óptica mítica (la mentalidad andina); y el
lenguaje poético (con símiles y repeticiones enfáticas), aunque vertido en
prosa (en el Quijote, Cervantes sostuvo que “la épica tan bien puede escribirse
en prosa como en verso”, parte I, cap. XLVII).
La experiencia de Aramayo ha cuajado en Los Túpac Amaru, novela que es un cantar de gesta tejido durante más de diez años. Una obra magna, única, en la que, siguiendo el ejemplo de su admirado Churata, ha modernizado lo antiguo (es decir, la épica y la cosmovisión andina): además de lo que hablan y/o piensan los personajes, inserta las voces de la multitud (artífice fundamental de la historia, según Basadre), mediante un logrado montaje (técnica de la “nueva novela” que asimila con originalidad y expresividad soberana). Y aquí y allá, aflora un narrador que privilegia la textura de las palabras (su ritmo, su morfología, etc.); que carnavaliza festivo lo narrado y, sobre todo, los prejuicios y la hipocresía de los personajes, y que inserta elementos del futuro (hechos, dichos y obras de los siglos XIX-XX) para sugerir que la gesta de los Túpac Amaru sigue pendiente, tan próximos al Bicentenario de la Independencia.
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