LA CAMPAÑA ELECTORAL
Escribe: Milcíades Ruiz
¿Para
qué sirve el Plan de Gobierno? Al parecer, tan solo para cumplir con el trámite
ante la autoridad electoral. ¿Conocen de algún gobierno civil que se haya
regido por su plan de gobierno? ¿Algún partido político hace su campaña
electoral enarbolando su plan de gobierno? ¿Elegimos a los gobernantes por su
plan de gobierno? Responder a estas interrogantes ponen aprueba nuestra
conciencia política y nuestra actitud frente a lo que podría ser un delito contra
la fe pública.
Los
abundantes candidatos presidenciales han iniciado su campaña electoral con
ideas sueltas, sin una perspectiva integradora sobre su plataforma y programas
con los que su organización política pretende gobernar el país. Buscan ganar
adeptos ofreciendo no un plan de gobierno, sino medidas que impacten la
sensibilidad de los electores. “En mi gobierno no habrá adendas”, dice un
candidato, denotando un estilo de vulgaridad como punto de partida para su
oferta.
Otros en cambio, tienen tras de sí, una maquinaria que diseña la campaña electoral partiendo del diagnóstico del electorado, para explotar sus anhelos en una estrategia manipuladora. Ponen en marcha todas las estratagemas para vender la imagen del candidato, cubriendo todos los medios de comunicación. Es el marketing político y abarca más de 30 áreas de acción.
Al
igual que el marketing comercial, que busca convencernos sobre un detergente,
que lava suciedad y manchas, con solo introducir la prenda en una bandeja, el
marketing político pone la carnada para que piquen los incautos y de este modo,
los oprimidos otorgan el voto al que será el gobierno de sus opresores. Previo
pago oculto, los medios impactan el cerebro de los electores que, por reflejo
condicionado, deciden su voto.
La
campaña electoral depende mucho del dinero disponible y por ello, las opciones
populares no tienen las mismas oportunidades que los medios mercenarios brindan
a los adinerados previa factura. Ahora que la pandemia impide las
aglomeraciones, surge con fuerza el marketing digital que explota todos los
recursos disponibles para poner el anzuelo, vender imagen y ganar adeptos.
El
movimiento heterogéneo de protesta juvenil, atizado por los medios que
explotaron la sensibilidad de este sector social, es una muestra del poder de
convencimiento a que pueden llegar las vías digitales, hasta la inmolación.
¿Quiénes fueron los beneficiarios de esta movida? No ha sido la juventud
peruana. ¿Quiénes serán los beneficiarios de la campaña electoral maquinada? No
serán las clases populares, como ha sido siempre en esta república
bicentenaria.
La
campaña electorera está dirigida a obtener los resultados esperados de la
inversión. Los testaferros de los grandes intereses son los que aparecen en el
escenario, pero detrás de la cortina están los que mandan. El fin, justifica
los medios, aunque estos, no sean correctos. El régimen electoral que tenemos
es tramposo, pero lo permitimos. Privilegia el dinero y las leguleyadas. No
luchamos por corregirlo. Nos adaptamos a sus disposiciones.
En
la izquierda, tenemos escasas opciones compitiendo en condiciones alevosamente
injustas, contra una veintena de opciones de derecha que nos venden la imagen
de ser centristas, ocultándose detrás de sus mascarillas. Basta ver el número
de veces que aparecen diariamente en la televisión y el tiempo que dan a cada
cual, para darnos cuenta que hay un manejo detrás de todo y que más tarde se
reflejará en las encuestas opinión prefabricadas.
Pero
volviendo al punto, los candidatos del campo popular, ¿Tienen una visión de
plan de gobierno? ¿Las propuestas que enarbolan, están en el aire o, están
estructuradas en la perspectiva de un gobierno popular concordante con las
condiciones imperantes? ¿Estamos preparados para gobernar? ¿Podremos cumplir
las promesas que ofrecemos? No se trata de “prometer y prometer, hasta meter”,
como dicen muchos. De la calidad de las propuestas depende también el
resultado.
Entonces,
pensar bien lo que decimos es muy importante. Si algunos son buenos agitadores
activistas quizá no tengan la calidad requerida para ser gobernante,
legislativo y ejecutivo. Manejar un vocabulario fuera de contexto, y
despotricar desordenadamente contra enemigos políticos, con un lenguaje
altisonante, pero sin sustentación ideológica, podría restar credibilidad.
Si
Barrantes convirtió a IU en la segunda fuerza electoral en las elecciones
generales de 1985, quedando expedito para la segunda vuelta, fue en gran parte
por su convincente manera de hablar con sencillez, pero con fundamento.
(Estábamos en una crisis económica, endeudados y con terrorismo). En plena
campaña electoral un periodista del diario EL PAÏS, le preguntó:
P. ¿Y empezarán a construir el
socialismo si vencen en las elecciones del 14 de abril?
R. Ese proceso comenzó
con la victoria de IU en Lima, pero, hablando con realismo, no vamos a hacer un
Gobierno socialista. Aspiramos a un Gobierno democrático, realmente popular, a
partir del cual se puedan sentar las bases de un futuro desarrollo del
socialismo, sin negarnos a la alternabilidad que la Constitución señala.
P. ¿Cuáles son, en su opinión los
tres problemas principales de Perú en estos momentos?
R. Primero, la
alimentación; segundo, el problema de la salud, y tercero, el problema del
desempleo.
P. ¿Qué propuestas tiene su
partido para solucionar estos problemas?
R. Nosotros creemos que
hay que darle prioridad a la reactivación del proceso económico en el campo;
hay que lograr de todas las maneras una moratoria selectiva de la deuda
externa, de tal manera que el no pagar en un plazo mínimo de cinco años los
intereses que unilateralmente son elevados por nuestros acreedores, permitirá
destinar esa suma para la reactivación del campo, la alimentación y la salud.
Hay que establecer el control del comercio exterior. El manejo de las divisas
tiene que estar en manos del Gobierno.
Aunque
las circunstancias son ahora muy diferentes, la experiencia es interesante. Su
estilo moderado pero firme despertaba confianza porque traslucía nivel de
mandatario. Los radicaloides, que nunca faltan, lo pechaban para exigirle que
fuera agresivo en sus mensajes, pero siguió fiel a su estilo. Aunque aquellos
le dieron la espalda, sin embargo, los líderes de la Revolución Cubana, de
indiscutible autenticidad revolucionaria, lo avalaron y le brindaron atención
médica en la isla hasta su expiración.
Salvador
Allende ganó las elecciones de 1970 en Chile, no por un leguaje agresivo, sino
por su fe en los métodos democráticos. El programa básico de Unidad Popular
decía:
El
Gobierno Popular garantizará el ejercicio de los derechos democráticos y
respetará las garantías individuales y sociales de todo el pueblo. La libertad
de conciencia, de palabra, de prensa y de reunión, la inviolabilidad del
domicilio y los derechos de sindicalización y de organización regirán
efectivamente sin las cortapisas con que los limitan actualmente las clases
dominantes.
(…)
Una nueva Constitución Política
institucionalizará la incorporación masiva del pueblo al poder estatal.
Se creará una organización única del
Estado estructurada a nivel nacional, regional y local que tendrá a la Asamblea
del Pueblo como órgano superior de poder.
La Asamblea del Pueblo será la Cámara
Única que expresará nacionalmente la soberanía popular. En ella confluirán y se
manifestarán las diversas corrientes de opinión.
Este sistema permitirá suprimir de raíz
los vicios de que han adolecido en Chile tanto el presidencialismo dictatorial
como el parlamentarismo corrompido. (…) (1)
En
el Chinchaysuyo escuchamos decir a la gente “Perro que ladra, no muerde”
en alusión a quienes son pura boca, sin pasar a los hechos. En una campaña
electoral hay que dar muestras de capacidad de gobierno y de credibilidad,
sosteniendo propuestas factibles. No solo discursos emotivos, sino también con
fundamento técnico ideológico. Las hormigas pueden picar fuerte pero sus
amenazas son ridículas.
Esto
mismo nos puede pasar si nuestros candidatos hacen su campaña sobre la base de
bravuconadas con amenazas incoherentes. Hablar de una nueva reforma agraria sin
precisar el fundamento solo denota desconocimiento, dando lugar a malas
interpretaciones. Barrantes hablaba de “darle prioridad reactivación el proceso
económico en el campo” que es una concepción, más profunda y completa, que
sigue siendo válida.
Ofrecer
una constitución que ponga fin a los monopolios es ignorar que eso ya está en
ella hace muchos años, o que “hay monopolio en el sector financiero y que los
bancos cobran los intereses que les da la agana”, es desconocer la labor del
BCR. Sería bueno que nuestros candidatos proyecten una imagen de estadista con
nivel de calidad. Si se habla de agricultura, de economía, minería, o de
cualquier otra problemática, habrá que hacerlo con fundamento y no por simple
emotividad.
Gobernar,
no es buscar un arreglo o, pacto social como si se tratara de una componenda
negociada. Este enfoque deja todo a la incertidumbre de un “arreglo” futuro.
Renegociar las concesiones neoliberales otorgadas por la corrupción
gubernamental a inversionistas transnacionales, solo es mantener el mismo
régimen, bajo un nuevo pacto, sin cambiar la política entreguista antipatriota.
La recuperación de nuestro territorio capturado no se renegocia. ¿O, sí?
Ustedes qué dicen.
Enero 19/2021
______________________________-
(1)
La plataforma completa de UP aquí. https://www.marxists.org/espanol/allende/1969/diciembre17.htm
http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:7738
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