lunes, 4 de junio de 2018

MAS AYUDA, MENOS FUTBOL. AHORA!

URGE ATENDER EFECTOS DE LA  
CALAMIDAD CLIMATICA
Guillermo Vásquez Cuentas
S
i tuviéramos gobernantes sensibles a las urgentes necesidades que surgen de catástrofes, ya habrían llegado al aeropuerto de Juliaca los altos funcionarios que administran –y centralizan- el poder político del Estado peruano, con medicinas, ropa abrigadora y alimentos, todo lo que estaría en camino a los lugares críticos de las provincias puneñas azotadas por el temporal inclemente que ha traído tanta desgracia a nuestra gente, tal vez como pocas veces.
Y no se diga que desconocen lo que ocurre en las cordilleras surandinas. Además de la situación prevaleciente cuyos alcances difunden algunos medios, los mecanismos y servicios de inteligencia ya hicieron conocer oportunamente a esos gobernantes, de las características del fenómeno climático y de sus graves consecuencias.
De que están bien informados los responsables nacionales de encarar las emergencias, lo están. Lo que les falta es sacudirse de los efectos estupefacientes del futbol de esta hora que domina de manera apabullante los espacios mediáticos de todo tipo, y tomar y ejecutar iniciativas que, cuando menos, contribuyan a mitigar los resultados indeseados de ventiscas, nevadas y heladas que se han presentado en alto grado.
Desde luego, los responsables de decidir e instrumentar las acciones de ayuda, no son los capitalinos únicamente. Hay autoridades regionales que manejan parcelas importantes del poder estatal a quienes les compete declarar la emergencia y actuar en consecuencia. Pero a este nivel, sus harto conocidas insuficiencias en el cumplimiento de sus competencias funcionales, no propicia guardar expectativas halagüeñas.
No obstante (como lo último que se pierde es la esperanza) solo quedaría instar a los de acá y a los de allá, adopten las acciones y medidas que exige la gravedad de la calamidad que sufren los campesinos de las alturas de Puno que son tan peruanos como ellos y portadores de derechos que no se puede desconocer. Como gustan decir los jóvenes de hoy: ¡Pónganse las pilas!
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fOTOS: 1. Publicada en Los Andes; 2 y 3 :Emilio Escalante Yana.



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