CALAMIDAD CLIMATICA
Guillermo Vásquez
Cuentas
S
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i tuviéramos gobernantes sensibles a las
urgentes necesidades que surgen de catástrofes, ya habrían llegado al
aeropuerto de Juliaca los altos funcionarios que administran –y centralizan- el
poder político del Estado peruano, con medicinas, ropa abrigadora y alimentos,
todo lo que estaría en camino a los lugares críticos de las provincias puneñas
azotadas por el temporal inclemente que ha traído tanta desgracia a nuestra
gente, tal vez como pocas veces.
Y no se diga que desconocen lo que ocurre
en las cordilleras surandinas. Además de la situación prevaleciente cuyos
alcances difunden algunos medios, los mecanismos y servicios de inteligencia ya
hicieron conocer oportunamente a esos gobernantes, de las características del
fenómeno climático y de sus graves consecuencias.
De que están bien informados los
responsables nacionales de encarar las emergencias, lo están. Lo que les falta
es sacudirse de los efectos estupefacientes del futbol de esta hora que domina
de manera apabullante los espacios mediáticos de todo tipo, y tomar y ejecutar
iniciativas que, cuando menos, contribuyan a mitigar los resultados indeseados
de ventiscas, nevadas y heladas que se han presentado en alto grado.
Desde luego, los responsables de decidir
e instrumentar las acciones de ayuda, no son los capitalinos únicamente. Hay
autoridades regionales que manejan parcelas importantes del poder estatal a
quienes les compete declarar la emergencia y actuar en consecuencia. Pero a
este nivel, sus harto conocidas insuficiencias en el cumplimiento de sus competencias
funcionales, no propicia guardar expectativas halagüeñas.
No obstante (como lo último que se pierde
es la esperanza) solo quedaría instar a los de acá y a los de allá, adopten las
acciones y medidas que exige la gravedad de la calamidad que sufren los
campesinos de las alturas de Puno que son tan peruanos como ellos y portadores
de derechos que no se puede desconocer. Como gustan decir los jóvenes de hoy: ¡Pónganse
las pilas!
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fOTOS: 1. Publicada en Los Andes; 2 y 3 :Emilio Escalante Yana.
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