LECTURAS
INTERESANTES Nº 768
LIMA PERU
16 JULIO 2017
DEMOCRACIA SIN PARTIDOS
César Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 356,
14JUL17, p.12
E
|
l Apra
no ha muerto.
Ya
estaba muerta.
La
había matado el caquismo, la ideología de la nada, el derechismo ventrudo, los
delirios de un loco que se creía sucesor de Haya de la Torre.
Pobre
Víctor Raúl. Fue un converso derechista, es cierto, pero no fue un ladrón. El
asesino del partido, en cambio, sí que lo es. Ladrón de siete suelas, varios
fiscales ad hoc, algunas prescripciones claves, un montón de encubrimientos.
La
noticia es que los funerales del Apra han sido públicos. Y el cadáver se lo
han disputado, en un congreso sufragado por el alibabismo, los pagados por los
Sánchez Paredes, los que, fieles a Caco hasta ahora, han tenido esta vez que
denunciarlo y las raleadas "masas" que sirvieron de decorado social.
El nuevo hombre formal del Apra -digo formal porque detrás de él está el
caquismo invencible- es un plagiario que frecuenta a narcotraficantes. Así
termina el partido que fundó en 1924 un hombre que creía en que la historia
del Perú podía cambiar.
Pero la
noticia ampliada es más apetitosa para los intereses de la Parca: al Apra
cadavérica se une un PPC inexistente, un Peruanos por el Kambio desaparecido,
una Alianza para el Progreso que nada sería si no fuera por la caja chica de la
universidad César Vallejo, un Partido Nacionalista desenmascarado, una
izquierda dividida en "las tres mitades de Ino Moxo", una Acción
Popular que sonrojaría al pobre Belaunde.
¿Y
Fuerza Popular? Bueno, en manos de la señora que heredó a su papá y que hoy
quiere mantenerlo encerrado, no sería riguroso decir que Fuerza Popular es un
partido. Fuerza Popular es un feudo personal de la señora, una Norcorea
acebichada, un cuento chino. Fuerza Popular es una maquinaria electoral
eficientísima y un aparato represivo que Kenji Fujimori, que mucho debe saber
sobre el asunto, ha descrito como "un tribunal inquisidor". Pero para
ser partido le falta doctrina, democracia interna, debate de corrientes, un
programa coherente que no sea aquel que se construye en base a encuestas sobre
las carencias de cada región. Y le falta lo principal: condenar pública y
explícitamente las fechorías de la organización criminal de la que procede.
De modo
que la democracia peruana es una de las pocas en el mundo que funciona sin
partidos. ¿Y qué funciona aquí? Bien sencillo: el dinero. Todos hablan de
Odebrecht, como si la corrupción la hubiésemos tenido que importar. Nadie dice
que en el Perú la política ha sido financiada siempre -sí, siempre- con las
sobras del gran capital, con el dinero negro de banqueros que debieron
terminar en la cárcel, con el sencillo de los beneficiados de los dólares MUC,
con las reservas de los usuarios del RUC sensible, con la plata inagotable de
esos raterazos de cuello y corbata que sabían qué puntada daban y a quiénes
debían sufragar.
La política peruana ha vivido de los bajos fondos
desde hace muchos años. Y los partidos, esos cascarones, saben muy bien qué
cosas son los fajos en mochila, las remesas del Huallaga, el lavado de dinero
de mala procedencia.
¿Odebrecht
nos corrompió? No me hagan reír. Odebrecht se sintió a sus anchas en el Perú
porque aquí la podredumbre no era excepción sino regla. En el
"Brasileirao" del cutrerío, del segundo puesto no bajábamos. El afán
de mantener la apariencia y sostener las fachadas de cartón de los partidos
tiene un fin muy claro: seguir recibiendo fondos de toda índole.
¿Qué
nos puede sacar de todo esto?
Quien
limpie esta república no puede provenir de la política actual, que está en
avanzado estado de descomposición. Nos hacen falta un Haya joven, un Mariátegui
combatiente, un Basadre estudioso, un José de la Riva Agüero que adecente a
los conservadores. Nos hace falta una máquina del tiempo para detener esta
catástrofe. ▒
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