Escribe:
Ana Núñez
LA REPÚBLICA, Suplemento DOMINGO 15MAY16 p.16
La entrañable historia del pequeño de cabellos
dorados que viaja por los planetas ha sido traducida al aymara. Gracias a una
donación de la Fondation Jean-Marc Probst pour Le Petit Prince, niños de Puno,
Moquegua y Tacna podrán leer el libro en su lengua materna.
"Sapüru jayp utixa pusi ura saraqataru
purinintaxa, kimsa uräkipanwa k'uchisiña qallantxajaxa (si vienes, por ejemplo,
a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres)". Quienes
han leído la hermosa novela corta del francés Antoine de Saint-Exupéry
recordarán que ésta es una de las frases más memorables de la historia del niño
que viaja por distintos planetas y en uno de ellos, la Tierra, conoce a un
aviador varado en el desierto. Es el momento en que el zorro le pide que lo
"domestique" y le enseña el verdero sentido de la amistad.
El principito es, desde hace unos días, El
pirinsipi wawa. Después de 63 años de su publicación original en francés e
inglés, la historia del pequeño de los cabellos dorados ha sido traducido al
aymara, una lengua hablada por lo menos por 2 millones de personas en las zonas
andinas de nuestro país, Bolivia, Chile, y Argentina.
El aymara es la lengua materna de Roger Gonzalo Segura.
Foto: Jhonel Rodríguez.
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Esta nueva traducción, que se suma a las 294
ediciones publicadas anteriormente en distintos idiomas y lenguas del mundo,
fue hecha Roger Gonzalo Segura, un profesor de lenguas andinas de la
Universidad Católica del Perú que nació en la comunidad campesina de Chatuma,
en Puno. El aymara es su lengua materna.
La idea de hacer esta versión del libro de mayor
venta en la historia (unas 140 millones de copias en todo el mundo) nació hace
tres años, cuando el argentino Javier Merás, creador y editor de la librería
on-line Los Injunables -tienda de curiosidades bibliográficas-, conoció a
Jean-Marc Probst, el mayor coleccionista del mundo del libro escrito por
Saint-Exupéry. La biblioteca de Probst tiene unas 4 mil ediciones de El
principito y el coleccionista ha creado, incluso, una fundación que fomenta la
publicación de nuevas ediciones.
Merás, un editor interesado en la difusión de
textos lúdicos, tenía como antecedente el haber publicado un libro con
extractos de El Quijote, una de las obras máximas de la lengua castellana, en
quichua santiagueño, lengua utilizada apenas por 60 mil hablantes en la
provincia de Santiago del Estero y un número no determinado de migrantes internos
en zonas de Buenos Aires.
Merás inició así el proyecto de traducir al
aymara la indispensable obra, editada por Los Injunables también en coreano,
guaraní, esperanto, e incluso en texto predictivo T9.
La búsqueda del traductor ideal era el primer
paso. Se requería alguien que pudiera unir el mágico mundo del planeta de tres
volcanes y una rosa con la cosmovisión aymara. Hace dos años, Merás tomó
contacto con Roger a través de las redes sociales y correos electrónicos. Por
cierto, hasta el momento nunca se han visto personalmente, pero aún así
hicieron un gran trabajo en equipo.
Las ventajas de Roger eran que además del aymara
y el castellano, domina el quechua, por lo que Quyllur llaqtayuq wawamanta, la
edición traducida al quechua del El Principito, le sirvió como una primera base
debido a las similitudes en su morfología, semántica y sintaxis.
El traductor puneño le dio una voz propia a cada
uno de los personajes de Saint-Exupéry, leía en voz alta las páginas que
avanzaba, consultaba a algunos colegas e incluso exponía sus avances a la
valoración de sus alumnos en los talleres de quechumara (quechua y aymara) que
dictaba en la universidad Católica.
Otros elementos a destacar en la bella edición
son las fuentes y viñetas utilizadas en la impresión, reconstruidas de la
Imprenta de los Expósitos de hace 200 años, y la numeración bilingüe de las
páginas (en aymara y numérica).
La edición fue financiada por la Fondation
Jean-Marc Probst pour Le Petit Prince y parte del tiraje será donado a
instituciones educativas bilingües de Puno, Moquegua y Tacna. Pronto, muchos
niños conocerán a pirinsipi wawa.
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