LOS 16 NEGROS DE CARABAYA
AUTOR: Mauricio
Valiente Ots
FUENTE: "Negros, zambos y mulatos libres en la estructura político-administrativa indiana"; Mauricio Valiente Ots, AHDE, tomo
LXXVIII-LXXIX, 2008-2009; pg 407 -409.
REFERENCIA: AHDE es la revista anuario de historia del derecho español; el
autor es abogado político y español. RELEVANCIA: historicosas a) Perú
L |
a
primera actuación que se puede encuadrar en esta dirección se formuló en el
Perú a mediados del siglo xvi. El Marqués de Cañete el viejo, por medio de una
provisión fechada el 9 de octubre de 1557 que aprobó sin un expreso mandato de
la Corona en este sentido, decidió instalar en la provincia de Carabaya (al
sudeste de la región del Cuzco) un conjunto de negros libres que no tenían
oficio conocido[34]. Para la ejecución de la medida se nombró un gobernador
español, el cual organizó una expedición desde Lima con dieciséis pobladores a
los que se les había aplicado la legislación contra la vagancia35.
Los
vecinos de la antigua capital de los Incas no acogieron la medida con buenos
ojos, sobre todo porque les trasladaban a su territorio lo que ellos
consideraban problemas de la ciudad de Los Reyes. El 25 de octubre de 1557, el
Cabildo del Cuzco decidió enviar una comunicación al Virrey donde se le exponían
los inconvenientes que acarreaba el proyecto de construir semejante población
en Carabaya, tanto por el peligro que supondría para la seguridad pública de la
región como por el más que dudoso futuro de una medida tan novedosa. Pese a
todo, la provisión se pregonó en la ciudad el 24 de diciembre del mismo año y
se acabó ejecutando[36], aunque parece que las dudas sobre la eficacia de esta
medida planteadas por los vecinos del Cuzco resultaron ser ajustadas a la
realidad, al menos en cuanto a la duración del experimento.
Pintura rupestre en Coaza. Captación de Rainer Hostnig |
Francisco
de Toledo, desde Arequipa en la etapa final de su prolongada visita al
virreinato, al repartir indios para que cumplieran turnos de trabajo en las
minas de Carabaya y Apurimac, asignó a tres mulatos libres poseedores de minas
quince mitayos a cada uno. No deja de sorprender[37] esta asignación de
trabajadores forzados indígenas, en línea opuesta a lo que establecían
numerosas leyes. Asimismo, en la Noticia general del Perú del funcionario de la
hacienda real Francisco López de Caravantes, escrita entre 1630 y 1632, al
describir los ingresos de los diferentes corregimientos que componían la Caja
Real del Cuzco, se da cuenta de cómo en la Villa de San Juan del Oro se
quedaron, una vez acabada su prosperidad inicial, unos pocos mulatos libres.
Según el funcionario, éstos y sus descendientes trabajaban en las minas de oro,
aunque nunca habían cumplido con su obligación fiscal de aportar el quinto de
la producción a la Corona; el Contador no mostraba estar en desacuerdo con esa
situación, por una parte debido a su alejamiento de las rutas y los centros
poblados y, por otra, porque los corregidores adquirían el oro a cambio de
alimentos y otras cosas necesarias para la vida de estos pobladores, que
aseguraban con su presencia una región marginal poco atrayente para los
españoles[38].
Se
puede plantear el interrogante de si esta iniciativa respondió a una motivación
aislada o, al contrario, era el resultado de la aplicación de una idea general
de cómo encuadrar al conjunto de la población de origen africano que hubiera
alcanzado la libertad de hecho o de Derecho. Por otras referencias, aunque es
preciso reconocer que ninguna aborda esta materia de una manera directa, parece
que esta intervención del Marqués de Cañete, un gobernante muy influenciado por
los religiosos cercanos a Bartolomé de Las Casas, no fue un hecho excepcional, sino que respondió a una concepción que se preocupó por aplicar desde el inicio
de su viaje al Perú.[39]
_____________________
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS DE ORIGEN:
34
En algunas ocasiones, los historiadores han identificado a los componentes de
esta expedición como delincuentes. Aunque para la mentalidad dominante muchos
de ellos lo fueran, se trataba de sujetos que no se sometieron a las
restricciones oficiales y que simplemente luchaban por desenvolverse con un mínimo
de autonomía en los márgenes de la sociedad colonial.
35
Ibídem 39.
36
Esquivel, 1980: t. 1, pp. 185 y 192.
37
Sarabia, 1986-1989: t. 2, p. 119.
38
López, 1986: t. 2, p. 89.
39
Por lo que el Inca Garcilaso de la Vega, seguramente, se limitó a reproducir
una versión de los hechos que debía circular entre los jesuitas. En este
sentido, se debe tener presente el papel
de la Compañía de Jesús en la evangelización de los africanos, la atención
teórica de algunos de los miembros de la orden a las materias relacionadas con
los esclavos y la estrecha relación con los mismos del Inca Garcilaso de la Vega en los últimos años de su vida.
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