martes, 22 de agosto de 2023

PARA LA HISTORIA DE PUNO

LOS 16 NEGROS DE CARABAYA

AUTOR: Mauricio Valiente Ots
FUENTE: "Negros, zambos y mulatos libres en la estructura político-administrativa indiana"; Mauricio Valiente Ots, AHDE, tomo LXXVIII-LXXIX, 2008-2009; pg 407 -409. 
REFERENCIA: AHDE es la revista anuario de historia del derecho español; el autor es abogado político y español. RELEVANCIA: historicosas a) Perú 

L

a primera actuación que se puede encuadrar en esta dirección se formuló en el Perú a mediados del siglo xvi. El Marqués de Cañete el viejo, por medio de una provisión fechada el 9 de octubre de 1557 que aprobó sin un expreso mandato de la Corona en este sentido, decidió instalar en la provincia de Carabaya (al sudeste de la región del Cuzco) un conjunto de negros libres que no tenían oficio conocido[34]. Para la ejecución de la medida se nombró un gobernador español, el cual organizó una expedición desde Lima con dieciséis pobladores a los que se les había aplicado la legislación contra la vagancia35.

Los vecinos de la antigua capital de los Incas no acogieron la medida con buenos ojos, sobre todo porque les trasladaban a su territorio lo que ellos consideraban problemas de la ciudad de Los Reyes. El 25 de octubre de 1557, el Cabildo del Cuzco decidió enviar una comunicación al Virrey donde se le exponían los inconvenientes que acarreaba el proyecto de construir semejante población en Carabaya, tanto por el peligro que supondría para la seguridad pública de la región como por el más que dudoso futuro de una medida tan novedosa. Pese a todo, la provisión se pregonó en la ciudad el 24 de diciembre del mismo año y se acabó ejecutando[36], aunque parece que las dudas sobre la eficacia de esta medida planteadas por los vecinos del Cuzco resultaron ser ajustadas a la realidad, al menos en cuanto a la duración del experimento.

Pintura rupestre en Coaza. Captación de Rainer Hostnig
A pesar de todo, varias referencias permiten rastrear las resonancias de la iniciativa emprendida por el Marqués de Cañete en Carabaya, aunque las mismas no aluden al funcionamiento del primer cabildo compuesto por negros y mulatos libres en el Perú. Este vacío hace pensar que su existencia como institución debió de ser muy irregular y breve, pero la presencia de población negra y mulata en la zona continuó siendo tan significativa que mereció la atención de las autoridades coloniales.

Francisco de Toledo, desde Arequipa en la etapa final de su prolongada visita al virreinato, al repartir indios para que cumplieran turnos de trabajo en las minas de Carabaya y Apurimac, asignó a tres mulatos libres poseedores de minas quince mitayos a cada uno. No deja de sorprender[37] esta asignación de trabajadores forzados indígenas, en línea opuesta a lo que establecían numerosas leyes. Asimismo, en la Noticia general del Perú del funcionario de la hacienda real Francisco López de Caravantes, escrita entre 1630 y 1632, al describir los ingresos de los diferentes corregimientos que componían la Caja Real del Cuzco, se da cuenta de cómo en la Villa de San Juan del Oro se quedaron, una vez acabada su prosperidad inicial, unos pocos mulatos libres. Según el funcionario, éstos y sus descendientes trabajaban en las minas de oro, aunque nunca habían cumplido con su obligación fiscal de aportar el quinto de la producción a la Corona; el Contador no mostraba estar en desacuerdo con esa situación, por una parte debido a su alejamiento de las rutas y los centros poblados y, por otra, porque los corregidores adquirían el oro a cambio de alimentos y otras cosas necesarias para la vida de estos pobladores, que aseguraban con su presencia una región marginal poco atrayente para los españoles[38].

Se puede plantear el interrogante de si esta iniciativa respondió a una motivación aislada o, al contrario, era el resultado de la aplicación de una idea general de cómo encuadrar al conjunto de la población de origen africano que hubiera alcanzado la libertad de hecho o de Derecho. Por otras referencias, aunque es preciso reconocer que ninguna aborda esta materia de una manera directa, parece que esta intervención del Marqués de Cañete, un gobernante muy influenciado por los religiosos cercanos a Bartolomé de Las Casas, no fue un hecho excepcional, sino que respondió a una concepción que se preocupó por aplicar desde el inicio de su viaje al Perú.[39]

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS DE ORIGEN:

34 En algunas ocasiones, los historiadores han identificado a los componentes de esta expedición como delincuentes. Aunque para la mentalidad dominante muchos de ellos lo fueran, se trataba de sujetos que no se sometieron a las restricciones oficiales y que simplemente luchaban por desenvolverse con un mínimo de autonomía en los márgenes de la sociedad colonial.

35 Ibídem 39.

36 Esquivel, 1980: t. 1, pp. 185 y 192.

37 Sarabia, 1986-1989: t. 2, p. 119.

38 López, 1986: t. 2, p. 89.

39 Por lo que el Inca Garcilaso de la Vega, seguramente, se limitó a reproducir una versión de los hechos que debía circular entre los jesuitas. En este sentido, se debe tener presente el papel
de la Compañía de Jesús en la evangelización de los africanos, la atención teórica de algunos de los miembros de la orden a las materias relacionadas con los esclavos y la estrecha relación con 
los mismos del Inca Garcilaso de la Vega en los últimos años de su vida. 

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