ELECCIONES DEL 2021:
EPÍLOGO
NO SORPRESIVO
Por Jorge Rendón Vásquez
El proceso electoral de este
año ha pasado por tres etapas:
En la primera,
arrancaron del partidor 18 candidatos, de los cuales uno, Pedro Castillo, ignorado
por las encuestas y los opinólogos de alquiler, ganó la elección gracias a la
visión de quienes lo lanzaron y a los consejos de ciertos asesores benévolos. El
partido Perú Libre, que lo postulaba, obtuvo 37 representaciones en el Congreso
y la alianza Juntos por el Perú, que propuso a la candidata Verónica Mendoza,
5, de las cuales sólo 2 son del entorno de esta y los 3 restantes del grupo con
inscripción que los había acogido.
En la segunda etapa, Pedro
Castillo, ya identificado como el hombre del sombrero campesino, concitó la
atención de una parte creciente del electorado popular, impactado 1) por su
carácter simbólico: ser el primer hombre del pueblo mestizo y trabajador que
competía por la presidencia de la República; y 2) por sus promesas de cambiar
muchas de las cosas malas de nuestro país, sin precisarlas. En cierto momento,
en las encuestas, que recién se fijaban en él, llegó a superar a su rival, la
candidata de la corrupción, por unos 15 puntos, que, sin embargo, fue perdiendo
por sus iniciativas erróneas en el camino, envanecido porque le estaba yendo
bien y desoyendo a sus benévolos asesores. La táctica del poder empresarial, ejecutada
por los opinólogos de alquiler en la prensa y la TV, se centró en estigmatizar
al líder de Perú Libre, inventándole defectos y sacando a relucir una condena
penal arbitraria. Esta etapa terminó con el triunfo del candidato del sombrero campesino
por 0.25% apenas.
En la tercera etapa, el
partido pasó a jugarse en el campo de los órganos electorales. La candidata de
la corrupción impugnó, apeló y se revolvió como un reptil para traerse abajo el
proceso electoral. Sus huestes alquiladas salieron a las calles a agredir
física y verbalmente a ciertos funcionarios electorales, y un grupo de jubilados
de las Fuerzas Armadas montó un espectáculo público, llamando al golpe de
Estado por sus colegas en el activo, golpe que abortó cuando un generoso mago
sacó de la chistera unos audios que probaban la intervención del asesor de
Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, con la complicidad de algunos jefes de
la Marina, en un plan para tratar de corromper a varios funcionarios
electorales. Un fiscal en el Jurado Nacional de Elecciones se despuntó como un
voluntarioso articulador de ese plan, pero fracasó por la entereza moral de los
otros miembros de ese alto cuerpo electoral. Esta etapa finalizó con la
proclamación de Pedro Castillo como ganador y próximo presidente de la
República.
Como el baile continúa, el
poder empresarial y las huestes de la corrupción han puesto en práctica un plan
que les estaría ya dando resultados. No descuidan nada.
La historia peruana es
pródiga de ejemplos.
Primero, estudiar al
personaje. Los delincuentes dicen: estudiar al punto.
Luego de que Luis Miguel
Sánchez Cerro se perfilara como el hombre del momento y de las decisiones, con
su golpe de Estado de agosto de 1930, la oligarquía lo examinó con lupa y
determinó el procedimiento a seguir con él. Era un mestizo piurano de tez
oscura que, en otras circunstancias, jamás hubiera sido recibido en la
intimidad de los ambientes de la casta blanca. Pero, con él, hicieron una
excepción. No bien llegó a Lima, lo invitaron a sus reuniones sociales, lo
trataron como a uno de ellos y pusieron a su alcance a ciertas damitas de sus
círculos. Eso bastó. Se convirtió en el brazo armado de la oligarquía, aunque
por poco tiempo, pues el Apra lo asesinó, en complicidad con un jefe militar
que sucedió a Sanchez Cerro en la presidencia, sin tener derecho.
A Toledo, la oligarquía no
necesitó estudiarlo. Ya venía corrompido.
Con Ollanta Humala, otro
mestizo y exmilitar, el procedimiento de la oligarquía cambió. Lo sedujeron con
el cuento de la gobernabilidad y le encajaron una hoja de ruta, con todo lo que
debía y no debía hacer, a lo que él accedió gustoso, dejando atrás las promesas
a quienes lo habían elegido. Para evitar que se repitiese el relajo de la vida
de Sánchez Cerro, su esposa se instaló en el Palacio de Gobierno y, onnubilada
por los halagos palaciegos, descubrió que también podía mandar y ejerció de
hecho el mando, haciendo a un lado a su marido.
Es posible que a Pedro
Castillo, la oligarquía lo haya hecho estudiar rigurosamente no bien ganó la
primera vuelta. Este análisis debe de haber determinado que, golpeando fuerte,
se le podía separar de Perú Libre y de Vladimir Cerrón. Y, en efecto, su prensa
y su TV, más los opinólogos pretendidamente independientes, machacaron sobre
ese punto y comenzaron a obtener resultados. Reconocido ya como presidente, Pedro
Castillo entendió súbitamente que el poder legal de mandar le pertenece y que
puede nombrar a los ministros y a otros altos funcionarios como quiera, aunque
sin infringir la ley. Ya se advierte en su entorno a un sinnúmero de lambiscones
de todo tamaño, expertos en colarse en los intersticios del gobierno.
Una cosa es la campaña
electoral y otra la acción de gobierno.
En la campaña electoral menudearon
las promesas de cambios para comenzar a eliminar las enormes desigualdades
sociales, darles a todos igualdad de oportunidades, y mejorar y extender los
servicios públicos.
Y bien, ¿cómo estima el nuevo
presidente de la República que podrá hacerlo? ¿Tendrá poderes para ello?
De acuerdo con el
ordenamiento legal, sus poderes están limitados a dirigir el Poder Ejecutivo y
los servicios públicos, y no como se le ocurra, sino ajustándose a las leyes; y
él, por sí, solo podrá cambiar por decreto supremo lo que le permitan las
leyes. Pero no podrá dar ninguna y, mucho menos, modificar por decreto la
Constitución. El proyecto de presupuesto, que es fundamental para mejorar los
servicios públicos, debe tenerlo listo el Ministerio de Economía y Finanzas en
agosto para ser remitido el 30 de este mes por el Presidente al Congreso de la
República, quien, finalmente, decidirá cómo se gastarán los ingresos fiscales
el próximo año.
Las posibilidades de cambio
sólo pueden venir de un centro de ideas, proyectos y facultades de hacer. El
partido Perú Libre está llamado a ser este centro, pero atendiendo a su
realidad que, en este caso, consiste en su activo de cuadros y a la realidad
del país. ¿Están suficientemente capacitados sus dirigentes para el ejercicio
del gobierno? Si no los tiene, debe procurar formarlos en cargos que podrían
suministrarles esa capacitación y, mientras tanto, emplear a gentes que sepan y
coincidan con los propósitos de cambios en nuestro país. Se debe considerar que
hay dos transiciones: una burocrática consistente en determinar el activo y el
pasivo que se transfiere en cada ministerio e institución pública; y otra
política. Y, en este plano, no se puede forzar la realidad para que se ajuste a
lo que queremos. Es a la inversa. La transición política puede tomar algún
tiempo y, mientras tanto, las realizaciones dependerán de la manera cómo
procedan los representantes de Perú Libre en el Congreso de la República, de la
coordinación de propósitos con el presidente de la República, y de motivar a la
parte de la ciudadanía que les dio su voto y convencer a la otra parte que
todavía sigue alienada por los eslóganes de sus opresores.
El poema de José Hernández El
gaucho Martín Fierro nos da algunas enseñanzas, aparentes para este momento
en el Perú.
(28/7/2021)
Viene el hombre ciego al mundo,
cuartiándolo la esperanza,
y a poco andar ya lo alcanzan
las desgracias a empujones;
¡la pucha, que trae liciones
el tiempo con sus mudanzas!
[…]
¡Pucha, si usté los oyera
Como yo en una ocasión
Tuita la conversación
Que con otro tuvo el Juez!
Le asiguro que esa vez
Se me achicó el corazón.
Hablaban de hacerse ricos
Con campos en la frontera;
De sacarla más ajuera
Donde había campos baldidos
Y llevar de los partidos
Gente que la defendiera.
[…]
Los hermanos sean unidos,
Porque esa es la ley primera.
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea,
Porque si entre ellos se pelean
Los devoran los de
afuera.
Martín Fierro por Juan Carlos Castagnino, Buenos
Aires, EUDEBA, 1962.
No hay comentarios:
Publicar un comentario