LECTURAS INTERESANTES Nº 984
LIMA - PUNO, PERÚ 2 OCTUBRE 2020
UN ASCO
César Hildebrandt
Tomado
de HILDEBRANDT EN SUS TRECE N° 509 2OCT20
L |
legué a amar a los Estados Unidos por sus
escritores. Leer a Faulkner, a Dos Passos, a Kerouac, a Capote, a Carver, a
Hemingway por ratos, a Vidal casi siempre, a Carson McCullers, a Sontag, a
Mailer desde el asombro (“Los desnudos y los muertos” es una de las grandes
cinco novelas del siglo XX), me marcó para siempre.
Y pensaba: el imperialismo de la United Fruit, la
grosería de la discriminación racial, la intervención en Guatemala, la
agresión a Cuba y hasta el ruido del chicle mascado son la oscuridad del
paisaje estadounidense. Su literatura, su empuje científico y tecnológico, su
inventiva compensan en gran parte esos males.
¿No produjeron el Google global que reemplazó a la
Enciclopedia Británica y al Tesoro de la Juventud de nuestra infancia? ¿No
habían sido ellos -sus padres fundadores- los que se habían separado de la
Inglaterra hipócrita y creado una república inspirada en los valores de la
ilustración francesa?
El martes pasado, sin embargo, vi el debate entre
Trump y Biden. Y lo que vi fue un asco.
Algún día sabrán los estadounidenses el daño que
les ha hecho el hampón que hoy detenta el poder en Washington. Algún día se
enterarán. Algún día tendrán que coser esas heridas y reconstruir la reputación
del país.
¿Cómo fue que la nación de John Adams y Thomas Paine
pudo parir a un monstruo como Trump?
Richard Nixon parece un estadista a su lado. Watergate es una bicoca si se lo compara con lo que Trump hizo con el presidente de Ucrania o alentando la intervención cibernética de Rusia en las elecciones del 2016.
Trump no sólo es un traidor al permitir que el
trolismo ruso contribuyera a su causa. Es el jefe de una organización criminal
en la que han brillado delincuentes como Roger Stone y Paul Manafort. Fue ese
equipo de cabilderos los que difundieron la noticia de que Seth Rich, que
trabajaba en el comité electoral del Partido Demócrata, fue asesinado por
órdenes de Hillary Clinton en julio del 2016. Lo cierto es que Rich fue víctima
de un intento de robo en Washington y que la versión de una conspiración en su
contra provino originalmente de activistas virtuales pro Trump que trabajaban
desde San Petersburgo. Lo cierto también es que Julián Assange se prestó a
este sucio juego creyendo ingenuamente que Trump cesaría la persecución en su
contra.
Trump es una desdicha para Estados Unidos y una
amenaza generalizada para el mundo. Su patriotismo de opereta ha sumergido a su
país en un periodo de neoaislacionismo que lo aparta del Acuerdo de París, de
las metas de la Organización Mundial de la Salud y aun de las reglas de la Organización
Mundial del Comercio. Estados Unidos es un paria moral que tiene el mayor
ejército y el comandante en jefe con menos escrúpulos del mundo. La América
Latina que vive de rodillas lo sabe muy bien. Pregúntenles a los de Torre Tagle
qué pasó con la elección del nuevo presidente del Banco Interamericano de
Desarrollo.
TRUMP |
Trump se siente el sicario de su bandera, el rompehuesos encargado de los cobros, el matón del barrio.
Y la noche del debate demostró ser eso y mucho más. En tantos años de asistir a espectáculos de la política nacional e internacional jamás vi bajeza tan abyecta como la de Trump cuando, por ejemplo, habló de los problemas con las drogas que tuvo uno de los hijos de Biden. Esa intervención sólo es comparable a esa otra en la que avaló a los supremacistas blancos y les dio a entender que esperaran un mejor momento para volver a actuar. Estados Unidos parece estar en los preparativos de una nueva guerra civil. Los republicanos son ahora un culto que sigue a su jefe con la sonámbula convicción de que lo importante es ganar y que la ética es, sencillamente, una intrusa a la que hay que echar de la política. Los demócratas han perdido el rumbo y la iniciativa y están asustados ante la extorsión populista que emana del electorado blanco y encrespado. Durante años, todo asomo de política redistributiva fue calumniado como “socialista” por las élites. El resultado fue que hasta el tibio “obamacare” despertó la rabia de quienes se sienten herederos del sur derrotado por Lincoln. La tibieza demócrata la expresa ejemplarmente Biden, que no atinó a enfrentar a Trump como este se lo hubiera merecido. Permitió el candidato de los demócratas que Trump hablara de millones llegados de Rusia cuando él tiene en sus planes, todavía, la construcción de una de sus torres en Moscú. Y fue pálido contrincante cuando de hablar de los impuestos no pagados se trató. Dable hubiese sido que Biden llamara a su rival como lo que es: un criminal recién descubierto en materia fiscal.
Estados Unidos padece de una crisis de liderazgo
pero
sus problemas no se circunscriben a eso. Las minorías en expansión, el
empoderamiento negro, el sentimiento de una identidad anglosajona amenazada y
de una ética protestante igualmente acosada por nuevos paradigmas, la
expatriación del capital y la crisis del empleo industrial han sido parte de la
desatendida agenda del país.BIDEN
El mundo no debería permanecer indiferente ante esta
situación. La continuidad de Trump es la garantía de que no contaremos con
Estados Unidos para hacer frente al calentamiento global, que ya es una
urgencia planetaria. La permanencia de este personaje en la Casa Blanca
consolidará a China -vaya paradoja- como el gran rival capitalista de la escena
mundial, en la que el gigante asiático ya es inversor decisivo para África y
América Latina.
Medio Estados Unidos aplaude a Trump, celebra su
maldad, festeja su carácter rapaz. Sólo el fracaso de un proyecto nacional, la
rabia chauvinista que surge de la percepción de la propia decadencia y la entronización
de un modo violento de entender la vida y romper con el contrato social vigente
pueden explicar ese respaldo masoquista. La polarización de los Estados Unidos
es un asunto que compromete la paz mundial. Trump no quiere ser presidente en
su país por segunda vez. Lo que quiere es desafiar al mundo otros cuatro años.
A lo que aspira es a hacer del globo un reality show donde él pueda despedir a
quien lo contradiga. ■
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